Radicales y peronistas celebraron el viernes en Buenos Aires sendos
actos multitudinarios que felizmente se desarrollaron sin incidentes. Raúl
Alfonsín, desde los balcones de Perán, renunció a desbarrancarse en un discurso
de barricada y casi desilusionó a su audiencia con una intervención de cerca de
una hora, detallada, razonada, sobre los males de la República y sus
posibilidades de recuperación. En un alarde de desprecio por la demagogia o los
discursos fáciles -y Alfonsín es un excelente mitinero- se extendió sobre un
futuro seguro nacional de salud, sobre la informatización de la Administración
y sobre la inflación. Enfriar, enfriar, enfriar es ahora la consigna que emanan
los sectores más sensatos de la sociedad argentina.A las cinco de la tarde del
viernes el centro porteño comenzó a vaciarse y el tráfico, siempre infernal en
el borde del fin de semana, se hizo insólitamente fluido. Miles de personas
convergían sobre la plaza de Mayo para escuchar al presidente Alfonsín o sobre
la plaza Once, nucleamiento del barrio judío, para aclamar a los dirigentes del
peronismo renovador: Carlos Grosso, Antonio Cafiero y Carlos Saúl Menem.
En plaza de Mayo
los cánticos sincopados de cerca de 100.000 personas fueron un recordatorio del
frustrado atentado contra Alfonsín: "No queremos más Verdura -por el
comandante en jefe del III Cuerpo de Ejército-/ no queremos más patotas / no
queremos a Alfonsín / presidente con pelotas"; "los fachos están
locosl si lo tocan a Alfonsín I va a haber guerra civil". Los
organizadores de la concentración procuraron apagar estas consignas elevando el
volumen de la megafonía que emitía música popular. El Gobierno continúa
decidido a mantener frío el atentado y no excitar los ánimos de nadie.
Prácticamente a
la misma hora 135.000 peronistas, según los cálculos policiales, aclamaban al
triunvirato que pretende renovar y modernizar el peronismo: tres hombres
-Grosso, Cafiero y Menem- con escasas simpatías en el aparato burocrático y
sindical del justicialismo pero con buena imagen pública y con probadas dotes
políticas e intelectuales.
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