25/5/86

Alfonsín intenta calmar a su país con un discurso aburrido y poco mitinero (25-5-1986)

Radicales y peronistas celebraron el viernes en Buenos Aires sendos actos multitudinarios que felizmente se desarrollaron sin incidentes. Raúl Alfonsín, desde los balcones de Perán, renunció a desbarrancarse en un discurso de barricada y casi desilusionó a su audiencia con una intervención de cerca de una hora, detallada, razonada, sobre los males de la República y sus posibilidades de recuperación. En un alarde de desprecio por la demagogia o los discursos fáciles -y Alfonsín es un excelente mitinero- se extendió sobre un futuro seguro nacional de salud, sobre la informatización de la Administración y sobre la inflación. Enfriar, enfriar, enfriar es ahora la consigna que emanan los sectores más sensatos de la sociedad argentina.A las cinco de la tarde del viernes el centro porteño comenzó a vaciarse y el tráfico, siempre infernal en el borde del fin de semana, se hizo insólitamente fluido. Miles de personas convergían sobre la plaza de Mayo para escuchar al presidente Alfonsín o sobre la plaza Once, nucleamiento del barrio judío, para aclamar a los dirigentes del peronismo renovador: Carlos Grosso, Antonio Cafiero y Carlos Saúl Menem.

En plaza de Mayo los cánticos sincopados de cerca de 100.000 personas fueron un recordatorio del frustrado atentado contra Alfonsín: "No queremos más Verdura -por el comandante en jefe del III Cuerpo de Ejército-/ no queremos más patotas / no queremos a Alfonsín / presidente con pelotas"; "los fachos están locosl si lo tocan a Alfonsín I va a haber guerra civil". Los organizadores de la concentración procuraron apagar estas consignas elevando el volumen de la megafonía que emitía música popular. El Gobierno continúa decidido a mantener frío el atentado y no excitar los ánimos de nadie.

Prácticamente a la misma hora 135.000 peronistas, según los cálculos policiales, aclamaban al triunvirato que pretende renovar y modernizar el peronismo: tres hombres -Grosso, Cafiero y Menem- con escasas simpatías en el aparato burocrático y sindical del justicialismo pero con buena imagen pública y con probadas dotes políticas e intelectuales.

24/5/86

Alfonsín avanza en su deseo de crear la II República Argentina (24-5-1986)

La plaza de Mayo de Buenos Aires, frente a la Casa Rosada, fue escenario en la tarde de ayer de una masiva concentración de la Unión Cívica Radical, el partido en el Gobierno, encaminada a promocionar lo que será la fundación de la II República Argentina. El presidente, Raúl Alfonsín, tenía previsto dirigirse al pueblo desde los balcones de la casa del Gobierno para reafirmar sus intenciones de reformar la Constitución -lo que podría prever un segundo mandato presidencial-, establecer el juicio oral y público -hasta ahora es secreto y por escrito, excepto en casos excepcionales, como el juicio a las juntas militares de la dictadura- y trasladar la capitalidad de la República a Viedma, en la provincia de Río Negro, en el Atlántico sur del país.

A las siete de la tarde, una hora antes de la concentración en la plaza de Mayo, el peronismo renovador había convocado a sus militantes en la plaza Once, bajo el lema Sí, se puede cambiar y como respuesta al acto radical. El peronismo renovador es la corriente interna con mayor fuerza dentro del caos peronista y está dirigido por el joven diputado Carlos Grosso; por Antonio Cafiero, ex ministro de Economía en uno de los Gobiernos de Isabelita Perón y adversario de Herminio Iglesias por la gobernación de Buenos Aires, y por Carlos Saúl Menem, gobernador peronista de La Rioja y declarado aspirante a la presidencia de la República en las futuras elecciones. Todos ellos, hombres moderados, cultivados y dotados de respetabilidad personal, económica y política.Pero el país, tenso y crispado por el reciente intento de asesinato del presidente, ha de atender a otros temas hondamente conflictivos: la interpelación en la Cámara de los Diputados del ministro del Interior, Antonio Troccoli, que terminó a puñetazos; la extradición del brujo José López Rega, concedida por Estados Unidos, y la ruptura de relaciones diplomáticas con Suráfrica.

Argentina es en estos momentos el paraíso de los secuestradores. Toda la mano de obra desocupada, que pasó siete años secuestrando personas y que en gran medida continúa enquistada en los aparatos de seguridad del Estado ha continuado trabajando por su cuenta, haciendo desaparecer a industriales de fortuna para cobrar rescate. Uno de los últimos casos es el del empresario Jorge Oswaldo Sivak, desaparecido desde hace meses. Su familia, que ya ha pagado no uno, sino varios rescates, estima que se encuentra en manos de parapoliciales encubiertos por el ministro del Interior para evitar un escándalo político. En la comparecencia del ministro ante la Cámara, una hermana del secuestrado tildó a Troccoli de embustero a las voces y éste perdió los nervios replicándole a los gritos que se callara. En medio de un pandemónium de voces y aspavientos, diputados radicales y peronistas comenzaron por insultarse y acabaron por repartirse puñetazos antes de que la sesión fuera suspendida hasta el miércoles.

Para el miércoles se teme la necesidad de desarmar a sus señorías -muchas de las cuales concurren a las sesiones con pistola- para evitar males mayores no sólo por la continuación de las explicaciones del ministro Troccoli sobre los secuestros extorsivos, sino por .la llamada a comparecer del ministro de Defensa para que aporte datos sobre el intento de asesinato del presidente.

La concedida extradición de José López Rega, secretario del ex presidente Juan Domingo Perón, brujo y confidente de la familia, presunto amante de la señora, fundador de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), ex ministro de Acción Social, es lo que menos necesita en estos momentos la baqueteada democracia argentina. Acusado por tres jueces federales de ocho homicidios presuntamente probados, malversación y defraudación, acabará llegando al país si, como se presupone, no prospera su apelación ante la justicia estadounidense.

Su proceso dividirá aún más al justicialismo y constituirá el destapamiento de un gran cubo de basura maloliente para todos. En una nación ya fatigada por tanto juicio sobre los horrores pasados, sólo faltaba la apertura de un proceso al Rasputín de Isabelita y de Perón. Esta extradición es lo último que hubiera deseado el Gobierno radical.

Finalmente, la República Argentina ha roto sus relaciones con Suráfrica en un gesto loable, pero sumamente comprometido. Suráfrica, pese al Atlántico sur, es uno de los más importantes vecinos de Argentina, sus relaciones económicas eran estrechas y todo el reaccionarismo militar y civil argentino hallaba consuelo en el régimen de Pretoria. El Gobierno radical, fiel al krausismo español que le inspira, ha dado un nuevo paso de arriesgada moralidad.

21/5/86

Condena unánime del frustrado atentado contra Alfonsín (21-5-1986)

Una condena unánime por parte de todas las fuerzas políticas y una generalizada sensación de tristeza y depresión son las reacciones de la sociedad argentina ante el primer intento serio de atentado contra el presidente Raúl Alfonsín. El pasado lunes, y dentro de su política de acercamiento a las fuerzas armadas, el presidente visitó los acantonamientos del III Cuerpo del Ejército, con sede en Córdoba, la segunda capital del país y centro geográfico relativo de la nación. Una llamada telefónica anónima denunció la existencia de un explosivo en el mismo cuartel general.

Policía militar y artificieros descubrieron dos panes de trotyl, un tipo de explosivo, en una alcantarilla, dispuestos para ser explosionados a distancia, en las lindes del casino de oficiales, bajo una pista de asfalto por la que debía transitar el automóvil del presidente.Desactivado el artefacto, Alfonsín se dirigió a los jefes y oficiales del históricamente conflictivo III Cuerpo de Ejército, que recibieron sus palabras en silencio, que no le aplaudieron y que renunciaron a formular preguntas en el frustrado coloquio posterior.

El presidente, Alfonsín había aterrizado en la Escuela de Aviación Militar de Córdoba en el aparato presidencial Tango 01, y efectivos militares y cuadrillas municipales debieron borrar apresuradamente de las paredes de los edificios colindantes leyendas infamantes contra la Presidencia de la República y contra el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Ríos Eruñu. El microcentro de la ciudad había sido sembrado con octavillas del mismo tenor.

'Mano de obra desocupada'

Antes de regresar a Buenos Aires, el Tango fue rastrillado exhaustivamente ante el temor de, que hubiera sido saboteado.El ministro de Defensa, Germán López, convocó en el edificio Cóndor de la capital federal a toda la cúpula militar para analizar la situación, y ayer se esperaba, cuando menos, la destitución y pase a retiro del general Aníbal, Verdurá, comandante en jefe del III Cuerpo de Ejército. Desde hace dos semanas, lo que en la Argentina se entiende por mano de obra desocupada -servicios de información de la dictadura militar, parapoliciales, paramilitares, torturadores, sin trabajo, terroristas de la extrema derecha, militares fanatizados en la pasada guerra sucia contra la subversión- han desatado una nueva ola desestabilizadora: las oficinas del dirigente peronista Vicente Leánidas Saadi fueron voladas con una bomba, y nueve artefactos explosivos destruyeron en una sola noche otras tantas parroquias -sedes locales- de la Unión Cívica Radical en el Gran Buenos Aires. Ayer se informó de otra bomba en Rosario.

El atentado contra Alfonsín culmina por el momento esta escalada de amedrentamiento que coincide con el malestar de las Fuerzas Armadas por las sentencias contra la penúltima Junta Militar por la pérdida de la guerra de las Malvinas. La gravedad de este frustrado atentado reside en que se ha fraguado dentro de una de las más poderosas unidades militares del país, y en que un segmento de las Fuerzas Armadas -los despreciados y desprestigiados milicos-, han entendido finalmente que no hay involución, ni regresión política posible que no pase por la muerte fisica o el acobardamiento de Raúl Ricardo Alfonsín.