"Nadie se muere cinco
minutos antes" fue el único comentario de María Estela Martínez de Perón
(Isabelita) a la colocación el viernes de una carga explosiva en el avión que
debía trasladarla a Madrid. Las reacciones de repudio y condena por parte de
todas las fuerzas políticas fueron inmediatas y unánimes y la sensación de
temor fue evidente en Buenos Aires al propagarse la notica. IA ex presidenta y
jefa del Partido Justicialista llegó ayer a Madrid en medio de un impresionante
despliegue de seguridad.
Poco antes de que Isabelita
abandonara su hotel camino del aeropuerto, la policía aeronáutica encontraba un
artefacto con aspecto de un walkie-talkie en el alojamiento del tren de nariz del jumbo de Aerolíneas Argentinas,
que debía trasladar a la
señora hasta Madrid con
escala en Río de Janeiro. En el aparato también se disponían a volar el
ministro de Trabajo, Juan Manuel Casella; el delegado del presidente argentino
para la negociación con los sindicatos, Hugo Barrionuevo, y otros altos
funcionarios, así como un equipo de periodistas que cubrirá la visita del
presidente Alfonsín a España.Una brigada de explosivos del arma aérea retiró la
bomba armada con 400 gramos de Trotyl exógeno, dotada de un sistema de
detonación atmosférico.
Parece obvia la dificultad -salvo
para personal autorizado- de colocar una bomba en el tren de aterrizaje de un
aviónque se apresta a despegar. Sólo pueden hacerse hipótesis sobre la autoría.
A 24 horas de la firma de un acuerdo nacional interpartidario y a menos de seis
meses de la restauración democrática, no existe grupúsculo político organizado
que pueda encontrar beneficio en la acción.
Dada la sofisticación del
artefacto y la dificultad de acceso a las pistas, sólo los aún no desmontados
grupos de tareas que los militares organizaron la guerra sucia parecen haber
podido preparar el atentado.
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