En una localidad de la provincia boliviana de Santa Cruz, dos
policías y dos beodos se enfrentaron a tiros sobre la barra de una taberna por
diferencias sobre el alcance de la ley seca imperante en el país desde las cero horas del
viernes y hasta el cierre de los colegios electorales en la tarde del domingo.
Un oficial de
policía y un libador resultaron muertos tras el tiroteo, y este mínimo
incidente ha sido el único luctuoso de una jornada electoral caracterizada por
la tranquilidad y hasta la disciplina más absoluta.
El entendimiento
generalizado de que las fuerzas armadas respaldaban activamente el proceso
electoral ha contribuido sin duda a la felicidad de los comicios.
No obstante, debe
resaltarse que junto a la prolongada ley seca de casi 72 horas y la prohibición
al tráfico rodado en La Paz, la vigilancia militar sobre la población de lá
capital boliviana ha sido extremadamente discreta, apenas perceptible.
En cualquier caso, la jornada electoral paralizó las comunicaciones
terrestres del país: no volaron los aparatos del Lloyd aéreo boliviano ni circularon trenes, autobues
o taxis.
Llamamiento a la
unidad
El Presidente
Hernán Siles Zuazo exhortó a los todos bolivianos a mantenerse unidos y en paz
por encimá de los resultados electorales.
El general
triunfante, Hugo Bánzer, por su parte, declaró tras emitir su voto que su
partido -la Alianza Democrática Nacionalista- aceptaría disciplinadamente
cualquier resolución del Congreso -senadores y diputados- sobre la nueva
presidencia si, como se supone, ningún candidato obtiene la mayoría absoluta de
los sufragios.
La policía
permaneció acuartelada durante toda la jornada electoral y detuvo numerosos
vehículos privados que intentaban circular por La Paz sin la consiguiente
autorización.
El general Simón
Sejas, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, declaró la absoluta
imparcialidad de los ejércitos sobre el proceso electoral y su decisión de
"respaldar la voluntad soberana del pueblo expresada mediante el
voto".
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