26/2/07

La soldado (26-2-2007)

Ni el coronel DeCastries, responsable de la base aeroterrestre de Dien Bien Phu, ni el general Navarro desde Hanoi previeron que el Vietminh del general Giap pudiera trasladar artillería pesada por la selva con una hierba de elefantes de tres metros de altura. Fue sencillo: desmontaron las piezas y fueron trasladadas por partes en bicicleta por sendas ocultas e inverosímiles. El 13 de marzo de 1954 a las 17.15 horas los viet desataron el infierno sobre la posición Beatrice con calibres de 105 mm disparando a cero contra los blocaos, la pista de aterrizaje y las largas antenas de radio que indicaban los puestos de comunicación y mando. Paracaidistas franceses, tiradores argelinos, legionarios thais y vietnamitas leales no tuvieron otra opción que morir enterrados sin poder coger el fusil y disparar un tiro. ¿Sería éste un hecho de armas para los defensores de Dien Bien Phu o un sacrificio pasivo? Los franceses lo tuvieron claro y regaron de cruces el campo de batalla.

La soldado Idoia Rodríguez Buján no tuvo suerte ni viva ni muerta porque el Jemad (Jefe de Estado Mayor de la Defensa) no ha considerado hecho de armas su muerte. Debía de estar haciendo turismo pacifista en Afganistán. Nuestra soldado conducía un BMR ambulancia (un blindado medio sobre ruedas que se fabrica en Francia para traslado de tropas o heridos bajo fuego). Pisar una mina antitanque en una zona infestada de los talibán es un acto de guerra que ha saludado la bandera italiana, a cuyas tropas socorría la columna española.

Su cadáver ha sido repatriado a las tres de la mañana, con nocturnidad y alevosía, imponiéndole el presidente Zapatero una cruz con distintivo amarillo propia de quien se ha caído por una escalera. La OTAN, sin tantos remilgos y más atenta a la realidad, informa en su página web de un acto de combate que afectó nuevamente al contingente español, el cuarto más castigado por las bajas mortales en Afganistán después de EEUU, Inglaterra y Canadá. Debemos conformarnos con el reconocimiento ajeno porque este Gobierno que tenemos no nos lo va a dar. Y es que el radical socialismo de La Moncloa no es sólo contrario a la intervención en Irak, sino que les huele a naftalina todo lo relativo a las Fuerzas Armadas y su parafernalia. Estamos en «misiones de guerra» desde Afganistán al Congo, aunque parezcan más o menos pacificadas. De otro modo deberíamos enviar a nuestra Cruz Roja y a Leyre Pajín con Pedro Zerolo al frente de sus ONG de choque.

Un día le pregunté a José Luis Leal, amigo de infancia del Rey Juan Carlos, qué le preocupaba más al Monarca. «La falta de un espíritu de Defensa nacional». Pues esto es todo.

22/2/07

El don de ebriedad (22-2-2007)

Uno de los mejores poemas de Claudio Rodríguez es El don de la ebriedad. Rodríguez, a más de otros horrores para nuestra ministra de Sanidad, bebía. La ministra, que parece pertenecer a alguna secta, le hubiera envarado con unos cuantos proyectos de ley. Las ministras de cuota de la Administración Zapatero causan verdaderos estragos, pero no vistas desde la perspectiva de un misógino o un machista, sino comparándolas con sus colegas masculinos que cometen barrabasadas sin cuento pero un poco por debajo de la mesa. La vicepresidenta nos riñe todos los viernes tras el Consejo de Ministros como si fuéramos niños sin entendederas; la de Cultura no ha estudiado latín o se le ha olvidado; la de Vivienda nos quiere meter como cavernícolas en pisos de 30 metros y nos regala zapatillas para ir por las calles buscando alquiler como a tontos de baba; y, para no alargarnos, la de Sanidad y Consumo descuida mucho el segundo apellido de su Ministerio y se ha empeñado en una cruzada para que los españoles seamos tan felices como ella no comiendo hamburguesas gigantes, ni fumando, ni tomando vino español. Pues la doña goza de una inquietante palidez desteñida; debería hacerse mirar el hígado.

Excepto en EEUU con su Ley Seca, las democracias han sido consentidoras dejando grandes márgenes al libre albedrío, y, por el contrario, los regímenes dictatoriales buscan clones de un ciudadano perfecto. Si Franco hubiera pretendido lo que la Salgado con el vino probablemente no se hubiera muerto en la cama. Si esto se hace en Francia, hubiera tenido que dimitir de inmediato. Puede que los jóvenes se aficionen al alcohol con bebidas destiladas pero no con un calimocho en donde mezclan vino y vomitón. La cultura del vino requiere un aprendizaje muy elaborado, además ya está bien de suponer que nuestra juventud es alcohólica y necesita leyes especiales, porque eso no es verdad y además acientífico.

Rodríguez Zapatero le ha dado un coscorrón a la Gran Prohibidora del reino que, amargada, no se desdice, sino que aplaza su aberrante campaña contra el vino para pasadas las inmediatas elecciones. Si regresa por sus fueros, el contundente gremio de los viñateros le seguirá esperando. Más le valdría dimitir. Hace buena a la ministra Trujillo y en el póquer de damas consigue que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega resulte hasta agradable.

Yo prefiero abrazarme al poeta Claudio Rodríguez y dejarme llevar por el don de la ebriedad que ella se ha perdido siempre. Lo mío -parafraseando a Wiston Churchill- tiene cura; lo suyo no.

19/2/07

El Juicio Final (19-2-2007)

Por las Navidades de 1980, un teniente coronel del Ejército de Tierra destinado al CESID (actualmente CNI) me citó en un reservado de Mayte Commodore para una reunión urgente, personal y confidencial. Me puso al tanto de que compañeros suyos del servicio de inteligencia estaban suministrando apoyo logístico a otros militares para dar un golpe de Estado inmediato. Se identificó pero se negó a facilitarme cualquier dato concreto; no pude hacer nada salvo escuchar atentamente el estruendoso ruido de sables de aquellos días, hasta que llegó el 23-F.

El juicio por tales sucesos creo que despertó más expectación que la que hoy está dando éste por el 11-M. Entonces la pregunta era si los militares rebeldes se iban a dejar juzgar sin cometer antes una venganza tabernaria como la de intentar implicar al Rey. Estaban demasiado gallitos los entorchados y empezaron por exigir la salida de Pedro J. Ramírez de la sala, a lo que el tribunal terminó cediendo, aflojándose los cinturones. El sumario de aquel juicio del 23-F estaba lleno de elipsis más o menos discretas, y el del 11-M se encuentra repleto de agujeros como un queso gruyere. «Fuera del sumario no hay nada», dicen los forenses.

En el del 23-F se quedaron navegando por el espacio intergaláctico los guardias civiles que acompañaron a Tejero, el entonces CESID (excepto el comandante Cortina que hacía honor a su apellido) y la nutrida trama civil de la que solamente se enjuició a Juan García Carrés, presidente del sindicato vertical de actividades diversas y de los serenos con quienes quería formar una chusca fuerza de choque a lo Verbena de La Paloma.

Las penas para los alzados fueron muy benévolas, pero el Tribunal Supremo las ajustó. La sociedad española, harta, aceptó que no se exigieran todas las responsabilidades y que muchos conspiradores, tanto militares como civiles, quedaran en la oscuridad. Hay que temer que este juicio siga las pautas de aquél y que al final no se sepa a ciencia cierta cuáles fueron las tramas oficiales (CNI y Policía) que, por omisión, negligencia o partidismo, embrollaron el juicio del 11-M, hasta transformarlo en indescifrable. El juez Del Olmo no estaba capacitado ni física ni psicológicamente; no era el magistrado idóneo para la labor, y la temperamental fiscal Olga Sánchez (la instructora del instructor) ya se cubrió de gloria con la Goma 2 ECO. No creo que existan sumarios en el mundo sobre hechos de tanta sangre que obvien tan alegremente la identificación del arma homicida. ¡Qué digo: se llegaron a lavar con lejía los restos retorcidos de los trenes de Atocha! Nos pierde el afán por la limpieza.

Quedaremos como sucedió tras el 23-F, pero con tantas y dolorosas víctimas. Ni éstas acuden al juicio en el que no deben de creer ni tampoco esperar nada; se penará hasta El Egipcio (que parece salido de una ONG musulmana) y a tres o cuatro pelafustanes asturianos y confidentes de la Policía. El Juicio Final va a ser el final del juicio.


 

12/2/07

La depresión (12-2-2007)

Hace años entrevisté al hijo mayor de Valle Inclán (hoy Marqués de Bradomín en uno de los más iluminados títulos que ha concedido el Rey) y me abrió la puerta en pijama haciéndome acompañar hasta su lecho donde se rebujó hasta las largas barbas de su padre. Me acomodé al pie de la cama y supuse que no estaba ante una excentricidad, sino ante una depresión. Luego conocí a Juan Carlos Onetti, quien había decidido exilarse en su cama con una botella de whisky y un bloc de notas, de donde sólo salió para su propio entierro, aunque en vida todavía recibió mucho. Son los lentos suicidios de los depresivos crónicos que se aíslan en un caparazón para librarse del dolor de la existencia.

Sigmund Freud no decidió suicidarse tras un cáncer de boca porque probablemente estaba suficientemente autoanalizado. Tengo una amiga que no se lava ni los dientes y en el mercado me confiesa que huele mal y trata de rociarse de perfumes logrando un ambiente mefítico. Son los viejos/nuevos desarrapados de la tierra ajenos de la brillantez, la belleza y el consumo. Mi psiquiatra, sabiéndome casado con una oncóloga infantil, me dice: «Tengo un índice de mortalidad superior al que tiene su esposa». Pero el suicidio tiene muy mala prensa incluso entre los ateos o agnósticos, y tampoco se publicita en la creencia de que pueden incitar a otros. El suicidio es tabú.

Las carreteras secundarias que conducen al suicidio tienen muchas bifurcaciones. La depresión exógena (por un hecho puntual de un acontecimiento terrible) tiene un encauzamiento y una morbilidad temporal. La depresión endógena es un caldo de cerebro donde se cuecen una serie de sustancias liberadas llamadas neurotransmisores como la serotonina, las catecolaminas y un mecanismo complejo de disminución, exceso o utilización de las mismas. Son los parias de esta nueva sociedad que ha aceptado la obesidad y la depresión como las principales enfermedades del siglo XXI. Sin embargo, sobran todos los médicos aficionados que estiman que el paciente de tristeza maligna lo único que no tiene es voluntad. Gracias a la farmacopea, los psicofármacos, si no curan, al menos permiten vivir al depresivo con un mínimo de dignidad personal.

Mariano José de Larra sufrió una depresión exógena por fracasos políticos y por el pendón de Dolores Arnijo. Hemingway se reventó la cabeza con una escopeta por un cáncer de piel e impotencia en una época donde aún la Viagra no había sido descubierta. La Iglesia Católica que negaba tierra sagrada a los suicidas ha mudado de opinión y les oficia responsos. Hace muy bien porque casi siempre el suicidio es un accidente y el del depresivo una consecuencia inevitable.

La semana pasada los buitres de la prensa rosa se han comido un festín de ignorancia y mala leche. No han perdonado ninguna morbosidad sobre el fallecimiento de una persona joven poco conocida. Ha sido como la exhumación del cadáver para que metan en él sus manos estos personajillos. Lo que no saben es que los depresivos -Erika Ortiz- van al cielo.

8/2/07

La foto y el pasquín (8-2-2007)

The Times abandonó el formato sábana, tan añorado, que planchaban por las mañanas los mayordomos, para acercarse al tabloide, y parece que en la mudanza se ha llevado retazos de amarillismo tal como en su tratamiento del etarra De Juana Chaos. No por la foto en sí misma, aunque resulte un pasquín, sino por el texto descontextualizado que la acompaña que no habla de las hazañas de este hombre lobo y sus hermanos de raza, ni del sangriento laberinto etarra, ni del chantaje de la huelga de hambre, y sí hace suponer al lector desavisado que en España ponemos grilletes a los huelguistas de hambre no para evitar que se arranque los catéteres sino para inflingirles una humillación más. Ya es casualidad que José María Aznar sea consejero del grupo Murdoch propietario del Times.

Que las Instituciones Penitenciarias de la inefable señora Gallizo abran una investigación sobre el pasquín gráfico es garantía de que nada se sabrá ni nadie será reprendido porque es legítima la sospecha de que el impulso para el desaguisado fue soberano. El carnicero vive como en la rotonda del hotel Palace, salvo por las molestias de los doctores: podía permanecer a solas con su compañera, despachaba con sus camaradas de banda y recibía delegaciones de ONG y patulea de ignorantes bienpensantes. Así las cosas no se sabe por qué quiere salir del hospital.

Parientes de sus víctimas han manifestado su horror ante la imagen, como un blasfemo Cristo yacente: «Con cuarenta kilos menos o de más sigue manteniendo la misma mirada de frío asesino». Y es que De Juana no se arrepiente para nada de sus asesinatos y, por ende, no quiere justicia para sí sino imponer su dominio sobre la sociedad. Esto es así desde Jack el Destripador. No le basta haber cumplido sólo 18 años por 25 crímenes (ni un año por muerte, lo que explica que en España da lo mismo matar a 8 que a 80) y lo que pretende es doblegar al Estado como se hace con la cabeza de los perros rebeldes. Preso preventivo dados sus macabros antecedentes, no tiene interés alguno por esperar a que el Tribunal Supremo se pronuncie sobre una sentencia ordinaria que le condena por amenazas a otros 12 años de prisión. Hay que tener en cuenta que se trata del lobo estepario (no el de Herman Hesse). Todos los magistrados del Supremo son influenciables por su adscripción política; a todos siempre los ha elegido alguien; y lo peor del pasquín y sus hacedores es que los jueces le rebajen la pena para que salga camino de su casa. Pasará a Francia y por supuesto volverá a matar. Es un compulsivo.

5/2/07

La manifestación (5-2-2007)

La manifestación del sábado en Madrid (también en Barcelona) fue un clamor de banderas nacionales sobre las que restalló como postre el himno español. La Puerta de Alcalá fue rescatada de la izquierda divina biempensante de Ana Belén y Víctor Manuel. «Mírala, mírala, ahí está…». El presidente debería atender estos síntomas en vez de ignorarlos o descalificarlos, pero sufre de los males del novicio: no ha pasado por una empresa ni ha trabajado por cuenta ajena; desde la Facultad ha pasado al escaño de los mudos donde dormitó 14 años. Estuvo poco tiempo al frente de la oposición y sólo lleva media legislatura en el poder. El mal de los monagos es querer alcanzar la santidad en una noche de oración, y el de Zapatero en pretender dar una solución rápida, tirando por la calle de en medio, a problemas inabarcables.

La vicepresidenta, Fernández de la Vega, y el secretario de organización del Partido Socialista, ‘Pepiño’ Blanco, son los grandes mamporreros de Zapatero, y le equivocan. El rosario de manifestaciones de las víctimas del terrorismo y otras organizaciones sociales no pretende el descabalgamiento de Zapatero y su partido (que sería legítimo), sino el cierre por fallida de una pluscuamperfecta política antiterrorista. Este hombre que tan hábilmente manejó la calle y las pancartas por el Prestige, la Guerra de Irak o el 14 de Marzo, no debería tener miedo a escuchar las voces de la calle y extraer de ellas alguna idea a considerar. Pero la cúpula del Partido Socialista está enredada en una trampa saducea: como el PP no suscribe y abraza los abracadabrantes proyectos de Zapatero para ETA, la derecha (a veces la derecha extrema) es antipatriota y desleal y sólo tiene por objeto criticar al Gobierno (¿y cuál otra podría tener?). Es como si el Aznar de la oposición hubiera suscrito los GAL y el robo de los fondos reservados por lealtad institucional a un Estado en lucha contra el terror. González tuvo la delicadeza de no pedírselo.

En la Audiencia Nacional resbalan los magistrados por la cantidad de untuosa vaselina que ha inyectado en ella el fiscal general del Estado, Conde-Pumpido. Y el jefe urde un gran pacto parlamentario con los comunistas, nacionalistas e independentistas dejando fuera a la mitad de España. En vez de leer a Suso del Toro (un iluminado galleguista) debería engolfarse en los ensayos vascos de Jon Juaristi. Él, que conoce a la banda por dentro, nos avisa de que ETA tiene la misma intención de disolverse que el PSOE: ni con proceso de paz, hoja de ruta, tregua, alto el fuego indefinido, más muertos en el camino ni lo que les echen. Su proceso de paz consiste en gobernar el País Vasco ampliado como un desplegable. Zapatero no les puede dar el derecho de autodeterminación, no debe hacer ejercicios malabares con las elecciones navarras, y la excarcelación de presos le mata políticamente. Camina hacia la nada. La derecha le ha cogido el pulso a la calle y no lo va a soltar.

2/2/07

Un país de novela (2-2-2007)

El desfile de 45.000 peneuvistas por las calles de Bilbao, mansuetos sesentones beneficiados del PNV (el movimiento no tiene afiliados sino funcionarios), tendría un tinte patético de no ser por su carácter insumiso. Si no es correcta la división e independencia de los poderes en España, imagínense lo que sería en una república vasca: un Gobierno sin otro control que el del soviet etarra. Si no fuera por la confusión en que vivimos cabría darles la razón a los guardaespaldas judiciales del lehendakari, pero el Tribunal Superior del País Vasco no puede imitar a los tres monitos y ni ver, ni oír, ni hablar de reuniones oficiales de Ibarretxe con la cúpula de Batasuna, inscrita como organización terrorista en Europa y América.

El presidente vasco ha ido a declarar bastante chulo porque le arropa la hipocresía del Gobierno español. Si Ibarretxe se hubiera reunido con los funebreros en un caserío privado no habría habido reacción judicial, aunque hubiera trascendido la cita. Lo que ha encendido la bombilla roja es el palacio de Ajuria Enea y la prosopopeya y protocolo. Pero por lo demás, Otegi tiene la agenda más completa que la de un ministro. Sin embargo, sería insólito que Zapatero recibiera en La Moncloa al secuestrador con pendiente. Grave hipocresía porque el presidente está negociando hasta con el demonio en este proceso de paz con muertos.

Las decisiones judiciales se acatan, pero se alaban o critican, contra lo que supone la vicepresidenta, Fernández de la Vega, a la que se le nota demasiado que llegó a jueza por carreteras secundarias. Sería legal pero escandalosamente injusto (además de un disparate político) condenar a Ibarretxe por lo que están haciendo otros en esta novela de intriga. Eguiguren, preboste del socialismo vasco lleva décadas dándose el pico con ETA, y el hipócrita Patxi López (hijo indigno de un buen socialista como fue Lalo López Albizu) mientras tanto se frota los lomos con los etarras cada vez que se lo manda el Presi. En el País Vasco o contactas o te contactan. La ausencia de información y sinceridad, las palabras melífluas y de doble sentido que emanan del Gobierno hacen posible cualquier novelería.

¿Y qué decir de Carod Rovira, hoy vicepresidente de la Generalitat y subministro de Asuntos Exteriores, cuando se entrevistó directamente con Josu Ternera para pactar una tregua localizada para Cataluña? El Tribunal Superior de Cataluña no lo citó ni para bailar una sardana, y eso que se trataba de un presunto delito de alta traición.