En la 38ª sesión de la vista del juicio por los hechos del 23-F
terminó su intervención el letrado Ramón Hermosilla, defensor del general
Armada, para quien pidió la libre absolución. Después Gerardo Quintana defendió
al general Luis Torres Rojas y al teniente de la Guardia Civil Jesús Núñez
Ruano, y Adolfo de Miguel al capitán de navío Camilo Menéndez y al comandante
Pardo Zancada. Quintana y De Miguel insistieron en la tesis de que sus
defendidos creían estar obedeciendo órdenes del Rey, por lo que pidieron que se
les aplique la eximente, de obediencia debida, e hicieron una descripción de la
situación española que añadiría la eximente de estado de necesidad. El
presidente cortó el discurso del general Enrique Calzada Atienza, defensor
militar de Torres Rojas, que también describía con tonos catastrofistas la
situación política previa al golpe.
Soledad Becerril se ha
inspirado en el juicio de Campamento para cesar a Javier Tusell. Camino de
Zaragoza recibió el coronel San Martín la contraseña "la bandeja está
grabada" y el general Juste encontró su sendero hacia el Gólgota. Ambos,
tras el telefonazo, regresan precipitadamente a Madrid y... empieza el espectáculo. Lo de Tusell es prácticamente lo mismo
(ayer no se hablaba de otra cosa en el Servicio Geográfico del Ejército):
ostentas un cargo, emprendes el camino de Zaragoza, se graba la bandeja y se
desmorona tu mundo. Versión sofisticada del motorista franquista portador del
sobre con el cese. Prohombres del sistema acceden ya por carretera a Barcelona
tomando el camino de Valencia y subiendo por la costa. La catástrofe
político-personal acecha entre Madrid y Zaragoza. La ministra de Cultura, tras
lo conocido en Campamento, ha terminado de destrozar las rutas zaragozanas para
uso de políticos. La próxima vez que la capital aragonesa necesite algo de la
Administración central tendrá que venir a Madrid su alcalde socialista, Sainz
de Baranda; porque, desde ya, nadie en su sano juicio emprende el fatídico
itinerario que con Zaragoza como destino parte de Madrid, con un intento
restaurador en el parador nacional de Santa María de Huerta.Ayer, por lo demás,
acabó Ramón Hermosilla su defensa del general Armada; intervino Gerardo
Quintana (defensor del general Torres Rojas y antiguo asesor militar mercenario
en el Congo ex-belga), el defensor militar del mismo Torres, general de
división Enrique Calzada, y, finalmente Adolfo de Miguel, letrado de Camilo
Menéndez y Pardo Zancada, y cabeza de fila de la defensa política.
Ataques a la Prensa
-"esas hienas" para alguna toga (ignoran que es un animal sabio:
copula una vez por año y ríe)-, contínua referencia al "estado de
necesidad" (parte de la defensa abusó en anteriores pruebas de esta
pemema; ya no impresiona); y nada interesante que aporte algo a la historia del
Derecho o a la historia de esta causa. Hacerse lenguas del abogado Ramón
Hermosilla es rendir servicio a la verdad y a una defensa escuchada como tal.
Pero, todo sea dicho, no hay forma de destacar el bufete de Hermosilla ante lo
garrulo, pedestre, pobre, fútil, lamentable de las defensas políticas que buscan su día en Campamento.
Cortedad intelectual de las defensas
Resulta verdaderamente
sorprendente la cortedad intelectual de estas defensas. Se esperaba un alegato
a lo Tixier de Vignancourt, que al menos intentara pegarle un vuelco ideológico
al Estado democrático; o bien la sorpresa final de la prueba o el dato mágico,
guardado en la manga, que varía el rumbo de un proceso. Nada. Provocaciones de barra cuando uno de estos abogados accede a
conversar con algún periodista y apenas nada más. La más completa dimisión
sobre el Derecho indagatorio y sobre la filosofía general de la impartición de
Justicia. Hermosilla, de por sí, es un
señor; por comparación es
algo así como el padre del Derecho.
Sea como fuere se lleva de
Campamento una notable depresión: pese a la brillantez de su alegato carece de
esperanzas respecto de su defendido. Al menos ayer el general Armada no se vio
obligado a soportar la lluvia de improperios y desdenes del día precedente.
Ayer las sillas de Milans y Armada, en la Sala, estaban notoriamente separadas,
con un abismo de silencio tranquilizador entre ambos.
Lo demás son defensas a leer
-dignísimas- que nada aportan (por lo escuchado) a la mayor claridad de este
pleito o a la mayor luz de nuestros cocientes intelectuales, Quien disponga de
horas y de moral que lea estos informes y reflexione sobre ellos. Una primera y
somera lectura les tiene obligadamente por fables hasta para su propósito final
golpista. Flojera incompresible de una barra legal que parece no tener mayor
objetivo que el de provocar la indignación de los periodistas.
¿Qué reseñar, fuera de la
miseria intelectual? ¿De qué escribir, al margen de la carencia de argumentos y
el desierto de los datos y las justificaciones? ¿Qué hacer cuando un abogado -y
en esta causa no de los peores- casi se queja porque pasan los días y no
cuentas que es uno de los locos
de Kinshasa, soldado a
sueldo que qué tendrá que ver con esta historia en la que a casi todos se les
llena la boca con los fonemas del honor y la dignidad.
El cubo de hormigón de Ruiz Larrea
El mayor interés de la
jornada reside en una noticia del carril de la estética: un joven, desconocido,
pero brillante arquitecto- Ruiz Larrea- ha obtenido el primer premio en el
concurso que la Diputacíon de Madrid convocó para erigir un monumento a la
Constitución. El cubo de hormigón de Ruiz Larrea se levantará en breve en los
altos del Hipódromo. El autor de una idea acertada y de gran belleza -para todo
aquél que entiende bien de arte, bien de geometría descriptiva- medita ahora
sobre la pintura externa del diseño (es un objetivo de pintadas). Su compañera está
radiante y feliz: Lourdes Menéndez, hija del capitán de navío del mismo
apellido, encausado en este proceso. Es una familia que no pierde comba.
Entroncados con Blas Piñar y con el ex-ministro de Franco Meriéndez Tolosa
(más, a menor nivel, por supuesto, con Muñoz Perea). El domingo Miguel Artola
lee su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia. Hablará sobre
los derechos humanos. Está casado con una hermana.del capitán de navío Camilo
Menéndez. No hay quien de más.
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