El ministro del Interior argentino, Antonio Troccoli, compareció
ayer a puerta cerrada ante la Cámara de Diputados para informar sobre los pasos
dados por el Gobierno en pos de la desarticulación de las bandas
desestabilizadoras de extrema derecha. El subsecretario del departamento
facilitó el miércoles detalles a la Prensa sobre la detención de una de estas
cuadrillas, relacionada con recientes secuestros de industriales y colocación
de bombas en locales públicos.
La importancia de
estas detenciones y de los allanamientos, en los que se han descubierto
importantes arsenales de armas de guerra, reside en que por primera vez, no ya
en los últimos años, sino acaso en la historia argentina, un Gobierno actúa
policialmente contra el ultranacionalismo terrorista ligado a servicios
parapoliciales y paramilitares.El Gobierno radical, en efecto, ha comenzado a
actuar con energía contra los terroristas de extrema derecha -los únicos
existentes- utilizando a la policía federal, pero es consciente de que toda la
trama de los servicios paralelos de las tres armas -principalmente el Ejército
y la Armada- permanece intacta, latente, y sólo podrá ser desmontada desde
dentro si a ello colabora la actual cúpula militar, dirigida por el teniente
general Héctor Ríos Ereñu, jefe del Estado Mayor conjunto.
El terrorismo de
izquierda fue aniquilado físicamente y la propia juventud argentina ha entrado
en un letargo próximo al pasotismo
de sus compañeros generacionales españoles. El horror y la destrucción anexos a
los proyectos revolucionarios de los montoneros o del Ejército Revolucionario
del Pueblo han dado paso entre los jóvenes a la explosión del rock, el desentendimiento
político y el comienzo de la cultura de la droga. Incluso los montoneros, en
anuncios publicados en la Prensa y firmados por sus dirigentes, Mario Eduardo
Firmenich y Fernando Vaca Narvaja -el primero, preso en Buenos Aires y sometido
a proceso-, admitieron el error histórico de su sublevación civil y se plegaron
explícitamente a las reglas de la democracia política.
No hay otro
terrorismo en el país que el de los viejos servicios de información militar,
que están desarrollando una inteligente operación de secuestros, extorsiones,
colocación de bombas, en una progresión que conduciría hasta el atentado contra
alguna figura militar, único medio de invertir los términos -fuertemente
degradantes para el conjunto de las fuerzas armadas- en que se está
desarrollando el juicio contra las tres primeras juntas castrenses.
Precisamente, el
juicio contra las cúpulas militares responsables del genocidio argentino
continúa su acumulación de espantos y vesanias en un crecimiento progresivo
contra el que nada pueden hacer las.defensas ni los segmentos de opinión
proclives a exculpar la metodología de aquella guerra sucia. En una de las dos últimas
sesiones de la vista oral se herprobado un secreto a voces: el arrojamiento de
Cadáveres al río de la Plata por parte del Ejército. Ya anteriormente quedó
probado que cuando el general Suárez-Mason (prófugo), ex comandante del Primer
Cuerpo de Ejército, recriminó al comisario de El Tigre (delta del Paraná) por
no haberle informado de la aparición de un cuerpo en el río, éste le replicó:
"Pero, mi general, ¡si han arrojado ustedes 8.000 cadáveres a las
aguas!".
El testimonio de
Iris Etelvina Pereyra de Avellaneda, madre de Floreal Avellaneda, un muchacho
de 14 años desaparecido en 1976, fue estremecedor. El 15 de abril de 1976,
personas disfrazadas con barbas y pelucas postizas derribaron la puerta de la
casa de la familia Avellaneda a la 1.30. Buscaban al padre de familia,
militante del Partido Comunista Argentino.
El padre, salta
de la cama y escapa por una ventana hacia los tejados vecinos y la calle. El
grupo armado detiene a punta de pistola a Iris y a su hijo, Floreal: "Nos
encañonaron y nos pegaron trompadas y patadas. Nos sacaron a mi hijo y a mí a
patadas y nos encapucharon a los dos. Fue la última vez que lo vi". En la
comisaría de Villa Martelli, primer lugar de su cautiverio, la madre es
torturada. "Tirada en una cama, me echaron agua y me aplicaron la picana
en la boca, en los pechos, en los órganos genitales. Fue tremendo, tremendo. Me
preguntaban dónde estaba mi marido y acerca de un pergamino que me habían
regalado compañeros del partido comunista. Podía escuchar los gemidos de mi
hijo: 'Mami, mami, decí, por favor, que papi se escapó".
La madre fue
trasladada al penal de Olmos y en el trayecto sufrió un simulacro de
fusilamiento. El que mandaba el ficticio piquete de ejecución la ofreció el
cumplimiento de tres últimos deseos.
"Pedí saber
dónde estaba mi hijo y me contestó: 'por tu hijo no te preocupes, ya lo
reventamos. Con los comunistas no se puede'. Entonces dije: tierra
trágame", declaró Iris, que fue localizada el 13 de julio de 1978, tras
más de dos años de desaparición en un chupadero
militar.
Un mes después
del secuestro apareció en la costa uruguaya del río de la Plata el cadáver del
hijo (14 años), con el esfínter anal roto por sodomización y los intestinos
desgarrados por empalamiento.