El general Hugo Bánzer,
candidato presidencial por la Alianza Democrática Nacionalista (ADN), se
declaró vencedor en las elecciones generales celebradas el domingo en Bolivia.
El recuento de los votos continúa con desesperante lentitud, y los distritos
rurales van rebajando la diferencia entre ADN y su inmediato seguidor, el
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) histórico, de Víctor Paz
Estenssoro; pero es un hecho irreversible que el general Bánzer ha obtenido la
primera minoría parlamentaria. Bánzer, seco, autoritario, muy militar, dio una
conferencia de prensa en un céntrico hotel paceño en la noche del lunes.
"Esperamos que se
respete nuestra victoria", dijo Bánzer el lunes, "cualquiera que sea
el número de votos, porque nosotros hemos respetado a los partidos que ganaron
las elecciones anteriores, además de que anunciamos antes de las elecciones que
ADN iba a respetar la victoria del partido ganador".Bánzer admitió que, al
no haber obtenido la mayoría absoluta, el presidente de la República deberá ser
designado por el Congreso, pero "queremos que se respete nuestro
triunfo", dijo. El general Bánzer informó que, según las cuentas de su
partido, su caudal de votos oscilaría entre el 30% y el 40%, otorgando al
Movimiento Nacionalista Revolucionario, de Paz Estenssoro, entre el 23% y el
25% de los votos emitidos.
[Un portavoz del MNR en
Madrid dijo ayer que Bánzer "ha creado artificialmente una confusión sobre
los datos" y que su par tido lleva ventaja en varias provincias y
"puede ser finalmente el vencedor". El portavoz del MNR estimó que,
en todo caso, la diferencia final entre los dos primeros candidatos será muy
estrecha.]
Bánzer sostuvo que su
partido está dispuesto a concertar acuerdos políticos con otra fuerza siempre
que ello no desvirtúe su pro grama electoral, desechó una hipotética anulación
de los comicios por supuestas irregularidades y afirmó que su triunfo era la
derrota de la izquierda irresponsable. "Encuadraremos el gobierno",
enfatizó, "en el marco estricto de la ley". Siguiendo un tono
obligada mente genérico para quien todavía sólo es un candidato presidencial,
se mostró dispuesto, pese a su de claración de triunfo, a constituir una oposición
responsable si el Congreso designara presidente a otro candidato.
Ni Víctor Paz Estenssoro ni
Jaime Paz Zamora -candidato presidencial del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), una suerte de socialdemocracia y la tercera fuerza del
país- han realizado declaraciones.
El artículo 90 de la
Constitución boliviana establece que, en caso de ausencia de mayoría, absoluta
en los comicios, el Congreso deberá reunirse y designar presidente al cabeza de
filas de uno de los tres partidos más votados. El presiden te del MIR, de
ascensión fulguran te en estas elecciones, tiene el in grato papel de sancionar
al ex dictador aceptando su mayoría mino ritaria o volcar la balanza en favor
del centro-derecha de Paz Estenssoro. Portavoces cualificados del MIR han
declarado que su partido .no tiene ningún interés en crear condiciones
difíciles para la demo cracia", en un reconocimiento tácito de que
aceptarán la presiden cia de la primera minoría.
La Paz celebraba ayer la
festividad de la fundación de la ciudad, y a la tradicional manifestación de la
noche del lunes no concurrieron las autoridades municipales y gubernamentales,
derrotadas aplastantemente en estas elecciones. En un gesto significativo, el
Ejército mandó tropas a la marcha ciudadana para rendir honores y aportar
vistosidad.
Bánzer, con toda seguridad
-con toda la seguridad que permite la política boliviana, que no es mucha-,
será investido presidente el 6 de agosto. Su triunfo, por más que sea
minoritario, es indiscutible y no obedece a un caprichoso vuelco de última hora
en la opinión pública. Bánzer ha llevado a cabo una oposición inteligente al
Gobierno de Siles Zuazo, respetando la fragilísima legalidad democrática,
limitándose a cargar su cesta con todos los errores e insensateces que iban
cayendo del árbol de las izquierdas.
Sectores importantes de la
población, y no sólo la oligarquía, sino modestos pobladores urbanos,
trabajadores por cuenta propia, la clase media baja proletarizada y hasta
obreros manuales que subsisten precariamente, han votado por Bánzer, acaso ignorando
quién es y su pasado, pero entendiendo cabalmente su mensaje: paz, orden,
disciplina laboral, trabajo, seriedad... En este contexto, privar a Bánzer de
la presidencia mediante una maniobra -por lo demás, legítima y constitucional-
en el Congreso sería un despropósito y minaría los débiles cimientos de la
democracia boliviana.
Un caudillo salvador
Todo lo anterior, sin
embargo, no nimba al general Bánzer como caudillo providencial y salvador, y no
dejan de tener razón quienes le tildan de fascista, oportunista, entreguista y
hasta responsable de buena parte de los males de la economía boliviana que
ahora critica y asegura poder enmendar. Entre 1971 y 1978 su dictadura
sextuplicó el endeudamiento boliviano, y logró una momentánea euforia
financiera que ahora ha traído los Iodos de la hiperinflación.
Su programa es muy sencillo:
abrirá el país generosamente a las inversiones extranjeras; se procurará el
apoyo de Washington -está en excelentes relaciones con el Partido Republicano
esta dounidense- para que la moratoria unilateral boliviana del pago de la
deuda externa no convierta al país en un paria internacional; hará mucho
populismo; pondrá el acento en la ley y el orden y en esas cosas tan
necesarias, pero no sustantivas, como que los trenes circulen a sus horas, e
intentará me ter en cintura a unos sindicatos obreros y campesinos
todopoderosos, maximalistas, ultraizquierdistas, que han sido -paradójicamente-
los mejores aliados de su triunfo electoral, pero que acostumbran a utilizar la
dinamita para reivindicar un aumento lineal del 10% en los salarios.
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