30/6/84

Descartada la hipótesis de atentado en la explosión de un petrolero en Buenos Aires (30-6-1984)

El presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), empresa estatal argentino, descartó en la mañana de ayer que el petrolero Perito Moreno, que sufrió una explosión en la noche del jueves en el puerto de Buenos Aires, hubiera sido objeto de un atentado. El buque, prácticamente partido en dos, continuaba ardiendo en la tarde de ayer, y aún no es posible verificar las causas del accidente. No obstante, autoridades fluviales han adelantado que presumiblemente un marinero manipulando un soplete provocó el incendio y la explosión de los tanques que acaban de ser vaciados de crudo.

El Perito Moreno, de 15.000 toneladas, construido en Astilleros Españoles, había atracado en el muelle sur del puerto el pasado miércoles, iniciando ese mismo día.el trasvase de 13.000 metros cúbicos de petróleo a los depósitos de YPF. A las ocho de la tarde del jueves voló por los aires, y parte de su superestructura y cubierta, de varias toneladas dé peso, fue lanzada contra los malecones, a más de 100 metros de distancia.Más de una hora después de la explosión una voz anónima informaba telefónicamente a la agencia informativa Diarios y Noticias que la nave había sido saboteada por un autodenominado Comando Sargento Cisneros (uno de los caídos en el hundimiento del crucero General Belgrano durante la guerra de las Malvinas), en represalia contra la compañía Shell por su ayuda a la flota británica y como protesta por la presencia en Argentina de tres parlamentarios del Reino Unido.

A primera hora de la tarde d ayer se ignoraba el número e ¡den tidad de las posibles víctimas. El Perito Moreno contaba con una tripulación de 30 hombres, de los que sólo seis tenían obligaciones laborales en el buque en el momento de la explosión. Tres de ellos se arrojaron al agua, y se encuentran hospitalizados fuera de todo peligro.

Hasta el momento no existen otras víctimas ni en tierra, ni en otros buques surtos en la zona petrolera del puerto, ni entre los equipos de extinción.

Las llamas, de 20 rnetros de altura, hubieran causado una catástrofe de haberse propagado a los depósitos portuarios de crudo y alcohol. Un viento del Norte conjuró esta posibilidad, pero una man zana de casas fue desalojada en previsión de que los depósitos estallasen por simpatía. Bandas de ladrones entraron inmediatamen te en las casas y las desvalíjaron Los fluidos eléctrico y de gas habían sido cortados por la municipalidad en dos kilómetros a la redonda.

La explosión inicial afectó al Cabo Corrientes, también cargado de petróleo, que comenzó a arder por la popa. El buque largó ama rras y un remolcador lo sacó del puerto mientras se dominaba el incendio a bordo.

A medianoche, y durante 30 minutos, el presidente Raúl Alfonsín presencio el desarrolló de la extinción del fuego acompañado por lo directivos de YPF.

24/6/84

Los países proteccionistas consiguen una reducción del cupo para la captura de ballenas (24-6-1984)

El viernes terminó en Buenos Aires el 36 congreso de la Comisión Ballenera Internacional, integrada por 40 naciones cazadoras de cetáceos, y que por primera vez se reunió fuera del Reino Unido. El argentino Eduardo Héctor Iglesias fue reelegido presidente del organismo, y los países proteccionistas se alzaron con la victoria en la votación final rebajando el cupo de capturas para 1985 a 6.690 ejemplares, frente a los 9.956 permitidos en 1984.

El avance ecologista más importante es la reducción en un 36% del cupo de capturas de la especia austral minke, de la que en el próximo año sólo se podrán cazar 4.224 ballenas. La decepción ha sido absoluta entre los representantes de la Unión Soviética y Japón, hasta el punto de que el delegado nipón llegó a aventurar que su Gobierno no acepte la moratoria total de cacería de cetáceos prevista para el primero de enero de 1986.

Noruega fue premiada con la autorización para cazar 635 ballenas -el mismo número que este año-, en lo que se considera un cupo político, para separarla de los grandes depredadores soviéticos y nipones. Sin embargo los países proteccionistas han perdido el apoyo tradicional de Brasil, Chile y Perú, que votaron por incrementar el cupo.

Las reuniones de la comisión celebradas en un hotel de Buenos Aires contaron con la presencia continua de manifestantes ecologistas de numerosos países.

La justicia castrense procesa al general Bignone, último presidente militar de Argentina (24-6-1984)

El general de división retirado Reynaldo Bignone, presidente de la última Junta Militar argentina, será juzgado por tribunales castrenses por sus supuestas responsabilidades en la desaparición de tres soldados en 1976 del Colegio Militar de la Nación que entonces dirigía el jefe del Estado que entregó el poder a los civiles.Bignone fue detenido y procesado por el juez de instrucción Carlos Oliveri, quien investiga la desaparición de los soldados Daniel García, Pablo Steinberg y Mario Molfino. Algunos testigos presenciales afirmaron que recibieron atención médica previa a la tortura en el propio Colegio Militar y que Bignone admitió ante terceras personas que la desaparición de dichos soldados fue debida a un error de información. "En toda guerra siempre hay víctimas inocentes", comentó.

El abogado del presidente, un ex ministro de Justicia de la dictadura, apeló a la Corte Suprema reclamando el fuero militar para su defendido. Por mayoría simple la Corte accedió a la petición, teniendo en cuenta las reformas recientemente introducidas en el Código de Justicia Militar, que hacen revisables todas las sentencias por la justicia civil federal.

Reynaldo Bignone, detenido en Campo de Mayo (cuartel general del Ejército argentino en las proximídades de Buenos Aires) ha quedado así a disposición del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, máximo tribunal militar y se considera inminente su puesta enlibertad provisional a la espera de su juicio. Sus camaradas de armas serán, sin duda, más clementes con él que un juez federal, aunque también debe considerarse que Bignone, a la postre, fue la imagen de la transición a la democracia, que ha sido siempre un militar profesoral y que, al margen de sus presuntos delitos, no personifica la barbarie militar argentina.

Tras el fallo de la Corte Suprema puede seguir los mismos pasos la causa contra el ex presidente, teniente general retirado, Roberto Eduardo Viola -sucesor de Videla y predecesor de Galtieri-, por la desaparición de Alfredo Giorgi, miembro del Instituto Nacional de Tecnología Industrial.

La detención de Viola se basa en un documento firmado por él y facilitado a la justicia civil por el Ministerio de Defensa, en el que el ex presidente ordena, en mayo de 1979 en una directiva secreta, "...la acción militar directa para proceder a la detención y/o eliminación de elementos marxistas, ideólogos y activistas...".

Por otra parte, se ha aplazado por 30 días la publicación del informe final de la Comisión Nacional Sobre Desaparición de Personas, que preside el escritor Ernesto Sábato. La demora se debe a la necesidad de armar la voluminosa documentación recabada, que servirá para precisar las circunstancias de la desaparición de al menos 10.000 personas.

El pantano judicial es de considerable profundidad, especialmente si se tiene en consideración el entrecruzamiento de las causas militares con las civiles. Hasta el momento los procesamientos incoados por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas -tanto los relativos a la guerra sucia, como los que atañen a la pérdida de la guerra de las Malvinas- amenazan con eternízarse en su fase sumarial. El presidente Alfonsín ha impartido instrucciones para que se agilicen los procesos.

No obstante, una cierta lentitud puede ser bien considerada desde el Gobierno y la oposición peronista para dar tiempo a que cicatricen algunas heridas y para que los juicios no se vean en un clima revanchista. Otro elemento de preocupación es que la hipotética dulzura de las sentencias castrenses puda ser apeladas ante la justicia federal, orginando un nuevo enfrentamiento entre la sociedad civil y la militar.

22/6/84

La extradición de Firmenich a Argentina, condicionada a que la pena no supere 30 años (22-6-1984)

El Tribunal Supremo Federal de Brasil ha concedido a Argentina la extradición de Mario Eduardo Firmenich, máximo dirigente de la organización armada peronista Montoneros, detenido hace cuatro meses en aquel país. Estaba reclamado por el Juzgado Federal número 5 de Buenos Aires y había sido ordenado su procesamiento por el propio Gobierno democrático, al tenérsele por presuntamente responsable de la organización de bandas armadas que coadyuvaron a la desolación del país mediante secuestros, extorsiones y asesinatos.

El alto tribunal brasileño condiciona la extradición a que Firmenich no sea condenado a más de 30 años, pena máxima brasileña en tiempos de paz, y las autoridades argentinas tienen un plazo de 60 días para reclamar al prisionero.La justicia argentina le reclamó por seis presuntos delitos. La máxima corte brasileña -por siete votos contra tres- ha otorgado la extradición por tres de ellos: los asesinatos del empresario Agustín Soldatti y su guardaespaldas, en 1979; el intento de asesinato, también en 1979, del entonces secretario de Hacienda, Juan Alemán, y por el intento de secuestro de los empresarios hermanos Jorge y Juan Born, en 1975, en el que murieron dos de sus guardaespaldas. La corte brasileña rechazó imputaciones sobre asociación ilícita, posesión de armas y de documentación falsa, por considerarlos delitos de carácter político.

Firmenich, de 41 años, padre de dos hijos, de extracción ultraderechista y ultracatólica, se erigió en jefe de la izquierda revolucionaria peronista y líder del movimiento Montoneros, facilitando con su lucha armada el regreso de Perón. Éste terminó expulsándolos de la plaza de Mayo, acusándoles públicamente de practicar el infantilismo revolucionario, dándose así comienzo a la guerra civil peronista entre los montos y la Triple A de José López Rega, que abocó en el golpe de Estado militar que derrocaría a la viuda de Perón.

Aunque la justicia argentina no le ha reclamado por esta causa, el crimen más abyecto que se imputa a Firmenich es el asesinato a sangre fría del teniente general Aramburu, ex presidente de la nación.
El Gobierno de Alfonsín decidió el procesamiento de los militares responsables de la guerra sucia contra la subversión, y como contrapeso ordenó el procesamiento de líderes guerrilleros. Acaso en la esperanza de que no aparecieran jamás.

Firmenich se presentó en Río de Janeiro con su documentacíón legal, y prácticamente se dejó detener. No así su segundo, Fernando Vaca Narvaja, aún en paradero desconocido.. Ambos publicaron en la Prensa porteña, poco después de las elecciones de noviembre, anuncios reconociendo su error histórico y político al patrocinar la lucha armada y admitiendo plenamente la nueva etapa democrática argentina.

Su extradición y el proceso judicial subsiguiente en Buenos Aires consolidan por la izquierda el proceso a los militares que secuestraron y arrasaron el poder político, pero para nada resultará Firmenich un preso cómodo.

19/6/84

Wilson Ferreira y su hijo, procesados por traición por un juez militar uruguayo (19-6-1984)

El candidato a la presidencia uruguaya por el Partido Nacional, o Blanco, de Uruguay, Wilson Ferreira, y su hijo Juan Raúl -secretario de relaciones internacionales del partido- fueron procesados en. la madrugada, de ayer por un juez militar bajo las acusaciones de asistencia a la subversión y traición a la patria. Con el procesamiento se ha levantado su incomunicación y podrán ser visitados dos veces por semana por sus famítiares directos, en los acuartelamientos en que se hallan detenidos, fuera de la capital.

Según Beder Mendieta, dirigente del Partido Nacional, la policía detuvo ayer a 17 dirigentes blancos.
Por otra parte, en una reacción insólita, el teniente general GregorioGoyo Álvarez, presidente de la República y cabeza visible de la dictadura militar, negó el domingo haber sido derrocado por el teniente general Hugo Medina. Álvarez insistió en que la normalidad en el Gobierno y las fuerzas armadas era absoluta.

El comandante en jefe del Ejército también negó tener initenciones de derribar al Gobierno. Esta catarata de explicaciones no pedidas parecen confirmar que la dictadura llegará a las elecciones previstas para el 25 de noviembre con una dirección distinta a la de Goyo Álvarez y bajo la inspiración del general Medina, militar duro, pero partidario de que el Ejército regrese a sus cuarteles.
La convención nacional del Partido Blanco, reunida el domingo en Montevideo, acordó retirarse del diálogo con los militares mientras su líder continúe encarcelado. Carlos Julio Pereyra, candidato a la vicepresidencia, declaró que "los que piensan que puede haber elecciones libres con un candidato presidencial preso es que no saben qué es la democracia". No obstante, el partido permanece en la Multipartidaria junto a los colorados, Unión Cívica (escisión de la Democracia Cristiana) y Frente Amplio (comunistas, socialistas, grupúsculos de izquierda y Democracia Cristiana).

Privadamente, los dirigentes blancos aceptan que el partido podría ir a las urnas si Ferreira es liberado, aunque continúe proscrito políticamente y no pueda concurrir a los comicios; una situación análoga a la del líder del Frente, general Líber Seregni.

18/6/84

La larga travesía de un ilustre exiliado (18-6-1984)

A las 10 horas del sábado, siete unidades navales uruguayas interceptaban en el río de la Plata a la motonave Ciudad de Mar del Plata, que, bajo pabellón argentino, trasladaba a Montevideo a Wilson Ferreira Aldunate, líder del Partido Blanco y candidato presidencial a las elecciones de noviembre; a su hijo Juan Raúl, ex presidente de Convergencia Democrática -agrupación de exiliados de todos los partidos-, y a 524 personas más, entre ellas 190 periodistas internacionales.

Fue una aparatosa demostración que retrata todo el desasosiego de esta dictadura militar. El Ciudad de Mar del Plata fue obligado a parar máquinas y echar el ancla al traspasar las aguas jurisdiccionales uruguayas. Una patrullera costera, con su ametralladora de popa desmontada, una Zodiac sobre cubierta, un sillín de transbordo naval de personas y dos hombres ranas, además de su dotación correspondiente, abarloó el vapor de la carrera Buenos Aires-Montevideo abordándolo por la popa. Dos oficiales, uno de ellos médico, subieron a bordo mientras los uruguayos que acompañaban a Wilson Ferreira entonaban a voz en cuello desde los puentes el himno nacional ("...tiranos, ¡temblad! ¡Libertad, libertad, libertad...!").La bruma fluvial era deshilachada por cañoneras, guardacostas, un destructor... Una patrulla de tres aviones sobrevolaba a mediana altura el punto de intercepción. Wílson Ferreira y su hijo fueron convocados al puente de mando, donde se les instó a abandonar la motonave y transbordar a la patrullera. Ferreira Aldunate ya había anticipado su negativa a una propuesta de este tenor ("y es muy difícil obligar a un hombre a transbordar"). Otros seis oficiales, entre ellos el prefecto naval de Montevideo, abordaron armados el Ciudad de Mar del Plata, tomaron el mando del buque e impidieron al pasaje el uso de la radio, por más que Radio Belgrano, de Buenos Aires, y una emisora montevideana, que grabó la emisión sin emitirla, radiaban sus crónicas a las dos orillas del Plata pirateando las antenas del barco.

Dos horas después del abordaje, tras dudar Montevideo entre desviar el buque a Colonia -frente a Buenos Aires y atrás de su derrota- o a Punta del Este, más allá de la capital uruguaya, se decidió esta última opción. Wilson y su hijo pudieron hablar con los periodistas en uno de los puentes, anunciando su detención e incomunicación y el nuevo rumbo del vapor. En el ambiente de a bordo -tranquilo, pese a la guerra de juguete celebrada en su alrededor- el comentario era generalizado: "Miren lo que hace la dictadura cuando una familia pretende pacíficamente regresar".

El buque, ya con gobierno naval uruguayo, tiró tres cuadrantes, rompió el cerco y puso rumbo a Punta del Este escoltado por tres cañoneras a estribor Muchos montevideanos, entera dos por las radios argentinas de la interceptación y cambio de rumbo, tomaron sus coches y se dirigieron a la ciudad-balneario de la gran burguesía de los dos países. En el comedor del buque se reunía en una mesa todavía con los manteles sucios el directorio del Partido Blanco, que viajaba a bordo. Los oficiales uruguayos en el gobierno de la nave no hicieron notar su presencia.

El día anterior, a las nueve de la noche, el Ciudad de Mar del Platazarpaba de la dársena sur del puerto de Buenos Aires, entre extraordinarias medidas de seguridad que incluían una última prueba con detector de metales en la misma plancha de la embarcación. Wilson Ferreira, absolutamente afónico, apenas pudo hacer escuchar a la multitud en el muelle otra cosa que "...éste es el único camino...".

Fuera de la bocana del puerto la nave siguió una derrota a la derecha de la demarcación binacional del Plata, procurando no penetrar en aguas uruguayas. El exiliado en retorno y su familia presidieron la cena entre vítores y aplausos, y hastá la madrugada el bar del buque fue un improvisado escenario en el que se cantaron las canciones prohibidas y se tocó suavemente Candombe, supliendo la percusión con el gol petear de las manos sobre las mesas. Cerca de la media noche la cañonera argentina de escolta se aproximó protectoramente para desaparecer enseguida en la noche cerrada.

Tras la interceptación y cambio, de rumbo, el ambiente a bordo continúa siendo tranquilo y mucho más emotivo que indignado. El buque, siempre escoltado hasta Montevideo. La ciudad parece destellear entre la bruma. Con espejos y los faros de los automóviles se hacen se fiales a barco. El pasaje, acodado en la amuras de babor, contesta reflejando el escaso sol con espejitos de bolso y polveras de señora.

Viraje en redondo

A la 13.30 horas, repasado, Montevideo, un calambre recorre el barco: se levanta la incomunicación por radio con Montevideo. A los pocos minutos bajan de los camarotes superiores Wilson Ferreira y su hijo para almorzar en el comedor, convertido en plaza de la República. La motonave reduce sus revoluciones y comienza un viraje en redondo. La explosión: "¡Los milicos se acabaron, se acabaron volvemos a Montevideo!". Juan Raúl Ferreira confirma que el barco regresa a la capital y que él y su padre volverán a quedar incomunicados en 15 minutos más; que sólo se les ha autorizado a despedirse de sus correligionarios. Wilson aprecia que esto es el triunfo del buen sentido, que siempre será una victoria popular y que pronto todos volverán a estar juntos. Entre abrazos, se retiran a sus camarotes.Nadie almuerza. A las 14.15 horas el Ciudad de Mar del Plata enfila el canal del puerto montevideano precedido por dos remolcadores, seguido por tres lanchas Zodiac con buceadores de combate y sobrevolado por dos helicópteros. El silencio se hace estruendoso al sobrepasar la escollera. El puerto está tomado espectacularmente con tropas navales con casco y bayoneta calada, formadas en los malecones. Se vuelve a cantar el himno y las consignas sobre Wilson. Susana Ferreira y muchos uruguayos Horan mansamente en el puente alto, recobrando su ciudad tras 11 años de exilio.

Tras una larga espera, Wilson desciende la plancha del barco seguido por su hijo. Viste una zamarra con capucha juvenil, de gabardina, y, entre los oficiales que le custodian, da rápidamente media vuelta en el muelle y saluda al barco con los brazos en uve. Son introducidos en una oficina de sanidad marítima y en media hora abandonan el puerto militarizado en dos helicópteros con destino a cuarteles no identificados de las proximidades de Montevideo.

A las seis de la tarde del sábado, horas después del arribo, el resto del pasaje del Ciudad de Mar del Plata fue introducido en autocares que, siguiendo a camionetas y motociclistas militares,. recorrieron el puerto, desperdigándoles por diferentes salidas. La dársena en la que atracó el vapor de la carrera era una ciudadela: acumulando contenedores se habían formado murallas de 50 metros de largo, compartimentando el puerto, y otros parapetos de dos pisos cerraban los accesos. El despliegue militar era tal que movía a la broma de los inofensivos, hambrientos y derrengados ocupantes de los autocares ("si vosotros nos tenéis tanto miedo, no os preocupéis; más miedo os tenemos a vosotros").
Una hora más tarde, en el Ministerio del Interior, su titular, el general Rapela, recibía a los periodistas para una rueda de prensa sobre un retorno del que en Uruguay prácticamente no se puede escribir una palabra. Un corresponsal anglosajón, algo cansado por toda la molesta guerra de papel padecida, le espetó: "¿No cree, señor ministro, que el recibimiento que ustedes han dispensado a Wilson Ferreira es propio de 1984?"

Rapela dudó y terminó por contestar con absoluta ingenuidad: "Perdóneme, pero no comprendo su pregunta."

Obviamente, los militares uruguayos parecen no haber leído a Orwell, pero el sábado le hicieron el honor de llevar a la práctica sus predicciones.

17/6/84

El "desembarco" de Wilson Ferreira en Montevideo (17-6-1984)

Al día siguiente del golpe de Estado militar de 1973, Wilson Ferreira Aldunate, líder del Partido Blanco uruguayo y jefe de la oposición al Gobierno colorado, esperaba junto a su mujer, Susana, el despegue de un avión privado. El aparato tenía permiso de despegue, pero la pequeña pista, dado el estado de sitio, se encontraba vigilada por las tropas. El pequeño aeroplano comenzó a rodar por la pista. Wilson y Susana salieron de los matorrales en los que estaban escondidos y corrieron hacia él. Una portezuela se abrió y el matrimonio se tumbó en el suelo de la carlinga esperando los disparos. Ferreira susurró a Susana al oído: "No me dirás que te he dado una vida aburrida". Once años después, a las diez de la noche del pasado viernes, zarpaba del puerto de Buenos Aires el Ciudad de Mar del Plata, vapor de línea entre la capital argentina, y Montevideo, para desembarcar en Uruguay a Wilson Ferreira, ya candidato presidencial a las elecciones previstas para noviembre por la dictadura militar Nuestro corresponsal en el Cono Sur entrevistó a Ferreira poco antes de que embarcase.

Wilson Ferreira tiene 65 años y tres hijos de su matrimonio. Le falta una asignatura para terminar Derecho, y dedicó toda su vida adulta a la política uruguaya dentro del Partido Nacional -o Blanco-, que sólo durante ocho años alcanzó a gobernar el país, dada la hegemonía electoral (siempre por unos escasos miles de votos) del Partido Colorado. Blancos y colorados, en una traslación siempre peligrosa, podrían equipararse, a los conservadores y laboristas británicos, o a los republicanos y demócratas estadounidenses. Los blancos, representantes del campo y los ganaderos, siempre en buenos contactos con Argentina; los colorados, representantes de la pequeña burguesía urbana de Montevideo, siempre en buenos términos con el gigante brasileño.

Ferreira escapó de Buenos Aires tras el asesinato, en el que colaboraron los servicios de inteligencia militar argentina y de Uruguay, de Zelmar Michelini, senador, y de Héctor Gutiérrez, ex presidente de la Cámara de Diputados. Fueron secuestrados y ase sinados en la capital argentina en un operativo que incluía la muerte de Ferreira, a quien no pudieron encontrar.

Tras denunciar ante el Senado estadounidense las atrocidades de la dictadura castrense uruguaya, Wilson Ferreira se convirtió en la bestia negra de los militares. Más de 500 personas le acompañan en el Ciudad del Mar del Plata, de bandera argentina, en su regreso al país tras 11 años de exilio.

El Gobierno de Montevideo, que preside nominalmente el general Gregorio (Goyo) Álvarez, ha prohibido a la Prensa cualquier mención directa o indirecta del regreso del líder blanco. No parece que vuelva al país un líder político acompañado de 190 periodisas y correligionarios; parece que regresara una división armada con capacidad operativa de desembarco. Desde la caída del sol el viernes se cerró la ciudad vieja de Montevideo, y el puerto está patrullado por tanquetas militares. Helicópteros artillados sobrevuelan la ciudad, y las emisoras de radio emiten comunicados periódicos, enmarcados entre marchas militares, informando del presunto acceso al país de comandos terroristas, e intentando disuadir a la población de acudir a los aledaños del puerto para recibir al exiliado que vuelve.

No se alberga la menor de las dudas sobre que Ferreira y su hijo serán detenidos en cuanto atraque el vapor, y, a tenor de informes llegados desde Montevideo, serán trasladados directamente al siniestro penal de la ciudad de Libertad.

Sin ningún miramiento, a Ferreira se le reputa en Montevideo de físicamente cobarde; es posible que lo sea, como en el mismo sentido lo fue Manuel Azaña. El jueves se encontraba traspuesto en la cama, en un hotel de Buenos Aires, quizá somatizando su futuro personal. Pero el caso es que vuelve, y que lo hace en una apuesta de a todo o nada,para colocar a la nerviosa dictadura uruguaya ante sus propias contradicciones.

Pregunta. ¿No tiene miedo de ser asesinado a su regreso?

Respuesta. No. No se dan las condiciones objetivas para un regreso a la filipina. Podría tener temor en Buenos Aires, y ya se han encargado allí de protegerme en lo posible. Una vez en manos de los militares uruguayos sé que nada podrá pasarme. No tengo ninguna veleidad por ser un mártir y ya he repetido que harán conmigo lo que los uruguayos quieran que hagan. No pienso someterme a la jurisdicción uruguaya actual por cuanto rechazo su legitimidad, pero debo regresar a mi país.

P.Usted ha sido muy duro con las Fuerzas Armadas, pueden temer de usted una actitud revanchista.
R. No soy candidato a juez ni a fiscal. Soy candidato a presidente de la República. Los problemas acumulados se resolverán y a la satisfacción de todos, cuanto menos se crispe la gente. El Ejército uruaguyo está muy equivocado respecto a mí y a mi partido. Lo quiere todo firmado, como en las ordenanzas españolas, y en política las cosas no siempre son así. Acaso sea una herencia de esas ordenanzas en las que un centinela -la centinela, en el mejor castellano- lo tiene todo organizado y programado, hasta tal punto que puede morir antes de conocer quién le asalta.

Yo no voy a destruir al Ejército uruguayo, sino que lo voy a dignificar, pero no terminan de comprenderlo.

P. ¿No es un precio excesivamente alto su candidatura a ultranza para la celebración de elecciones en Uruguay?

R. Mi partido no acepta que se lleven a cabo elecciones con proscripción de candidaturas a personas. Yo no sé qué pensarán en la Europa democrática de nuestra postura, que a mí me parece elemental. Ustedes deben entender que son los propios militares uruguayos los que repiten constantemente que sin acuerdo previo no puede haber elecciones. Saben perfectamente que no se puede llamar a votar sin la anuencia del Partido Blanco. Y yo me ofrezco como ofrenda de paz, como afirmé recientemente en Argentina: si el Gobierno uruguayo convoca elecciones con el pleno restablecimiento de libertades que fija la Constitución, retiro mí candidatura, y aun así me resultará escaso el presunto sacrificio.

P. ¿Su regreso podrá entorpe. cer el calendario electoral?

R. Yo no tengo alma de mártir pero vuelvo con el signo de la alegría y de la reunificación, del reencuentro y de la venida tranquila. No vuelvo para la guerra ni para el enfrentamiento. Mis simpatizantes tienen consignas de recibirme en la más absoluta paz, con esperanza y bajo el signo de la reconciliación nacional para todos. Quiero unas elecciones realmente libres y tranquilas para mi país, sin el menor ánimo de revanchas históricas. Los problemas continuarían en el futuro si se mantienen las exclusiones y las proscripciones.

P. ¿Algo más?

R. Que regreso en son de alegría y paz. Que creo tener todo mi derecho a volver, que de nada se me puede acusar y que sólo aspiro a las elecciones libres y democráticas de noviembre sin el menor rencor ni remisionismo. Que confío en que las democracias europeas -y particularmente la española- entiendan la postura de mi partido y la arbitrariedad de mí inmediato encarcelamiento.

El viernes, Montevideo era un hervidero de rumores. Las emisoras de radio transmitían constantemente comunicados mientras los helicópteros sobrevolaban la ciudad. Lo dicho, no parecía que regresara un hombre con 11 años de exilio a sus espaldas, sino todo un ejército de desembarco. La realidad es que el personaje está cansado, fatigado en extremo por una gripe y sin la menor de las ganas de ser apresado por sus rencorosos, enemigos políticos. Pero se apresta a volver en esta noche del viernes para que nunca más, al menos, le reprochen sus detractores que siempre aduzca su condición de católico para no batirse en duelo, una práctica legal en Uruguay.

Sea como fuere, es un hombre que regresa para entregarse a quienes no le pueden soportar. La vuelta al todo o al nada del vapor de línea entre Buenos Aires-Montevideo que habrá hecho el Ciudad del Mar del Plata.

14/6/84

Convencimiento en Argentina de que el país hará frente a sus compromisos de pago (14-6-1984)

La incertidumbre y alarma mundiales por la posición argentina ante el Fondo Monetario Internacional no son comprendidas ni aceptadas en este país. Las opiniones de los líderes políticos sobre la carta unilateral de intenciones al Fondo Monetario Internacional son discrepantes, y van desde su suscripción al rechazo absoluto, dividido en dos frentes: quienes estiman que la posición argentina es claudicante ante sus acreedores y quienes piensan que el proyecto económico-financiero del Gobierno de Raúl Alfonsín es heterodoxo e incoherente.

Lo que nadie piensa en Buenos Aires es que el Gobierno radical de Alfonsín albergue la menor idea de abandonar el Fondo y ser declarado en suspensión internacional de pagos. Todas las fuerzas políticas argentinas coinciden en la necesidad de afrontar y pagar la deuda externa -excepción hecha de gropúsculos de la izquierda maximalista- y sólo difieren en la concreción del plan económico que haga posible dicho pago, volviendo a coincidir en que los pagos no pueden sumir al país en la miseria.Hasta el ultraconservador diario Ámbito financieroestima que aun cuando el Gobierno ha optado por caminar en el borde de un precipicio, la carta argentina de intenciones deja abierta la posibilidad de nuevas negociaciones. Sólo un punto oscuro se destaca en esta tranquilidad: el pasado lunes el Banco Central Argentino no habilitó a los importadores para pagar los vencimientos atrasados después de febrero. Se especula con la posibilidad de que se desee acumular divisas durante unos días de cara a un enérgico enfrentamiento con el FMI, pero a nadie le cabe en la cabeza que el presidente Alfonsín haga con la deuda externa lo que el general Galtieri hizo con las islas Malvinas.

En Washington, el anuncio de que Argentina va a negociar directamente con el FMI, dando la espalda a la misión de este organismo enviada a Buenos Aires, ha hecho en las últimas horas crecer el nerviosismo en círculos financieros y bancarios norteamericanos, informa la agencia Efe.

Una bomba de tiempo

El agravamiento del problema pone en evidencia la paradójica dependencia de la banca privada acreedora. Datos actualizados señalan que México, Brasil, Argentina y Venezuela deben a una decena de bancos norteamericanos la suma de 37.038 millones de dólares (más de 5,5 billones de pesetas). La estabilidad financiera de la gran banca de EE UU depende de la capacidad de pago de esos países.El precedente ya existe, aunque, afortunadamente para la banca privada, la deuda boliviana no tiene entidad suficiente como para provocar el cataclismo. La deuda latinoamericana ha sido comparada durante la reciente cumbre de líderes de países industrializados con una "bomba de tiempo".

En Buenos Aires, los funcionarios del Gobierno y el propio presidente, en público y en privado, han reafirmado su intención de afrontar los pagos, con las únicas salvedades de esclarecer la deuda (economistas imparciales estiman que al menos un tercio de los 43.000 millones de dólares son evasión de capital) y de no obligar al país a entrar en recesión económica.

La estimación de que Argentina podría vivir algunos años en régimen de autarquía -tiene alimentos, petróleo y enriquece su uranio- es un supuesto económicamente cierto pero políticamente falso. Por obvio que resulte, debe recordarse que los argentinos no son bolivianos, y que la mayoría social de este país es europea en su origen y en su identificación, urbana, exitista y consumista.

Ya el aplazamiento de los pagos y el mercado negro subsiguiente están provocando gravísimos desabastecimientos para la salud pública o para la psicología nacional, por exponer sólo dos ejemplos. Oncólogos y enfermos se desesperan ante la falta de drogas de importación y los automovilistas que compraron masivamente sus vehículos en el extranjero durante la dictadura militar no pueden reponer ni un parachoques.

Además del estudio de las cuentas y de los análisis económicos parece necesario vivir en la Argentina para entender las quejas del presidente Alfonsín hacia los países desarrollados expuestas en su mensaje a las Cortes generales de España. Las huelgas de celo de los empleados telefónicos y de Correos tienen sin servicio a 300.000 teléfonos en el gran Buenos Aires e inutilizadas las llamadas por operadora al exterior, y 12 millones de cartas -sólo en la capital- permanecen acumuladas en sus sacas.

En los primeros seis meses del año la inflación asciende al 169%, tras un 434% -oficial- en 1983. La clase media urbana está proletarizada y los obreros de la industria no llegan al 20 de cada mes. Cada día son más frecuentes las referencias a la inflación de la República de Weimar que aceitó el camino del nazismo. Sólo el recuerdo del barbarismo de la dictadura militar impediría el surgimiento de un Hitler argentino.

Problemas estructurales heredados terminan de configurar el sombrío panorama: el subsecretario de Administración Tributaria ha revelado que la evasión fiscal argentina en el pasado año es calculable entre 3.500 y 4.200 millones de dólares, lo que se acercaría a un décimo del total de la deuda externa.

11/6/84

Interrogadas 20 personas en relación con el atentado a Isabel Perón (11-6-1984)

La policía aeronaútica, policía federal y el juez de Lomas de Zamora -municipalidad del aeropuerto internacional de Ezeiza- continúan investigando infructuosamente la autoría del sabotaje al avión de línea que debía trasladar a España a Isabel Martínez de Perón. Han sido interrogados una veintena del centenar de operarios que trabajaron el viernes en el jumbo de Aerolíneas Argentinas con destino Río de Janeiro-Madrid-Ginebra, pero hasta el domingo no se habían practicado detenciones.Cabe descartar que el atentado fuera dirigido contra el ministro de Trabajo, Casalla, o el delegado presidencial para la negociación con los sindicatos, Barrionuevo, dada la escasa protección policial que disfrutan los altos funcionarios del Gobierno de Alfonsín. Como afirma el senador por la Pampa, Berhongaray, "a los funcionarios del Gobierno radical se les puede asesinar en cualquier esquina".

Por otra parte, las organizaciones armadas revolucionarias argentinas -principalmente Ejército Revolucionario del Pueblo y los Montoneros- ya fueron aniquiladas por la dictadura militar, y sus jefes sobrevivientes han autocriticado el error histórico que representó el terrorismo de izquierda en el país y han acatado públicamente la legalidad democrática.

Se ha confirmado, asimismo, la sofisticación tecnológica del detonador atmosférico de los 400 gramos de trotil exógeno colocados en el tren de nariz del Jumbo y las dificultades para su colocación subrrepticia. El atentado, en suma, no parece haber sido obra de un grupo terrorista convencional.

La profesionalización de los autores del complot y la desmesura del mismo (habrían perecido 300 personas junto a la viuda de Perón y los dos altos funcionarios radicales) expanden la sospecha de que las autoridades de Ezeiza no descubrieron la bomba en un exceso de celo vigilante, sino gracias a una información previa. Los conspiradores, según esta hipótesis, sólo habrían intentado alardear de su poder.

Dirigentes radicales comentan que el atentado ha sido un mensaje de la ultraderecha para el presidente Alfonsín.

Debe recordarse que hasta el propio Gobierno se encuentra alarmado por las conclusiones del informe final de la Comisión sobre Desaparición de Personas, que es durísimo para las Fuerzas Armadas en su conjunto.

Un ejército de un solo hombre (11-6-1984)

Raúl Ricardo Alfonsín, de abuelos gallegos, casado, con hijos dedicados a la medicina y al derecho, ya con nietos, abogado, nació hace 56 años en el pueblo de Chascomús, en la provincia de Buenos Aires, una especie de poblachóñ manchego en plena pampa húmeda, muy alejado -pese a su cercanía- del exotismo y la viveza porteñas.Profesional del Derecho pero volcado desde muy joven en la política, nunca pasó de ser "un abogado de pueblo", imagen ya inherente a su personalidad: un punto rechoncho, siempre paternal, nada agresivo pero con fuertes convicciones morales. Jamás ha tenido coche y sus bienes de fortuna se reducen a una casa familiar en Chascomús.

La sociedad porteña y bonaerense (la mitad del país) es maledicente y cruel con sus hombres públicos y los chistes y los sarcasmos sobre las primeras figuran pueden llegar a ser demoledores. Raúl Alfonsín se ha librado hasta el momento de la carnicería verbal de sus conciudadanos y mantiene incólume el respeto de todos, incluida la oposición peronista derrotada antes por el alfonsinismo que por la Unión Cívica Radical.

Dentro de una generalizada aceptación de la moralidad tradicional de los radicales y de los inconmensurables problemas que han de afrontar desde el Gobierno, las críticas acerbas sólo alcanzan al supuesto nepotismo de algunos ministros y secretarios de Estado y vagas acusaciones de hipótetica corrupción económica hacia Alfredo Storani, ginecólogo, secretario de Estado de Industria y Energía y políticamente íntimo de Alfonsín (se le denomina "la ruta número uno" porque va directo a La Plata -la capital de Buenos Aires).

Pero, en ausencia de sondeos de opinión fiables, es fácil detectar que el presidente mantiene intacta su autoridad moral personal, su credibilidad, la sensación de confianza que inspira y que en gran medida le dio el triunfo electoral en el pasado mes de octubre. Acaso su principal defecto político resida en que es un ejército de un solo hombre. Poco se habla o se escribe en Argentina sobre radicalismo y mucho dealfonsinismo. Sus más directos colaboradores son pocos -Caputo, ministro de Asuntos Exteriores y Culto; Borrás, de Defensa, y Germán López, secretario general de la Presidencia- y carecen de brillo partidario relevante. Un radical de gran prestigio como Juan Carlos Pugliesse se encuentra bloqueado políticamente en la presidencia del Congreso, donde era necesaria una figura de su serenidad y hasta de su sentido del humor.

Así las cosas, Alfonsín se ha visto compelido a un desgaste personal insólito en un presidente que comienza su mandato. En menos de seis meses no ha habido semana en que no se dirigiera al país por radiotelevisión, presidiera un acto público, visitara una guarnición arengando a jefes y oficiales, recibiera nutridas comisiones, negociara personalmente con los demás partidos o díscurseara por medio país levantando los decaídos ánimos nacionales. Se le podrán reprochar muchas cosas menos la de ser un hombre encerrado en la Casa Rosada.Tal desgaste es el precio del alfonsinismo. La Unión Cívica Radical, que se reclama en buena parte del krausismo español, desconfiada de los movimientos de masas, acostumbrada a resolver los problemas en comité, partido de maneras austeras y reservadas, carece de figuras como Alfonsín capaces de disputarle al fantasma de Perón la balconada de la Casa Rosada.

Camino de caudillo

El propio Alfonsín ha elegido su propio camino de caudillo, en un país tan necesitado anímicamente de ellos y cuyos máximos y recientes exponentes fueron Balbín por el radicalismo y Perón por el justicialismo. De ahí el frentismo que practica -del que Perón fue un virtuoso- y su empeño por firmar un acta de coincidencias con la oposición, pese a estar gobernando con el 52% de los votos tras unas elecciones en las que emitió el sufragio más del 80% del censo.Desde una perspectiva europea -no necesariamente acertada el mayor error de Alfonsín radicaría en su empeño de superar íncluso el actual bipartidismo perfecto de radicales y peronistas hasta alcanzar un hipotético nuevo movimiento histórico -un gran acuerdo nacional interpartidario e interclasista- que monopolice la política argentina y haga resurgir nuevamente al país.

Sus primeros movimientos estratégicos -fracasados- intentaron desmontar el aparato peronista de control de los sindicatos, abiertamente antidemocrático, corrupto y mafioso. Hubiera tenido éxito de contar con una situación económica menos dramática, pero es dificil desensillar a un líder sindical -por venal que resulte cuando la mayoría de la población asalariada no llega jamás a fin de mes.

Notables reflejos

Alfonsín rectificó su equivocación con notables reflejos, sustituyendo a su primer ministro de Trabajo, pactando con los dirigentes sindicales más próximos a Isabelita Perón y tejiendo con la, a la postre, jefa del justicialismo y de la oposición una red de falemas, desagravios y gentilezas. El tiempo dirá si la maniobra le ha costado cara o barata. Pero el corrimiento del justicialismo hacia su derecha más conservadora corresponde a los deseos de Alfonsín desde que en 1972 fundara la línea interna Renovación y Cambio, dentro de la UCR.Entonces estimó acertadamente que el radicalismo había desdeñado históricamente el fenómeno de la proletarización de amplios sectores de la población argentina, y trabajó para que los radicales no se enmohecieran en el gueto de sus despachos. Ahora aspira, presumiblemente, a ocupar permanentemente el amplio espacio argentino de centro izquierda que le dio sus votos en octubre sobre el peronismo y a detraer hacia su reformismo regeneracionista al sector más joven del justicialismo frustrado por la derrota y horrorizado ante la dirección de Isabelita.

El caso es que tras la segunda visita de la viuda de Perón a Buenos Aires y su firma del acta de coincidencias -reflejo de los madrileños pactos de la Moncloa-, ya no podrán los peronistas salir a la calle a rimar "¡se va a acabar, se va a acabar, la dictadura radical!". La verdad es que últimamente salían poco y su presencia siempre era menguada. Lo que a Alfonsín le resultará más duro detener es la escalada de conflictividad social, que ya rebasa ampliamente a la propia dirección de los gremios y que todos los días paraliza a algún sector de la economía o los servicios de la capital. "Aborrézcanme, pero no me paren el país", afirma continuamente el presidente.

Quizá en este aspecto Raúl Alfonsín haya cometido su mayor error de apreciación. Aún no se ha dirigido a sus compatriotas -pese a su poder de convicción- explicándoles claramente que años de reflexión y pobreza se ciernen inexorablemente sobre la República, y pidiéndoles su sacrificio para restaurar la prosperidad perdida. Por el contrario, y pese a aludir constantemente a las tremendas dificultades que acechan al país, continúa insuflando optimismo a sus conciudadanos recordándoles que aún Argentina, dadas su riquezas, podrá alcanzar su lugar al sol entre las grandes naciones.

Acaso llegue a ser así, pero con toda probabilidad, lo que ahora mismo precisa el pueblo argentino, tan castigado, es la inspiración de un aliento diferente: una advocación a la sangre, el sudor y las lágrimas, en las que terminar de forjar un país que se autoabastece de alimentos, de energía, dotado de un inmenso y fértil territorio en el que se desperdigan no más de 28 millones de personas, mayoritariamente europeas y cultivadas, que produce su propio uranio enriquecido y que, sin embargo, desde la década de los años veinte, no ha hecho otra cosa que retroceder en el listado de las naciones poderosas y prósperas.

Sean las cosas como fueren, no es un despropósito afirmar que Raúl Alfonsín en esta hora argentina es una personalidad dificilmente prescindible. Ni aun escarbando entre toda la nómina política, aparece otra figura con alguna posibilidad de extraer al país de su enorme depresión. Y ello con todos los riesgos inherentes a que Alfonsín constituya un frágil ejército de un solo hombre.

10/6/84

Apoyo a una frágil democracia (10-6-1984)

Todo el peso de la visita que mañana iniciará el presidente Alfonsin a España, descansa en el apoyo diplomático y publicitario que el Gobierno de Madrid pueda prestar a la renacida y frágil democracia argentina. A este respecto ya se agradecen previamente en Buenos Aires todos los gestos de simpatía hacia Raúl Alfonsín y de dignificación de su estancia en España que se vaticinan aquí.La diplomacia de la Argentina democrática, además, pese a estar dirigida por Dante Caputo, formado en Francia y casado con una francesa que abandonó en octubre su cargo de secretaria del embajador galo en Buenos Aires, repetidamente tildado desde la oposición de europeizante y excesivamente relacionado con la socialdemocracia europea, ha emprendido un nuevo camino de relación con América Latina desconocido en este país.

La diplomacia radical, pese a los recelos personales sobre su canciller, se ha volcado abiertamente en una política de concertación latinoamericana -particularmente en materia del pago de la deuda externa- que ofrece escasas dudas aunque marca sus distancias con el desesperado tercermundismo practicado por la última Junta Militar.

En este contexto el viaje de Alfonsín a España adquiere desde aquí mayor relevancia que la sentimental por su efecto de rebote sobre el resto de las naciones latinoamericanas, sobre las que Argentina seguiría aspirando a cierto papel preponderante por sus riquezas y su cultura. Por otra parte, son constantes las referencias hacia la recuperación pacífica de la democracia en ambos países, y la simpatía argentina por los Reyes, Felipe González y Adolfo Suárez es indiscutible. Aunque pueda parecer sentimental -y este pueblo lo es- un cálido recibimiento a Alfonsín en España significará mucho para esta castigada sociedad, sea o no de origen español.

Alfonsín podía haber realizado su "presentación en Europa" mediante una gira continental que le hubiera deparado amabilísimos recibimientos en Francia y apoteosis de calor humano en Italia. Ha optado finalmente por hacer un viaje de ida y vuelta sólo a España que hace meditar en la frase ya típica que se escucha en muchos países latinoamericanos cuando el interlocutor se dirige a un español: "eso de la madre patria los únicos que no se lo creen son ustedes".

La nutrida delegación argentina que acompaña al presidente Alfonsín y su esposa, intentará que fragüen proyectos concretos de colaboración entre ambos países, al margen de los sinceros abrazos de amistad. Todavía hay acuerdos firmados entre ambos países con ocasión de la visita de los Reyes y que duermen el sueño de los justos. El diferendo más importante -los 1.200 millones de dólares que nos deben los argentinos- ya se sabe que será estudiado con la mayor comprensión por España.

En materia de venta de armas la reducción argentina en su presupuesto militar permite diseñar pocos proyectos. La Armada tiene poco que comprar y de hacerlo continuaría en su línea de adquisiciones hacia Italia o Alemania. Sólo cabría vender el Aviocar a la preceptura naval argentina para su patrullaje costero. La aviación, indignada por sus recortes presupuestarios pese a su éxito en las Malvinas, tiene poco dinero que invertir y se encuentra lógicamente fascinada por la tecnología cohetera francesa. El Ejército de Tierra sólo puede interesarse con nuestros vehículos blindados.

Se hablará sin duda durante la visita de las autopistas bonaerenses construidas a medias entre empresas españolas y firmas argentinas.

Condena unanime en Argentina del frustrado atentado contra la ex presidenta Isabel Perón antes de salir hacia Madrid (10-6-1984)

"Nadie se muere cinco minutos antes" fue el único comentario de María Estela Martínez de Perón (Isabelita) a la colocación el viernes de una carga explosiva en el avión que debía trasladarla a Madrid. Las reacciones de repudio y condena por parte de todas las fuerzas políticas fueron inmediatas y unánimes y la sensación de temor fue evidente en Buenos Aires al propagarse la notica. IA ex presidenta y jefa del Partido Justicialista llegó ayer a Madrid en medio de un impresionante despliegue de seguridad.

Poco antes de que Isabelita abandonara su hotel camino del aeropuerto, la policía aeronáutica encontraba un artefacto con aspecto de un walkie-talkie en el alojamiento del tren de nariz del jumbo de Aerolíneas Argentinas, que debía trasladar a la señora hasta Madrid con escala en Río de Janeiro. En el aparato también se disponían a volar el ministro de Trabajo, Juan Manuel Casella; el delegado del presidente argentino para la negociación con los sindicatos, Hugo Barrionuevo, y otros altos funcionarios, así como un equipo de periodistas que cubrirá la visita del presidente Alfonsín a España.Una brigada de explosivos del arma aérea retiró la bomba armada con 400 gramos de Trotyl exógeno, dotada de un sistema de detonación atmosférico.

Parece obvia la dificultad -salvo para personal autorizado- de colocar una bomba en el tren de aterrizaje de un aviónque se apresta a despegar. Sólo pueden hacerse hipótesis sobre la autoría. A 24 horas de la firma de un acuerdo nacional interpartidario y a menos de seis meses de la restauración democrática, no existe grupúsculo político organizado que pueda encontrar beneficio en la acción.

Dada la sofisticación del artefacto y la dificultad de acceso a las pistas, sólo los aún no desmontados grupos de tareas que los militares organizaron la guerra sucia parecen haber podido preparar el atentado.

El día que los vientos se llevaron el río de la Plata (10-6-1984)

Seis meses después de la toma de posesión de Raúl Alfonsín como presidente de Argentina -cuyo fracaso como nación es uno de los grandes misterios del siglo XX, según la cita ya clásica- no -sólo debe enderezarse una herencia política y económica podridas, sino que deben rectificarse los cimientos mismos del Estado, tras la gestión de los militares que derrocaron a María Estela Martínez de Perón. No obstante, los pasos dados hasta ahora han sido, de gigante, comenzando por el hecho de que el presidente que dio posesión a Alfonsín, Reynaldo Bignone, habita hoy una cárcel militar. El presidente argentino inicia mañana una visita oficial a España.

Hace sólo nueve meses, en las postrimerías de la última Junta Militar que gobernó este país, la posibilidad de que quedara destruido el Estado argentino era algo más que una hipótesis de trabajo intelectual.En aquellas recientes fechas, el grueso, calvo y torpón ministro de Economía, Jorge Whebe, objeto de todo tipo de chanzas por sus continuas equivocaciones verba les, se negaba a regresar de Washington, donde renegociaba parte de la deuda externa argentina aduciendo una falsa crisis cardiaca. Veinticuatro horas antes, Julio García del Solar, presidente del Banco Central -de hecho, el ministro de Hacienda argentino había sido detenido en el aeropuerto internacional de Ezeiza por la policía federal, a requerimiento de un juez patagónico (mero agente de la Fuerza Aérea) que le acusaba de oficio de incumplir sus deberes públicos al negociar desventajosamente las deudas de la compañía nacional Aerolíneas Argentinas.El entonces presidente, Reynaldo Benito Bignone, general de división retirado, hombre de paja del teniente general Nicolaides, jefe del Ejército de Tierra, no pudo hacer otra cosa que ofrecer al director del banco emisor argentino elTango, el avión presidencial, para que volara desde Buenos Aires hasta el confin del mundo austral, donde prestó declaración y pernoctó en la cárcel. El ministro Whebe no regresó de Washington hasta recibir seguridades de que la policía federal no le esperaba en el aeropuerto de Buenos Aires.Un mes antes, el todopoderoso almirante Massera, triunviro de la Junta Militar que derrocó a Isabelita Perón, ingresaba en prisión preventiva, acusado de ocultación de pruebas en la causa abierta por la desaparición del marido de su amante. En aquellos extraños días, en los que hasta se ponía públicamente en duda la viabilidad de las elecciones de octubre, otra noticia descendió sobre las mesas de los periodistas: los ladrones habían desvalijado la quinta personal del presidente Bignone, llevándose hasta los televisores.

La cita, ya clásica, de que uno de los grandes misterios del siglo XX es el fracaso de Argentina como nación adquiría entonces dimensiones inquietantemente palpables. Nueve meses después, apenas a seis meses de la toma de posesión del presidente Alfonsín, el retrato del país es diferente; los esfuerzos por institucionalizar el régimen democrático han sido ímprobos, y tan encomiables como inútiles los intentos de restituir la moralidad perdida a una sociedad profundamente engañada y, por consiguiente, descreída.

No obstante, los pasos dados han sido de gigante. Ahora el ex presidente Bignone, quien intercambió con Alfonsín la banda blanquiazul presidencial, habita una cárcel militar por sus supuestas responsabilidades en la desaparición de dos reclutas; las tres primeras Juntas Militares, presididas por los generales Videla, Viola y Galtieri, se encuentran procesadas ante la justicia castrense por orden del Gobierno y por presunta violación de los derechos humanos. Un juez acaba de prohibir la salida del país a los integrantes de la primera Junta, implicados en la desaparición de un ciudadano. Massera sigue en el apostadero naval de El Tigre. El contralmirante Chamorro, siniestro director de la Escuela de Mecánica de la Armada, amante de una de sus víctimas -una militante montonera-, fue reclamado a Suráfrica y aguarda su destino en un hospital naval, recuperándose de un infarto, bajo vigilancia militar.

Procesos contra militares

El general Ramón Camps, ex. jefe de la policía bonaerense, el carnicero de Buenos Aires, continúa preso, por orden directa de Alfonsín, esperando su juicio. El teniente general Suárez Mason, ex jefe del primer cuerpo de ejército y ex jefe directo de Camps, ha huido y, por ser prófugo de la justicia, ha sido separado del Ejército. Todos los integrantes de la penúltima Junta Militar han sido procesados por sus propios camaradas y permanecen en prisión militar preventiva -con petición fiscal de pena de muerte- por su comportamiento durante la guerra de las Malvinas, y hasta otros 200 jefes y oficiales serán juzgados en el futuro por su participación en la guerra sucia contra la subversión.

-El jefe operativo de la Triple A, Aníbal Gordon, y gran parte de sus más directos sicarios están también en la cárcel esperando su proceso. La guerra sucia de la economía -en la que los militares demostraron su virtuosismo- es investigada desde el Congreso con algunos escasos pero espectaciulares resultados: el brigadier Cacciatore, ex intendente de Buenos Aires, ha dado con sus huesos en prisión sin fianza hasta que en su juicio pueda justificar la pequeña falta de 200 millones de dólares.

En el Congreso y en el Senado los legisladores trabajan sobre proyectos de ley que modificarán los códigos, equiparando la tortura al asesinato cualificado y estableciendo la legitimidad de la rebelión contra quien subvierta el orden constitucional; el Ejército de Tierra ha pasado de tener 60 generales a contar con 16; se adelanta el licenciamiento de las quintas; se prepara la disolución de un cuerpo de ejército, y el presupuesto de defensa se ha rebajado en un 33%

Pese a las legítimas protestas de las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, que todos los miércoles, a las cuatro de la tarde, continúan dando vueltas al obelisco frontero a la Casa Rosada para reclamar a sus hijos y sus nietos, mucho se ha logrado en seis meses para institucionalizar la democracia y restaurar la confianza en el derecho y en la vida. Lo que ocurre es que el Gobierno radical afronta problemas ingentes, algunos de los cuales, sencillamente, carecen de solución. No sólo debe enderezarse una herencia política y económica podrida, sino que deben rectificarse los mismos cimientos de un Estado sobre el que los militares practicaron eficaces ejercicios profesionales de tierra quemada.

Finalmente, la desesperanza que provoca la contemplación del horror ha afectado profundamente a una sociedad que siempre se consideró entre las mejores de la tierra. Los argentinos se acercan cada día al corazón de las tinieblas, y hasta el propio Gobierno comienza a temer los efectos de la publicación del informe final de la comisión sobre desaparición de personas. Ya los testimonios de algún torturador de la Escuela de Mecánica de la Armada reducen al marqués de Sade al papel de un mero juguetón erotómano. Y el horror pasó por Argentina cuando la mayoría de esta sociedad disfrutaba del monetarismo de los Chicago boys, viajaba a Europa beneficiándose de un cambio ficticio del dólar y comentaba "por algo será" cada vez que algún conocido desaparecía en los chupaderos de los grupos de tareas del Ejército o la Armada. Pesó la filosofía porteña del "no te metás", que ahora corroe las conciencias argentinas.

Hace dos semanas sopló el pampero sobre Buenos Aires durante toda una noche, desenraizando gruesos árboles que se derrumbaban sobre las fachadas de las casas. Vientos violentísimos del noreste hicieron descender dos metros el nivel del río de la Plata en pocas horas.

En el final de este otoño porteño se hacía realidad uno de los cuentos del recientemente fallecido Manuel Múgica Lainez en su MisteriosaBuenos Aires: el día en que los vientos se llevaron el río de la Plata perdiéndolo en la mar. Desde uno de los barrios costaneros podía observarse en la lejanía del lecho de barro al descubierto varios automóviles semienterrados en la arcilla achocolatada. Con los prismáticos -la anchura del río es superior a la curva del horizonte-, los compañeros de Fernández Pondal, director de última Clave, y de Jullán Delgado, redactor de Mercado, -intentaron infructuosamente observar algún detalle en aquella chatarra reaparecida: ambos habían desaparecido durante la dictadura militar con sus autos.

Cesó el pampero, recuperó su nivel el Plata, volvieron a desaparecer los automóviles del lecho del río, y esta sociedad, o al menos esta ciudad, se reafirmó en su acuerdo tácito de que habrá que dejar enterrados en el légamo algunos recuerdos para terminar de exorcizar otros y abandonar definitivamente el territorio de la reciente pesadilla argentina.

9/6/84

Encontrada una potente bomba en el avión en que Isabel Perón tenía previsto regresar a España (9-6-1984)

Una bomba con medio kilo de explosivo fue encontrada ayer por la policía aeronáutica que inspeccionaba el avión en que Isabel Perón, máxima dirigente del movimiento peronista, tenía previsto regresar hoy a Madrid, finalizando su segundo viaje a Argentina desde la restauración democrática.

La viuda de Perón tomó el avión de regreso en Buenos Aires media hora después del vuelo previsto. Un grupo de expertos desactivó el explosivo que había sido colocado en la trompa del Boeing 747 en el que pensaba salir. El personal especializado procedió a detonar el artefacto en las inmediaciones de la pista principal del aeropuerto.La ex presidenta argentina se ha despedido con un escueto comunicado de y para los propios dirigentes peronistas es un completo misterio su intención sobre su vuelta definitiva al país. Cabe suponer que la jefa de la oposición continuará residiendo en Madrid, a 14.000 kilómetros de sus correligionarios.

Ayer tarde, la señora iba a terminar de confeccionar la lista de integrantes de un consejo superior del movimiento peronista presidido por ella y en el que tendrían relevancia miembros de su personal comisión de enlace (personalidades grises de absoluta fidelidad a Isabel) y los secretarios provisionales de la CGT unificada: Saúl Ubaldini y Jorge Triaca. Así, el segundo hombre del partido, el controvertido líder metalúrgico Lorenzo Miguel, quedaría anulado políticamente para dirigir el justicialismo.

Lentamente y ayudada abiertamente por el radicalismo en el Gobierno, la señora va inclinando la dirección del peronismo sobre su costado más conservador y reaccionario, operación en la que Isabelita está recibiendo también la estimable ayuda de la Iglesia de su país, así como del Vaticano.

No ha pasado inadvertida la preocupación de la señora por incluir en el acta de coincidencias, firmada junto a la Unión Cívica Radical, párrafos sobre la necesidad de proteger la institución de la familia.

Poco antes de su regreso a España, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas denegó la petición del defensor del general Ramón Camps -ex jefe de la policía bonaerense y supuesto responsable personal de al menos 5.000 desapariciones- de que la señora compareciera como testigo en la causa abierta contra su patrocinado. Aduce el defensor de Camps que fue el Gobierno peronista presidido por Isabelita quien ordenó, mediante decreto a las Fuerzas Armadas, "... combatir la subversión hasta su aniquilación total".

8/6/84

Raúl Alfonsín pretende obtener el respaldo español frente al problema de la deuda argentina (8-6-1984)

El próximo lunes, día 11, el presidente argentino, Raúl Ricardo Alfonsín, llegará a Madrid en una visita oficial a España de tres días, en la que el Gobierno de Buenos Aires intentará obtener el respaldo diplomático y amplia comprensión de las autoridades españolas para los problemas económicos de Argentina; especialmente las dificultades para el pago de su abultada deuda exterior.
La visita se prolongará durante otras dos o tres jornadas más (aún no se ha cerrado este tramo del viaje), en un viaje privado a Galicia, donde nacieron los abuelos del presidente argentino. En el Tango 01 de la Fuerza Aérea Argentina acompañarán a Alfonsín y su esposa, los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa, Dante Caputo y Raúl Borrás; el presidente de la Cámara de Diputados, Juan Carlos Pugliese; el de la Corte Suprema de Justicia, Rubén Carrio; y el secretario de la Presidencia de la República, Germán López.Del calendario de actos a celebrar en Madrid destaca la intervención del presidente argentino ante las Cortes Generales Españolas. Es tradición latinoamericana que las Cortes reciban a los mandatarios extranjeros, pero los diputados y senadores españoles, hasta ahora, sólo han acogido en sesión conjunta a José López Portillo en la primera visita de un presidente mexicano a Madrid.

Declaración conjunta

Delegaciones de ambos países trabajan en los borradores de la declaración de Madrid, que será firmada al término del viaje oficial y en la que los Gobiernos español y argentino se reafirmarán en la defensa de los derechos humanos y en la necesidad de salvaguardar o propiciar la democracia como sistema de gobierno en los países de América Latina.Tras seis meses de Gobierno sumamente dificultosos, éste será e segundo viaje al exterior del presidente Alfonsín (el primero fue a la toma de posesión del presidente venezolano, Jaime Lusinchi) y el primero que realiza a Europa.

Peronistas y radicales firman en Argentina un remedo de los 'pactos de la Moncloa' (8-6-1984)

En la tarde de ayer -madrugada hora española- en un acto radiotelevisado desde la Casa Rosada, el presidente Raúl Alfonsín y la jefa del justicialismo, Isabel Martínez de Perón, tenían previsto firmar unacta de coincidencias que encuentra su inspiración en los pactos de la Moncloa. El acta iba a ser suscrita también por el Movimiento de Integración y Desarrollo (escisión de la Unión Cívica Radical que lidera Alfonsín), la Democracia Cristiana, el Partido Socialista Popular y otros varios partidos provinciales. Han objetado el documento el Partido Intransigente, el comunista, el federal, Unión de Centro Democrático y Frente de Izquierda Popular.Tras haber mantenido conversaciones políticas durante las últimas dos semanas con los dirigentes de todos los partidos, el presidente Alfonsín aspiraba a alcanzar un acuerdo por unanimidad en vísperas de su viaje a Madrid. No obstante, la objeción de algunos partidos al acta de coincidencias es puramente simbólica, dada la bipolarización del país entre radicales y peronistas.

El documento, de 16 puntos, se centra en el compromiso interpartidario de rechazar el terrorismo y "cualquier intento de derrocamiento por la fuerza de las autoridades legítimamente constituidas", al tiempo que se hacen repetidas referencias a "la gravedad de las circunstancias que afectan a la República".

El acta rechaza la idea de "fortaleza Malvinas" y su zona de exclusión, y exige que se considere el tema de la soberanía argentina sobre los archipiélagos del Atlántico sur en cualquier futura negociación de paz con el Reino Unido.

Respecto a la deuda externa, los partidos firmantes establecen que el pago quedará supeditado a la legitimidad de la deuda, y que la renegociación de los vencimientos deberá hacerse en base a un programa económico de reactivación nacional.

3/6/84

Los integrantes de la primera junta militar argentina no podrán salir del país (3-6-1984)

El juez federal argentino que investiga la desaparición durante la dictadura militar del técnico Alfredo Giorgi, miembro del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, ha dictado una orden prohibiendo la salida del país a los integrantes de la primera junta militar, teniente general Jorge Rafael Videla, brigadier general del Aire Orlando Agosti y almirante Emilio Massera.  Este último ya se encuentra imposibilitado de abandonar Argentina al encontrarse en prisión preventiva por la desaparición del empresario Fernando Branca, esposo de su amante. El juez federal Luis Córdoba también ha prohibido la salida de Argentina al general retirado Aroldo Pomar, en relación con la misma causa.

Los integrantes de las tres primeras juntas militares que gobernaron el país a partir de marzo de 1976 se encuentran procesados ante la jurisdicción castrense por orden del Gobierno, pero hasta ahora el teniente general Jorge Rafael Videla -primer presidente de la dictadura- tenía total libertad de movimientos. Es la primera vez que la justicia ordinaria implica a Videla en una causa penal por desaparición de personas.

Concluyen los trabajos de la comisión que investiga las desapariciones en Argentina (3-6-1984)

La comisión creada por el Gobierno radical argentino para investigar la desaparición de personas ha dado por terminada la recepción de denuncias sobre el genocidio cometido en el país durante la dictadura militar. El informe final de la comisión civil, presidida por el escritor Ernesto Sábato, será entregado al Gobierno el día 1 de julio, y se conoce de fuentes solventes que será "dramático" por la calidad y cualidad de sus denuncias probadas.

Durante cerca de cinco meses el pueblo argentino ha sido convocado diariamente mediante la radio y la televisión para presentar sus denuncias sobre la desaparición de ciudadanos en los ya célebreschupaderos (los grupos de tareas de las fuerzas armadas denominabanchupar a la acción del secuestro) de Coti Martínez, Talleres Arletti, Olimpo, Puesto Vasco o la misma Escuela de Mecánica de la Armada. Extraoficialmente se estima en 10.000 los casos denunciados con solvencia.La desaparición de personas ha debido ser denunciada bien ante la propia comisión de desaparecidos, integrada por civiles demócratas fuera de toda sospecha, o bien ante las mismas autoridades judiciales de los tres ejércitos; obviamente, ante esta última instancia las denuncias han sido mínimas, y, en cualquier caso, muchos argentinos han optado por el silencio y la resignación.

Fuentes próximas a la comisión de desaparecidos estiman que la publicación de ese informe causará estragos jurídicos y morales entre las fuerzas armadas argentinas. El general Ramón Camps, ex jefe de la policía de Buenos Aires durante los peores años de la represión, y el vicealmirante Raúl Chamorro, jefe de la Escuela de Mecánica de la Armada bajo el triunvirato del almirante Emilio Massera, aparecen como irremisiblemente perdidos ante el cúmulo de pruebas acumuladas contra ellos como violadores de los derechos humanos hasta el sadismo y la abyección.

La cabeza visible del golpismo

También ha podido saberse que la comisión que preside Ernesto Sábato ha conseguido reunir un conjunto de denuncias gravísimas contra el general de división retirado Luciano Benjamín Menéndez, quien, al frente del tercer cuerpo del Ejército, con sede en Córdoba, intentó sublevarse contra el teniente general Jorge Rafael Videla acusándole de liberal y de condescendiente con la subversión.Menéndez -tío carnal del rendidor de las Malvinas a los británicos- es actualmente la cabeza visible del golpismo cívico-militar argentino y ha llegado a afirmar que quienes denuncian los excesos de la guerra sucia son todos izquierdistas subversivos.

Precisamente por su peso político entre la ultraderecha del país, el Gobierno radical no se ha atrevido a decretar su prisión preventiva, al igual que la de Camps o Chamorro, aunque no se descarta que el presidente Raúl Alfonsín la ordene una vez que se haga público el informe.

Integrantes de esta comisión muestran su estupor ante la declaración voluntaria de varios importantes jefes y oficiales que se han autoacusado de prácticas y crímenes horrendos, involucrando con sus testimonios a otros compañeros. Se teme en medios de la comisión que la guerra secreta entre los servicios de información de las tres armas -que entre la Marina y el Ejército llegó al asesinato- se haya reproducido en la investigación.

También se alberga la fundada sospecha de que la inteligencia de los tres ejércitos haya facilitado información sobre algunos casos notorios de sus propios desmanes para reducir las culpabilidades a un círculo mínimo de jefes y oficiales, como Camps o Chamorro, ya en el ostracismo.

Tras comprobarse que la comisión sobre desaparecidos ha recabado pruebas que remiten al horror, ha comenzado en Buenos Aires una campaña de desprestigio centrada en Ernesto Sábato, y capitaneada por la defensa del vicealmirante Chamorro.