Todo el peso de la visita
que mañana iniciará el presidente Alfonsin a España, descansa en el apoyo
diplomático y publicitario que el Gobierno de Madrid pueda prestar a la
renacida y frágil democracia argentina. A este respecto ya se agradecen
previamente en Buenos Aires todos los gestos de simpatía hacia Raúl Alfonsín y
de dignificación de su estancia en España que se vaticinan aquí.La diplomacia
de la Argentina democrática, además, pese a estar dirigida por Dante Caputo,
formado en Francia y casado con una francesa que abandonó en octubre su cargo
de secretaria del embajador galo en Buenos Aires, repetidamente tildado desde
la oposición de europeizante y excesivamente relacionado con la
socialdemocracia europea, ha emprendido un nuevo camino de relación con América
Latina desconocido en este país.
La diplomacia radical, pese
a los recelos personales sobre su canciller, se ha volcado abiertamente en una
política de concertación latinoamericana -particularmente en materia del pago
de la deuda externa- que ofrece escasas dudas aunque marca sus distancias con
el desesperado tercermundismo practicado por la última Junta Militar.
En este contexto el viaje de
Alfonsín a España adquiere desde aquí mayor relevancia que la sentimental por
su efecto de rebote sobre el resto de las naciones latinoamericanas, sobre las
que Argentina seguiría aspirando a cierto papel preponderante por sus riquezas
y su cultura. Por otra parte, son constantes las referencias hacia la
recuperación pacífica de la democracia en ambos países, y la simpatía argentina
por los Reyes, Felipe González y Adolfo Suárez es indiscutible. Aunque pueda
parecer sentimental -y este pueblo lo es- un cálido recibimiento a Alfonsín en
España significará mucho para esta castigada sociedad, sea o no de origen
español.
Alfonsín podía haber
realizado su "presentación en Europa" mediante una gira continental
que le hubiera deparado amabilísimos recibimientos en Francia y apoteosis de
calor humano en Italia. Ha optado finalmente por hacer un viaje de ida y vuelta
sólo a España que hace meditar en la frase ya típica que se escucha en muchos
países latinoamericanos cuando el interlocutor se dirige a un español:
"eso de la madre patria los únicos que no se lo creen son ustedes".
La nutrida delegación
argentina que acompaña al presidente Alfonsín y su esposa, intentará que
fragüen proyectos concretos de colaboración entre ambos países, al margen de
los sinceros abrazos de amistad. Todavía hay acuerdos firmados entre ambos
países con ocasión de la visita de los Reyes y que duermen el sueño de los
justos. El diferendo más importante -los 1.200 millones de dólares que nos
deben los argentinos- ya se sabe que será estudiado con la mayor comprensión
por España.
En materia de venta de armas
la reducción argentina en su presupuesto militar permite diseñar pocos
proyectos. La Armada tiene poco que comprar y de hacerlo continuaría en su
línea de adquisiciones hacia Italia o Alemania. Sólo cabría vender el Aviocar a
la preceptura naval argentina para su patrullaje costero. La aviación,
indignada por sus recortes presupuestarios pese a su éxito en las Malvinas,
tiene poco dinero que invertir y se encuentra lógicamente fascinada por la
tecnología cohetera francesa. El Ejército de Tierra sólo puede interesarse con
nuestros vehículos blindados.
Se hablará sin duda durante
la visita de las autopistas bonaerenses construidas a medias entre empresas
españolas y firmas argentinas.
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