El presidente argentino, Raúl Alfonsín, coincidiendo con la primera
crisis de su Gabinete, ha invertido el tono triunfalista y excesivamente
esperanzado de sus intervenciones públicas aludiendo al peligro de una posible
libanización del país. Con ocasión del centenario de la fundación de la ciudad
de Tres Arroyos, afirmó el martes que "estamos afrontando una
circunstancia difícil, tal vez la crisis más dura de la historia argentina. Hay
que asumir el compromiso de reconstruir la nación con sentido moral, con fuerza
y con las mismas convicciones con que hace 100 años lo hicieron los pioneros
que vinieron a construir nuestra patria". No es una declaración que se
haga con carácter circunstancial: "Yo pienso que o levantamos las banderas
nacionales u otros levantarán en nuestra nación banderas que no son las
nuestras, como ha pasado en Líbano".El término libanización se está
poniendo sospechosamente de moda en Argentina. El trabajo político de los radicales
en materia institucional, en la recuperación de los usos democráticos y en el
difícil terreno de las responsabilidades por laguerra sucia militar puede
calificarse de ejemplar; pero las consecuencias de la hiperinflación y de la
crisis económica heredadas de de la dictadura comienzan a desmoralizar a la
sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario