16/3/86

Áspera pugna por el poder en el M-19 colombiano tras la muerte de Alvaro Fayad (16-3-1986)

Bogotá está siendo cuadriculada desde el jueves por las fuerzas de seguridad en busca de más dirigentes del Movimiento Diecinueve de Abril (M-19) o de otras agrupaciones de la Coordinadora Nacional Guerrillera que pudieran encontrarse en esta capital. Mientras tanto, la muerte de Alvaro Fayad, uno de los fundadores del M-19, ha abierto una áspera lucha por el poder dentro del movimiento. En los aledaños de Cali, al suroeste del país, continúan los combates entre el Ejército y el Batallón América, con el revés para las tropas regulares de siete suboficiales muertos.

Gustavo Arias Londoño, alias Boris y Gerardo, abogado, hasta ahora encargado de finanzas del movimiento, se ha autoproclamado sucesor de Fayad en un comunicado durísimo para con éste: "El panorama subversivo se despeja con la muerte de quien con insuficiencia e incapacidad táctica y militar, puesta en práctica con arraigado sectarismo ideológico y ambición personal, asumió el comando del movimiento en 1984...".El comunicado de Gustavo Arias es también demoledor contra Carlos Pizarro Leongómez, alias Mauricio, quien, según otras informaciones guerrilleras, habría tomado la dirección del movimiento en una comandancia colegiada. Esta nueva dirección del M-19 estaría así presidida por Pizarro Leongómez en una junta integrada por Antonio Navarro Wolf, Marcos Chalita, Libardo Parra, Israel Santamaría, Hebert Bustamante y el propio Gustavo Arias.Obviamente, la sucesión de Fayad no está clara y lo peor que le puede ocurrir a este país, a dos meses de unas elecciones presidenciales, es que Arias, unduro, un militarista de la línea maximalista del comandante: Iván Marino Ospina, muerto por el Ejército en Cali hace siete meses, se afiance en la dirección del M-19.

Ahora Bogotá espera la réplica del M-19 por la muerte de su comandante, que no por discutido dejará de ser vengado. El dirigente Libardo Parra Guznián, alias Óscar, identificado por la Redacción de El Tiempo, aseguró telefónicamente a este diario próximos atentados contra el presidente Belisario Betancur; el ministro de Defensa, general Vega Uribe, y el director nacional de la Policía, general Víctor Delgado Mallarino.

Betancur, inutilizado

Betancur, en el borde de su mandato, frustradas sus mejores intenciones pacificadoras, inutilizado
por las Fuerzas Armadas y ya por encima del bien y del mal, tomó el viernes entre dos luces su avión presidencia¡ y, junto a un grupo de periodistas y científicos, sobrevoló Colombia para observar la aproximación del cometa Halley, visible desde hace una semana.

A tenor de la sangre que estaba corriendo 3.000 metros más abajo, su gesto parecería el de un cínico, de no ser conocida su elevación moral: ha sido el gesto de un escéptico y, acaso y en estos momentos, de un hombre suavemente despreciativo.

El general Vega, el ministro de Defensa al que se supone bien guardado, el hombre que rompió los pactos de Betancur con los insurgentes al día siguiente de ser firmados, no se ha privado de satisfacerse públicamente por la muerte de Fayad, desdeñando cualquier posibilidad previamente establecida de capturarle con vida.

Las circunstancias de la caída de Fayad quedan para la próxima novela de Gabriel García Márquez, ahora en México. La policía desistió de una anunciada conferencia de prensa para explicar los sucesos y el compositor Raúl Rosero, cuya esposa, encinta de un mes, fue ametrallada en su domicilio junto al jefe del M- 19, ha solicitado protección de su vida al procurador general de la nación.

El popular Rosero, moralmente destruido, vela los restos de su esposa e insiste en que no conocía a Fayad, que no tiene -ni tenía su esposa- contactos con la guerrilla y que un tal José -supuestamente Fayad- se presentó en su casa en su ausencia so pretexto de necesitar la musicalización de unas canciones. En su espera se produjo el asalto y la muerte de los ocupantes del apartamento, excepto uno de los hijos, de ocho años, del compositor. Resulten los misterios bogotanos como resulten, es significativo que la policía no se haya atrevido a detener a Rosero ni siquiera para interrogarle como sospechoso.

Por lo demás, el Batallón América, integrado por insurgentes colombianos del M-19 y guerrilleros peruanos de Tupac Amaru -es dudosísimo que formen en sus filas también miembros de Sendero Luminoso como afirma la Prensa recobra aliento en los alrededores de la ciudad de Cali, la tercera del país, tras una suicida aproximación a ella en la que fueron rechazados con cañones autopropulsados, columnas de blindados y helicópteros artillados.

Bajas en el Ejército

Fuera de los llanos y las zonas urbanas, el Ejército regular ha comenzado a recibir su propia medicina, teniendo que reconocer la muerte en los últimos dos días de un sargento y seis cabos y la baja por heridas de un oficial y cuatro soldados.

Extrañísima lista de bajas que obliga a presuponer que los reclutas no combaten. Contra los 35 insurgentes muertos a comienzos de la semana de ayer, el Ejército sólo ha podido anunciar el hallazgo de siete cadáveres de asociales. Por lo demás, la paz reina en Bogotá.

15/3/86

La policía colombiana siega la vida de Álvaro Fayad, máximo dirigente del grupo guerrillero M-19 (15-3-1986)

En pleno centro de Bogota cayó en la noche del jueves Álvaro Fayad Delgado, de 39 años, soltero, psicólogo, comandante general del M-19 y uno de los fundadores históricos de la organización insurgente colombiana. Su presencia en la capital podría haber obedecido a la preparación de una cumbre de la Coordinadora Nacional Guerrillera ante las elecciones presidenciales de mayo. El golpe de comando de los Grupos de Operaciones Especiales de la Policía Nacional (GOES) contra unos apartamentos del barrio Quinta Paredes, junto a la Exposición Internacional y en los alrededores de la ciudad universitaria, fue tan espectacular como sangriento y confuso.

El hermetismo policial sólo fue roto por el general Gustavo González Puerto, comandante del departamento policial de Bogotá, quien declaró que la presencia de Fayad en la capital fue revelada por teléfono.La confusión o la inexplicabilidad de la muerte de Fayad reside en que éste se encontraba sin protección en el domicilio personal de Raúl Rosero, de 37 años, director de orquesta, compositor, arreglista y cantante, ganador de numerosos certámenes internacionales de música ligera, autor de más de 50 baladas, entre ellas los temas musicales de algunas de las interminables y desmayantes telenovelas, más famosas de Suramérica.

Rosero no se encontraba en su casa, sino en un estudio de grabación, junto a algunos de sus hijos; en el domicilio conyugal sólo estaban Fayad, la hermosa María Cristina Rosero, de 34 años, y otro de sus cuatro hijos, de ocho años de edad. A las cuatro de la tarde del jueves, la policía acordonó el edificio, y un enjambre de falsos obreros telefónicos, del gas y de la electricidad, de los que pululan ahora por Bogotá en operaciones voluntaristas para recuperar los desastres urbanos antes de las elecciones presidenciales, se desparramó por el edificio y sus proximidades.

A las seis de la tarde -cuando cae la noche en Colombia- cortaron la luz del edificio y los desprevenidos vecinos escucharon un tiroteo muy breve y una sola corta ráfaga de metralleta. En los noticiarios televisivos de la noche se informaba vergonzantemente que el dirigente del M-19 Álvaro Fayad "había sido encontrado muerto en un apartamento de Quinta Paredes, junto a la esposa de Raúl Rosero...". María Cristina Rosero estaba encinta de un mes.

Trescientos policias impidieron el acceso a los periodistas a la zona, lo queentraría dentro de la lógica de las cosas, pero también lo hicieron con el titular del juzgado 80 de instrucción criminal, Luis Alberto Godol. Fue el hijo de ocho años del matrimonio, que resultó ileso, el que comunicó la identidad de su madre muerta a las fuerzas de seguridad.

El propio Rosero ha negado cualquier relación con la guerilla, y amigos y familiares estiman que Fayad entró en su casa con el ánimo de esperarle y convencerle de que compusiera el fondo musical de un vídeo que el M-19 quería emitir forzadamente por la televisión en los próximos meses. Fuentes oficiales aducen oficiosamente que Álvaro Fayad preparaba en Bogotá una cumbre de la Coordinadora Nacional Guerrillera. Raro, todo muy raro y muy confuso. Y extraño que un hombre como Fayad, cuya fotograría se ha publicado infinidad de veces en los diarios, aparezca en Bogotá, sin guardaespaldas, en una barriada elegante y en la casa de un afamado compositor para tomarse un café con su esposa, tan muerta como él como para delatar lo que realmente ocurrió.

Golpe importante

El golpe asestado al M-19 es importante. Hace sólo siete meses, el Ejército daba muerte en Cali a Iván Marino Ospina, el otro líder del movimiento, con el que Fayad mantuvo serias diferencias por la dureza de su línea insurgente, que no desdeñaba el apoyo al terrorismo de los narcotraficantes sobre diplomáticos estadounidenses. Tras la desaparición de Jaime Bateman Cayón con una avioneta en las selvas panameñas en 1983, el M-19 no había sufrido una pérdida humana tan importante.Fayad (alias el Turco y David), de origen libanés, psicólogo, políglota, introvertido, era un intelectual-hombre de acción, dogmático en la disciplina guerrillera de combate, pero muy dúctil y hasta sutil en la negociación política. Miembro en su juventud del Partido Comunista Colombiano, acabó rechazando por estéril el dogmatismo marxista. Fue uno de los contactos claves del presidente Belisario Betancur para firmar los naufragados acuerdos de paz con las columnas guerrilleras, y era uno de los hombres que podrían haber conducido al M-19, y hasta al resto de los grupos guerrilleros, a su paulatina, lenta y trabajosa conversión en partidos políticos.

En una alambicada elaboración política, aunque bien comprensible para quien habite Colombia, se estimaba que era necesario trabajar política y sindicalmente, concurrir a las elecciones democráticas y, a su vez, mantener un frente armado como presión, pero también como garantía de que los logros populares no serían escamoteados por la oligarquía. Pegaba tiros y hacía política, pero, como el extrañamente desaparecido Jaime Bateman, desdeñaba el estruendo de los primeros y se engolfaba en las obligadas discusiones de esta última.

Su rara, innecesaria y tan silenciosa muerte sólo conducirá a un desarrollo emergente del militarismo dentro del M-19, en detrimento de una dirección más política y dialogante. Presumiblemente será el propio presidente Betancur, en esta agonía de sus mejores intenciones, quien más lamente esta muerte múltiplemente anunciada.

A nadie podía interesarle la vida de un revolucionario con capacidad negociadora: ni al establecimiento del bipartidismo liberal-conservador -que aspira a todo menos a perder su doble hegemonía-, ni a las fuerzas armadas -que jamás aceptaron ni piensan aceptar la negociación de paz con los insurgentes-, ni a los guerrilleros militaristas, ni a los narcotraficantes o bandoleros, ni a la todopoderosa Iglesia católlica, ni a las empresas multinacionales, ni a la corrupción institucionalizada, ni al imperio. El último de los políticos del M-19 sobraba. Y sobró.

14/3/86

33 muertos en un enfrentamiento entre el M-19 y el Ejército en Colombia (14-3-1986)

Al menos 33 muertos es el primer resultado de bajas en el más grave enfrentamiento entre la guerrilla del M-19 y el Ejército colombiano desde el asalto al Palacio de Justicia de Bogotá, el pasado mes de noviembre.

En la mañana del miércoles, unos 300 guerrilleros del M-19 se aproximaron hasta deis kilómetros del centro de Cafi, 1.600.000 habitantes-, la tercera ciudad del país, en los aledaños de la costa del Pacífico, intentando copar al batallón Bichincha y las zonas residenciales y lujosas de la ciudad.

Desde semanas antes de las elecciones legislativas, celebradas el pasado domingo, esta columna guerrillera venía manteniendo esporádicamente encuentros con el Ejército, desplazándose continuamente por las crestas montañosas en dirección a Cali. Las autoridades militares anunciaron la existencia de un plan insurgente para apoderarse de la ciudad en las vísperas electorales.

Por ello la aproximación abierta de la columna guerrillera a la ciudad ha sido inexplicable o suicida. Los insurgentes intentaron penetrar en la ciudad secuestrando autobuses en los caminos del sur, y la réplica militar fue desaforada. Acuartelados en estado de alerta, en aplicación del Plan Democracia, previsto para garantizar las. elecciones, la infantería colombiana defendió Cali desplegando carros blindados, artillería autotransportada y helicópteros de combate.

Por otra parte Luis Carlos Galán, jefe del Nuevo Liberalismo, anunció su retirada como candidato presidencial a las elecciones del próximo mes de mayo, con lo que viene a reforzar el papel de Virgilio Barco Vargas, jefe del liberalismo oficial y discutido pero inevitable próximo presidente colombiano, y que acaso lo ma por más del 50% de los votos.

11/3/86

La oposición liberal arrolla en las elecciones generales de Colombia (11-3-1986)

La oposición liberal ha ganado abiertamente las elecciones generales del pasado domingo en Colombia -legislativas, departamentales y municipales-, y ha superado en votos populares el total de los obtenidos por las tres fuerzas políticas que la siguen: conservadores, Nuevo Libendismo y Unión Patriótica. Los comicios se celebraron en completa y hasta insólita normalidad.

Nadie alberga dudas en Colombia de que tras las elecciones presidenciales del próximo 25 de mayo, un político liberal sustituirá al conservador Belisario Betancur -que no puede ser reelegido- en el palacio del Gobierno. Dentro de esta etapa, del bipartidismo colombiano, los conservadores parecen haber agotado su ciclo, fracasados en uno de sus proyectos de mayor aliento: la paz con las guerrillas tras 40 años de guerra civil.A las once de la mañana de ayer (cinco de la tarde, hora peninsular española), y escrutado el 70% de los sufragios para el Senado y la Cámara de Representantes, el Partido Liberal sumaba ya 2.634.343 votos (43,5%), frente a 1.758.418 votos de los conservadores (37,2%).

El Nuevo Liberalismo, escisión por la izquierda del liberalismo oficial, estaba obteniendo a la misma hora sólo 372.112 votos (7%), y la Unión Patriótica (comunistas), 72.901 (1,3%). La abstención se cifraba etre un 45% y un 50%, dato que no resulta precisamente un desastre político dentro de los baremos de las elecciones colombianas.

Los números están echados, y los liberales ganarán, tal como están las cosas, las presidenciales de mayo. Lo que no está claro es quién será el candidato liberal en los próximos e inmediatos comicios. Virgilio Barco Vargas, de 65 años, ingeniero civil por el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, Boston), varias veces ministro, ex alcalde de Bogotá y director del Banco Mundial entre 1968 y 1974, ex embajador en Estados Unidos, es el candidato presidencial del partido opositor, atiborrado de títulos, honores, dignidades, demostrada capacidad gerencial, conocimientos macroeconómicos, experiencia internacional, amistades y contactos y talento reconocido: el candidato ideal.

Su talón de Aquiles está fracturado por una escandalosa -para un político- incapacidad para expresarse en público. Lo que a todas luces es una timidez de caballo fruto de un estricto rigor intelectual le despeña por las simas del tartamudeo mental en una nación de oradores.

Tan es así que una fuerte corriente liberal pretende que renuncie a su candidatura en favor de Alfonso López Michelsen (presidente entre 1974 y 1978), quien se estima que podría representar un mejor papel en la futura Administración de los liberales. Se tiene realmente temor a este brillante y frío alumno del MIT dirigiendo la apasionada política colombiana.

Un triunfo moral

El conservadurismo y su candidato, Alvaro Gómez, de 69 años, hijo del ex presidente del mismo nombre, abogado y periodista, sólo han aspirado a una jornada electoral en paz en el convencimiento de su inevitable derrota a ejecutar dentro de dos meses. Los conservadores y la alteza moral de Betancur pretendieron unas elecciones libres y pacíficas, y lo han logrado. Éste es su triunfo. Además han conseguido pequeñas victorias en concejos que hasta ahora les eran hostiles.El Nuevo Liberalismo, del legítimamente ambicioso e incombustible Luis Carlos Galán Sarmiento, de 42 años, niño terrible del liberalismo oficialista, ministro de Educación de Misael Pastrana a los 27 años, -tuvo que firmarse su título de abogado-, embajador en Italia a los 28, senador a los 35, jefe de su propio partido a los 37, candidato presidencial por primera vez a los 39, reputado periodista, se queda donde estaba.

El Nuevo Liberalismo, al igual que la comunista Unión Patriótica, se ha mostrado incapaz de romper el bipartidismo colombiano, pero Galán y su liberalismo de izquierdas se mantienen incólumes en los mismos niveles de votación de las presidenciales de 1982 y de las municipales que se llevaron a cabo en 1984. Ni avanzan ni retroceden, síntoma preocupante para un partido nuevo, pero resultaría prematura darle de baja en el censo político colombiano.

Acción guerrillera

Por lo demás, algún tiro se ha disparado en Colombia el pasado domingo, faltaría más; pero destacar los titulares de periódicos sería faltar a la objetividad. Los hechos más graves acontecieron en Córdoba, en el noroeste atlántico del pais. El registrador electoral del corregimiento de Cintura, con cuatro urnas debajo de los brazos y escoltado a bordo de un camión militar, fue asaltado en el camino por una partida de 50 guerrilleros del Ejército Popular de Liberación que dieron muerte a nueve uniformados, entre ellos un suboficial. El registrador de Cintura perdió, lógicamente, sus urnas, pero salvó la piel internándose a la carrera entre la maleza.Pese al dolor por estas muertes humanas y las derivadas de otras peleas de borrachos -hay que vivir en América del Sur para aprender a violar la ley seca-, nada de nada y tranquilidad sobre tranquilidad. La guerrilla, por convencimiento o necesidad, respetó exquisitamente los comicios.

10/3/86

Colombia vota convencida del triunfo de la oposición liberal (10-3-1986)

Las elecciones legislativas, nacionales, provinciales y municipales, se estaban celebrando a las doce de la mañana del domingo en Colombia -seis horas más en la Península- con absoluta normalidad, sin demasiado fervor popular y en el convencimiento generalizado de un renovado triunfo de los dos partidos de la oposición liberal, el Liberalismo Oficialista y el Nuevo Liberalismo, más a su izquierda. Podría escribirse que Colombia parece Suecia, de no mediar el reciente asesinato del primer ministro de ese país, el socialdemócrata Olof Palme, en una calle de Estocolmo.

A las ocho de la mañana, el presidente Belisario Betancur salió a pie de su palacio, rodeado de una mínima corte de edecanes, para emitir su sufragio sin que el control militar sobre la jornada pudiera advertirse en su entorno. La radiotelevisión oficial entretenía las informaciones sobre los comicios con recitales de canciones japonesas de cuna, pero también con las del cantante uruguayo Daniel Viglietti, sobre textos de Violeta Parra y Mario Benedetti.En el día electoral y por la televisión del Estado se alaba y se canta al padre Camilo Torres, mártir de la guerrilla colombiana.

A la espera de los primeros datos electorales y entre continuadas llamadas al ejercicio del voto, se entretiene a la audiencia, por ejemplo, con programas de debate sobre la teología de la liberación, indudablemente objetivos.

Pese a la sangrante realidad de este país, sus niños abandonados en las calles -los gamines-, los mil y un frentes guerrilleros, el latrocinio que genera la pobreza, el bandolerismo en las montañas y en las selvas, el peso aplastante del tráfico de la cocaína, el viajero suramericano no puede dejar de sorprenderse ante la estabilidad básica, la seriedad y la vertebración institucional de esta nación en la que un candidato presidencial puede encontrarse en serias dificultades por no saber expresarse fluidamente en uno de los mejores castellanos de América.

Es el caso de Virgilio Barco, precandidato presidencial por el Liberalismo Oficialista, el hombre con más posibilidades de sustituir tras las presidenciales de mayo a Belisario Betancur, pero falto del don de la palabra. Barco aduce en su defensa que quiere ser un excelente gestor del país antes que un magnífico orador, pero en Colombia carecer de la gracia de la oratoria es la tumba de cualquier político.

Desde las ocho de la mañana de ayer se abrieron las mesas electorales en todo el país, sin excepción (se estaba votando incluso en las zonas de combate entre el Ejército y las guerrillas); los jefes de mesa mostraron al público las urnas vacías de madera para sellarlas a continuación. Luego, cada responsable electoral observó el dedo índice de la mano derecha de cada votante para advertir su limpieza de sustancias impermeables, permitiéndole el voto y la obligatoria impresión de su huella digital.

El alto el fuego

Las columnas de las diferentes fracciones guerrilleras están acatando el alto el fuego electoral acordado con el Gobierno, si bien ayer seis policías resultaron heridos en Matagordal, al noroeste del país, cuando una patrulla fue atacada por presuntos guerrilleros.Por otra parte, el control militar del país es tan visible y aparentemente eficiente que ha logrado su pretendido efecto disuasorio.

Podría afirmarse, en un reduccionismo periodístico aceptable, que Colombia vive un compás de espera entre el fracaso de la pacificación de Betancur -un hombre que quiso poner fin a 40 años de guerras civiles-, ya en las postrimerías de su mandato, y las elecciones presidenciales de mayo, que, presumiblemente, ofrecerán un presidente liberal con mayores posibilidades morales de hacer la paz con las guerrillas que el dignatario saliente.

La destacable noticia de los comicios de ayer es el insólito nivel de civilidad, de institucionalidad de este país, y el empeño, no menos extraño en estas latitudes, del Gobierno conservador saliente por que las elecciones se lleven a cabo en paz y como muestra de rechazo por la violencia política armada.

Es una de las raras contradicciones de esta sociedad afecta al diccionario y al revólver. Aún en la plaza principal de Bogotá se yerguen la capital y los edificios públicos, entre ellos las semirruinas del Palacio de Justicia, ahora en reconstrucción.

De entre su fachada cañoneada queda impoluta la inscripcIón que hay en su puerta principal: "Las armas nos darán la independencia. Las leyes nos darán la justicia". Es una frase de Santander, caudillo independentista, que, entre las cabrías, grúas, almacenamiento de materiales, ennegrecimiento de fachadas tras la batalla de noviembre, resume la realidad de América del Sur y explica el obsesivo y viril guerrillerismo colombiano desde hace 40 años.

9/3/86

Las elecciones colombianas de hoy, unas 'primarias' de ensayo ante los comicios presidenciales (9-3-1986)

Algo más de 14 millones de colombianos censados, de los que no se espera que voten más de siete millones, deben elegir hoy 9.793 cargos legislativos, desde el Congreso y el Senado de la nación hasta los concejales de la más modesta y perdida corregiduría. Al efectuarse estas elecciones legislativas y municipales dos meses antes que las presidenciales, aquéllas se convierten de hecho en unas primarias que permiten atisbar un juego de fuerzas de la próxima e inmediata Administración.

Los colombianos deben votar hoy por 114 senadores (el bicameralismo en un régimen presidencialista está siendo fuertemente contestado), 199 representantes, 421 diputados de asambleas departamentales, 36 consejeros intendenciales, 45 consejeros comisariales -diferencias de categoría municipal- y 8.978 concejales.La libertad de presentación de listas por partidos hace de éstas infinitas y coadyuva al desánimo electoral: 216 listas para el Senado, 352 para la Cámara de Representantes y 674 para la Asamblea de Diputados provinciales.

El Congreso saliente es de mayoría liberal y, sin lugar a dudas, el nuevo también lo será. El interés de estas elecciones, seguidas muy apagadamente por la población, reside en averiguar cuál de los dos precandidatos presidenciales liberales, Virgilio Barco o Luis Carlos Galán, obtendrán mayor respaldo popular.

Virgilio Barco, ingeniero civil, ex alcalde de Bogotá, ex ministro de Obras Públicas y de Agricultura y ex embajador en Washington, aspira firmemente a suceder a Belisario Betancur en la presidencia de la República derrotando, por fin, a los conservadores.

Luis Carlos Galán, 42 años, que fue el más joven ministro de Educación colombiano, hasta el extremo que él mismo, y en calidad de tal, se firmó su título de abogado, ex embajador en Italia, requiere la presidencia como líder del Nuevo Liberalismo, una escisión por la izquierda del Liberalismo Oficial, que pretende llevar un poco más allá las reformas sociales que precisa el país.

Finalmente, Álvaro Gómez, hijo del ex presidente Laureano Gómez, derrocado en 1953 por el dictador Rojas Pinilla, ex embajador en Washington, abogado y periodista, largos años director de El Siglo, pretende suceder a Betancur en las presidenciales del 25 de mayo renovando el triunfo del Partido Conservador sobre las diferencias de los liberales.

Se especula en Bogotá que, pese al desgaste de los conservadores y el relativo, pero real, fracaso de su política de pacificación nacional, éstos pudieran tener alguna posibilidad todavía de volver a ganar las elecciones presidenciales de mayo, si persiste la división liberal, tal como ocurrió en 1982. La querella interna liberal y su consecuente división de votos puede dar nuevamente al traste con sus aspiraciones de gobierno.

Dignificar el mandato

La Administración conservadora saliente de Belisario Betancur -no puede ser reelecto- parece, no obstante, resignada a un inmediato triunfo del liberalismo -en su versión oficialista o en coalición con su izquierda- y pretende dignificar en sus postrimerías su no poco digno mandato. Toda la campaña de publicidad institucional insiste machaconamente en la obligación moral de ir a las urnas, no tanto por recabar hipotéticos votos gubernamentales, sino por yugular la abstención motivada por el miedo a las acciones guerrilleras o por la inercia de una jornada electoral sólo indicativa de las importantes elecciones de mayo. Se pretende a toda costa que la elevada abstención esperada no sea manipulada por los movimientos guerrilleros como síntoma de desinterés popular por la democracia parlamentaria.Por supuesto que son importantes los intendentes, los concejales, los senadores, representantes y diputados provinciales para la buena marcha de la República, pero la clave de los problemas de esta nación residirá los próximos años en las manos del sucesor de Belisario Betancur.
En uno de los países suramericanos con mayores posibilidades objetivas de estabilidad, progreso y normalidad, pese a su historia y su merecida fama, pareciera que los conservadores desearan pasar el testigo a los liberales, e incluso ayudarles en sus diferencias internas, para que la sociedad remodele y ultime el encomiable aliento de Betancur por dar por terminados 40 años de guerras civiles en el país de Macondo, la república libre de Marquetalia, Tirofijo, los veintitantos frentes guerrilleros por fracción insurgente, la rebatiña por la extracción de esmeraldas y el cultivo y tráfico internacional de cocaína en escala desmedida.

Colombia vota hoy en suma, entre extremadas medidas de seguridad y notoria desgana, por una constelación de listas de representantes públicos que orientarán sobre las posibilidades de uno de los tres hipotéticos presidente del país. Realmente, las noticias son otras: Radio Caracol y Radio Minuto han suspendido sus emisiones -por un problema meramente laboral- en la primera huelga de la radio colombiana; desde ayer, el cometa Halley puede ser observado desde los circos montañosos que rodean Bogotá y no hay manera de encontrar alcohol legalmente expendido en toda la nación.

Las armas disparan, pese a la tregua electoral (9-3-1986)

Dentro de la normalidad expectante y relativa que otorga la rigurosa tregua electoral entre el Gobierno y las principales columnas guerrilleras para vadear estas elecciones legislativas y municipales, se dispararon las armas en Bogotá en la noche del viernes al sábado.Tres presuntos militantes del M-19, principal fuerza insurgente colombiana, fueron interceptados en esa noche por patrullas policiales que lograron detener a uno de ellos. Los otros dos se hicieron fuertes en una residencia del barrio bogotano de Los Naranjos, abriendo fuego con armas largas hasta ser muertos por las fuerzas de seguridad. Un policía y una vecina recibieron heridas de bala antes de que terminara el enfrentamiento.

Por lo demás, más de 200 funcionarios de distintas categorías en todo el país han sido destituidos por supuesto fraude electoral: hurto de formularios, falsificación de documentos, trámite dudoso de registros de nacimiento, inscripción irregular de cédulas de ciudadanía, etcétera. Las autoridades de la nación insisten obsesivamente en sus mensajes radiotelevisados y en su publicidad impresa no sólo en la necesidad política de ejercer el voto, sino también en el rechazo de la corrupción electoral. Una y otra vez se recuerda que el voto no puede ser vendido ni comprado y que es un delito penal sancionado con la cárcel el violentar la voluntad del sufragante.

Además, tres gerentes de empresas públicas, un director de departamento y siete alcaldes municipales han sido fulminantemente destituídos por el Gobierno por intervenir en la campaña electoral, poniéndose así mayor énfasis en el deseo del Gobierno de que estas elecciones resulten impecables.

Las últimas encuestas, sólo relativas a la circunscripción bogotana, indican que los liberales -los oficialistas y los nuevos liberales- podrían llegar a obtener un 64% de sufragios contra sólo un 23% del conservadurismo actualmente en el Gobierno. La previsible derrota del partido gubernamental en Bogotá es extensible al resto del país, sin que ello permita olvidar que en 1982 los conservadores de Betancur también barrieron en las legislativas y municipales y ganaron después la presidencia de la República gracias a la división del voto liberal.

8/3/86

Las elecciones legislativas de mañana en Colombia, una prueba para las presidenciales de mayo (8-3-1986)

Colombia vive en tensa calma sus vísperas de las elecciones legislativas de mañana, una ilustrativa prueba política de lo que serán las presidenciales del mes de mayo. Un total de 200.000 hombres, de las tres armas, fuerzas de seguridad y Cruz Roja, están movilizados para evitar un golpe de mano de la guerrilla. Bogotá permanece en calma, con la única excepción de las aparatosas medidas de seguridad castrenses frente a los edificios oficiales (policía militar parapetada, con ametralladoras, tras sacos terreros). Nada excepcional si se recuerda el calamitoso asalto del Movimiento Diecinueve de Abril (M-19) al Palacio de Justicia hace tan sólo cuatro meses.

El presidente, Belisario Betancur, ha querido ser el primer responsable del Plan Democracia, que deberá garantizar la seguridad de los comicios, y hasta imparte órdenes directas a los escalones inferiores, como el trasvase a las Fuerzas Armadas de todos los vehículos oficiales durante las 24 horas del domingo.Dentro del Gobierno, un consejo de seguridad vela por la normalidad durante la jornada electoral de mañana, con la participación de varios ministros del Gobierno -Interior, Defensa, Relaciones Exteriores y Comunicación- más la primera línea de mando de cada Arma y de la policía. El pasado jueves, los ministros de Gobierno y Defensa dieron a la Prensa su cuadro de la situación. Jaime Castro volvió a incitar a los colombianos a ejercer su derecho al voto -la abstención se estima en más de un 50%-, y su colega el general Vega Uribe aseguró que el Ejército está controlando el 94% del país. Prometió que, entre la noche de ayer y las primeras horas de hoy, los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y cuerpos policiales se harán presentes en todos los centros neurálgicos de la nación.

A las 24 horas de hoy, sábado, regirá la ley seca en toda Colombia por 24 horas, siendo encomiable el ánimo de templanza del alcalde de Barranquilla -en la costa caribeña-, que ha prohibido la distribución y circulación de bebidas alcohólicas desde ayer hasta el próximo miércoles. Durante la jornada de mañana, domingo, los colombianos y extranjeros deberán permanecer en sus lugares de residencia o estadía, quedando prohibido viajar de una localidad a otra. Las escasas excepciones a esta medida son anunciadas periódicamente por radio y televisión, especificándose los trayectos e itinerarios autorizados. Fuera de los médicos en necesidad de desplazarse por una urgencia profesional, se pretende que mañana la única circulación en Colombia sea la militar.

Combates guerilleros

A 48 horas de las elecciones legislativas, los combates en los múltiples frentes guerrilleros parecen reducidos a los departamentos de Santander, en la frontera venezolana más próxima a la bahía de Maracaibo (donde opera el Ejército Nacional de Liberación), y en el valle del Cauca, en el litoral del Pacífico (territorio del M-19).La Tercera División del Ejército, con sede en Cali, mantiene desde el domingo combates esporádicos con columnas guerrilleras a sólo 20 kilómetros de esta capital, habiendo informado de la muerte de 40 guerrilleros y cuatro soldados desde esa fecha (no se tomaron prisioneros).

Las noticias del departamento de Santander son más confusas y podrían ser más graves: una treintena de hombres fuertemente armados y con uniformes del Ejército cayeron sobre pedanías del corregimiento de Nariño, dando muerte al menos a seis campesinos, ametrallando los caseríos, incendiando vehículos y secuestrando entre 15 y 20 pobladores. Dada la importancia y calidad del bandida e en Colombia, sería muy aventurado suponer que este Ejército -al margen de su dureza, exterminadora en combate- haya caído ya en las simas morales de sus colegas peruanos en Ayacucho.

La cotidianeidad colombiana, las anfractuosidades de sus cordilleras, sus selvas, la dificultad de las comunicaciones, las esmeraldas y la cocaína complican hasta grados extremos las explicaciones someras de los hechos.