El psiquiatra vasco Luis Martín Santos escribió su
novela Tiempo de silencio en los años más oxidados del franquismo, antes de
suicidarse con su automóvil afligido por la muerte de su esposa.Tiempo de
silencio es un retrato al carbón del obtuso caldo de cerebro que se extendía
entonces y no se salva de crueles descripciones ni Ortega y Gasset y sus
conferencias de cretona para señoras aleladas. Si Martín Santos hubiera
dirigido el Partido Socialista, el clan vasco hubiera desplazado al sevillano,
y González no hubiera existido. Y Ortega era mayor referente político que lo
que hoy es Rajoy.Se ha dado un tacto de codos entre Zapatero y
Rajoy para sacar del debate la negociación con ETA, que es extraerle el tuétano
al hueso. Rajoy viene tratando esta negociación como de crimen de Estado, y por
razón de Estado calla en el Congreso y sólo repite la pamplina de que no
aceptará precios políticos a la banda, cuando ya se están pagando por
menudillo. Durante las conversaciones de Argel entre Antxón, Rafael Vera, y
séquitos, Felipe González bramaba contra los periodistas porque obtenían
filtraciones de cada lado de la mesa. Lo que le molestaba era que se conocieran
las disparatadas y chulescas reivindicaciones de los asesinos, inasumibles para
la opinión pública y la opinión publicada. Si Zapatero, con Rubalcaba de
alabardero, envuelve en una manta de silencio los tejemanejes presentes y
futuros, al final nos ofrecerán O esto, o el Apocalipsis y se apagará el cerco
judicial a Batasuna, se derogará la Ley de Partidos, se buscará una
coordinación de Gobierno entre el País Vasco y Navarra, se preambulará un nuevo
Estatuto de Guernica con una alusión al derecho de autodeterminación y se
aflojarán los grilletes de los presos. «Ven ustedes como no pasa nada», dirá
Zapatero, y el tiempo de silencio nos roerá los zancajos. O Rajoy es
recipiendario de información privilegiada (y optimista) o ha apostado
incautamente su prudencia a juego trucado en el que sale perdiendo el PP y
media España escandalizada ante las cesiones a los del trabuco.Los cantos de
Rubalcaba a hablar más en privado que en público presagiaban este mejunje.
Rajoy con sus ministerios, su labia parlamentaria, parece capaz de creer en la
palabra que le dan, y eso en política es candor, mientras Bambi, al contrario,
ha dado sobradas pruebas de ser un cocodrilo. Desde que en tiempos de Aznar,
ETA fuera atornillada por la Policía y dejara de matar por imposibilidad de
hacerlo, hay una mayoría social renuente a negociar con estos como si fueran un
Estado extranjero y hubiéramos perdido una guerra. Con ETA se puede vivir todo
el siglo XXI, aunque vuelvan a sangrarnos.
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