El Tribunal Nacional
Electoral boliviano resolvió el miércoles anular todos los escrutinios de mesas
electorales que contengan un tercio de irregularidades. La drástica decisión
fue adoptada ante el elevado número de fraudes en el distrito electoral paceño,
particularmente por la exagerada (aun para unas elecciones bolivianas) cantidad
de menores de edad que han ejercido el voto. El tribunal exigirá
responsabilidades a los notarios electorales que otorgaron generosamente el
derecho del sufragio a los niños.
Los representantes del
escrutinio de todos los partidos políticos, excepto la Alianza Democrática
Nacionalista (ADN), del general Hugo Bánzer, y el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), del socialdemócrata Jaime Paz Zamora, abandonaron
indignados el coliseo cerrado de La Paz, donde se almacenan las urnas y se
intenta contar los votos.Especialmente duro con el Tribunal Electoral fueron
los representantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario Histórico (MNRH),
de Víctor Paz Estenssoro, quienes, no obstante, se integraron a la observación
del escrutinio, haciendo constar su protesta. Durante todo el miércoles el
recuento de votos quedó paralizado. Ya se ha decidido que el escrutinio se prolongue
al menos hasta el 2 de agosto, fecha tope para que el Tribunal Electoral dé los
resultados provisionales.
Lo más sorprendente es que
la salomónica decisión del tribunal viene a sancionar el voto de los menores de
edad: éstos no se anulan, sino que, si superan un tercio de los votos en una
mesa electoral, se invalida toda la votación.
La medida afecta por igual a
los dos principales partidos en pugna, ya que las anulaciones globales harán
perder votos en La Paz y en los grandes centros urbanos, donde es mayoritaria a
la ADN, y al MNRH en las áreas mineras y agrícolas, donde domina.
Igualmente, la dirección de
MNRH ha sido severísima al rechazar la autoproclamación del general Bánzer como
presidente electo, haciendo hincapié en que al menos el 60% de los votos hasta
ahora escrutados lo han sido para partidos firmemente opuestos a la candidatura
del general y su ADN.
Dimitido el canciller
boliviano, Edgar Camacho, ante la protesta militar por la ruptura de relaciones
con Taiwan y el reconocimiento de la República Popular China, Hernán Siles
Zuazo ha designado ministro interino de Asuntos Exteriores al ministro del
Interior, Gustavo Sánchez. El nuevo canciller se encuentra en dificultades para
elaborar una lista de invitados internacionales de altura para el traspaso de poderes el 6 de
agosto ante la incertidumbre de quién será el nuevo mandatario.
La inseguridad que genera el
caótico recuento de los votos ha obligado a los militares a nuevas
intervenciones. El ministro de Defensa, general Elías Gutiérrez, declaró:
"Yo creo que los partidos políticos deben haber madurado, y entenderán que
no le conviene al país un empantanamiento; deben contribuir todos a que el voto
sea corroborado, y por medio de sus representantes darle el mando de la nación
al que sacó la mayoría".
Por su parte, el general
Óscar Villa, ministro de Aeronáutica, comandante en jefe de la fuerza aérea,
afirmó que el Congreso de la nación deberá respetar los resultados electorales
que facilite el Tribunal Electoral.
Ambas declaraciones castrenses
se interpretan como un deseo de las fuerzas armadas de que se designe
presidente de la República al candidato de la primera minoría parlamentaria.
Pero el MNRH, de Paz Estenssoro, recuperado medianamente de su derrota, ha
comenzado a tejer maniobras con el MIR, el gubernamental Movimiento
Nacionalista Revolucionario de Izquierdas y el Movimiento Nacionalista
Revolucionario de Vanguardia para impedir la designación del general.
La clave de este drama la
tienen el MIR y su líder, Jaime Paz Zamora, obligado a elegir entre la peste y
el cólera, ya que no desea mancharse las manos votando al ex dictador y tampoco
sumarse con sus votos a una alianza desde el centro-derecha a la extrema
izquierda y que haga de Bánzer un vencedor despojado.
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