22/6/06

Extraños cobradores del frac (22-6-2006)

Cuando vivía en Montevideo solía almorzar en «La trainera», un restaurante etarra, en una zona residencial de chalecitos, donde también acudían a comer miembros de nuestra próxima embajada, no sé si desapercibidos o morbosos. Durante el verano austral abren una sucursal en el exclusivo balneario de Punta del Este. No tienen mucha clientela, pero son carísimos. Un día convidé allí a un médico español que, no siendo fascista pero sí provocador, se puso a entonar bajito (pero audiblemente) el Cara al Sol, y nos llegaban fieras miradas desde un patinillo interior por el que remoloneaba un ominoso gato negro. Conseguí domeñar al galeno, pero las cocochas nos las sirvieron frías como la muerte. Congeladas, ché.

Durante la Transición política Adolfo Suárez sí desarrolló un proyecto de paz sin otras concesiones que las penitenciarias. Hombres malogrados como él mismo, Juan María Bandrés, Mario Onaindía y Juan José Rosón negociaron con lealtad constitucional la incorporación de ETA político-militar al debate dialéctico y democrático. Me consta que se habló de dinero (nunca los fondos reservados fueron mejor empleados) y que se les facilitó la vida a los polis-milis que no quisieron regresar a España. Y es que en el principio fue el dinero: el necesario para comprar la pistola que asesinó al guardia civil Pardines. ETA factura millones de euros al año entre España y América y como no corren el riesgo de atracar bancos se financian mediante extraños cobradores del frac que sí proporcionan escalofríos y te dejan la sangre como la de un reptil.

En el deshilachado proyecto de paz de los tunantes, ¿no se preveía que ETA necesitaría dinero aún para mantenerse congelada? ¿O esperaba Zapatero que comieran chope y durmieran al raso? La información de Antonio Rubio en EL MUNDO del domingo ha sido pedrada en ojo de boticario, y es lícito suponer que el Gobierno estaba haciendo la vista gorda ante nuevas exacciones, pese a las autosuficientes verificaciones del Ministerio del Interior sobre lo inofensivo de la banda. Había que ver las caras funerarias de Jiménez Aguilar y Rubalcaba anunciando la indeseada caída de los del frac. ¿Qué hacer?; ¿esperar a que se agote la paciencia de Josu Ternera y comience la cólera de Txeroki, al mando de las bombas y las pistolas? En desmantelación, el vacuo Alto Comisionado para las víctimas del terrorismo se podría crear una ONG, también presidida por Peces-Barba, para proveer de fondos a los que van a negociar. Total, lo que ya estamos pagando en decencia no será más caro que lo que sufraguemos en dinero.

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