29/6/06

Santiago Carrillo, mal agorero (29-6-2006)

Tras las elecciones de 1982 corrió el bisbiseo con sordina de que se preparaba el asesinato de Felipe González por unos militares conjurados tras el rebote del 23-F. Cierto que aquella asonada tuvo flecos pero el rumor del hipotético magnicidio quedó en las redacciones. Además, ya decía FG: «De mi seguridad me encargo yo». Cuando Santiago Carrillo regresó a España, se leía en las tapias: «Muerte al cerdo de Carrillo». Y un bienhumorado pintó al lado: «¡Cuidado Carrillo, que te quieren matar al cerdo!». En Sevilla han tildado de asesino a este viejo agitador y éste se ha despachado con la distracción de que quieren matar a Zapatero. Como argüía don Manuel Azaña: «Hay que tener mucho cuidado con poner una tontería en circulación por Madrid porque arraiga mejor que las acacias». O en Sevilla los limoneros.

Las pocas veces que le veo, entre intercambio de pitillos, le encuentro rejuvenecido y nada senil, por lo que alarman más sus tonterías de agitación y propaganda partidarias, porque Carrillo bebe en el nuevo socialismo que nos ha tocado vivir. No hay un Bruto en la derecha española, y los únicos asesinos que Zapatero tiene delante de la mesa son los etarras. Ni Zapatero es víctima propiciatoria o cordero de Dios, ni Carrillo se parece a San Francisco de Asís. Es inelegante y tramposo introducir el asesinato en la liza política porque reviste al protagonista de una toga conmiserativa que oculta sus ambiciones y sus desastres, y, hoy día, aporta un toque kennediano del que tan necesitado está ZP.

No me lavo las manos después de saludarle pero a este Mefistófeles le persiguen al menos responsabilidades políticas por las sacas de las cárceles madrileñas cuando era delegado de orden público. Ha sido siempre un embaucador y engañó desde a Jorge Semprún (Federico Sánchez) a Oriana Fallaci que se enamoriscó tras una célebre entrevista. Siempre a flote, es de la madera de los grandes traidores. Traicionó a su padre Wenceslao y al partido socialista llevándose sus juventudes a las filas comunistas. Traicionó su estalinismo para llegar a la orilla del eurocomunismo, y ahora traiciona a la democracia del 78 a la que tantos favores debe, como el de su impunidad. Ahora va como una peonza por España anunciando la segunda transición, como heraldo de sus primitivos compañeros socialistas. La caída del socialismo real no le ha hecho mella y augura el final de lo que entendemos por civilización occidental a manos de las masas islámicas. Un mal agorero. Le deseo larga vida a este hombre porque es un antídoto para cualquier rememoración republicana. Es peor que un asesino: es un error.

22/6/06

El tren de los enfollonadores (22-6-200)

Guardo un recuerdo lúdico y muy grato de Pasqual Maragall cuando siendo alcalde de Barcelona, y tras un debate televisivo, me llevó a tomar copas a las fiestas del Raval, pero es un folloncico cervantino, y parece que tuviera un trastorno bipolar que le hiciera ser Maragall de día, Maragall de noche.

Su apogeo estuvo en las Olimpiadas en las que tuvo mucho apoyo del Estado, porque de lo contrario quizás en vez de abrir Barcelona al mar habría abierto éste a la ciudad haciéndola émula de Petrogrado o Venecia, enfollonamiento éste que luego se intentó sin éxito completo en el barrio de El Carmelo. El enfollonador nace, no se hace, y Maragall no se pudo callar acusando a los de Convergència i Unió de ser los comisionistas del 3% (bajo me lo fiáis) para luego retractarse vergonzantemente.

Urdió con Zapatero un nuevo Estatut innecesario y que no reclamaba la mayoría catalana y ha terminado a medio mandato violando la Ley Electoral. Parió un tripartito sietemesino con la Esquerra que cabe metafóricamente en un autobús y con los comunistas verdes que desbordan un taxi. Destituyó a su primer ministro, Carod-Rovira, porque se le escapó a Perpigñán a hacer alta política con Josu Ternera; después cambió el Govern para disolverlo a la semana rompiendo tardíamente con sus socios. A la vista de los resultados del referéndum no se sabe qué ha hecho por Cataluña que sea perdurable y de consenso. Su breve presidencia ha sido un continuo follón ininteligible.

Vendrá a hacerle bueno Pepe Montilla, un catalanista charnego de Córdoba, que ha enfollonado el Ministerio de Industria hasta el paroxismo intervencionista. Follón es atacar a un medio informativo nacional. Follón es negociar la condonación de una deuda gigantesca del PSC. Follón es decretar contra una OPA alemana en favor de otra catalana. Follón es reescribir en su despacho las actas del Consejo de Ministros. El enfollonador enfollona su lenguaje, y en las ruedas de prensa emite onomatopeyas y gañidos. Y en antiespañolismo de converso sólo le supera Manuela de Madre, que tuvo que irse a Cataluña para comer, y que alarga la Inquisición hasta el siglo XIX. Con el jefe Zapatero esto es como el tren de los hermanos Marx que al grito de «¡Más madera!» desguazaban los vagones para que la locomotora siguiera expeliendo humo.

¿Pero es que no hay gente normal por ahí? ¿Dónde está la siempre bienhechora aura mediocritas? En esta barahúnda política todos son enceguecidos. Polifemos dando tortazos furiosos en el aire. Y a la postre el buen gobierno no es más que no añadir problemas a los preexistentes. Todo lo demás es follón.

Extraños cobradores del frac (22-6-2006)

Cuando vivía en Montevideo solía almorzar en «La trainera», un restaurante etarra, en una zona residencial de chalecitos, donde también acudían a comer miembros de nuestra próxima embajada, no sé si desapercibidos o morbosos. Durante el verano austral abren una sucursal en el exclusivo balneario de Punta del Este. No tienen mucha clientela, pero son carísimos. Un día convidé allí a un médico español que, no siendo fascista pero sí provocador, se puso a entonar bajito (pero audiblemente) el Cara al Sol, y nos llegaban fieras miradas desde un patinillo interior por el que remoloneaba un ominoso gato negro. Conseguí domeñar al galeno, pero las cocochas nos las sirvieron frías como la muerte. Congeladas, ché.

Durante la Transición política Adolfo Suárez sí desarrolló un proyecto de paz sin otras concesiones que las penitenciarias. Hombres malogrados como él mismo, Juan María Bandrés, Mario Onaindía y Juan José Rosón negociaron con lealtad constitucional la incorporación de ETA político-militar al debate dialéctico y democrático. Me consta que se habló de dinero (nunca los fondos reservados fueron mejor empleados) y que se les facilitó la vida a los polis-milis que no quisieron regresar a España. Y es que en el principio fue el dinero: el necesario para comprar la pistola que asesinó al guardia civil Pardines. ETA factura millones de euros al año entre España y América y como no corren el riesgo de atracar bancos se financian mediante extraños cobradores del frac que sí proporcionan escalofríos y te dejan la sangre como la de un reptil.

En el deshilachado proyecto de paz de los tunantes, ¿no se preveía que ETA necesitaría dinero aún para mantenerse congelada? ¿O esperaba Zapatero que comieran chope y durmieran al raso? La información de Antonio Rubio en EL MUNDO del domingo ha sido pedrada en ojo de boticario, y es lícito suponer que el Gobierno estaba haciendo la vista gorda ante nuevas exacciones, pese a las autosuficientes verificaciones del Ministerio del Interior sobre lo inofensivo de la banda. Había que ver las caras funerarias de Jiménez Aguilar y Rubalcaba anunciando la indeseada caída de los del frac. ¿Qué hacer?; ¿esperar a que se agote la paciencia de Josu Ternera y comience la cólera de Txeroki, al mando de las bombas y las pistolas? En desmantelación, el vacuo Alto Comisionado para las víctimas del terrorismo se podría crear una ONG, también presidida por Peces-Barba, para proveer de fondos a los que van a negociar. Total, lo que ya estamos pagando en decencia no será más caro que lo que sufraguemos en dinero.

17/6/06

Una expulsión anunciada (17-6-2006)

Si el Partido Socialista no expulsa a la eurodiputada Rosa Díez -o a la concejala Gotzone Mora-, la meterá en el congelador como a Nicolás Redondo (padre e hijo) o la dejará descolgada de las próximas listas electorales. La muerte lenta es más vengativa que la decapitación, y a Rosa ya le han cercenado sus competencias sectoriales en la UE. Entenderán esas señoras por qué sus compañeros se refieren al PS como «La empresa», donde sólo cuentan los dividendos y no la conciencia personal. Rosa Díez ha hecho una carrera muy briosa presentándose ora contra Nicolás Redondo Terreros, ora frente al propio Zapatero. Le gusta competir aunque no tenga posibilidades de éxito, y cuenta con un suelo mínimo de votos que le impide hacer el ridículo. Muy habladora, gustosa de los medios, coqueta («Voten a la rubia») y hoy pelirroja. Quiso meter en la cárcel a Mingote, un clásico del editorialismo gráfico, cuando era consejera de Turismo de Euskadi en un Gobierno de coalición PNV-PSE. Había puesto en circulación un lema sobre Euskadi: «Ven y cuéntalo». Mingote dibujó una viñeta con el eslogan y un despanzurrado por ETA en una acera. La cosa quedó en caldo de habas, como no podía ser de otra manera, pero Rosa Díez apuntó maneras romas y escasa agudeza. Hoy la publicidad institucional de Vasconia reza: «Un país increíble». Cierto; para no creérselo con lo que está ocurriendo y lo que va a pasar.

Nuestra dama en peligro puede que pague su disidencia de hoy por las unanimidades de antaño, porque, como Zapatero, guardó un silencio algodonoso durante los tiempos de plomo de la corrupción de la sangre y del dinero. Hoy es un pescado boqueante en la orilla del agua como lo fueron Alonso Puerta o Pablo Castellano, y no merece una lágrima aunque sí una reflexión compartida sobre la partitocracia. Ya que la dirigencia socialista mira tanto por el retrovisor de la II República podían recordar aquellos años convulsos en los que, al menos, podías estar legítimamente con Largo Caballero, Indalecio Prieto o Julián Besteiro. Los dos primeros cayeron en el revolucionarismo que hundió el régimen, y el último, el catedrático de Lógica y el diputado más votado por Madrid, marxista cabal, se sublevó y rindió la capital a Franco. Por eso no proliferan sus estatuas; pero entonces se podía respirar políticamente aunque fuera entre la pólvora. En nuestra democracia los representantes partidarios no tienen independencia ni pueden votar en conciencia. Electos en listas cerradas y bloqueadas se someten al reglamentismo de amianto de la partitocracia. El mayor déficit democrático es el de los partidos políticos. Hoy ya lo sabe hasta Rosa Díez.

10/6/06

Franco, réprobo en los infiernos (10-6-2006)

El antifranquismo es una melancolía, como la tristeza maligna de los depresivos, y, además, los genuinos antifranquistas son hijos de los más arribistas con el generalote, por aquello freudiano de matar al padre. Desaparecidos los prebostes entorchados de Latinoamérica, hoy es más difícil encontrar un franquista que vida inteligente entre las juventudes de ERC. Queda un franquista irreductible, pero como de medallón: José Utrera Molina, suegro de Gallardón. Franco era un cascarón sin otra ideología que el nacional catolicismo y por eso fue tan fácil y tan breve desmocharlo. Sólo a un antipolítico como él se le ocurre organizar un partido único llamado Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas, tren de siglas hacia lo huero. Hitler, tras conocer al caudillo, decía que, después de la guerra, dedicaría España al cultivo intensivo y exclusivo de la patata, y es que Franco, aún fusilando, tenía el espíritu mineral del tubérculo.

Los socialistas y su rememoración histórica continúan su viaje de regreso a la II República. Aquélla se hundió en sus propios desatinos, y prefiero el proyecto de una III República, presidencialista, como la que propugna García Trevijano, bien alejada de aquel régimen desordenado, cainita y suicida. El PS, para distraer al gentío con el sobrero quiere que las instituciones europeas condenen el franquismo, que es como condenar la peste negra o la Guerra de los Cien Años. Por condenar que no quede. También podrían hacerlo no ya al salazarismo portugués o la coronelada griega, sino al Codreanu de Rumanía y al almirante Horty de Hungría, nazis de ocasión que combatieron en el frente ruso, sin olvidar a Mussolini que siempre se salva de estos santos oficios. El creador del fascio (un antiguo socialista) recibía a las doncellas estremecidas como tórtolas en su despacho del salón de los mapas en Palazzo Venecia, la embajada de los Dogos. Se quitaba el uniforme, se quedaba en calzoncillos negros y las intimaba: «Habéis conocido al Duce y ahora vais a conocer al hombre». Demasiado humano hasta en sus crímenes y eso le libra del tostón de tener que ser reprobado por la Unión Europea, incapaz de redactar una Constitución ilusionante y legible. Es más fácil condenar el pasado que inventar el futuro, y contra Franco vivíamos sin incertidumbres. Me sumo entusiasmado a la iniciativa del eurodiputado socialista Luis Yáñez. Cuanto antes Franco, réprobo, se hunda en los infiernos de la verborrea europea, más nos aliviaremos de la migraña antifranquista.

3/6/06

La pornografía de la muerte (3-6-2006)

Los animales más nobles, desde el perro al elefante, buscan un escondrijo para morir en soledad. Entre nosotros hasta los curas salen de los confesionarios para dar a los cuatro vientos la piedad íntima de la difunta y la dichosa Virgen de Regla. Hasta la ministra de Cultura se ha permitido la indiscreción de enterrarla antes de tiempo por un runrún recogido al azar entre el gentío de la Feria del Libro. ¡Pero qué sabrá Carmen Calvo lo que es un ictus cerebral, aunque ella parezca padecerlo de continuo! Casi hay que excusar a la ministra porque los medios audiovisuales, especialmente las televisoras, llevan dos años amasando la pornografía de la premuerte de Rocío Jurado eyectando morbosidad por sus rayos catódicos.

A Lola Flores, de la que se conocía eso que los cursis llaman «una penosa y larga enfermedad», la trataron los de la telemasa con mayor circunspección sin retransmitir su agonía en directo. La teleplebe ha evolucionado a peor. En Montepríncipe, en Houston, en La Moraleja y en Chipiona, chisgarabís hablando con faltas de ortografía (que ya es difícil) informaban ampliamente sobre lo que no sabían, y en los estudios, analistas rosa de todo a 100 peroraban sobre las diferencias entre una encefalopatía y un coma y daban clases de oncología aplicada sobre el hígado de la doliente. Dale una cámara a la chusma y removerá el mundo.

En el Reino Unido han televisado en directo la descomposición de un cadáver; eso lo tendremos mañana aquí en el salón comedor.Eros y Thanatos. Los parrilleros de la injuria televisiva sólo oscilan entre la telebragueta y la telemuerte. Estos pelafustanes de la información incluso aducen una justificación sociológica: como Rocío Jurado vendió exclusivas y fue asidua de la prensa rosa, su muerte también podía ser rebatiñada y especulada. Eso no es verdad. Por mucho que un famoso haya comercializado con una intimidad le asiste el derecho a negarse a ser pasto de las pirañas y a tener que dar parte diario del funcionamiento de su intestino. El Pentágono quiere adiestramiento moral para los Marines después de la matanza de My Lai en Vietnam y de Haditha en Irak. Un imposible para los preparados para matar. Dar entrenamiento moral a los jerifaltes televisivos, jenízaros, sicofantes y charlatanes de feria, será empeño de otra generación. Lo peor de Rocío Jurado está por llegar: aparecerán presuntos amantes, se harán astillas con el reparto de su herencia, se denunciarán supuestas desavenencias familiares y le endosarán una novia a Ortega Cano. Será la segunda muerte de la cantante.

1/6/06

Tiempo de silencio (1-6-2006)

El psiquiatra vasco Luis Martín Santos escribió su novela Tiempo de silencio en los años más oxidados del franquismo, antes de suicidarse con su automóvil afligido por la muerte de su esposa.Tiempo de silencio es un retrato al carbón del obtuso caldo de cerebro que se extendía entonces y no se salva de crueles descripciones ni Ortega y Gasset y sus conferencias de cretona para señoras aleladas. Si Martín Santos hubiera dirigido el Partido Socialista, el clan vasco hubiera desplazado al sevillano, y González no hubiera existido. Y Ortega era mayor referente político que lo que hoy es Rajoy.Se ha dado un tacto de codos entre Zapatero y Rajoy para sacar del debate la negociación con ETA, que es extraerle el tuétano al hueso. Rajoy viene tratando esta negociación como de crimen de Estado, y por razón de Estado calla en el Congreso y sólo repite la pamplina de que no aceptará precios políticos a la banda, cuando ya se están pagando por menudillo. Durante las conversaciones de Argel entre Antxón, Rafael Vera, y séquitos, Felipe González bramaba contra los periodistas porque obtenían filtraciones de cada lado de la mesa. Lo que le molestaba era que se conocieran las disparatadas y chulescas reivindicaciones de los asesinos, inasumibles para la opinión pública y la opinión publicada. Si Zapatero, con Rubalcaba de alabardero, envuelve en una manta de silencio los tejemanejes presentes y futuros, al final nos ofrecerán O esto, o el Apocalipsis y se apagará el cerco judicial a Batasuna, se derogará la Ley de Partidos, se buscará una coordinación de Gobierno entre el País Vasco y Navarra, se preambulará un nuevo Estatuto de Guernica con una alusión al derecho de autodeterminación y se aflojarán los grilletes de los presos. «Ven ustedes como no pasa nada», dirá Zapatero, y el tiempo de silencio nos roerá los zancajos. O Rajoy es recipiendario de información privilegiada (y optimista) o ha apostado incautamente su prudencia a juego trucado en el que sale perdiendo el PP y media España escandalizada ante las cesiones a los del trabuco.Los cantos de Rubalcaba a hablar más en privado que en público presagiaban este mejunje. Rajoy con sus ministerios, su labia parlamentaria, parece capaz de creer en la palabra que le dan, y eso en política es candor, mientras Bambi, al contrario, ha dado sobradas pruebas de ser un cocodrilo. Desde que en tiempos de Aznar, ETA fuera atornillada por la Policía y dejara de matar por imposibilidad de hacerlo, hay una mayoría social renuente a negociar con estos como si fueran un Estado extranjero y hubiéramos perdido una guerra. Con ETA se puede vivir todo el siglo XXI, aunque vuelvan a sangrarnos.