Roque Carranza, un ingeniero de 65 años, soltero, actual ministro
de Obras y Servicios Públicos, jurará hoy como nuevo ministro de Defensa
argentino en sustitución del fallecido Raúl Borrás. Interinamente, Carranza
conservará su primera cartera, de lo que se desprende que Raúl Alfonsín, se
resiste seriamente a abrir la crisis de su desgastado Gobierno.
La muerte de
Borrás, corroído en seis meses por un fulminante cáncer del pulmón, parece,
inscribirse en esa especie de macumba que los autócratas habían realizado sobre
algunas democracias del Cono Sur y que tiene su mejor exponente en la muerte de
Tancredo Neves en Brasil. En Argentina y en apenas dos años, el presidente Raúl
Alfonsín ha perdido, tras súbitas enfermedades mortales, al físico atómico
Jorge Sábato -hermano del galardonado escritor y una excelente cabeza del
radicalismo-, al senador, Rubén Rabanál -el más brillante teórico económico del
partido- y ahora a Raúl Borrás, su más estrecho colaborador y hombre firme y
flexible que había sabido ganarse el respeto de la casta militar.Raúl Borrás en
Defensa, junto con Dante Caputo en Relaciones Exteriores y Culto, han sido los
dos únicos hombres del Gabinete que ofrecen saldos positivos en la gestión de
sus respectivos ministerios. Con dos cambios en la titularidad del Ministerio
de Trabajo -una máquina de
picar ministros ante
los embates de la Confederación General del Trabajo (CGT)- y uno en Economía,
Alfonsín podía haber aprovechado la desgracia de la pérdida de Raúl Borrás para
reordenar su Gobierno en profundidad. No ha sido así, por más que estén al cabo
de la calle las especulaciones sobre las dimisiones del actual ministro de
Trabajo o del de Educación y Justicia.
Muerto Borrás, se
especuló con su sustitución por hombres de primera fila, como Cuglies
presidente del Congreso, o Antonio Troccoli, ministro del Interior, únicos
capaces de afrontar el juicio a las tres primeras Juntas Militares soportando
la presión de los uniformados. El juicio se encuentra en el borde de su fase
más álgida con el llamamiento al estrado de los testigos de jefes y oficiales
en actividad, quehabrán de testificar sobre el comportamiento de las tres armas
en la guerra sucia. Hasta ahora sólo han depuesto jefes y oficiales en retiro,
y sobre la actividad de la policía federal militarizada. A este respecto, ha
trascendido la visita de una delegación de coroneles al teniente general Ríos
Ereñú,jefe del Estado Mayor Conjunto, oponiéndose a la citación en el juicio de
oficiales en activo.
Sin embargo, el
presidente Alfonsín ha optado por no abrir la crisis de Gobierno y continuar
moviéndose en el círculo cerrado de sus íntimos amigos personales y
partidarios. "Su exagerado sentido de la amistad", dicen sus propios
allegados, "es el peor defecto de Alfonsín". Así los mejores títulos
de Roque Carranza para ocupar la cartera de Defensa son los de íntimo amigo de
Alfonsín y del propio Raúl Borrás. Carranza, además, cumplió entre 1953 y 1955
dos años de penitenciaría acusado de haber colocado una bomba en la plaza de Mayo
que generó una matanza. Carranza militaba en los comandos civiles que se
oponían violentamente a Perón, pero siempre negó su autoría en aquel atentado
terrorista.
Probablemente
Alfonsín no quiera cambiar de caballos en la mitad del río -por el juicio- y
Roque Carranza sea una solución provisional hasta la terminación del proceso,
hacia octubre, en el que se produciría un cambio de Gobierno. Más que en su
gestión al frente de las fuerzas armadas se confía en la del teniente general
Héctor Ríos Erenú, uno de los últimos nombramientos de Borrás.
De Ríos Ereñú
espera el Gobierno que acceda finalmente a desmontar el aparato de los
servicios paramilitares utilizados durante la guerra
sucia contra la
subversión y ahora en plena campaña desestabilizadora.
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