A primera hora de la tarde
de ayer el presidente del Gobierno, Felipe González, se estaba dirigiendo al
Congreso de la República Argentina (diputados y senadores) reflexionando sobre
los valores intrínsecos de la democracia y negando que ésta sea un privilegio
de los países económicamente prósperos. Durante su estancia en Argentina,
González mantendrá tres, entrevistas con el presidente Alfonsín y recibirá a
Antonio Cafiero, gobernador electo die la provincia de Buenos Aires, líder del
peronismo renovador y presumible candidato presidencial justicialista en las
elecciones de 1989.
Las relaciones políticas y
personales entre González y Alfonsín son óptimas (la Unión Cívica Radical está
adscrita como observadora a la Internacional Socialista y utiliza en sus
campañas el emblema del puño que sujeta una rosa), se telefonean frecuentemente
y a la inspiración del presidente del Gobierno español se deben algunas medidas
drásticas como el plan de economía
de guerra de la ahora
tambaleante reforma financiera y económica.El presidente español ha arribado a
Buenos Aires acompañado por su canciller Francisco Fernández Ordoñez y de los
ministros de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, y de Cultura, Javier Solana.
Esta visita española no es para nada banal: se integra en
el contexto de los recientes viajes a Buenos Aires de François Mitterrand, del
ministro soviético de Asuntos Exteriores, Edvard Shevardnadze -quien ordenó la
apertura de un consulado de la URSS en la hipotética capital patagónica de
Viedma- y de la decisión italiana de transformar su deuda externa con el país
en créditos blandos.
El presidente Alfonsín, tras
la derrota de su partido en las elecciones parciales del pasado 6 de septiembre
-sólo mantuvo la gobernación de dos provincias sobre 22 y perdió su exigua
mayoría en ambas Cámaras- se encuentra empeñado en una reedición de los pactos de la Moncloa que aporten alguna luz al túnel
económico en el que se encuentra sumida la República: 52.000 millones de
dólares de deuda externa y, lo peor, la caída en picado de los precios y hasta
los mercados de los granos y la carne en los países ricos de occidente. La
Unión Soviética, el gran comprador argentino, procura y alcanza su autarquía
alimentaria disminuyendo cada año las adquisiciones en esta fértil nación. La
visita del presidente González tiene un componente psicológico muy importante,
por la mimetización en que los argentinos hacen del proceso democrático
español.
Nuevo enfoque
¿Por qué -se preguntan-
nosotros que tenemos metro y medio de humus en la Pampa húmeda, más extensa que
Italia, dos cosechas por año, refinamos nuestro propio uranio, tenemos cinco
premios Nobel, sólos somos 32 millones de habitantes sobre dos millones y medio
de kilómetros cuadrados y nos autoabastecemos de petróleo, no funcionamos?. Es
el gran misterio del siglo XX: el fracaso de Argentina como nación.La deuda externa
no es directamente el tema principal de las conversaciones entre Alfonsín y el
presidente González. España, sin llegar a los límites de la generosidad
italiana -muy relativa por cuanto los márgenes de la deuda externa argentina
con Europa son estrechos- mantienen un tratamiento blando con Argentina decidido entre Alfonsín
y Felipe González desde la asunción de la presidencia por el primero. Lo que
Argentina propone ahora, en conjunción con el Brasil, es un enfoque nuevo de la
deuda externa latinoamericana que contemple el incremento anual de las tasas de
interés, sólo las cuales importan dos o tres veces el importe global del plan Marshall destinado a recuperar la economía
europea de la última posguerra mundial. El Gobierno español sería complaciente
con respecto a este planteamiento argentino.
Los acontecimientos sociales
y las recepciones están empañadas por elvis a vis entre González y
Alfonsín y el apoyo prestado por los titulares españoles de Economía y
Exteriores. Todo destinado a respaldar una inmediata propuesta argentina de
pagar la deuda externa pero con los intereses históricos y no con los
actualizados mes por mes. Buenos Aires, que es una capital que quiere pagar,
pero que no quiere asumir los intereses exorbitantes de una economía internacional
acaso desquiciada por el déficit público estadounidense.
González, muy querido junto
con Adolfo Suárez en este país, tiene previstos tres días de reunión con la
presidencia argentina y un día de turismo en las cataratas del río Iguazú en
los márgenes con Brasil y Paraguay. Después cruzará el río de la Plata hacia
Montevideo y proseguirá hasta México.