Mi
doctora fue médico-residente en un hospital de Baltimore entrenándose en
oncohematología pediátrica. En Madrid la consultaron por un niño desahuciado,
con los protocolos empleados habían fracasados,
catalogando como terminal y con petición paterna de suprimir la medicina
encarnizada. Por razones deontológicas la doctora no desahucia, y aplicó a
aquel guiñapo de seis años, un agresivo coctel de drogas rayano con la muerte
por toxicidad. Aquel crío sufriente es hoy un abogado en ejercicio y picotea en
exceso con demasiadas novias. Tras los
Países Bajos (a los 12 años), la eutanasia belga de menores es otro juego de
Dios que se extenderá por la capilaridad del egoísmo social, ya que el impulso
más fuerte del hombre no es el sexo o el poder sino su comodidad y bienestar.
Esto de dar muerte al indefenso, aunque sea conformada, no es flor de una etapa
que ha desterrado el sacrificio sino una inclinación pagana que nace con el
darwinismo social, cuyos flecos se enredan con la eugenesia. Matar al cigoto o
al anciano doliente fue una moda intermitente desde los 20 a los 70 del XX en
Europa y América, auténtico huevo de la serpiente nazi, y ahora recobra bríos y
justificaciones bajo la careta de la compasión. El dolor insufrible es un error
médico. Los cuidados paliativos ofrecen un supermercado analgésico
poderoso, hasta con implantes
subcutáneos que duermen los
padecimientos. Los sufrimientos inhumanos dejaron de existir desde que
empezó a desarrollarse la anestesia. Lo que hay es el desorden hospitalario del
doctor Montes, inspiración sanitaria de Zapatero, cuya ley abortiva de
eutanasia-eugenesia divide innecesariamente a los españoles. Pero que culturas
parejas a la nuestra como la belga-holandesa, matriculen la muerte en las
guarderías de infantes, vomita la civilización y ofende a las tres religiones
teístas y a las orientales ateístas. Eso es el paganismo azteca o maya
arrojando cadáveres por sus escalinatas piramidales. Detrás vienen los viejos,
exterminados por ley. La muerte matriculada en EGB y con beca universal.
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