31/7/85

Alan García estrena su mandato con dos días de cierre bancario para controlar los cambios (31-7-1985)

El nuevo Gobierno peruano decretó ayer un cierre bancario de dos días de duración "para facilitar la aplicación ordenada del programa económico". No se espera ninguna decisión financiera espectacular, que, en cualquier caso, debería haberse anunciado ya para que surtiera efecto al cierre de bancos y agencias de cambio. Se coincide en estimar que el feriado bancario obedece al intento de solidarizar la economía peruana y propiciar un estricto control de cambios.

El presidente peruano, Alan García, en su mensaje de toma de posesión, se refirió ampliamente "a la divisa del capitalismo mundial que ha inundado nuestra economía (...); en adelante la economía, los salarios y las ganancias serán medidos en moneda nacional y no en moneda extranjera (...); se hace ímperativo controlar nuestras transacciones con el exterior, rescindiendo el uso de la escasa moneda extranjera a las necesidades indispensables del país y sus mayorías".El sol peruano fue sustituido recientemente, bajo el Gobierno de Fernando Belaúnde, por el inti (sol, en quechua), con tres ceros menos, pero una inflación superior al 200% anual ha ido consolidando el dólar estadounidense como moneda corriente que se compra y se vende en cualquier esquina del centro de Lima. El cierre bancario era necesario para evitar retiradas masivas de depósito en moneda extranjera.

Con esta medida inicia su trabajo el nuevo Gobierno peruano y terminan unos excesos agotadores, que han durado tres días, para aliviar el aislamiento policial en que asumió el APRA el poder.

Jura pública

Alan García hizo jurar a los miembros de su Gabinete, uno a uno, desde el balcón del palacio de Pizarro ante un grupo de fervorosos partidarios; contemplar la parada militar fue posible, aunque sólo con las manos libres de objetos, y tras permitir el registro de hasta los zapatos y calcetines.Cuando marchaba de pie en coche descubierto camino de la tribuna militar, alguien se refirió a gritos al chaleco antibalas de Alan García; éste, en otro gesto que le caracteriza, abrió su chaqueta cruzada y mostró a las gentes su pecho libre de resguardos.

En la noche del lunes, Alan García y su esposa Cristina abrieron tres salones del palacio de Pizarro para recibir a dirigentes y miembros de base de las asociaciones de vecinos, sindicatos, organizaciones de vendedores ambulantes, líderes de poblados jóvenes y otros representantes eminentemente populares que jamás habían soñado pisar el palacio presidencial.

Finalmente, Alan García y su ministro de Asuntos Exteriores, Alan Wagner, acaso con excesivo voluntarismo y solemnidad, lograron aprovechar la presencia de mandatarios extranjeros para convocar a una reunión del Consejo Andino dentro de 70 días que procure impulsar la apagada integración subregional; también acordaron la firma de unaDeclaración de Lima, suscrita por representantes de 20 países latinoamericanos, en procura de la integración continental, apoyo al Grupo de Contadora, respaldo a Argentina en su contencioso con el Reino Unido y reducción de armamentos.

30/7/85

Buena acogida a los proyectos de Alan García para reintegrar la deuda peruana (30-7-1985)

La Prensa limeña destaca favorablemente o, cuando menos, se abstiene de criticar, la más arriesgada de las medidas económicas anunciadas por el presidente Alan García en su toma de posesión: extraer las negociaciones con la deuda externa del ámbito del Fondo Monetario Internacional, tratar directamente con Gobiernos y bancos acreedores y destinar sólo un 10% de las exportaciones al pago de los intereses. El 10% de las exportaciones anuales para pagar los intereses de la deuda es un guarismo ya mágico entre muchos países endeudados y será Perú el primero en aplicarlo.

En el presente año, Perú debe pagar 3.777 millones de dólares (61.948 millones de pesetas) en concepto de intereses, cuando sus ingresos previstos por comercio exterior apenas alcanzarán los 3.000 millones de dólares (unos 492.000 millones de pesetas). Es una decisión, por tanto, que no puede haber sorprendido ni al propio Fondo Monetario Internacional.Dentro de la deliberada variedad programática de la campaña electoral de Alan García, éste, sin embargo, siempre fue explícito en sus rechazos del Fondo Monetario Internacional y su frío mercantilismo: "...Odiosa y perjudicial mediación del FMI que beneficia a quienes han hecho de la desigualdad un axioma".

Por otra parte, el primer ministro y ministro de Economía, Luis Alva Castro, que tiene peso y autoridad propia dentro del partido y aspiraría a la sucesión presidencial de Alan García, es un hombre proclive a adoptar medidas de dureza interna y externa -ya habla de economía de guerra-, y el ministro de Asuntos Exteriores, Alan Wagner, es un diplomático independiente y muy conocido por sus encendidos planteamientos tercermundistas.

Bien es cierto que todos los nuevos mandatarios peruanos siempre han admitido la obligación de pagar la deuda externa, pero sobre unos esquemas más equitativos. El propio Alan García, además, replicó con notable dureza al reciente llamamiento de Fidel Castro en pro de la anulación de la deuda externa latinoamericana, recordándole que en Cuba no tenía precisamente tales problemas.

Otro anuncio destacable del nuevo presidente es la reducción, no especificada, del paquete de 26 aviones Mirage-2000 preadquiridos por la Fuerza Aérea peruana en Francia bajo el mandato de Belaúnde Terry y que tenían que comenzar a ser entregados en lo que resta del año. Perú mantiene unos elevados gastos militares por sus frustraciones históricas -Lima llegó a estar ocupada durante dos años por el Ejército chileno tras la guerra del Pacífico- y sus diferendos fronterizos con Chile, Bolivia y Ecuador.

Plácemes chilenos

El ministro de Exteriores chileno, Jaime del Valle, presente en la ceremonia de investidura de Alan García, comentó favorablemente estadesescalada armamentista unilateral del Perú, y se mostró dispuesto a abrir negociaciones para la reducción de los gastos de armamento en la zona.También en el terreno económico Alan García manifestó la intención de su Gobierno de derogar la ley Kuczynski, bautizada con el apellido del ministro que la firmó hace tres años bajo la Administración de Belaúnde. Dicha ley exoneraba de impuestos a las compañías petrolíferas extranjeras instaladas en el país.

Otras primeras medidas planteadas con carácter de urgencia consisten en la reducción a tres meses del período de prueba en la legislación laboral (hasta ahora eran tres años) y leyes tendentes a la moralización de la función pública, previendo doble de pena a los funcionarios corruptos.

Sobre este tema, Alan García no ahorró tiempo ni adjetivos, y se mostró abiertamente amenazante, no sólo para la corrupción administrativa futura sino también para la del inmediato pasado, prometiendo investigar los casos de venalidad del Gobierno anterior.

En materia interamericana, García respaldó al Grupo de Contadora en sus esfuerzos de paz en América Central y anunció su intención de activar la operatividad del grupo andino del que forma parte Perú.

Sobre el terrorismo que aflige al país, prometió la reorganización de la policía peruana -de estruendosa ineficacia-, la creación de un consejo de paz que evalúe la subversión armada, sus orígenes y sus consecuencias, y próximos proyectos de ley que sancionen también doblemente a los servidores del Estado culpables de abuso de autoridad o conculcación de los derechos humanos.

Los diarios destacan en breve -y visiblemente desganados- el mensaje del presidente Felipe González al pueblo peruano, y en la ceremoniosa recepción en el Palacio de Pizarro a las delegaciones presentes no menos visible la sequedad con que Alan García saludó a Javier Solana, ministro de Cultura y portavoz de nuestro Gobierno. Sequedad contrastable con el abrazo y la sonrisa que inmediatamente brindó a Luis Yañez, presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana.


29/7/85

Explosión de un coche bomba frente a la sede del mando militar conjunto (29-7-1985)

Un coche bomba hizo explosión a última hora de la tarde del sábado en Lima frente a las instalaciones del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas peruanas, donde tiene su sede la Secretaría de la Defensa Nacional. Tampoco en esta ocasión el atentado ocasionó víctimas. La explosión provocó escenas de histeria entre las fuerzas de seguridad, que se dispersaron por la zona disparando al aire y buscando tiradores apostados.Los dos vehículos, que habían sido robados previamente, denunciada la desaparición por sus propietarios y activamente buscados por la policía, hicieron explosión portando, no obstante, sus placas de matrícula originales. También durante la noche del sábado elementos subversivos volaron dos líneas de conducción eléctrica en la periferia de Lima, provocando apagones en cadena en El Callao y algunos poblados pobres de la capital. Las medidas de seguridad -poco sofisticadas, pero masivas- impidieron que se cumpliera la amenaza de Sendero Luminoso de dejar Lima a oscuras en las vísperas de la transmisión presidencial.

Dado que el acceso de Alan García a la presidencia peruana coincide con las fiestas patrias de la independencia, con festejos extendidos durante los próximos días, la alarma en Lima no terminará con la retirada de las delegaciones extranjeras. La policía busca por toda la ciudad a 25 hombres bomba,según un militante detenido de la organización Tupac Amaru que confesó que preparaba atentados indiscriminados. Todos los vuelos privados han sido cancelados en el área de Lima ante la desaparición en el Amazonas de dos avionetas que podrían haber sido robadas por terroristas.

Altos responsables de la policía y del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas continúan insistiendo en su casi certeza de que el terrorismo peruano cuenta con infiltrados en las tres armas y tropas de seguridad ciudadana. Abundan así en la tesis extendida en Lima de que los guerrilleros urbanos de Tupac Amaru habrían sido desarrollados por oficiales del Ejército fieles a la memoria política del general Velasco Alvarado y a su frustrada revolución nacionalista.

Alan García toma posesión en Perú aislado del pueblo (29-7-1985)

Alan García Pérez, un abogado limeño de 36 años, probablemente el jefe de Estado más joven del mundo, tomó ayer posesión como presidente constitucional de la República de Perú. Hay que retrotraerse 40 años para encontrar otra transmisión presidencial constitucional y ordenada. Por primera vez desde su fundación, hace 60 años, por Víctor Haya de la Torre, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) alcanza el poder. Los actos de asunción de Alan García se celebraron bajo una campana de cristal sin la más mínima participación del pueblo limeño.

El casco urbano de la capital, la plaza de Armas, el palacio de Pizarro, el palacio legislativo, los principales hoteles céntricos fueron aislados herméticamente con cordones policiales y barricadas en las bocacalles, cortándose drásticamente el tráfico humano y de vehículos; a la plaza de Armas de la ciudad sólo pudieron acceder los automóviles de los seis jefes de Estado presentes en la ceremonia.Compradores de dólares, vendedores de lotería, limpiabotas y toda la parafernalia humana del centro de Lima fueron barridos sin contemplaciones, llegando a constituir un problema logístico de rutas el acceso de los turistas a sus hoteles. La población fue lisa y llanamente exceptuada de las celebraciones, en un desmesurado operativo policial en el que las fuerzas de seguridad peruanas han ahogado sus evidentes deficiencias.

Seis jefes de Estado centro y suramericanos se dieron cita en Lima, siendo especialísimas las medidas de autoprotección del presidente argentino, Raúl Alfonsín, que condujo en su avión y en su coche blindado al mandatario uruguayo, Julio María Sanguinetti. El Tango, el avión presidencial argentino, tuvo que hacer una escala en Rosario ante una amenaza de bomba. El avión del todavía presidente boliviano, Hernán Siles Zuazo, tuvo que regresar a La Paz por fallos técnicos, donde el mandatario cambió de aparato.

Los Gobiernos saliente y entrante de Perú han querido dar el mayor realce a esta transmisión presidencial, recargándola de ceremonias, oropeles y etiquetas.

Los limeños, a consecuencia de las extraordinarias medidas de seguridad desplegadas en torno a la ceremonia de investidura presidencial, sólo habrán podido conocerla a través de sus televisores.

Precisamente la retransmisión televisada en directo y en cadena de la ceremonia del relevo presidencial fue interrumpida en uno de los descansos del Congreso peruano para emitir un mensaje especial por satélite del presidente del Gobierno español, Felipe González.

Muy brevemente, el jefe del Gobierno español lamentó no poder estar presente en la toma de posesión de Alan García, mostró su esperanza en poder viajar a Perú en los próximos meses y deseó suerte y esfuerzos a los nuevos gobernantes peruanos.

En un ceremonial de idas y venidas desde el Congreso a la Casa de Pizarro para buscar al presidente saliente, discurso de éste recordando que bajo su mandato se plantaron 73 millones de árboles en el Perú, entrega de Belaúnde a la Cámara del estado notarial de sus bienes, marcha de una delegación congresual a la cancillería para traer hasta el palacio al electo Alan García, cantata de himnos, presentación de armas y todas las ritualidades posibles, el nuevo presidente terminó por asumir su mandato, con el pueblo en sus casas.

Lo hizo con un gesto que lo retrata: obviando al anciano presidente de la Cámara que debía investirle, tomó con sus propias manos la banda presidencial y, como Napoleón I, se la impuso a sí mismo.

Orgulloso de su oratoria

Alan García leyó su discurso con el desagrado que, según él mismo, le impone la lectura de sus intervenciones; se siente orgulloso de su capacidad oratoria, durísimo hacia la prepotencia económica de los países ricos sobre el Sur del mundo, y no menos severo sobre la venalidad y corrupción de la oligarquía peruana.

Anunció la presentación inmediata al Congreso de la siguiente lista de proyectos de ley: obligación a los funcionarios públicos de declarar sus ingresos y bienes antes y después del desempeño de sus cargos, doblamiento de las penas a los servidores del Estado condenados por corrupción, reducción del salario presidencial -que acaba de ser incrementado por el Gobierno saliente-, reorganización en 60 días de las desastrosas fuerzas policiales peruanas y amplio indulto para delitos menores o no conexos con la muerte de las personas.

El joven presidente anunció que serán revisados los beneficios de las grandes empresas, se restringirán, las actividades monopolísticas y se estudiarán nuevamente los contratos con las empresas petroleras extranjeras, anunciando igualmente próximas y severas medidas contra la evasión fiscal.

Pintó un panorama sombrío admitiendo de partida todas y cada una de las dificultades en que se debate el Perú, recordó que 35 de cada 100 peruanos carece de trabajo estable, que el salario mínimo controlable ronda en torno a los 28 dólares, (unas 4.620 pesetas, que la corrupción se encuentra generalizada, que madres con ocho hijos se pudren en los penales -con sus hijos, que las acompañan en prisión- por hurtos cometidos para poder alimentarse, y que la crisis nacional es aún más grave de lo que él mismo afirma y de lo que la mayoría de los peruanos estima.

Un excelente y enérgico discurso, en un extraño camino intermedio entre Fidel Castro y Jonh Fitzgerald Kennedy -también recordó a los peruanos qué podían hacer ellos por el país antes de preguntar qué podía el Perú por ellos- en el que Alan García, fiel al aprismo, se ha planteado ni más ni menos y en América Latina el reto de la independencia nacional.

En una hora señaló con el dedo a sus dos principales enemigos: la oligarquía nacional y el capitalismo internacional. Su presidencia prometedesde ya todo, menos ser aburrida.

28/7/85

Excepcionales medidas de seguridad en Lima para la transmisión de poderes (28-7-1985)

El centro de la ciudad de Lima es sencillamente intransitable y hasta de peligroso paso, por más que el viandante aporte colgajos de identificación, brazaletes de "Prensa" y demás alifafes al uso en estas celebraciones suramericanas. El atentado del miércoles contra el Ministerio del Interior ha terminado de forzar un dispositivo de seguridad por el que Lima ha quedado cortada literalmente en dos.Es necesario bordear su centro histórico -cortado al tráfico de vehículos y personas- para acceder desde las zonas residenciales a la zona comercial. Los grandes hoteles como el Crillón, donde se encuentra el centro de Prensa internacional, son bunkers inexpugnables e inaccesibles al público común.

El centro de Lima es un desierto por el que puede circularse con el brazalete de "Prensa" en la manga esquivando los ululantes automóviles oficiales y sus escoltas, que a toda velocidad llevan a sus ocupantes a sus alojamientos. Las calles de la capital peruana permanecen tomadas por efectivos militares, que actúan sin contemplación.

El general del Aire y presidente del comando conjunto, César Enrico Praeli, admitió el viernes que no se descartaba la posibilidad de terroristas infiltrados dentro de la policía y de las propias fuerzas armadas, y que, en consecuencia, no podía garantizar una total seguridad en el proceso de transmisión de poderes de hoy.

Fuerzas policiales visitaron el viernes los principales centros públicos de la ciudad para prevenirles de un hipotético atentado terrorista para la noche de ayer.

Amnistía

El presidente electo, Alan García, formulará en su discurso al Congreso un proyecto de ley de amnistía con el que desea significar el comienzo de su mandato. La amnistía beneficiará a los condenados por injurias, desacato, huelgas ilegales, autores de lesiones graves y terroristas que no hayan causado muertes ni hayan actuado con "crueldad o perversidad".

Un destacado senador aprista, Valle Riestra, destacó ayer que "vamos a desarrollar una política de derechos humanos, democrática, inteligente, y de amnistía; la respuesta a la subversión no va a ser ni la pena de muerte ni la metralleta, porqu . e esa política sólo ha originado el incremento del terrorismo".

Las escasas delegaciones internacionales -sólo seis jefes de Estado- ya han llegado a Lima, y la Prensa destaca, recogiendo informaciones provenientes de España, el crucero de placer de Felipe González a bordo del yate Azor. Tardará bastante aquí en borrarse el resquemor no sólo oficial, sino también popular, por la ausencia del presidente español en los actos de toma de posesión de su amigo y, de alguna manera, correligionario Alan García.

El vengador de Haya de la Torre (28-7-1985)

Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), pagó con largos años de exilio, con asilo en embajadas de su propio país y con el peor de los suplicios -formar una mayoría parlamentaria y no poder gobernar- su pecado nefando de haber inspirado un partido interamericano.En América Latina se perdonan y hasta se alientan los nacionalismos, cuanto más estrechos mejor, pero no se toleran los movimientos que puedan conducir a alguna integración por debajo del río Grande.

Tras décadas de proscripción jurídica o de hecho, muerto Haya de la Torre, alcanza por primera vez el nombre del partido uno de sus más jóvenes discípulos: Alan García Pérez, nacido en Lima el 23 de mayo de 1949. Hijo de militantes apristas que sufrieron persecución y cárcel por sus ideas, ha trabajado desde su adolescencia para el partido. Conoció directa mente a Víctor Haya de la Torre en 1962, a los 13 años de edad.

Alan García se licenció en Derecho en la universidad limeña de San Marcos, y en la Complutense madrileña se doctoró con una tesis sobre La concepción jerárquica de la sociedad y el derecho constitucional en la independencia de América, dirigida por Manuel Fraga Iribarne. Estudió Sociología en La Sorbona y regresó a Perú re querido por Haya de la Torre para incorporarse al partido a nivel ejecutivo.

En 1978 accede a la Asamblea constituyente y establece la nueva Constitución republicana, y en 1980 es elegido diputado aprista encabezando la lista del partido.

Con el 90% de los votos es designado en 1984 candidato presidencial de la Alianza para las elecciones de 1985, en las que resultó elegido por el 50% de los sufragios, con una participación electoral de más de tres millones de ciudadanos. Este porcentaje de votantes era inédito- en la historia de Perú.

Excelente orador en el estilo castrista -largos períodos oratorios extendidos durante horas en la madrugada-, da una sensación, molesta para sus enemigos, de completa seguridad en sí mismo y en la solidez de sus recetarios ideológicos apristas.

Formado electoralmente a la norteamericana -continuos sondeos de opinión, reelaboración sistemática de prioridades políticas o económicas, memorización obsesiva de los temas más candentes-, Alan García está casado en segundas nupcias con una ciudadana argentina con la que tiene tres hijos. El nuevo presidente peruano aporta otra hija de su primer matrimonio.

Una amarga herencia (28-7-1985)

Un joven político asume hoy en Lima la ingente tarea de gobernar Perú. Alan García, de 36 años, líder de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), un partido populista y suavemente de izquierda, recibe del conservador Fernando Belaúnde, al que derrotara abrumadoramente en las urnas hace tres meses y medio, una de las más pesadas herencias políticas del continente americano. Algunos de sus capítulos son el desempleo, la pobreza, el terrorismo, la corrupción administrativa y un excesivo protagonismo militar.

El arquitecto Fernando Belaúnde Terry, hoy presidente constitucional saliente de Perú, más conocido como el nubenauta por su constante ubicación en estratosferas líricas y en esquemas muy por encima de la rasante y dura realidad peruana, ha venido a definir con una breve frase el momento que vive su país: "No me marcharé de Perú".

En efecto, pese a las relaciones internacionales logradas durante sus anteriores designios y pese a las ofertas de universidades estadounidenses, el líder de la gran derecha peruana ha tenido que hacer el alarde final de afirmar que piensa continuar residiendo en Lima. Que un presidente constitucional, al expirar su mandato, tenga que hacer énfasis en un punto que debería ser tan obvio retrata perfectamente los infortunios de su mandato.

repleto de buenas intenciones, ganó las elecciones de 1963 al frente de su partido, Acción Popular, siendo derrocado en 1968 por el golpe militar del general Velasco Alvarado, quien encabezó, hasta 1980, una serie de Gobiernos castrenses progresistas de variada fortuna. Restaurada la democracia, Belaúnde, bajo la túnica del exilio y su derrocamiento, ganó las nuevas elecciones por el 45% de los votos. Ha sido nada entre dos platos y se retira con poco más del 6% en los últimos sufragios.

Sin embargo, cabe atribuirle algunos méritos indiscutibles: después de 12 años de dictadura militar, y habiendo sido él mismo derrocado, ha mantenido su mandato constitucional de cinco años y hoy impone la banda presidencial a Alan García, su sucesor democráticamente elegido. Y ha mantenido unos niveles de libertad de prensa tan dudosamente irreprochables que ayer podía escucharse a un conocido comentarista radiofónico tildar tranquilamente al general Brush, ministro del Interior, de general sin pantalones y de medio hombre.

Estando significado el mandato de Belaúnde por el nacimiento del terrorismo andino de Sendero Luminoso y la grosera represión militar, es obligado destacar esta insólita libertad de prensa peruana, donde los diarios de izquierda acusan cotidiana e impunemente al Gobierno de las más bárbaras atrocidades.

El arquitecto Belaúnde se ha despedido del Gobierno con un mensaje radiotelevisado al país y una conferencia de prensa; en ambas ocasiones ha dado su medida. Su mensaje al país, fiel a su vocación profesional de constructor, fue una monótona enumeración de carreteras, vados, puentes, poblados edificados, represas, comedores populares, aeropuertos mejorados, botaduras de buques hospitales en los ríos amazónicos, y otros derrames de la Administración que sin duda forman parte de lo que es un buen Gobierno, pero que no lo son todo. En su conferencia de prensa, acosado por los periodistas, resaltó la innegable libertad informativa de su Gobierno y redujo una y otra vez el terrorismo en Perú a un problema de imagen inflado e hiperdestacado por los medios de comunicación internacionales.
Crisis gravísima

La realidad es que bajo el suave derechismo democrático de Belaúnde el nivel de vida cayó en un 30%, los cinco millones de empleos prometidos se han reducido en la pérdida de dos millones de puestos de trabajo, la inflación del 50% anual de hace cinco años se ha disparado al 272% estimada para 1986 y la deuda externa recogida de 8.000 millones de dólares hoy alcanza los 14.900 millones.
Y el terrorismo de Sendero Luminoso, cuyo nacimiento junto a la democracia de Belaúnde no es, ciertamente, atribuible a éste, fue combatido bajo el pésimo sistema de dejarles las manos libres a las fuerzas armadas. Así, en los picos andinos, a 5.000 metros de altura, hasta la infantería de Marina -la Armada no renuncia a su ración de guerra- combate un hosco y sanguinario terrorismo maoísta con métodos no menos desagradables. La degollina andina dura ya cinco años, con su correspondiente saldo de muertos por ambos bandos y el lamentable añadido de los desaparecidos, seis departamentos en estado de emergencia y periódicas atrocidades en las inclementes serranías. Y junto a Sendero, el terrorismo urbano de Tupac Amaru parece ya firmemente instalado en Lima.

La revolución militar de 1968-1980 -uno de los más interesantes procesos de transformación social no marxista que ha deparado América Latina- pretendió la modernización del Estado bajo una pauta fuertemente nacionalista. Expropió a las extractoras estadounidenses de petróleo, desterró de las costas peruanas a los pesqueros que esquilmaban sus aguas, nacionalizó los grandes diarios de la burguesía limeña y repartió profusamente tierras entre el campesinado quechua y aymará, sobre el que se quiso recostar la revolución.

Regresa Belaúnde

La desvertebración crónica de las sociedades de los Andes superiores -Bolivia, Perú- pudo finalmente con los bienintencionados vertebradores. Perú es un país intrincado, de difíciles comunicaciones, revuelto sobre sí mismo entre las cordilleras, las selvas amazónicas y los desiertos costeros, poblado por 20 millones de habitantes, de los que un 4651. son amerindios puros, 38% mestizos y un 5% negros, japoneses o chinos. La minoría restante, blanca, o al menos parte de ella, gobierna el conjunto amablemente instalada en los refinados barrios limeños de Miraflores o San Isidro.

La revolución de Velasco Alvarado se frustró con la propia incompetencia política de los militares que planificaron su revolución como un desembarco y terminaron enfangados en su propio voluntarismo. La dureza de los indicadores económicos y la división interna entre las propias fuerzas armadas propiciaron el repliegue de 1980. Y entonces Belaúnde Terry regresó democráticamente al poder, casi caminando sobre las aguas, como si nada hubiera ocurrido en el interregno.

Descontó pausadamente los logros revolucionarios de los militares, devolvió tierras, periódicos y petroleras, y gobernó el país con criterios suizos, mejorando arcenes de carreteras y bocanas de puertos. Mientras, Perú, empobrecido por la crisis económica internacional y cobrando menos dólares por mayores exportaciones, se veía sacudido por el extraño y remoto Sendero Luminoso, fundado hace 10 años en Ayacucho por Abimael Guzmán, que pretende cercar a las ciudades, desabastecerlas, revolucionarias por hambre y arrasarlas.

Cinco años de gobierno de Acción Popular en el que Belaúnde ha mantenido a un ministro del interior y luego primer ministro -Luis Percovich, que admite públicamente tener visiones de la Virgen del Perpetuo Socorro depararon finalmente el triunfo del aprismo. El Gobierno de Acción Popular no quedó el segundo en las votaciones del 14 de abril, sino el cuarto, con un 6,25% de los sufragios, detrás del 50% de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), del 21 % de Izquierda Unida, liderada por el alcalde de Lima, Alfonso FrejolitoBarrantes, y del 10%, de Convergencia Democrática, coalición derechista horrorizada ante la mansedumbre de Belaúnde.

Tras los fracasados 12 años de revolución militar, y después de cinco años de navegación democrática en las nubes, un aire de esperanza y de cambio recorre Perú. Y por primera vez la Alianza Popular Revolucionaria Americana, fundada hace 30 años por el legendario Víctor Haya de la Torre, eterno aspirante al poder frente al odio militar, que llegó a acuñar el eslogan "Tiñamos nuestras bayonetas de sangre aprista", llega juvenilmente al poder de la mano de un impetuoso abogado de 36 años.

Agotado el peronismo por su desgaste en el Gobierno, la muerte de su caudillo y sus divisiones internas, un nuevo populismo americano sube a la palestra, incontaminado por el poder y sobreviviendo vigorosamente a su fundador. La APRA es un partido de izquierda democrática, fuertemente americanista, interclasista, tercermundista y antimperialista, tal como se entiende y se sufre el imperialismo -la ominosa prepotencia económica estadounidense sobre sus hermanos americanos- desde esta orilla de los océanos. También cabría matizar que es un partido occidentalista y de raíz cristiana y con tan escasas simpatías por el comunismo como las que pueda tener el movimiento fundado por Perón.

El joven Alan García hereda unas cargas de Gobierno bastante desastrosas, además de la histórica desarticulación social de la nación. El 65% de los niños entre uno y cinco años padece desnutrición crónica; y Pilar, la esposa argentina del nuevo mandatario, ya está recorriendo los poblados jóvenes limeños organizando ollas populares y repartiendocacerolas gigantes y donativos para expender raciones calientes. El problema básico, itinerante e inquietante de muchos países de América Latina -pobreza generalizada en países potencialmente ricos- es en Perú el punto de partida de Alan García.

Un programa de esperanzaDe su Gobierno cabe esperar un tratamiento más agresivo de la deuda externa frente al Fondo Monetario Internacional y el club de acreedores, en alianza con los demás países tercermundistas, pero sin llegar a niveles revolucionarios de rompimiento de la baraja financiera; su economía interna girará en torno a la agricultura, de la que pretenderá hacer un pivote para recuperar las exportaciones y mejorar básicamente las condiciones de vida de la mayor parte de la población.

Dada la histórica enemistad entre las fuerzas armadas y la APRA -que casi se llegaron a ver rivales en nacionalismo-, no es de esperar que Alan García recorte drásticamente los elevados presupuestos militares peruanos, mantenidos y hasta alentados por Belaúnde, y que rayan en el militarismo; y, por último, es perfectamente esperable un fuerte intervencionismo estatal en el control de precios y un empuje regeneracionista y ejemplificador en temas como la corrupción administrativa y el auge del narcotráfico.

¿Cuál es el clima? Se ha repetido muchas veces que el escepticismo y el mal de Chagas -una mosca que defeca en su picadura envenenando de por siempre la sangre- son endémicos en América del Sur. Alan García trae todo el ímpetu de su juventud y un cambio largamente esperado, y eso insufla alivio y esperanza. Pero a nadie se le oculta que, también va de cabeza contra una economía declinante, una corrupción encofrada, una dependencia internacional muy fuerte y hasta contra la pasta básica de cocaína, primer producto exportador clandestino del país. La locura básica del destructor Sendero Luminoso espera.

27/7/85

Javier Solana explica en Lima la ausencia de Felipe González en la toma de posesión del nuevo presidente peruano (27-7-1985)

El ministro español de Cultura y portavoz del Gobierno, Javier Solana, llegó el jueves a Lima como embajador extraordinario en los actos de toma de posesión, mañana, del presidente peruano, Alan García. Solana, que ayer realizó una visita privada a Cuzco y a Machupicchu, insistió a su llegada a Lima que el reciente cambio de Gobierno y la elaboración de los presupuestos habían obligado al presidente Felipe González a cancelar su previsto viaje al Caribe y Suramérica.

Para hoy se espera la llegada de Luis Yáñez, presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana, y de Mercedes Rico, directora general para América Latina en el Ministerio de Asuntos Exteriores, que completarán junto a Javier Solana la representación oficial española. La llegada del ministro de Cultura y portavoz del Gobierno, fuertemente escoltado desde Madrid, se produjo dos horas después de que los guerrilleros urbanos de Tupacamaru hicieran estallar un coche bomba en el aparcamiento oficial del Ministerio del Interior.Poco antes de las once de la mañana del jueves volaba el coche trampa con 50 cartuchos de dinamita en su interior, prácticamente bajo las ventanas del despacho del general Óscar Brush Noel, ministro del Interior, y decenas de coches estacionados y de vidrieras de las ventanas saltaron por los aires, aunque no se produjeron serios daños personales. Obviamente, el estacionamiento del ministerio gozaba de una protección especial, limpiamente burlada por un tupacamaru vestido de uniforme militar.

Terrorismo, crisis económica, deuda externa, empobrecimiento social generalizado, desvertebración de una sociedad multirracial y pluricultural, corrupción administrativa y crecimiento del narcotráfico son algunos de los principales problemas que ha de afrontar el Gobierno de Alan García, pero en estas vísperas de su asunción a la presidencia el escollo principal es el terrorista. Sendero Luminoso (una mixtura de comunismo maoísta próxima a los postulados maximalistas del camboyano Pol Pot) y los fraccionados tupacamarus urbanos que operan en Lima parecen pretender reírse de los fastos con que se quiere rodear el traspaso presidencial de poderes. Excepción hecha de casos muy individualizados y pese a la violencia de sus demostraciones, el terrorismo limeño no ha tenido hasta ahora las características sanguinarias que connotan a la guerrilla rural; es más bien demostrativo.

El coche bomba en el Ministerio del Interior iba dirigido contra las suficientes declaraciones del general Brush, garantizando hasta el 99% la seguridad limeña: le han servido bajo sus ventanas el 1% de seguridad restante. No obstante ese aparente robinhoodismo, no caben engaños sobre el carácter de la guerrilla peruana y sus intenciones respecto al giro a la izquierda que supone la nueva Administración aprista: el doctor Domingo García Rada, presidente del Jurado Nacional Electoral, presenciará desde su cama de hospital y por televisión la transmisión de poderes: se recupera a duras penas del disparo en la cabeza con que Sendero Luminoso celebró el 24 de abril pasado.

Un sector izquierdista de la APRA (el presidente electo Alan García se encuentra sólidamente instalado en el centro del partido) propugnaría una amnistía selectiva sobre terroristas en prisión que alcanzara también a aquellos que renunciaran explícitamente a la lucha armada. Será un esfuerzo vano. El carácter hermético del terrorismo rural andino y su absoluto desinterés por alcanzar acuerdos políticos con el Gobierno de Lima frustrarán desde antes de iniciada cualquier negociación.

Dado el carácter personal del joven presidente electo (36 años) y su necesidad de restañar antiguos y largos rencores entre el aprismo y las fuerzas armadas, muchos estiman que el nuevo Gobierno peruano no será precisamente más condescendiente que su antecesor en la represión del terror senderista.

Una buena base


Alan García, no obstante los trabajos que pondrán a prueba su habilidad política, cuenta con luna buena base de salida: adelantó el congreso de su partido para aprovechar la euforia electoral, y atornillarse como presidente de la APRA y de su comité político y repartió dos secretarías generales entre Armando Villanueva, aliasZapatones, viejo popular y radical aspirante a la presidencia y a la dirección del partido, y Luis Negreiros, ya presidente de la Cámara de Diputados, sindicalista y leal al alanismo.El nuevo Gobierno, pese a la larga espera aprista por el poder, es bastante ecléctico y nada sectario. Un independiente y un extrapartidario forman parte de él: Alan Wagner, un diplomático prestigioso de fuertes inclinaciones tercermundistas, que se desempeñaba como ministro consejero de la Embajada en Washington, será el nuevo ministro de Asuntos Exteriores; y Carlos Blanca, democristiano, será el futuro ministro de Trabajo, primer candidato ministerial a derretirse en el cargo.

26/7/85

Alan García asumirá el domingo la presidencia de Perú entre fuertes medidas de seguridad (27-7-1985)

Una tropa de 35.000 policías, guardias civiles y soldados de las tres armas, a las órdenes del ministro del Interior, general Óscar Brush Noel, forma el dispositivo de seguridad armado por el Gobierno peruano para la transmisión de poderes del próximo domingo entre el presidente saliente, Fernando Belaúnde Terry (de la derrotada en los comicios Acción Popular), y el entrante, Alan García Pérez, de 36 años de edad, también presidente de la triunfante Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA).

Lima -"la horrible", según el propio Sebastián Salazar Bondy- es un ordenado caos de huelgas de panaderos, trabajadores de líneas aéreas, transportistas de superficie y empleados estatales, todos en una carrera contra todos -contra el actual Gobierno y contra el que se instaurará el domingo- para lograr incrementos de salarios o tarifas. El propio presidente electo, Alan García, en declaraciones callejeras a la televisión peruana, fustigó severamente a los especuladores que están disparando los precios de los productos alimenticios en el interregno presidencial.El primer ministro designado, Lucho Alva, no dudó en arremeter públicamente contra una empresa cervecera -existen dos en el país- que ha elevado sus precios el 50% en los últimos 15 días. El Gobierno conservador de Acción Popular, obviamente, salvo en materia de seguridad ciudadana, no está haciendo nada para ayudar a los jóvenes apristas, que por primera vez, acceden al poder.

Amplios sectores del centro limeño donde se ubican los palacios presidencial y legislativo han sido drásticamente cortados al tráfico de vehículos desde el martes, en previsión de los coches-bomba que ha comenzado a utilizar Sendero Luminoso y la nueva fracción terrorista urbana -a su vez escindida en dos- Tupac Amaru.

Los trabajadores de los hoteles céntricos donde se hospedarán las principales delegaciones extranjeras precisan salvoconductos de la policía para circular por el casco urbano a partir de las doce de la noche, y el municipio limeño estudia la posibilidad de decretar la ley seca para la jornada del domingo, que coincide con las fiestas patrias de la independencia nacional.

Sólo siete jefes de Estado -Belisario Betancur (Colombia), Nicolás Ardito Barletta (Panamá), Salvador Jorge Blanco (República Dominicana), Raúl Alfonsín (Argentina), Julio María Sanguinetti (Uruguay), Hernán Siles Zuazo (Bolivia) y Desi Bouterse (Surinam)- estarán presentes en la transmisión de poderes, con un no disimulado dolor entre los peruanos y los apristas.

El APRA, que pretende revestir de especial dignidad ésta su primera llegada al poder, anunció a los cuatro vientos una catarata de relevantes invitados a la toma de posesión de Alan García -Felipe González, Gabriel García Márquez, Willy Brandt, etcétera-, que, bien por razones de seguridad, bien por rebajar las ínfulas de un aprismo que aspira a papeles protagónicos en América Latina y en el Tercer Mundo, declinaron finalmente el viaje hasta Lima.

La irritación contra Felipe González por la cancelación de su periplo Ecuador-Perú-Cuba es aparatosa y hasta patética, por cuanto se le consideraba la figura estrella en la toma de posesión del domingo. Editoriales de periódicos le tildan de conquistador desdeñoso, las revistas políticas no escatiman espacio para analizar y debatir las razones de suspensión de su viaje. En una se llega a leer: "¡... por lo menos nos queda el Rey!"; en otras se desguaza inclementemente la figura política del presidente del Gobierno español, despeñándole en las cimas del más abyecto y solazado conservadurismo; en otra, la amargura se tiñe de ironía suponiendo que Felipe González no quiere retratarse junto a Alan García, bastante más alto y apuesto que él.

Ni la amenaza terrorista de Sendero Luminoso ni las últimas irritaciones entre EE UU y Cuba -ni menos la situación de la política internacional española- aportan razones suficientes a los peruanos para comprender la ausencia de Felipe González. Precisamente por el prestigio americano del presidente español, por la desbandada de figuras internacionales y hasta por la susceptibilidad del pueblo peruano parecería doblemente necesaria la presencia en Lima de Felipe González.

Como contraste, el héroe de la jornada del domingo será el presidente argentino, Raúl Alfonsín. El pasado mes de julio visitó Lima para condecorar a Belaúnde Terry y agradecerle sus gestiones mediadoras durante la guerra de las Malvinas. Su estancia limeña fue una fiesta de fuegos artificiales: Sendero Luminoso voló una subestación de energía eléctrica, dejando sin luz el palacio presidencial a mitad de la ceremonia, y dos coches-bomba hicieron explosión en los trayectos del presidente argentino.

Alfonsín no se ha arredrado, aunque ha enviado por delante en un Hércules C-130 de la fuerza aérea argentina el auto presidencial blindado que se hizo preparar Isabelita Perón y a 33 agentes de elite de la policía federal argentina que velarán por su seguridad. No es eso todo: el Tango, el avión presidencial argentino, recogerá en Montevideo al presidente uruguayo, Sanguinetti, que no quiere rebañar en sus menguadas arcas para hacer un viaje en solitario hasta Lima.

El presidente argentino también se ha ofrecido, en caso de necesidad, para recoger en La Paz al presidente Hernán Siles Zuazo, quien ya ha recibido autorización de su Congreso para viajar a Lima. Alfonsín, como una gallina clueca, amparando a los presidentes pobres de Sudamérica como a polluelos, los paseará por la capital de Perú apretados en sulimousine blindado.

Por lo demás, Lima y Perú continúan donde solían: esperando la próxima barbaridad, la dinamita de Sendero Luminoso -como ocurrió ayer en un aparcamiento de la capital- estallando un laboratorio urbano, y descuidado de pasta básica de cocaína, y apareciendo cadáveres desventrados en las calles y en las aguas del Rimac, en ese secreto y continuado homenaje limeño a Jack el Destripador.

19/7/85

El Tribunal Electoral boliviano anula los escrutinios de mesas con un tercio de irregularidades (19-7-1985)

El Tribunal Nacional Electoral boliviano resolvió el miércoles anular todos los escrutinios de mesas electorales que contengan un tercio de irregularidades. La drástica decisión fue adoptada ante el elevado número de fraudes en el distrito electoral paceño, particularmente por la exagerada (aun para unas elecciones bolivianas) cantidad de menores de edad que han ejercido el voto. El tribunal exigirá responsabilidades a los notarios electorales que otorgaron generosamente el derecho del sufragio a los niños.

Los representantes del escrutinio de todos los partidos políticos, excepto la Alianza Democrática Nacionalista (ADN), del general Hugo Bánzer, y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), del socialdemócrata Jaime Paz Zamora, abandonaron indignados el coliseo cerrado de La Paz, donde se almacenan las urnas y se intenta contar los votos.Especialmente duro con el Tribunal Electoral fueron los representantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario Histórico (MNRH), de Víctor Paz Estenssoro, quienes, no obstante, se integraron a la observación del escrutinio, haciendo constar su protesta. Durante todo el miércoles el recuento de votos quedó paralizado. Ya se ha decidido que el escrutinio se prolongue al menos hasta el 2 de agosto, fecha tope para que el Tribunal Electoral dé los resultados provisionales.

Lo más sorprendente es que la salomónica decisión del tribunal viene a sancionar el voto de los menores de edad: éstos no se anulan, sino que, si superan un tercio de los votos en una mesa electoral, se invalida toda la votación.

La medida afecta por igual a los dos principales partidos en pugna, ya que las anulaciones globales harán perder votos en La Paz y en los grandes centros urbanos, donde es mayoritaria a la ADN, y al MNRH en las áreas mineras y agrícolas, donde domina.

Igualmente, la dirección de MNRH ha sido severísima al rechazar la autoproclamación del general Bánzer como presidente electo, haciendo hincapié en que al menos el 60% de los votos hasta ahora escrutados lo han sido para partidos firmemente opuestos a la candidatura del general y su ADN.

Dimitido el canciller boliviano, Edgar Camacho, ante la protesta militar por la ruptura de relaciones con Taiwan y el reconocimiento de la República Popular China, Hernán Siles Zuazo ha designado ministro interino de Asuntos Exteriores al ministro del Interior, Gustavo Sánchez. El nuevo canciller se encuentra en dificultades para elaborar una lista de invitados internacionales de altura para el traspaso de poderes el 6 de agosto ante la incertidumbre de quién será el nuevo mandatario.

La inseguridad que genera el caótico recuento de los votos ha obligado a los militares a nuevas intervenciones. El ministro de Defensa, general Elías Gutiérrez, declaró: "Yo creo que los partidos políticos deben haber madurado, y entenderán que no le conviene al país un empantanamiento; deben contribuir todos a que el voto sea corroborado, y por medio de sus representantes darle el mando de la nación al que sacó la mayoría".

Por su parte, el general Óscar Villa, ministro de Aeronáutica, comandante en jefe de la fuerza aérea, afirmó que el Congreso de la nación deberá respetar los resultados electorales que facilite el Tribunal Electoral.

Ambas declaraciones castrenses se interpretan como un deseo de las fuerzas armadas de que se designe presidente de la República al candidato de la primera minoría parlamentaria. Pero el MNRH, de Paz Estenssoro, recuperado medianamente de su derrota, ha comenzado a tejer maniobras con el MIR, el gubernamental Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierdas y el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Vanguardia para impedir la designación del general.

La clave de este drama la tienen el MIR y su líder, Jaime Paz Zamora, obligado a elegir entre la peste y el cólera, ya que no desea mancharse las manos votando al ex dictador y tampoco sumarse con sus votos a una alianza desde el centro-derecha a la extrema izquierda y que haga de Bánzer un vencedor despojado.

18/7/85

Bolivia espera el fin de un lento y confuso escrutinio electoral (18-7-1985)

La mayoría de partidos políticos bolivianos ha solicitado al Tribunal Central Electoral la aceleración del recuento de los votos y el trabajo ininterrumpido de contadores y técnicos de computación, que hasta ahora suspendían sus trabajos por la noche. Toda la política boliviana ha quedado en estado latente, como sumergida, tras los comicios del domingo pasado.

Los dirigentes políticos guardan silencio -a excepción de la autoproclamación como ganador por el general Hugo Bánzer en la noche del lunes-, no se producen manifestaciones populares, y hasta los huelguistas parecen estar en huelga y acuden a sus tajos.El recuento de los votos está resultando exasperante, perezoso, confuso, profuso, abstruso y difuso. El Movimiento Nacionalista Revolucionario Histórico (MNRH) de Víctor Paz Estenssoro -presumible gran perdedor de estas elecciones- está planteando constantes y razonables impugnaciones en La Paz, donde continúan encontrándose urnas abiertas, niños de ocho años inscritos en los censos y no pocos votos emitidos por menores de edad solteros (el matrimonio da derecho al voto, al margen de la edad electoral). De cualquier manera, y pese a la precariedad técnica de los comicios y las más que probables irregularidades consentidas por el Gobierno, que ha organizado unas elecciones deseando aplazarlas, sigue sin ser discutible el triunfo minoritario de la Alianza Democrática Nacionalista (ADN) del ex dictador Hugo Bánzer. Lo que pretenden los partidos opositores al seguro ganador es rebajar su porcentaje para impedir cualquier sensación de que el general tiene una minoría fuerte, lo que ocurriría si doblara en votos a su más inmediato seguidor, Paz Estenssoro.

A medida que arriban a La Paz las ánforas de las provincias -urnas cuadradas de madera armadas con ferretería-, la derrota de las izquierdas bolivianas resulta menos estrepitosa, aunque continúan en minoría total. En estas circunstancias aporta escaso consuelo que el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI) de Hernán Siles Zuazo vaya recuperando lentamente sufragios con la esperanza de llegar a tener hasta siete diputados del futuro Parlamento.

Goteo de votos

El goteo desesperante de los votos -que, a falta de datos oficiales, son interpretados a su capricho por los observadores- sólo parece mantener sostenidamente la consolidación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) del joven y socialdemócrata Jaime Paz Zamora como tercera fuerza política boliviana.El Congreso deberá reunirse entre el 2 y el 6 de agosto y proceder a la elección de presidente de la República entre los tres primeros partidos. Obviamente, el MIR es el árbitro de la situación, por más que de la sensatez de sus dirigentes se espera que no bloquee la designación de Bánzer como presidente y se pliegue a la evidencia de la primera minoría.

Pero en La Paz se especula con una maniobra política de alcance impredecible: que en el Congreso, el MIR, la tercera minoría, se autoproponga para el Gobierno; en tal caso, cabría la posibilidad de que el MNRH de Paz Estenssoro apoyara la candidatura presidencial de Paz Zamora yugulando el paso del general Bánzer hacia el Palacio Quemado. Son exactamente los mismos conciliábulos, el mismo malabarismo con los votos y los porcentajes -pero justamente al revés- que precedieron en Santiago, en 1970, a la designación presidencial, también en minoría, de Salvador Allende.

Mal que le pese a las izquierdas, una maniobra de este porte comportaría un robo legal a la derecha autoritaria de su no menos legal victoria en las urnas; y un partido como el MIR y un dirigente como Paz Zamora, con amplias expectativas para el futuro, se lo pensará dos veces antes de dar un paso así.

17/7/85

Los votos rurales bolivianos rebajan la diferencia entre Bánzer y Paz Estenssoro (17-7-1985)

El general Hugo Bánzer, candidato presidencial por la Alianza Democrática Nacionalista (ADN), se declaró vencedor en las elecciones generales celebradas el domingo en Bolivia. El recuento de los votos continúa con desesperante lentitud, y los distritos rurales van rebajando la diferencia entre ADN y su inmediato seguidor, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) histórico, de Víctor Paz Estenssoro; pero es un hecho irreversible que el general Bánzer ha obtenido la primera minoría parlamentaria. Bánzer, seco, autoritario, muy militar, dio una conferencia de prensa en un céntrico hotel paceño en la noche del lunes.

"Esperamos que se respete nuestra victoria", dijo Bánzer el lunes, "cualquiera que sea el número de votos, porque nosotros hemos respetado a los partidos que ganaron las elecciones anteriores, además de que anunciamos antes de las elecciones que ADN iba a respetar la victoria del partido ganador".Bánzer admitió que, al no haber obtenido la mayoría absoluta, el presidente de la República deberá ser designado por el Congreso, pero "queremos que se respete nuestro triunfo", dijo. El general Bánzer informó que, según las cuentas de su partido, su caudal de votos oscilaría entre el 30% y el 40%, otorgando al Movimiento Nacionalista Revolucionario, de Paz Estenssoro, entre el 23% y el 25% de los votos emitidos.

[Un portavoz del MNR en Madrid dijo ayer que Bánzer "ha creado artificialmente una confusión sobre los datos" y que su par tido lleva ventaja en varias provincias y "puede ser finalmente el vencedor". El portavoz del MNR estimó que, en todo caso, la diferencia final entre los dos primeros candidatos será muy estrecha.]

Bánzer sostuvo que su partido está dispuesto a concertar acuerdos políticos con otra fuerza siempre que ello no desvirtúe su pro grama electoral, desechó una hipotética anulación de los comicios por supuestas irregularidades y afirmó que su triunfo era la derrota de la izquierda irresponsable. "Encuadraremos el gobierno", enfatizó, "en el marco estricto de la ley". Siguiendo un tono obligada mente genérico para quien todavía sólo es un candidato presidencial, se mostró dispuesto, pese a su de claración de triunfo, a constituir una oposición responsable si el Congreso designara presidente a otro candidato.

Ni Víctor Paz Estenssoro ni Jaime Paz Zamora -candidato presidencial del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), una suerte de socialdemocracia y la tercera fuerza del país- han realizado declaraciones.

El artículo 90 de la Constitución boliviana establece que, en caso de ausencia de mayoría, absoluta en los comicios, el Congreso deberá reunirse y designar presidente al cabeza de filas de uno de los tres partidos más votados. El presiden te del MIR, de ascensión fulguran te en estas elecciones, tiene el in grato papel de sancionar al ex dictador aceptando su mayoría mino ritaria o volcar la balanza en favor del centro-derecha de Paz Estenssoro. Portavoces cualificados del MIR han declarado que su partido .no tiene ningún interés en crear condiciones difíciles para la demo cracia", en un reconocimiento tácito de que aceptarán la presiden cia de la primera minoría.

La Paz celebraba ayer la festividad de la fundación de la ciudad, y a la tradicional manifestación de la noche del lunes no concurrieron las autoridades municipales y gubernamentales, derrotadas aplastantemente en estas elecciones. En un gesto significativo, el Ejército mandó tropas a la marcha ciudadana para rendir honores y aportar vistosidad.

Bánzer, con toda seguridad -con toda la seguridad que permite la política boliviana, que no es mucha-, será investido presidente el 6 de agosto. Su triunfo, por más que sea minoritario, es indiscutible y no obedece a un caprichoso vuelco de última hora en la opinión pública. Bánzer ha llevado a cabo una oposición inteligente al Gobierno de Siles Zuazo, respetando la fragilísima legalidad democrática, limitándose a cargar su cesta con todos los errores e insensateces que iban cayendo del árbol de las izquierdas.

Sectores importantes de la población, y no sólo la oligarquía, sino modestos pobladores urbanos, trabajadores por cuenta propia, la clase media baja proletarizada y hasta obreros manuales que subsisten precariamente, han votado por Bánzer, acaso ignorando quién es y su pasado, pero entendiendo cabalmente su mensaje: paz, orden, disciplina laboral, trabajo, seriedad... En este contexto, privar a Bánzer de la presidencia mediante una maniobra -por lo demás, legítima y constitucional- en el Congreso sería un despropósito y minaría los débiles cimientos de la democracia boliviana.

Un caudillo salvador

Todo lo anterior, sin embargo, no nimba al general Bánzer como caudillo providencial y salvador, y no dejan de tener razón quienes le tildan de fascista, oportunista, entreguista y hasta responsable de buena parte de los males de la economía boliviana que ahora critica y asegura poder enmendar. Entre 1971 y 1978 su dictadura sextuplicó el endeudamiento boliviano, y logró una momentánea euforia financiera que ahora ha traído los Iodos de la hiperinflación.

Su programa es muy sencillo: abrirá el país generosamente a las inversiones extranjeras; se procurará el apoyo de Washington -está en excelentes relaciones con el Partido Republicano esta dounidense- para que la moratoria unilateral boliviana del pago de la deuda externa no convierta al país en un paria internacional; hará mucho populismo; pondrá el acento en la ley y el orden y en esas cosas tan necesarias, pero no sustantivas, como que los trenes circulen a sus horas, e intentará me ter en cintura a unos sindicatos obreros y campesinos todopoderosos, maximalistas, ultraizquierdistas, que han sido -paradójicamente- los mejores aliados de su triunfo electoral, pero que acostumbran a utilizar la dinamita para reivindicar un aumento lineal del 10% en los salarios.

16/7/85

Un Kerensky al revés (16-7-1985)

Hernán Siles Zuazo, en 1980 y bajo la presidencia de Lidia Gueiler, fue elegido Presidente de la República de Bolivia, bajo una coalición -Unidad Democrática Popular- que agrupaba al Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierdas, presidido por el propio Siles, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, socialdemócrata, de Jaime Paz Zamora, y el Partido Comunista Boliviano.No pudo entonces ocupar el Palacio Quemado, mágica casa del Gobierno, trufada de leyendas, asesinatos, derrocamientos y suicidios. El Coronel Luis García Meza dio un golpe de Estado bajo el apoyo explícito de la dictadura militar argentina que, flanqueada por los autoritarismos del Paraguay, Chile y Uruguay, no toleraba una democracia parlamentaria en su frente norte.

García Meza -actualmente prófugo, reclamado por la justicia argentina para entregarlo a la boliviana como delincuente común por sus conexiones con el tráfico de narcóticos- no se anduvo por las ramas: entró en el Palacio Quemado dejando 1.500 muertos en la calles de La Paz y al menos 2.500 detenidos políticos. Su brutalidad obligó a los propios militares bolivianos a sustituirlo un año después por el general Celso Torrelio quien, presionado por las huelgas, terminó entregando el poder al electo Siles Zuazo.

Hernán Siles es un paradigina del izquierdista bienintencionado, un excelente político en corta distancia y, sin duda, un hombre de bien. Hace seis meses se le veía en la Plaza Principal de Montevideo (Uruguay), a donde había acudido a la toma de posesión del presidente Sanguinetti, acompañado solamente por un gigantesco edecán que empequeñecía aún más su figura, saludando a las multitudes que lo estrujaban para besarlo.

Repartió su Gobierno entre su propio partido, miniristas (del MNR) y comunistas, hasta que la frágil coalición de izquierda moderada saltó por los aires volada por una inflación -moderadamente estimativa- del 8.000% y una constante presión sindical.

Llevó a cabo una huelga de hambre para resistirse a la brutal presión sindical -que jamás accedió a reprimir-, fue secuestrado durante horas por militares derechistas a los que convenció de la bondad de su liberación y a los que permitió exiliarse en España. Colocó de modo insólito a Bolivia en el primer lugar de los países latinoamericanos respetuosos con los derechos humanos -bajo su Gobierno no se conocieron presos políticos- y la libertad de Prensa fue completa. Bajo su presidencia se permitió la captura policial del supuesto artífice de la matanza de la estación de Bolonia y el criminal de guerra nazi, Klaus Barbie, fue entregado a Francia para ser juzgado en Lyon.

Es el atípico estadista que antes dimitiría de su cargo que firmar una sentencia de muerte. Por ello ha firmado su defunción política a manos de un general como Bánzer que vuelve al Palacio Quemado prometiendo mano dura y menos delicadezas democráticas.

El general golpista Bánzer gana las elecciones a la presidencia de Bolivia (16-7-1985)

El general Hugo Bánzer continuaba anoche arramblando con al menos el 40% de los votos de las elecciones generales celebradas el domingo en Bolivia. Con un escrutinio de cerca de un 30%, las expectativas preelectorales se mantienen.

Junto al triunfo minoritario de la Acción Democrática Nacionalista (ADN) del ex dictador Bánzer se inscribe el segundo puesto del ex presidente Víctor Paz Estenssoro y su Movimiento Nacionalista Revolucionario Histórico (MNRH, poco más del 23% de los sufragios), un tercer puesto para el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), de Jaime Paz Zamora (10%), y ya, en una caída estrepitosa, el partido del Gobierno, el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierdas (MNRI, 4,5%), y la Democracia Cristiana (1,5%).

Acaso por primera vez en la historia, un general que derrocó mediante uncuartelazo a un régimen progresista -el del también general Juan José Torres, posteriormente asesinado- e instauró en su país una dictadura militar de siete años, siendo a su vez depuesto militarmente, regresa al Gobierno ganando limpiamente unas elecciones, aunque sea por mayoría simple.

Los resultados oficiales de la elección no se conocerán hasta el 2 de agosto, y los oficiosos, completos, tardarán aún tres o cuatro días en ser publicitados.

La tardanza del escrutinio entra dentro de los parámetros de anteriores elecciones boliviana y obedece a las dificultades en las comunicaciones del país y a lo intrincado y variado de su territorio.

Sea como fuere, el Congreso habrá de decidir antes del 6 de agosto quién es el presidente de Bolivia. Lo será el ex dictador general Bánzer, por cuanto por debajo de él será imposible forzar una coalición parlamentaria coherente y porque las fuerzas armadas vigilan atentas y atenazantes para que el proceso electoral se cumpla llanamente y sin arabescos laterales.

Ayer se ignoraban datos solventes sobre la abstención electoral, pero cabe estimar que ésta será mínima o sólo achacable a los de antemano. reconocidos errores censales.

En Bolivia, como en la mayo ría de las repúblicas suramericanas, el voto es obligatorio y su ejercicio está insumido desde la escuela primaria por la población. Sobre el 27% de votos escrutados se advierte un 10% de votos nulos o en blanco, pero resulta un porcentaje admisible y normal en la historia electoral boliviana.

A estas alturas del escrutinio la tendencia de voto anunciada al principio se mantendrá con sólo ligeras variantes. En definitiva: gana el general Bánzer por una fuerte minoría, mayoritaria y casi doblando los votos de su inmediato seguidor, Víctor Paz Estenssoro. Los últimos votos escrutados serán los de las selvas amazónicas y los de los desiertos chaqueños -zonas deprimidas-, que aumentarán el caudal de partidarios de la izquierda, pero no hasta el punto de invertir el sentido de la votación.

Cualquier intento de restarle méritos al triunfo electoral del general Bánzer sería falaz e inútil. Es cierto que al menos un 30% del campesinado no ha votado por no estar inscrito en los censos, pero entra dentro de lo hipotético que ésta sea una masa de población muy alejada intelectualmente del mecanismo de unas elecciones generales. Es cierto que los fallos técnicos de los comicios han sido infinitos -urnas abiertas, comisarios de mesa menores de edad, notarios que hacían llamamientos por radio para que la policía o el Ejército retiraran de sus domicilios urnas abandonadas por la corte electoral-, pero si se ha de escribir la verdad, debe señalarse que la mayoría de las fallas estaba siendo propiciada por la izquierda, que se sabía perdedora.

Dadas las características socioeconómicas de este país -mero productor de materias primas, descaradamente expoliado por las empresas multinacionales, sumido en una hiperinflación que no entiende por cuanto no se benefició de su inherente comercialismo, pobre de solemnidad-, el triunfo del general Bánzer obliga a la meditación. Particularmente por cuanto los bolivianos tienen larga experiencia de sus métodos de gobierno. De nada han servido las campañas radiotelevisivas recordando la continuada violación de los derechos humanos practicada bajo la Administración de Bánzer y la descarada emisión, la misma tarde de los comicios, de la película de Costa Gavras Missing, presentada grosera y repetidamente por una locutora como ejemplo de lo que podría volver a ocurrir en el país.

Un general antidemocrático

Se miren las cosas como se miren, ha ganado democráticamente esta elección un general antidemocrático, de probado autoritarismo, y en las plazas de La Paz se están disparando ahora mismo cohetes de júbilo mientras algunas campanas de iglesias tocan a rebato. Y lo que es peor: los miserables -el entrañable sentido de la palabra- conserjes de los hoteles que besan los pies por una propina de un cuarto de dólar sonríen exultantes ante el triunfo del general que llega con el garrote en la mano.

Lo que se ignora de estas elecciones bolivianas es qué ha sido del voto útil de las izquierdas, que podía haber frenado el crecimiento del autoritarismo. Se esperaba que el Movimiento Nacional Revolucionario Histórico de Víctor Paz Estenssoro reviviera ese apoyo, pese a sus falencias; se esperaba que la socialdemocracia del MIR acogiera a los desencantados; y, desde luego, no se esperaba que el aplastamiento electoral del partido en el Gobierno acaudillado por Siles Zuazo alcanzara a sumergirlo hasta poco más del 4% de los votos. Juan Lechín, mítico líder de la Central Obrera Boliviana, permanece ilocalizable y no ha dicho una palabra. Los Sindicatos Unificados del Campo permanecen igualmente mudos.

Toda la revolucionariamente gratificante presión sindicalista para hacer flotar sobre la hiperinflación del país una escala salarial móvil -a base de huelgas sectoriales y nacionales ininterrumpidas- ha terminado en el descrédito de un Gobierno de izquierdas como el de Siles Zuazo.

Dos muertos por la 'ley seca' (16-7-1985)

En una localidad de la provincia boliviana de Santa Cruz, dos policías y dos beodos se enfrentaron a tiros sobre la barra de una taberna por diferencias sobre el alcance de la ley seca imperante en el país desde las cero horas del viernes y hasta el cierre de los colegios electorales en la tarde del domingo.
Un oficial de policía y un libador resultaron muertos tras el tiroteo, y este mínimo incidente ha sido el único luctuoso de una jornada electoral caracterizada por la tranquilidad y hasta la disciplina más absoluta.

El entendimiento generalizado de que las fuerzas armadas respaldaban activamente el proceso electoral ha contribuido sin duda a la felicidad de los comicios.

No obstante, debe resaltarse que junto a la prolongada ley seca de casi 72 horas y la prohibición al tráfico rodado en La Paz, la vigilancia militar sobre la población de lá capital boliviana ha sido extremadamente discreta, apenas perceptible.

En cualquier caso, la jornada electoral paralizó las comunicaciones terrestres del país: no volaron los aparatos del Lloyd aéreo boliviano ni circularon trenes, autobues o taxis.

Llamamiento a la unidad

El Presidente Hernán Siles Zuazo exhortó a los todos bolivianos a mantenerse unidos y en paz por encimá de los resultados electorales.

El general triunfante, Hugo Bánzer, por su parte, declaró tras emitir su voto que su partido -la Alianza Democrática Nacionalista- aceptaría disciplinadamente cualquier resolución del Congreso -senadores y diputados- sobre la nueva presidencia si, como se supone, ningún candidato obtiene la mayoría absoluta de los sufragios.

La policía permaneció acuartelada durante toda la jornada electoral y detuvo numerosos vehículos privados que intentaban circular por La Paz sin la consiguiente autorización.

El general Simón Sejas, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, declaró la absoluta imparcialidad de los ejércitos sobre el proceso electoral y su decisión de "respaldar la voluntad soberana del pueblo expresada mediante el voto".

15/7/85

La apertura de relaciones con China provoca la caída del ministro de Exteriores (15-7-1985)

El canciller boliviano, Edgard Camacho, renunció irrevocablemente el sábado a sus funciones en carta dirigida al presidente Hernán Siles Zuazo.

Su renuncia de un Gobierno prácticamente en funciones y seguro derrotado en las elecciones generales de ayer obedece a sus desacuerdos con la cúpula militar, molesta por el reconocimiento de la República Popular China y el consecuente rompimiento diplomático con el régimen de Taiwan.

El canciller Camacho -que ha sido sustituido interinamente por su subsecretario- aduce en su carta de dimisión que la responsabilidad de mantener o no relaciones diplomáticas con otros países es competencia exclusiva del presiente de la República, sin que en este tipo de decisiones tengan nada que decir los jefes de las Fuerzas Armadas.

La cúpula militar boliviana, presidida por el general Simón Sejas Tordoya, un militar que ha tenido buena relación política con el Gobierno de Hernán Siles Zuazo y que ha forzado el cumplimiento del proceso electoral de ayer, había expresado el pasado mes de abril su desagrado ante la ampliación de relaciones diplomáticas con otros países socialistas y sugerido que el reconocimiento del régimen de Pekín, aprobado por el Congreso, se aplazara hasta la constitución del nuevo Gobierno emanado de las elecciones celebradas ayer.

El desagrado militar por el reconocimiento de China Popular ha sido profundo, particularmente por haberse llevado a cabo en el mismo borde de las elecciones y por la violencia diplomática en que se vio rodeado: un plazo perentorio de 72 horas dado a la representación de Taiwan para abandonar el país. Las autoridades de Taiwan han contestado desconociendo el reconocimiento de Pekín y rompiendo relaciones con Bolivia.

Las Fuerzas Armadas bolivianas se han tomado tan a pecho lo que consideran como una provocación, que en La Paz han otorgado una guardia de honor de las tres armas al cónsul y al encargado de negocios de Taiwan como desagravio y para impedir su expulsión deshonrosa del país.

La previsible victoria de Bánzer abre un incierto futuro en Bolivia (15-7-1985)

Ninguno de los dos principales candidatos a las elecciones del domingo en Bolivia, el ex dictador general Hugo Bánzer por la Alianza Democrática Nacional y el ex presidente Víctor Paz Estenssoro por el Movimiento Nacional Revolucionario (Histórico) esperaba obtener ayer una mayoría absoluta, pero los primeros muestreos en las mesas electorales ofrecían ya una inequívoca ventaja para el general Bánzer, quien se alzará, presumiblemente, con la primera minoría. El panorama inmediato es desesperanzador. Los primeros resultados provisionales comenzarán a conocerse a las cinco de la madrugada de hoy, hora peninsular.

En la media tarde boliviana los comicios continuaban en completa normalidad tras los malos presagios del rechazo de las elecciones por parte del propio Gobierno, la Central Obrera Boliviana (COB) y los sindicatos unificados del campo.Las fuerzas armadas colocaron el pasado jueves su espada sobre la mesa exigiendo el cumplimiento del compromiso electoral acordado hace un año entre el presidente Hernán Siles Zuazo y 10 partidos de la oposición.

Ésta, además, no es la primera vez en 40 años que los comicios abarcan a las autoridades municipales tradicionalmente designadas por el poder central. La abierta intervención militar, que en un comunicado firmado por el jefe del Ejército, Simón Sejás, y los comandantes de las tres armas declaró su intención de respaldar la cita electoral hasta sus últimas consecuencias, ha abierto una cauta tregua entre las fuerzas políticas.

Pero el panorama inmediato es desesperanzador: un general profundamente reaccionario, que desplazó mediante un golpe de Estado al Gobierno progresista del general Juan José Torres -posteriormente asesinado en Buenos Aires-, se apresta a recibir la primera minoría de los votos de una clase urbana sumida en el desencanto por una hiperinflación de al menos el 8.000% anual -no existen estadísticas oficiales al respecto- y un caos social estimulado por las continuas exigencias de las centrales sindicales.

Nadie piensa en Bolivia que el general Hugo Bánzer pueda gobernar mucho tiempo en minoría frente a la Central Obrera Boliviana, feudo tradicional del dirigente sindicalista Juan Lechín, y a los sindicatos campesinos.

Pero el general Hugo Bánzer, avanzando -esta vez democráticamente- entre el descontento general, se prepara para ofrecer a los bolivianos una solución imposible: un Gobierno autoritario de derechas sobre una sociedad como la boliviana, desilusionada pero profunda y razonablemente izquierdista. Las elecciones generales bolivianas -diputados, senadores, concejales y alcaldes- se desarrollaban, a media mañana de ayer, con absoluta normalidad sólo empañadas por infinitos desastres técnicos: urnas abiertas, ausencia de candados, impugnaciones múltiples, censos defectuosos y hasta la insólita constatación de un comisario electoral de ocho años -por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria- en una mesa electoral en La Paz. Desde las cero horas del sábado, impera en todo el país la ley seca hasta el cierre de los colegios electorales.

Más de dos millones de bolivianos -un 72% del censo- habrán podido ejercer su voto según datos del Instituto Nacional de Estadística; un incremento del censo del 42% respecto de las últimas elecciones de 1980. Estas elecciones, anticipadas 12 meses, fueron acordadas por el Gobierno y la oposición, bajo el auspicio de la Iglesia católica, hace un año, como último recurso para impedir un golpe de Estado o una insurrección popular, dada la destrucción inflacionaria de la vida económica del país.
Al menos durante la mañana de ayer y en las jornadas de reflexión del viernes y el sábado, el partido en el Gobierno -Movimiento Nacional Revolucionario de Izquierda- y los sindicatos obreros y campesinos renunciaron a atacar los comicios por supuestas irregularidades en la confección de los censos que, ciertamente, han privado del voto a cerca del 30% de los campesinos, bien por venalidad política bien por la dificultad de recensar la continua emigración campesina a los centros urbanos.

Comienza el recuento

Los principales problemas habrán comenzado hoy con el dificultoso recuento de los sufragios en un territorio tridimensional -selvas amazónicas, desiertos saqueños y vertiginosas alturas andinas-, con diferencias ídiomáticas -español, quechua y aymará-, con una red de transportes terrestres y aéreos precaria e imprevisible -ayer fue imposible movilizarse dentro del territorio nacional- y con una telaraña de telefonía en manos de distintas compañías privadas que convierten en un ejercicio de candomblé, budú, macumba o nigromancia cualquier intento de transmitir datos fiables por teléfono.
El Gobierno, en buena lógica y pese a sus dificultades, rechazó una oferta estadounidense a fondo perdido para informatizar y transmitir por satélite los resultados electorales, que habrían sido así, acaso por primera vez en la historia, elaborados y analizados por una potencia extranjera.

No obstante, la Corte electoral se ha comprometido públicamente a tener listos los resultados definitivos el próximo 2 de agosto, para que el 6 pueda procederse al traspaso de poderes tal como lo establece la ley de la República que adelantó las elecciones. Aún así el plazo resultaría estrechísimo si, como se espera, ningún partido alcanza la mayoría absoluta y ha de ser el Congreso de senadores y diputados quien elija presidente entre el líder de una mayoría minoritaria o entre el político consensuado por una coalición de partidos minoritarios.

Todas las expectativas convergen en la estimación de que el general Hugo Bánzer, ex dictador entre 1971 y 1978, alcanzará una mayoría relativa de sufragios al frente de su Acción Democrática Nacional (ADN) con un programa abiertamente derechista que recibe el apoyo popular de una sociedad desencantada por la caótica gestión de la izquierda. Bánzer ha vuelto a declarar que acatará la decisión del Congreso si no logra la mayoría absoluta.

El segundo colocado continúa siendo, en las expectivas de voto, el Movimiento Nacional Revolucionario Histórico de Víctor Paz Estenssoro, que ya coloboró con la dictadura y volverá a apoyar, aunque sea sedicentemente, a un Gobierno democrático presidido por Bánzer. El seguro derrotado hasta el aplastamiento será el partido gubernamental de Siles Zuazo, Movimiento Nacional Revolucionario de Izquierda, y el recipiendario del voto útil de las izquierdas el Movimiento de Izquierda Revolucionaria -una socialdemocracia de inspiración europea- de Jaime Paz Zamora.

Los demás, falangistas, comunistas soviéticos, comunistas prochinos, trotskistas, democratacristianos -a la izquierda de la DC europea-, partidos indigenistas como el Movimiento Revolucionario Tupac-Katari, a su vez escindido en dos, y otras agrupaciones políticas, hasta 79, son la comparsa; pero una comparsa que se derrama masivamente por la izquierda y que, con la ayuda -o tras él- del todopoderoso sindicalismo obrero-campesino, van a hacer muy difícil el gobierno -aunque haya sido sancionado por las urnas- de un conocido y viejo espadón.

Finalmente en este previsible derrumbe estrepitoso del MNRI y de un izquierdismo moderado en Bolivia, cabe hacer el elogio políticamente funeral de Hernán Siles Zuazo. Se enfrentó a la izquierda sindical hasta con huelgas de hambre y procuró no hacer un drama de su secuestro por parte de oficiales derechistas relacionados con el narcotráfico -secuestradores ahora exiliados en España- y pactó un adelantamiento de las elecciones para evitar una inevitable -quizá todavía inevitable pese a los comicios- confrontación civil.

Su Gobierno encabeza la lista confeccionada por las organizaciones de derechos humanos sobre respeto a las libertades individuales en Hispanoamérica. Hernán Siles Zuazo ha sido un demócrata intachable para con su propio pueblo y un hombre de izquierdas internacionalmente consecuente.