A pocos meses de su nombramiento fue cesado sigilosamente el número
dos del ministerio franquista de la Gobernación. El cargo era de máxima
importancia política porque el departamento solía ostentarlo un teniente
general, siendo la cabeza política el subsecretario, civil, que orientaba el
día a día y ejercía de intelectual orgánico. Entre los jerarcas del Movimiento,
los periodistas con censura pero con curiosidad, y los comunistas (la única
oposición) corrió la intriga como la pólvora y se elaboraron las más disímiles
argumentaciones. Además, el sujeto destituido gozaba de crédito académico. Se
arguyó una incompatibilidad de caracteres entre el hombre político y el militar
al mando, y se dio por verosímil una bronca entre ambos por una reorganización
de jefes policiales. Tras varias noches de vela clandestina en una célula
comunista a la que asistía de oyente el Partido Comunista comunicó a sus bases
que lo sucedido obedecía a otro choque entre opusdeistas y falangistas habiendo
triunfado la línea dura de estos últimos, esperándose un incremento de la
represión. El subsecretario en cuestión, abnegado padre de familia, se había
enamorado como un cadete de una azafata de vuelos internacionales y disponiendo
por su cargo de libre acceso a todas las tarjetas de IATA, acompañaba a su
tormento aunque viajara al fin del mundo y solo aparecía por casa o el
ministerio cuando libraba la aeromoza. Los politólogos, los analistas, los
periodistas tendemos a buscarle tres pies al gato y a tomar la neblina por humo,
porque creemos con harta soberbia que todo lo que ocurre tiene una sesuda
explicación intelectual. A cuenta del top manta de terrible armamento ofrecido
en muestrario por ETA hemos escuchado que lo que pasa es que la banda maneja
muy bien los tiempos, que los títeres de Bilbao son un globo sonda para medir
la determinación de Rajoy y resquebrajar al PP, o que es una mano tendida a
Bildu para que se pueda casar en Navarra con los socialistas. Hasta el
lehendekari, Urkullu, se ha visto
obligado a la redundancia para definir la realidad de la nada: “Un paso pequeño
y no suficiente”. Paradójicamente lo difícil, `por obvio, es suponer que el
descerebrado y la guarra analfabeta, instalados en el cúpula etarra, creen que
esta oferta de armamento de todo a cien es un gesto político digno de ser
considerado, cuando la mafia rusa y la
albano-kosovar disponen en la Coste del Sol de más sofisticados arsenales. Hay
que remitirse al lunfardo y recordar que los especímenes más peligrosos son el
pelotudo (con aumentativo en pelotudo atómico), el huevón, el remamahuevos, el
boludo, el orillero (con una pata en la legalidad y otra fuera), el engrupido
que se cree lo que no es, el loco piantao y el locutor de Radio Colifata que
emite desde un nosocomio mental de Buenos Aires. Como los payadores también los
agónicos versolaris etarras rasguean hazañas inventadas pero no debemos
interpretarles como a aquel subsecretario de la Gobernación. Estos cómicos de
la legua ni siquiera se han ido con la azafata.
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