El defensor del general Armada, Ramón Hermosilla, ocupó toda la
jornada de ayer de la vista de la causa por el intento de golpe de Estado del
23 de febrero de 1981. El letrado comenzó declarando su apoyo a la democracia y
su intención de no hacer un "mitin político" de su defensa. Durante
toda ella intentó desmontar las afirmaciones del fiscal contra su defendido y,
en la sesión de la tarde, culminó argumentando la hipótesis de que los cerebros
de la conspiración intentaron utilizar la falsa noticia de que Armada estaba
implicado en la operación., para así hacer creer en la vinculación del Rey, lo
que habría sido un factor psicológico de primerísima importancia para, en los
primeros momentos del golpe, hacerlo triunfar. El presidente advirtió al
abogado que sus hipótesis podían perjudicar a otros procesados. La sesión
continuará hoy a las diez de la mañana.
El general Armada corre
peligro físico en Campamento. Al filo del final de la vista de ayer, cuando
abandonaba la Sala en uno de los recesos vespertinos, casi fue agredido por sus
algunos de sus compañeros encausados. Se le atropellaba contra la puerta de
salida y los labios se crispaban sobre fonemas que se suponen desagradables
(imposible escucharlos) por los visages de los rostros o la cerrazón de las
pupilas. Nieto Funcia, el último letrado de la barra de abogados, de edad
mayor, muy sensato y con experiencia, le tomó del brazo y lo retiró hacia la
Sala, en donde encontraría mejor abrigo personal.La jornada se había
distinguido por la calidad forense de la defensa de Hermosilla (defensor del
general Armada) y por los continuos cuchicheos dirigidos por Milans a Armada y
recibidos por éste con su impasibilidad fisionómica oriental: solo podían ser
insultos. El día anterior Armada había sido trasladado a otra dependencia del
Servicio Geográfico del Ejército. Mañana pueden ser los también encausados
comandante Cortina y Capitán Gómez Iglesias (ambos de la Inteligencia militar)
quienes le acompañen en el pequeño ostracisnino de Campamento. Otros implicados
están aislándolos hasta tal punto que ellos mismos soliciten un traslado. El
general Armada, silencioso durante las vistas y receptor de supuestas
inconveniencias, acaba las sesiones pasándose un pañuelo blanco por el rostro,
demudado, blanco como una pared rural andaluza, desmejorado hasta la presunción
de enfermedad; termina -como ayer- poca más o menos que rescatado por el
abogado de un teniente y buscando la procura amistosa de una parcela de Sala
repleta de periodistas.
Una nueva música, que es de agradecer
Hermosilla ha comenzado
(acabará hoy) la lectura de 113 folios de alegato en favor de Armada y en
contra de Milans. Es otra música, de agradecer, la que se escucha en esta
periferia castrense madrileña. Del rock duro -que es una música- hemos pasado a
sinfonías behetovianas. Es otra cosa, es otro aire. Belleza en la exposición,
buena construcción sintáctica, limpieza en la línea de los adjetivos, pulcritud
en los adverbios, tonos de lectura bien dosificados (enérgicos, susurrantes,
planos) ' ... una defensa de lujo. El sustantivo, por supuesto, no sólo radica
en la pulcritud y elegancia de la defensa, sino en el fondo de los argumentos.
Ahí Hermosilla ha sido, hasta ahora, feroz con el teniente general Milans del
Bosch y banda adicional. Su base de defensa parte del supuesto de que hasta las
once de la noche del 23 de febrero al general Armada no hay quien le pruebe
nada. A partir de esa hora y de esa fecha sólo caben interpretaciones. Pero,
sea como fuere, para Hermosilla no hay cristiano que pueda probar conspiración
de Armada con anterioridad a esa hora.
Hoy, Hermosilla (quien, pese
a al éxito que está teniendo -le felicitan en su ausencia otros abogados
contrarios- se muestra pesimista) proseguirá desarrollando hasta el final su
defensa: Armada no conspiró y con posterioridad a los hechos procuró, siempre
bajo obediencia, arreglar las cosas. Dado que este letrado no tiene permitido
desmontar una supuesta causa. general que pudiera derrumbar a su defendido, se
está extendiendo en despiezar minuciosamente el mecanismo relojero que implica
en esta causa a su cliente. Así las cosas, pierde cuartos de hora en desmenuzar
explicativamente el menor de los pasos de Armada.
Los otros defensores y la implicación de Armada
Hermosilla ha dado el pie de
su defensa cuando afirma que "A lo largo de muchas páginas del sumario se
advierte el afán de algunos de los encartados en este proceso, no por
defenderse o por disculparse ellos, sino por arrastrar al general Armada a su
órbita de autores en que los ha situado el excelentísimo señor fiscal y no esta
defensa. Esta pretensión de envolver al general Armada, ahora en la
consecuencia judicial de los hechos, y antes en los hechos mismos, pretensión a
la que han dado pábulo algunos periódicos con informaciones no ajustadas a una
valoración de los hechos, puede que explique, no solo las invocaciones que del
nombre de Armada se hicieron, sino incluso las suplantaciones de la
personalidad y hasta de la voz del general Armada que acaso pudieran haberse
hecho, que quizá, indujeran a error, aunque fuese de buena fe, a algunos de
quienes han declarado que creían que el general Armada estaba comprometido en
los planes operacionales".
Bien; Hermosilla ha hecho un
trabajo de diez, pero por un lado tropieza con el resto
de los encausados (a medida que lee crece la indignación de éstos contra
Armada; no puede hacer otra cosa que intentar desmontar las tesis de la
actuación de Miláns) y por el otro con el entendimiento generalizado (también
tiene peso e so que se entiende por convicción moral) de que Armada estaba
presente en la movida de febrero.
Sea como fuere esta defensa
tiene algo a su favor: a lo largo de la vista nada -pese al informe fiscal- cae
sobre mayores responsabilidades de Armada. Contra él sólo aparecen los
fantasmas de las palabras de otros encausados, testimonios fútiles a tenor de
la más reciente jurisprudencia. Pero sobre este hombre pesa también algo
palpable para la Sala de Campamento: el odio africano de los compañeros de
banca que se sienten perjudicados por su defensa.
Armada, Armada. Literaria
tentación de las brujas de Machbet. Extraño desdoblamiento sobre la teoría de
Max Fristz y sus creencias sobre lanueva personalidad. Remisiones obligadas a El Reportero, de Antonioni o a la larga trágala de
escritores, políticos, periodistas, fil6sofós, hasta militares (ahí esta el
dipsómano del general Gordon, muerto en Jartún a manos de los derviches) que no
han tenido nada mejor que hacer que alguna tontería en favor de una idea
supuestamente superior.
La Prensa le convenció de que podría ser un salvador
El general Armada pensaba en
"su España", sin lugar a dudas. Y la Prensa -aquí hay bofetadas para
todos- terminó por convencerle de que podía ser un salvador, un hombre
provindencial. A partir de ahí cualquier resbalón mental en militar tan
soberbio e imbuido de si mismo como el general Armada, es posible. Veremos hoy
como el letrado Hermosilla empuja un milímetro mas allá las posibilidades de su
patrocinado, evitando -se supone- la agresión física que se le supone. Tal como
se ven las cosas, puede que el general Armada sea culpable de rebelión militar,
pero recaba simpatías como víctima de sus conmilitones. Trac-tac campamental. El pequeño cosmos de este patio de
armas no sólo tiene sus reglas sino también sus fastos. El abogado Novalbos ha
sido padre por segunda vez (la primera de una niña que ya tiene trece años;
esta vez casi es abuelo de su hijo). El teniente coronel De Meer ha ascendido a
coronel. Aquí se premia todo.