Un cura tridentino
amonestaba a sus fieles con terríficas descripciones de los suplicios del
infierno si no encauzaban sus vidas hacia la virtud, hasta que un feligrés se
levantó: “Padre, si hay que ir al infierno, se va, pero no nos acojone”.
Rubalcaba casi nos ha emasculado con una perspectiva del país desde la
izquierda de Bakunin. Prefiero a los marinos de Kronstadt asesinados por Lenin
por demócratas y socialistas. En algunos
momentos se le ha ido el guión a nuestro “monje negro” pasando de demonizar a
Rajoy y el PP a crucificar a la derecha como causa metafísica de las dolencias
de la Humanidad. Ya ha olvidado que el embrión del estado de bienestar y la
seguridad social lo implantó Bismark tras la unificación alemana. Las
izquierdas tuvieron que esperar. Tengo empatía por Rubalcaba, aunque tras un
almuerzo con Pedro J. Ramírez no permitió mis ósculos en sus mejillas, por ello
me dolió su puñalada de pícaro a Rajoy al final de su traca antisistema. Leyó
un párrafo de un artículo publicado por el Presidente en un diario gallego hace
31 años explicando la desigualdad como ley o fenómeno natural. Habría leerlo
entero pero no creo que marrara. Desde Sumeria, primera civilización historiada
(3.000 años a.J) el hombre va uncido a su condición desigual, característica
que no pudo resolver el socialismo real ni sus sobrevientes monarquías
castrista y norcoreana. Esa filosofía vale para el 11-M pero no para un
catedrático de química hijo de un brillante aviador franquista. Mi padre era
motorista de enlace del Quinto Regimiento (comunista) y una bomba de aviación
le dejó cojo y ciego de por vida. Rubalcaba y yo jamás tuvimos igualdad en la
raya de salida, y no se lo reprocho, ni albergo rencor social alguno. Por eso
me ofende su demagogia que es apelar, en beneficio político propio, a las dolencias
de los desfavorecidos. Su guion de párroco estricto parecía pergeñado por Elena
Valenciano, otra que tal.
27/2/14
24/2/14
LA SUTIL INTELIGENCIA TACTICA DE ETA (24-2-2014)
A pocos meses de su nombramiento fue cesado sigilosamente el número
dos del ministerio franquista de la Gobernación. El cargo era de máxima
importancia política porque el departamento solía ostentarlo un teniente
general, siendo la cabeza política el subsecretario, civil, que orientaba el
día a día y ejercía de intelectual orgánico. Entre los jerarcas del Movimiento,
los periodistas con censura pero con curiosidad, y los comunistas (la única
oposición) corrió la intriga como la pólvora y se elaboraron las más disímiles
argumentaciones. Además, el sujeto destituido gozaba de crédito académico. Se
arguyó una incompatibilidad de caracteres entre el hombre político y el militar
al mando, y se dio por verosímil una bronca entre ambos por una reorganización
de jefes policiales. Tras varias noches de vela clandestina en una célula
comunista a la que asistía de oyente el Partido Comunista comunicó a sus bases
que lo sucedido obedecía a otro choque entre opusdeistas y falangistas habiendo
triunfado la línea dura de estos últimos, esperándose un incremento de la
represión. El subsecretario en cuestión, abnegado padre de familia, se había
enamorado como un cadete de una azafata de vuelos internacionales y disponiendo
por su cargo de libre acceso a todas las tarjetas de IATA, acompañaba a su
tormento aunque viajara al fin del mundo y solo aparecía por casa o el
ministerio cuando libraba la aeromoza. Los politólogos, los analistas, los
periodistas tendemos a buscarle tres pies al gato y a tomar la neblina por humo,
porque creemos con harta soberbia que todo lo que ocurre tiene una sesuda
explicación intelectual. A cuenta del top manta de terrible armamento ofrecido
en muestrario por ETA hemos escuchado que lo que pasa es que la banda maneja
muy bien los tiempos, que los títeres de Bilbao son un globo sonda para medir
la determinación de Rajoy y resquebrajar al PP, o que es una mano tendida a
Bildu para que se pueda casar en Navarra con los socialistas. Hasta el
lehendekari, Urkullu, se ha visto
obligado a la redundancia para definir la realidad de la nada: “Un paso pequeño
y no suficiente”. Paradójicamente lo difícil, `por obvio, es suponer que el
descerebrado y la guarra analfabeta, instalados en el cúpula etarra, creen que
esta oferta de armamento de todo a cien es un gesto político digno de ser
considerado, cuando la mafia rusa y la
albano-kosovar disponen en la Coste del Sol de más sofisticados arsenales. Hay
que remitirse al lunfardo y recordar que los especímenes más peligrosos son el
pelotudo (con aumentativo en pelotudo atómico), el huevón, el remamahuevos, el
boludo, el orillero (con una pata en la legalidad y otra fuera), el engrupido
que se cree lo que no es, el loco piantao y el locutor de Radio Colifata que
emite desde un nosocomio mental de Buenos Aires. Como los payadores también los
agónicos versolaris etarras rasguean hazañas inventadas pero no debemos
interpretarles como a aquel subsecretario de la Gobernación. Estos cómicos de
la legua ni siquiera se han ido con la azafata.
AQUEL 23-F MAL OLVIDADO (24-2-2014)
Los
neurofisiólogos nos enseñan que un cerebro bien ordenado debe saber olvidar
tanto como recordar porque hay que abrirle espacios selectivos a la memoria.
Aquella asonada la propició el aparentemente imparable terrorismo etarra que
buscaba jefes y oficiales entre sus víctimas y el j miedo de los más
conservadores, a que las Autonomías derivaran en separatismos. Como los
protagonistas del cuartelazo se rindieron sin disparar más tiros que los de la
salva de las Cortes, podría decirse hoy que escribían derecho con renglones
torcidos. El secesionismo se ha ampliado
desde entonces y no se aprovechó el aldabonazo del 23-F para ir más allá de la
LOAPA. Pero con Suárez dimitido ya tenía bastante el pobre Calvo Sotelo con
meternos en la OTAN como para recuperar para el Estado competencias como la Educación o la Sanidad.
Causa vértigo escénico pensar que son legión los españoles que no habían nacido cuando aquella militarada y que de
ella tienen una visión esperpéntica o nula. Es comprensible que hoy sugieran la
abdicación del Rey quienes ignoran
aquella noche en que don Juan Carlos detuvo los tanques a telefonazos y comprometió
la Corona con la defensa de las libertades constitucionales. No tengo esos
libros, pero me gustaría saber que dice del 23-F el material escolar, si es que
reseña algo. Aquellos sucesos no fueron una anécdota ni son hoy el cuento del
abuelito. Es imposible una repetición de aquella fecha, pero los antisistemas,
ácratas, populistas chavistas, nihilistas y todas las hilachas que se les
desprenden a los socialistas sin proyectos y a los comunistas amnésicos , son
más inquietantes que aquel Milán del Bosch que para subir la división blindada
“Maestrazgo” desde Valencia a Madrid tenía que ir repostando en las
gasolineras. En 33 años han cambiado las Fuerzas Armadas hasta poder
denominarlas “El gran mudo”, como a las francesas. Pero ¿cuál habría sido el desenlace
de aquella jornada si en Zarzuela hubiera tenido despacho un Presidente de la
III República?.
20/2/14
EL GOLPE DE ESTADO DE ETA (20-2-2014)
Tras el asesinato de Carrero Blanco una pléyade de cabezas de huevo
nacionales y extranjeros dedujeron que quedaba desbloqueada la salida del
franquismo como si el almirante fuera albacea, garante, avalista y hasta
testaferro de aquel régimen. Los propios hechos desmienten tamaña tésis porque
el crimen lo que aceleró fue la llegada de Arias Navarro que no era
precisamente un devoto del sufragio universal y retrasó el arranque de la
transición política ya diseñada por Fernández Miranda. Los hijos de Carrero han
comentado que tras la muerte de Franco lo primero que hubiera hecho sería poner su cargo a disposición del Rey.
Fidelísimo de Franco no se veía sucesor de su legado y, además, siempre fue
leal al Príncipe y no toleraba las bromas e insidias que sobre el futuro Rey se
despachaban en El Pardo. Tras el entierro en Cuelgamuros, Carrero se hubiera
retirado de la política para pintar marinas en Santoña. Pero ETA creyó que con
el magnicidio había dado un salto cualitativo en la descomposición del
franquismo, lo que la Historia demuestra que no fue cierto. Con Carrero o sin
él habríamos llegado a 1.978. Durante los primeros años de Adolfo Suárez ETA se
lanzó a una “Operación Ogro”, muy centrada en Madrid: provocar un golpe de
Estado militar que, probablemente, habría acabado con la monarquía y nos habría
hecho retroceder décadas como hombre enfermo de Europa. El nacionalismo
decimonónico combinado con el leninismo y la lucha guerrillera producen la
alucinación política de que “cuanto peor, mejor”. No les bastaba la lesa
humanidad que practicaban sino que aspiraron a la lesa patria y al agobio y
bochorno de todos los españoles. El teniente general Gutiérrez Mellado, amigo
personal de Suárez, le avisó que estaban cayendo más jefes y oficiales que si
mantuviéramos una guerra convencional con una potencia extranjera. Era la
estrategia etarra: soliviantar a las Fuerzas Armadas. Habrá prescrito, pero fue
un ataque contra toda una nación.
19/2/14
UNA TEATRAL ENTREGA DE ARMAS (19-2-2014)
Como el ministro del Interior, Fernández Díaz, es hombre de recios
principios puede tender a estimar que todos los hombres son poseedores de
palabra y dignidad. En esta Casa ha declarado que para ETA el tiempo del teatro
ya ha pasado, pero arruinada su ópera terrífica pueden estar orquestando la opereta
de Jacobo Ofembach. La desagradable
presencia en el País Vasco de esa tropilla de observadores internacionales (en
su día expulsados de Noruega por no representar a nadie decente) augura el
teatrillo de una entrega de armas por parte de la banda. Si entregan material
oxidado o explosivos caducados no será armamento desconocido por la Guardia
Civil. Y como la mitad de los asesinatos etarras no han podido ser juzgados,
estos gudaris degenerados no van a facilitar a balística revólveres, pistolas y
subfusiles para conocimiento de los jueces de instrucción. Las organizaciones
terroristas, aunque abandonen oficialmente la lucha armada, sufren un último
remezón, un espasmo postrero, un fraccionamiento terminal, y jamás entregan
todo su arsenal, aunque quede para pudrirse en zulos dados al olvido. Repugna a
la razón histórica que veedores internacionales remunerados, y que no saben
colocar Bilbao en el mapa ni que escribió Sabino Arana, supervisen el desarme
de la banda como los estadounidenses requisaron las bombas volantes del III
Reich en la isla de Peenemunde. Sus credenciales fueron las que forzaron a Oslo
a invitarles a marcharse y dejar de dar ruedas de Prensa. La opereta es más
pícara que ingeniosa, pero la que puede estar escribiéndose para que ETA luzca
sus pololos puede resultar hilarante. No se van a disolver, aunque su palabra
nada valga y estén mudando el pistolerismo por el cóctel molotov,y exigirán la
libertad de sus presos a cambio de sus obsoletas santabárbaras de ocasión. Si
necesitan autodisolverse y entregar o destruir su parafernalia de la muerte,
que lo hagan. No precisan ni de alcahuetas, porque, desgraciadamente, tendrán
que transcurrir muchos años antes que España baje la guardia y dé por
cicatrizada la llaga etarra. Publicitar el mapa de algunos zulos será el
tinglado de la vieja farsa benaventiana de los intereses creados. Es cierto que
este Gobierno ha detenido a 90 etarras y dos han sido traídos de México tras
años de investigación y seguimiento. La lucha antiterrorista no se ha
debilitado porque somos el país de la Unión Europea con tamaña organización
sanguinaria. Pero la atrabiliaria y politizada composición del Tribunal
Constitucional (que algún día será suprimido y sustituido por una Sala “ad hoc”
del Supremo) ha permitido, en un mal entendimiento del garantismo, que los que
dicen que se van a desarmar ya estén sentados en las Instituciones, no se sabe
si con la sobaqueras vacías.
17/2/14
LA MUERTE COMO GRADUADO ESCOLAR (17-2-2014)
Mi
doctora fue médico-residente en un hospital de Baltimore entrenándose en
oncohematología pediátrica. En Madrid la consultaron por un niño desahuciado,
con los protocolos empleados habían fracasados,
catalogando como terminal y con petición paterna de suprimir la medicina
encarnizada. Por razones deontológicas la doctora no desahucia, y aplicó a
aquel guiñapo de seis años, un agresivo coctel de drogas rayano con la muerte
por toxicidad. Aquel crío sufriente es hoy un abogado en ejercicio y picotea en
exceso con demasiadas novias. Tras los
Países Bajos (a los 12 años), la eutanasia belga de menores es otro juego de
Dios que se extenderá por la capilaridad del egoísmo social, ya que el impulso
más fuerte del hombre no es el sexo o el poder sino su comodidad y bienestar.
Esto de dar muerte al indefenso, aunque sea conformada, no es flor de una etapa
que ha desterrado el sacrificio sino una inclinación pagana que nace con el
darwinismo social, cuyos flecos se enredan con la eugenesia. Matar al cigoto o
al anciano doliente fue una moda intermitente desde los 20 a los 70 del XX en
Europa y América, auténtico huevo de la serpiente nazi, y ahora recobra bríos y
justificaciones bajo la careta de la compasión. El dolor insufrible es un error
médico. Los cuidados paliativos ofrecen un supermercado analgésico
poderoso, hasta con implantes
subcutáneos que duermen los
padecimientos. Los sufrimientos inhumanos dejaron de existir desde que
empezó a desarrollarse la anestesia. Lo que hay es el desorden hospitalario del
doctor Montes, inspiración sanitaria de Zapatero, cuya ley abortiva de
eutanasia-eugenesia divide innecesariamente a los españoles. Pero que culturas
parejas a la nuestra como la belga-holandesa, matriculen la muerte en las
guarderías de infantes, vomita la civilización y ofende a las tres religiones
teístas y a las orientales ateístas. Eso es el paganismo azteca o maya
arrojando cadáveres por sus escalinatas piramidales. Detrás vienen los viejos,
exterminados por ley. La muerte matriculada en EGB y con beca universal.
14/2/14
EL HOMBRE PROVIDENCIAL DE LA TRANSICION (14-2-2014)
El gran escritor taurino Joaquín Vidal me descubrió una noche de
guardia que había trabajado durante años mesa contra mesa con Adolfo Suárez,
ambos como ganapanes en el Instituto Social de la Marina. Tenían más que de
charlar que de hacer, y Suárez solía mostrarse abúlico por falta de
perspectivas. Vidal le consolaba:” Eres joven y guapo, simpático, has terminado Derecho; muévete,
busca y acabarás encontrando algo que te haga feliz”. “Es que lo que yo quiero
es ser Presidente del Gobierno”. Ni siquiera Franco había nombrado Presidente a
Carrero Blanco y Adolfo Suárez ya
mostraba en un arranque de sinceridad melancólica la máxima de César Borgia de
“aut Caesar aut nihil”. Para quienes le conocieron eso no era simple ambición,
reñida con la generosidad que siempre demostró, ni afán de poder que siempre le
rozó pero también le fue esquivo. Cuando luchaba con sus barones de mil y un
partidos comentaba a un colaborador amigo: ”Daría mi brazo derecho por un solo
día de poder absoluto”. Ideológicamente era un falangista de los que jamás se
leyeron las obras completas de José Antonio Primo de Rivera ni participaba
mentalmente de fascismo alguno. De lo más que sus adversarios podrían tacharle
es de ser un franquista indolente, porque fuera del régimen anterior todo era
atmósfera cero. Podías militar en el comunismo para satisfacer tu conciencia
ideológica pero sin rozar con una uña el poder de la dictadura, mientras el
PSOE se concedía cuarenta años de vacaciones. Quedaba el entrísmo trostkista de
las Comisiones Obreras de Marcelino Camacho en los sindicatos verticales o
hacerte instructor del Frente de Juventudes como el que fuera gran editor Jesús
de Polanco, demócrata de la quinta de 1.975.
Conocí a Adolfo Suárez como
secretario personal de Fernando Herrero Tejedor, quien fuera Fiscal General del
Estado y Ministro Secretario General del Movimiento. Suárez era un hombre
atildado y amabilísimo, raro político, aunque fuera en ciernes, de los que te
traen personalmente un café si se lo pides. Estaba como prohijado por aquel
hombre fuerte del franquismo, y hasta por su familia. Era un protegido porque
se hacía querer en el trato personal. Al fin había escapado a su destino de
cagatintas, como también lo hiciera Joaquín Vidal. Herrero Tejedor se mató en
una autovía próxima a Madrid derrapando su coche oficial contra un camión. Un
extraño y azaroso golpe del parietal contra su ventanilla. Suárez quedó
desolado por el amigo y huérfano del mentor, considerando su incipiente carrera
política, acabada. El sistema le repescó para el modesto Gobierno Civil de
Segovia donde trabó amistad familiar con el delegado de Agricultura, el
ingeniero agrónomo, Fernando Abril Martorell,
quien fuera su Vicepresidente y mano derecha durante la transición a la
democracia. El destino volvió a golpear
su puerta y un restaurante mal fraguado construido en Los Ángeles de San Rafael
por el agiotista Jesús Gil y Gil se derrumbó provocando una matanza. Se vio a Suárez
rasgarse la piel de los brazos levantando escombros. De nuevo creyó que su
escalera política carecía de peldaños, y es que contemplada su vida en conjunto
sin el resplandor de sus éxitos que esencialmente no fueron otra cosa que actos
de coraje político, la peripecia de este hombre providencial fue una dolorosa
sucesión de desdichas recubiertas de oropel. No fue un hombre culto, pero sí
intuitivo. Llegó a afirmar en público que el catalán era un dialecto del
español, y cuando recibió a Tarradellas en Moncloa tuvo con él una fenomenal
bronca de las que se escuchan en los pasillos. Tarradellas dio una rueda de
Prensa a las puertas del palacete y, sonriente, declaró su admiración por Suárez y su sintonía con
él. El entonces Presidente, que le escuchaba por el circuito cerrado de RTVE,
le llamó de inmediato, admirado de la cintura política del President de la
Generalitat. Y nunca volvieron a desencontrarse. Su sucesor Leopoldo Calvo
Sotelo, un ingeniero muy leído que tocaba el piano, sacó del despacho una
infinita colección de ceniceros y llenó
la estancia de libros. Suárez era fumador en cadena de cigarrillos negros,
bebedor compulsivo de café y comedor ocasional de tortillas a la francesa, de
un huevo. Tenía la dentadura arruinada, sufriendo importantes dolores, hasta
que el Rey llamó a su dentista personal, cerraron un quirófano de prácticas en
la Facultad de Odontología y en un sola sesión de varias horas le extrajeron,
le implantaron, le limpiaron las infecciones, dejándole su característica
sonrisa de teclado de piano, pero nunca
recuperó el apetito y siguió alimentándose como un faquir. La caja fuerte
estaba cerrada, y al abrirla un cerrajero solo encontraron un papelito con el
número de la combinación. Pero la incultura del personaje queda compensada por
su trato de encantador de serpientes: te miraba a los ojos y te estrechaba con
firmeza la mano mientras con la otra te sujetaba el codo. Luego si le
preguntabas arteramente que había leído de determinado autor contestaba
rápidamente que todo. Pero poseía la sabiduría de que hay que vivir en el
futuro para ser contemporáneo del presente, y que quien se casa con el espíritu
de su época enviuda pronto. Así, quien fue ministro con Franco creyó sin
fisuras que había que conducir España hacia una democracia representativa sin
restricción de partido alguno. Una de sus encrucijadas vitales fue su paso por
la dirección general de RTVE. Eran años en que el ultrafranquismo con los
falangistas como punta de lanza (lo que se entendía por el bunker, en alusión
al de Hitler), dieron mala vida a los Príncipes de España, quizá intuyendo que
Don Juan Carlos no se iba a limitar a perpetuar las leyes fundamentales del
Movimiento surgido de una guerra civil. Los Príncipes procuraban hacer giras
provinciales para tomar contacto con las gentes, y no era raro que, ante la
pasividad, o satisfacción de las
autoridades, muchachadas fascistas corearan a voz en cuello :”Que no
queremos/reyes idiotas/que no sepan gobernar/lo que queremos/e implantaremos/es
el Estado sindical/!abajo el rey¡/juventudes de vida española/y de muerte
española también”. No solo era un ambiente hostil e impresentable, sino
claramente fascista. En RTVE Suárez se dedicó en exclusiva al hoy Rey: a darlo
a conocer en sus aspectos humanos, dado que su perfil político era enigmático,
a sacar partido de una familia joven y atractiva, a hacer populares las figuras
ensombrecidas o tergiversadas de La Zarzuela.
Y a conectar con el futuro Rey,
lo que no resultó difícil: eran de la misma generación, extrovertidos,
locuaces, optimistas. El entonces Príncipe no albergaba duda alguna de que a la
muerte de Franco España debía transformarse en una democracia parlamentaria
homologable en Europa Occidental y que su papel como Rey del postfranquísmo
estaba tasado. Para dibujar esa compleja elípsis institucional contaba con el
catedrático de Derecho, viejo tutor de su adolescencia y también Secretario
General del Movimiento (pero con camisa blanca ante la furia de los camisas
azules), Torcuato Fernández Miranda, como autor del libreto; con Suárez como
tenor, y reservándose el monarca la partitura y la dirección de la orquesta.
Fallecido Franco en la cama y destituido como Presidente, Carlos Arias Navarro,
creyente en el franquismo sin Franco, Fernández Miranda como presidente del
Consejo del Reino ofreció preceptivamente una terna de nombres al Rey. El conde
de Motrico, José María de Areilza, que había sido ministro de Exteriores
postfranquista, y Manuel Fraga, estaban seguros de su elección, y habían
pactado la vicepresidencia para quien no resultara designado. En la casa de
Motrico, rodeado de fieles, se descorchaba el champaña. Fraga, regresando a
Madrid en automóvil telefoneaba a Areilza desde cada gasolinera (no existían
los móviles) haciendo planes de oso exultante. Torcuato, hombre hermético,
comunicó a los periodistas: “Estoy en condiciones de ofrecer al Rey lo que me
ha pedido”. Cuando se supo que ni Fraga ni Motrico iban en la terna y que el
nombrado Presidente era Adolfo Suárez, cundió el desánimo de toda la clase
política y en la primera de “El país” Ricardo de la Cierva titulaba su
decepción: “Que error, que inmenso error”. Con el tiempo sería su ministro de
Cultura. Se veía a Suárez como un falangista de correaje y los figurones le
hicieron el vacío. Su vicepresidente, un cristiano-demócrata y jurídico militar,
como Alfonso Ossorio, abrió su agenda y propuso a su jefe ministros jóvenes, no
contaminados por el régimen a desmontar, profesores de Universidad en
preparación de cátedras, los minusvalorados Profesores No Numerarios (PNN) que
fueron en conjunto la más valiosa casta política de la democracia que aún
estaba por llegar. Bajo el lema de “Desde la ley a la ley” Suárez, con Torcuato
de apuntador y el Rey restañando heridas, logró que se suicidara el Consejo
Nacional del Movimiento y que el Congreso franquista aprobara una ley de
Reforma Política que lo disolvía convocando Cortes constituyentes.
Torcuato vio diluirse su protagonismo teórico en favor de un Suárez
en el centro del proscenio, emergió el veneno de los celos y murió
prematuramente en Londres de una crisis cardiaca con las máximas honras del Rey
de un ducado con grandeza de España y el Toisón de Oro, como las que le serían
otorgadas a nuestro coautor del cambio. Lo que dimos en llamar Transición es el
período entre el entierro de Franco y el acceso de los socialistas al poder en
1.982, proceso que asombró al mundo civilizado y solo empañado por el cruel
terror de ETA, el marginal pero cualificado de los GRAPO (llegaron a tener
secuestrados simultáneamente al Presidente del Consejo de Justicia Militar y al
del Consejo de Estado) y el pistolerismo de una ultraderecha resistente a las
reformas. Aún siendo atroz el desparramamiento de vidas a manos etarras, la
mayor vileza de estos, hoy en las Instituciones, consistió en la procura de un
golpe militar, según la tésis leninista de que “cuanto peor, mejor”. ETA se
abrió paso entre sus asesinados habituales y puso empeño en abatir jefes y oficiales
de las Fuerzas Armadas. El Estado Mayor del Ejército hizo llegar a Suárez una
estadística reveladora de que estaban cayendo más generales y coroneles que si
mantuviéramos una guerra abierta con una potencia extranjera. Provocando a los
militares ETA cimentaba el fracasado cuartelazo de 1.981 tras la dimisión de
nuestro hombre providencial. Al tiempo, el Presidente francés Giscard D
Estaigne ejercía de nuestro villano, jugando a la debilidad española y dando
estatuto de refugiado político a los más sanguinarios etarras. Suárez acudió al
Elyseo para parar a aquel aristocratizante. Y el protocolo, conociendo las
maneras efusivas del español, le hizo llegar recado de que a Giscard solo se le
podía estrechar la mano brevemente. En las escaleras Suárez le agarró una mano,
le inmovilizó el otro codo, le abrazó fuertemente y le palmeó largamente la
espalda. En el almuerzo de gala rechazó el exquisito menú y pidió una tortilla
de dos huevos (“Pero a la española, no a la francesa”), y cuando el francés
hizo gala de sus vinos, nuestro hombre exigió leche. Y bebió leche todo el
ágape.
Quizá no consiguiera nada pero dio al gabacho un soberano bofetón .Suárez
fundó la Unión de Centro Democrático, cajón de sastre de baronías y ambiciones,
que ganó las elecciones hasta el interinato de Leopoldo Calvo Sotelo. Abrió el
registro con higiene democrática y florecieron tantos partidos y siglas que se
definió el paisaje como “sopa de letras”, con la comprensible congelación del
Partido Comunísta. Se aducía que en Alemania Occidental estaba prohibido, y
Felipe González estuvo dispuesto a ir a elecciones sin él para capturar sus
votos. A Santiago Carrillo, bien en París, bien al amparo del vampiresco
Caucescu en Bucarest, le sondearon de parte del Rey y Adolfo, desde el teniente
general Díez Alegría (cumpliendo órdenes recompensadas con el cese), hasta
Nicolás Franco y Pasqual de Pobill, sobrino del dictador, cazador profesional y
mediador aficionado, pasando por el abogado José Mario Armero, bienintencionado
conspirador político altruista, en cuya casa acabaron reuniéndose a solas
Suárez y el factótum del PC. En un sábado santo de vacaciones Suárez tuvo el
coraje de legalizar a los comunistas, en una decisión solo compartida con el
Rey, provocando tal irritación militar que dimitió todo el almirantazgo y hubo
que sacar del retiro a un ministro de Marina. Carrillo jugó bien sus cartas:
aceptó la monarquía, la democracia, la bandera y el himno. Y el entierro del
guerracivilísmo, que bien le convenía, y que muchos años después exhumaría el
progresismo subnormal de Rodríguez Zapatero. Las escenas de generales poniendo
el sable o la pistola sobre la mesa de Suárez, son literarias, pero reveladoras
de la inquina militar qque alimentó el 23-F. Desde 1.808 nuestras 10
Constituciones estaban desgarradas y obsoletas y hubo que recurrir al Derecho
comparado para aparejar la del 78. En jornadas exhaustivas nuestros
constituyentes buscaron un endiablado texto de consenso. En las noches Fernando
Abril Martorell y Alfonso Guerra se reunían secretamente para limar, cortar
nudos gordianos, avanzar sobre lo insalvable….Aunque no firman la Constitución
bien pueden tenerse por sus padres putativos. La imposibilidad de obviar los
Estatutos de Cataluña y País Vasco (la guerra dejó en el aire el gallego) trajo
los lodos tóxicos de hoy. Suárez, y toda la clase política de entonces, tuvo
miedo a dejar solos a los nacionalísmos históricos (como si Castilla o Aragón
no tuvieran más Historia) y manejándose primero una diferenciada “tabla de
quesos”, Suarez decidió, en su estilo, el “café para todos” creando un Estado
Autonómico que no es federal solo por la denominación. Esa sería la única
mancha importante en la mesa de Adolfo Suárez. Su dimisión es un misterio con
variables que se lleva a la tumba. El fraccionamiento de su partido, la UCD, es
una causa, como el distanciamiento con el Rey al que inquietaba su debilidad
política. Que yéndose quisiera evitar la vergüenza del golpe militar es muy
posible. Suárez, junto a Gutierrez Mellado y Santiago Carrillo, no se tiró
debajo del escaño cuando comenzaron a disparar los guardias de Tejero, porque
se había preparado psicológicamente para la muerte y quería recibirla
dignamente. Tenía asumido que le matarían los uniformados del bunker. Su
segundo partido (Centro Democrático y Social) no dio para nada ante la
axfisiante presencia del PSOE de González. Había pasado su tiempo y se dedicó
con desgana a algunos negocios privados. Pero ante todo a su familia. Se
reprochaba haber hurtado tanto tiempo a su familia cuando el cáncer de pecho,
hereditario, afectó a su esposa, Amparo, y a dos de sus hijas. El caso de
Sonsoles es paradigmático y luz para estos días. Embarazada se negó a abortar o
a recibir quimioterapia para no dañar al feto, comprometiendo su vida que
finalmente perdió. Escribí sobre ella en un libro y a su presentación acudió
con su padre a darme las gracias, ella que tantas merecía. Mi doctora se puso a
besar a Suárez recordándole lo mucho que todos lo querían.”Preferiría que me
quisieran menos y me votaran más”. Años después me llamó a mi casa de Buenos
Aires citándome en su hotel.
Estaba solo en el lobby, como desamparado, pálido,
y no me daba razón de su viaje. Por sacarle de lo que creía era un estupor le
hice una pregunta pícara y machista:” ¿Te tiraste a Carmen?”. Carmen Díez de
Rivera, hija adulterina de Ramón Serrano Suñer y la marquesa de Llanzol tenía
los ojos verdes, enigmáticos y
magnéticos de su padre y había llevado el gabinete de Moncloa de Suárez
tras conocerse en RTVE. También era amiga mía, y una noche cenando en casa nos
contaba a la doctora y a mí como una vez en un salón Institucional un personaje
llegó a tumbarla medio cuerpo sobre una mesa de billar, y se escurrió por el
suelo entre las piernas del varón. Lo narraba entre las risas. Conseguí que Adolfo
se riera:”¡Qué más quisiera yo; Carmen no se dejaba con nadie”. “Acompáñame,
por favor”. El hotel daba a la céntrica calle Florida, peatonal, de tiendas
caras, minas (chicas) preciosas y ondulantes y confiterías inglesas y
conspirativas, refugio de políticos y periodistas. No pudimos dar cuatro pasos
porque primero los paseantes se volvían intrigados y luego el gentío le
reconoció. Fue una efusión espontánea
llena de agradecimientos y vítores hacia el héroe de la Transición. Le
saqué del hotel porque sabía lo que iba a ocurrir. Entonces, y gracias a
Suárez, era muy fácil vender la marca España en un Cono Sur americano que se
desinfectaba trabajosamente de sus dictaduras militares. Antes que los abrazos
le tiraran al suelo volvimos al lobby emocionados. No faltaba mucho para que
Adolfo Suárez penetrara en sus tinieblas.
13/2/14
JUSTICIA UNIVERSAL Y PELIGRO AMARILLO (13-2-2014)
La fotografía del misterioso monasterio de Potala, en Lhasa, capital de Tibet, envenenó mi infancia hasta otra reciente en la
que frente a las inacabables escalinatas de madera en zig-zag permanecía
estacionada una caravana de motocarros
expendiendo comistrajos y refrescos chinos. Decidí no peregrinar a Potala ni a
invitación del Dalai Lama mientras persistiera la ocupación china; es decir:
nunca jamás. Me temo que los agentes de la policía judicial que comisione el
juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, para viajar a detener al expresidente Zemin y su ex primer ministro Peng, pedirán baja por
enfermedad ante lo dificultoso del servicio. ¿Conocerá el magistrado las
características del régimen chino, o su señoría está haciendo un brindis al sol
al pueblo tibetano?. La Justicia Universal es una loable utopía, esa flecha que
se lanza contra una diana situada en el infinito. Este principio, iniciado en Nüremberg,
solo ha funcionado en las recientes Cortes sobre derechos humanos, a cuenta de
asesinos de Estado de países fraccionados, débiles o bajo intervención
internacional. Ya que no se puede ordenar la busca y captura de Hassan II por haber arrasado todas las normas
internacionales en el Sahara, podríamos sumariar a su sucesor Mohamed VI, con
las consecuencias previsibles. Somos dados a
las machadas del Capitán Trueno. Estados Unidos no nos declaró la guerra por Cuba (aunque hubiera acabado haciéndolo); fuimos
nosotros por Real Decreto de 23 de abril de 1.898. Es más: el estupefacto almirante
Cervera recibió la orden de desembarcar infantería de marina en Florida tras
desbloquear la isla. Todo entre el fervor y la algarabía castiza. Algo de ese
espíritu ronda la Audiencia. Antes de traernos esposados a Zemin y Peng
deberíamos mirar cuanta deuda española compra China . Las jerarquías chinas no
son individualidades sino representación de la teocracia comunista y son
insoportablemente susceptibles a la injerencia extranjera. Si han protestado
por la chinita asesinada en Compostela, imagínen su reacción ante el biempensante mangoneo tibetano.
11/2/14
LA CHARANGA DE CINE ESPAÑOL (11-2-2014)
Lo más visto del cine español es la gala en la que se entregan esos premios que poblarían los peores sueños
de Goya. Y no ha lugar a la consolación porque la charanga es retransmitida por
la televisión pública que sufragan los contribuyentes para satisfacción onanista
de los cómicos de la legua. Si el aburrimiento matara (que mata) la gala sería
más letal que el cólera morbo y es la prueba de Dios de que si no saben
resolver con ingenio un par de horas de entretenimiento festivo ¿cómo van a
evitar la estampida de cinéfilos de las salas de proyección?. Tal es su falta
de seriedad que el presentador atribuye la serie “James Bond” al cine americano
cuando es la saga más prolongada de la cinematografía británica. Se nominan
películas retiradas con nueve mil espectadores, y la propia gala desangra su
audiencia. La pomposa Academia de Cinematografía se ha autoconvencido de que es
el ombligo de la cultura, cuando solo son industria herrumbrosa en la que se
hacen películas subvencionadas que no se estrenan y se dan productores
judicializados que no pagan. Toda su crisis la dan al IVA y a que los españoles
no financiamos con impuestos su sequía de talento. El cine es un factor más,
pero desde los hermanos Lumiêre ninguna generación ha sido educada
culturalmente mediante el visionado de películas, a menos que estimemos que la
exitosa serie de “Torrente” contribuya a la formación cultural del país. Solo en contadas excepciones el cine
forma y educa; el cine es, por su propia
idiosincrasia, entretenimiento, y hay películas que entretienen tanto como un
casino de Las Vegas, que al menos puede describir culturalmente los estragos de
la ludopatía. Los entrañables titiriteros se niegan a entender que a los
españoles no les gusta su cine, y de gala en gala, de charanga en charanga, mitineando
sollozantes y mal vestidas ellas sobre el aborto que confunden con un problema
sexual, llegarán a exhibir en las filmotecas.
5/2/14
¿DONDE ESTÁ LA HIGIENE SEXUAL? (5-2-2014)
En la Complutense el Colegio Mayor Chaminade fue un privilegiado
reducto de libertades que la Iglesia defendió ante el autoritarismo franquista.
Guillaume Joseph Chaminade, fue un sacerdote francés, que conoció España
huyendo de la Revolución Francesa, y se adelantó a su tiempo predicando la
mixtura entre religiosos, seglares y laicos. Su motor fue el Marianismo y su
espíritu más liberal que el de quienes le expatriaron. En una de aquellas
tenidas nocturnas del Colegio Mayor, me ví, no se a cuento de que, en un panel
sobre al aborto convocado por unas recias feministas.
Creo que dije que el
aborto debía ser reglado, pero que, dada la situación política imperante, aquel
coloquio era un aquelarre y a hombres y mujeres nos iban a detener por brujas.
El público planteó el caso de una señora que se había visto en el trance de
abortar ocho veces, ante lo que nos horrorizamos, excepto un médico de la
tribuna, que estalló: ”Con todos mis respetos, esa señora es tonta. Le hubieran
sobrado médicos en España para recomendarla métodos de higiene sexual contra el
embarazo no deseado”. Aquello terminó como el rosario de la aurora, pero me
quedé con el concepto esencial del higienismo. En el siglo pasado la medicina
dio dos pasos de gigante: la cirugía, gracias a las dos guerras mundiales, y la
liberación sexual de la mujer mediante un nutrido supermercado de
contraconceptivos. Las estadísticas sobre asuntos íntimos no son fiables, pero
si manejamos 1.250.000 abortos anuales en España (que serán más por las
operaciones en el extranjero) estamos ante un problema educativo, más que
sanitario, religioso o ideológico. Descartando por inseguro el método del
doctor Ogino, padre de tantos hijos inesperados, el acreditado sistema del doctor Condón se publicita “ad nauseam” por
las televisoras, con diferentes colores, sabores, texturas y hasta música,
junto al preservativo femenino. La mujer
que tiene prevención a los fármacos puede prescindir de la inacabable teoría de
píldoras, geles y óvulos, usando el espermicida de su gusto. Una inyección
hormonal o un implante de progesterona infertilizan por un período a la fémina.
Puede implantarse un DIU o un diafragma (dispositivos de quita y pon) e incluso
someterse a la irresponsabilidad legal de la píldora del día después que se
toma como anticonceptivo siendo un
abortivo camuflado. Las adolescentes se acostumbran a tomarla como una
píldora contraconceptiva y a los veintitantos años se encuentran con
dificultades para concebir lo deseado. Y no es este el caso de soluciones
extremadas como la vasectomía o la ligadura de trompas.
En la Historia de las relaciones humanas nunca ha existido tal
ferretería sexual, tanta toalla y jabón de tocador para la higiene íntima.
¿Cuál es la causa de tan desesperante número de embarazos no deseados y de proliferación
del abyecto negocio del aborto?. No cabe otra respuesta que la educación(la
mala educación) de los púberes. Ni la escuela pública ni la privada imparten
seriamente la sexualidad, y la familia es un desastre de dejación en la que los padres disimulan
condones en la ropa de sus hijos y las madres píldoras en el bolsito de las
hijas. La máxima permisividad sexual se conjuga con la más pudibunda
información sobre la genitalidad. Eso quiere corregirlo la UGT extremeña
impartiendo cursos remunerados sobre masturbación. Será sobre la masturbación
mental sindicalista. La higiene sexual podría reducir a extremos residuales el
aborto como enfrentamiento social, preservando las interioridades religiosas,
morales o éticas de cada cual, dejando por estudiar científicamente la
malformación fetal o las indeseadas variables genéticas. El cigoto no deseado
es analfabetismo funcional y la destrucción de feto malformado se llama
eugenesia. Todo es un gran problema de incultura.
3/2/14
LA IMPOSIBLE JAPONIZACION OCCIDENTAL (3-2-2014)
El comodoro Perry rompió el aislamiento del Japón, prediciendo la
occidentalización del archipiélago. El sintoísmo, el sincretismo del budismo,
taoísmo y confucionismo bastaron para sostener una peculiar identidad nacional.
MacArthur era más que un número uno de West Point y había leído mucho sobre Oriente. Entendió que
no podía americanizarles, que ya era bastante hacerles asumir una democracia
representativa, y que su espíritu permanecería intacto tras la ominosa derrota
militar. En estos días informaciones audiovisuales nos han ilustrado sobre el
inmutable carácter nipón y el comportamiento de sus élites. Antes de tomar una
gran decisión el prohombre se somete a una disciplina zen. En este caso el
Primer Ministro, Shinzo Abe, acude de ceremonial a su maestro, se arrodilla en
loto, inclina profundamente la cabeza y el torso, y recibe una prolongada manta
de palos en las espaldas, tras lo que da las gracias y regresa a sus oficinas.
No es una disciplina masoquista, y antes roza con alguna suerte de calvinismo,
teniendo en cuenta las lecturas superpuestas que tienen el confucionismo y el
cristianismo. Se ignora se Abe tenía que decidir algo sobre la
desnuclearización del Japón, pero la flagelación es sabia. Para el dirigente
occidental la decisión saca pecho, da un puñetazo en la mesa, es dura como la
obsidiana, pero debería ser adoptada a la japonesa : con la humildad de quien
acaba de pasar por una voluntaria humillación. El mismo día el Presidente de
NINTENDO rebajaba por tercer año consecutivo el 50% de sus emolumentos y los de
todos sus directivos al no lograr los objetivos propuestos. Fernández Ordóñez (Banco de España) u Elena Salgado
(Economía)) practicaban zen caliente, pero no debieron azotarles fuerte. No se
sabe que mueve más a admiración, si la tunda de Abe o la metedura de mano en el
bolsillo de los reyes de la juguetería electrónica. Desde luego, si estos
continúan con estas prácticas no existe la menor posibilidad de que nuestra
clase política se japonice.
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