El ministro argentino del
Interior, Antonio Troccoli, denunció en la noche del martes, por segunda vez en
72 horas, la existencia de un plan terrorista de extrema derecha tendente a
desestabilizar el régimen democrático. Troccoli admitió, en un discurso
radiotelevisado, que su departamento ha tomado "más precauciones de las
habituales" para evitar un asesinato de Raúl Alfonsín.
Los artífices del plan
serían grupos de tareas paramilitares, lo que aquí se denomina mano de obra desocupada, que llevarían a cabo secuestros de
empresarios, atentados terroristas claramente políticos como el sufrido
recientemente por Radio Belgrano, y sembrarían un clima de inseguridad
ciudadana.En el juicio a las tres primeras juntas militares, que continúa desarrollándose
con total normalidad, tenía previsto declarar ayer tarde como testigo el
sacerdote Christian Von Wernick, todavía capellán de la Policía Federal
bonaerense. El ministro de Gobierno de la provincia decidió, también ayer,
darle de baja en el cuerpo ante la acumulación de pruebas contra su persona que
le relacionaban con la represión ejercida por el general Ramón Camps. Ante el
avance patético de los testimonios presentados ante la Cámara Federal de
Apelaciones de Buenos Aires, Von Wernick aparece como un piadoso sacerdote que
daba auxilio espiritual a los torturados, yendo de cámara de tortura en cámara
de tortura, derramando palabras de consuelo y recomendando la confesión en los
interrogatorios para acabar con los suplicios.
Por su parte, el fiscal
Julio César Strassera ha presentado querella criminal contra el teniente
general (retirado) Cristino Nícolaides por falso testimonio ante la Cámara.
Nicolaides, comandante en jefe del Ejército en la última junta militar
-presidida nominalmente por el general de división Reynaldo Bignone, el hombre
fuerte tras la rendición de las Malvinas y quien organizó las elecciones
democráticas-, aseguró en el juicio de Buenos Aires que jamás en el desempeño
de su cargo recibió denuncias por hechos aberrantes, aplicación de torturas o
desaparición de personas a manos de las fuerzas armadas.
El fiscal sostiene que obran
en su poder pruebas de que cuando menos se ocupó personalmente de la
desaparición del conscripto Daniel Omar Vattino y de su novia.
Caben pocas posibilidades de
que las citaciones solicitadas por el fiscal en las personas de Valéry Giscard
D'Estaing, ex presidente francés, y de monseñor Pío Laghi, ex nuncio apostólico
en la Argentina y actual representante papal en Estados Unidos, lleguen a
concretarse diplomáticamente, pero el fiscal, a lo que parece sobrado de
pruebas, ha decidido además abrir querellas criminales contra los altos mandos
militares que mienten en el juicio. Es un hombre impulsivo y, sin duda, de
valor.
El obispo de Bietina, Miguel
Esteban Hesacne, uno de los escasos prelados progresistas de Argentina, acaba
de publicar un artículo en De
pie, órgano de su obispado,
en el que relata cómo en 1977 el entonces ministro del Interior, general Albano
Harguindegui, le defendió durante 45 minutos la necesidad de la aplicación de
tormentos para acabar con la subversión de izquierdas: "No podemos fusilar
limpiamente porque el mundo se nos echaría encima. Ustedes déjennos; cuando
terminemos con los terroristas nosotros iremos al infierno por nuestros pecados
y ustedes podrán predicar la verdad de la Iglesia".
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