Como el ministro del Interior, Fernández Díaz, es hombre de recios
principios puede tender a estimar que todos los hombres son poseedores de
palabra y dignidad. En esta Casa ha declarado que para ETA el tiempo del teatro
ya ha pasado, pero arruinada su ópera terrífica pueden estar orquestando la opereta
de Jacobo Ofembach. La desagradable
presencia en el País Vasco de esa tropilla de observadores internacionales (en
su día expulsados de Noruega por no representar a nadie decente) augura el
teatrillo de una entrega de armas por parte de la banda. Si entregan material
oxidado o explosivos caducados no será armamento desconocido por la Guardia
Civil. Y como la mitad de los asesinatos etarras no han podido ser juzgados,
estos gudaris degenerados no van a facilitar a balística revólveres, pistolas y
subfusiles para conocimiento de los jueces de instrucción. Las organizaciones
terroristas, aunque abandonen oficialmente la lucha armada, sufren un último
remezón, un espasmo postrero, un fraccionamiento terminal, y jamás entregan
todo su arsenal, aunque quede para pudrirse en zulos dados al olvido. Repugna a
la razón histórica que veedores internacionales remunerados, y que no saben
colocar Bilbao en el mapa ni que escribió Sabino Arana, supervisen el desarme
de la banda como los estadounidenses requisaron las bombas volantes del III
Reich en la isla de Peenemunde. Sus credenciales fueron las que forzaron a Oslo
a invitarles a marcharse y dejar de dar ruedas de Prensa. La opereta es más
pícara que ingeniosa, pero la que puede estar escribiéndose para que ETA luzca
sus pololos puede resultar hilarante. No se van a disolver, aunque su palabra
nada valga y estén mudando el pistolerismo por el cóctel molotov,y exigirán la
libertad de sus presos a cambio de sus obsoletas santabárbaras de ocasión. Si
necesitan autodisolverse y entregar o destruir su parafernalia de la muerte,
que lo hagan. No precisan ni de alcahuetas, porque, desgraciadamente, tendrán
que transcurrir muchos años antes que España baje la guardia y dé por
cicatrizada la llaga etarra. Publicitar el mapa de algunos zulos será el
tinglado de la vieja farsa benaventiana de los intereses creados. Es cierto que
este Gobierno ha detenido a 90 etarras y dos han sido traídos de México tras
años de investigación y seguimiento. La lucha antiterrorista no se ha
debilitado porque somos el país de la Unión Europea con tamaña organización
sanguinaria. Pero la atrabiliaria y politizada composición del Tribunal
Constitucional (que algún día será suprimido y sustituido por una Sala “ad hoc”
del Supremo) ha permitido, en un mal entendimiento del garantismo, que los que
dicen que se van a desarmar ya estén sentados en las Instituciones, no se sabe
si con la sobaqueras vacías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario