El ministro español de
Cultura y portavoz del Gobierno, Javier Solana, llegó el jueves a Lima como
embajador extraordinario en los actos de toma de posesión, mañana, del
presidente peruano, Alan García. Solana, que ayer realizó una visita privada a
Cuzco y a Machupicchu, insistió a su llegada a Lima que el reciente cambio de
Gobierno y la elaboración de los presupuestos habían obligado al presidente
Felipe González a cancelar su previsto viaje al Caribe y Suramérica.
Para hoy se espera la
llegada de Luis Yáñez, presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana,
y de Mercedes Rico, directora general para América Latina en el Ministerio de
Asuntos Exteriores, que completarán junto a Javier Solana la representación
oficial española. La llegada del ministro de Cultura y portavoz del Gobierno,
fuertemente escoltado desde Madrid, se produjo dos horas después de que los
guerrilleros urbanos de Tupacamaru hicieran estallar un coche bomba en el
aparcamiento oficial del Ministerio del Interior.Poco antes de las once de la
mañana del jueves volaba el coche trampa con 50 cartuchos de dinamita
en su interior, prácticamente bajo las ventanas del despacho del general Óscar
Brush Noel, ministro del Interior, y decenas de coches estacionados y de
vidrieras de las ventanas saltaron por los aires, aunque no se produjeron
serios daños personales. Obviamente, el estacionamiento del ministerio gozaba
de una protección especial, limpiamente burlada por un tupacamaru vestido de uniforme militar.
Terrorismo, crisis
económica, deuda externa, empobrecimiento social generalizado, desvertebración
de una sociedad multirracial y pluricultural, corrupción administrativa y
crecimiento del narcotráfico son algunos de los principales problemas que ha de
afrontar el Gobierno de Alan García, pero en estas vísperas de su asunción a la
presidencia el escollo principal es el terrorista. Sendero Luminoso (una
mixtura de comunismo maoísta próxima a los postulados maximalistas del
camboyano Pol Pot) y los fraccionados tupacamarus
urbanos que operan en Lima parecen pretender reírse de los fastos con que se
quiere rodear el traspaso presidencial de poderes. Excepción hecha de casos muy
individualizados y pese a la violencia de sus demostraciones, el terrorismo
limeño no ha tenido hasta ahora las características sanguinarias que connotan a
la guerrilla rural; es más bien demostrativo.
El coche bomba en el
Ministerio del Interior iba dirigido contra las suficientes declaraciones del
general Brush, garantizando hasta el 99% la seguridad limeña: le han servido
bajo sus ventanas el 1% de seguridad restante. No obstante ese aparente robinhoodismo, no caben
engaños sobre el carácter de la guerrilla peruana y sus intenciones respecto al
giro a la izquierda que supone la nueva Administración aprista: el doctor
Domingo García Rada, presidente del Jurado Nacional Electoral, presenciará
desde su cama de hospital y por televisión la transmisión de poderes: se
recupera a duras penas del disparo en la cabeza con que Sendero Luminoso
celebró el 24 de abril pasado.
Un sector izquierdista de la
APRA (el presidente electo Alan García se encuentra sólidamente instalado en el
centro del partido) propugnaría una amnistía selectiva sobre terroristas en
prisión que alcanzara también a aquellos que renunciaran explícitamente a la
lucha armada. Será un esfuerzo vano. El carácter hermético del terrorismo rural
andino y su absoluto desinterés por alcanzar acuerdos políticos con el Gobierno
de Lima frustrarán desde antes de iniciada cualquier negociación.
Dado el carácter personal
del joven presidente electo (36 años) y su necesidad de restañar antiguos y
largos rencores entre el aprismo y las fuerzas armadas, muchos estiman que el
nuevo Gobierno peruano no será precisamente más condescendiente que su
antecesor en la represión del terror senderista.
Una buena base
Alan García, no obstante los
trabajos que pondrán a prueba su habilidad política, cuenta con luna buena base
de salida: adelantó el congreso de su partido para aprovechar la euforia
electoral, y atornillarse como presidente de la APRA y de su comité político y
repartió dos secretarías generales entre Armando Villanueva, aliasZapatones, viejo popular y radical aspirante a la
presidencia y a la dirección del partido, y Luis Negreiros, ya presidente de la
Cámara de Diputados, sindicalista y leal al alanismo.El
nuevo Gobierno, pese a la larga espera aprista por el poder, es bastante
ecléctico y nada sectario. Un independiente y un extrapartidario forman parte
de él: Alan Wagner, un diplomático prestigioso de fuertes inclinaciones
tercermundistas, que se desempeñaba como ministro consejero de la Embajada en
Washington, será el nuevo ministro de Asuntos Exteriores; y Carlos Blanca,
democristiano, será el futuro ministro de Trabajo, primer candidato ministerial
a derretirse en el cargo.
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