El canciller boliviano,
Edgard Camacho, renunció irrevocablemente el sábado a sus funciones en carta
dirigida al presidente Hernán Siles Zuazo.
Su renuncia de un Gobierno
prácticamente en funciones y seguro derrotado en las elecciones generales de
ayer obedece a sus desacuerdos con la cúpula militar, molesta por el
reconocimiento de la República Popular China y el consecuente rompimiento
diplomático con el régimen de Taiwan.
El canciller Camacho -que ha
sido sustituido interinamente por su subsecretario- aduce en su carta de
dimisión que la responsabilidad de mantener o no relaciones diplomáticas con
otros países es competencia exclusiva del presiente de la República, sin que en
este tipo de decisiones tengan nada que decir los jefes de las Fuerzas Armadas.
La cúpula militar boliviana,
presidida por el general Simón Sejas Tordoya, un militar que ha tenido buena
relación política con el Gobierno de Hernán Siles Zuazo y que ha forzado el
cumplimiento del proceso electoral de ayer, había expresado el pasado mes de
abril su desagrado ante la ampliación de relaciones diplomáticas con otros
países socialistas y sugerido que el reconocimiento del régimen de Pekín,
aprobado por el Congreso, se aplazara hasta la constitución del nuevo Gobierno
emanado de las elecciones celebradas ayer.
El desagrado militar por el
reconocimiento de China Popular ha sido profundo, particularmente por haberse
llevado a cabo en el mismo borde de las elecciones y por la violencia
diplomática en que se vio rodeado: un plazo perentorio de 72 horas dado a la
representación de Taiwan para abandonar el país. Las autoridades de Taiwan han
contestado desconociendo el reconocimiento de Pekín y rompiendo relaciones con
Bolivia.
Las Fuerzas Armadas
bolivianas se han tomado tan a pecho lo que consideran como una provocación,
que en La Paz han otorgado una guardia de honor de las tres armas al cónsul y
al encargado de negocios de Taiwan como desagravio y para impedir su expulsión
deshonrosa del país.
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