El ministro de Defensa
argentino, Horacio Jaunarena, compareció a primeras horas de la noche el martes
ante la comisión de su competencia en la Cámara de Diputados para informar
sobre el autoacuartelamiento del III Regimiento de Infantería Mecanizada
acantonado en La Tablada. Toda la oposición calificó el informe ministerial
como insatisfactorio y superficial. Jaunarena insistió en que el problema
suscitado por el relevo del teniente coronel Darío Fernández Maguer al frente
de su regimiento se encontraba superado y en que el Gobierno no preveía que se
presentaran nuevas situaciones de este tipo.
Una solicitud democristiana
de que la reunión informativa fuese pública fue rechazada por diputados de la
Unión de Centro Democrático y del Partido Intransigente. La oposición peronista
se mostró sorprendida de que la Prensa tuviera conocimiento previo de una
situación irregular en el regimiento, a lo que el ministro repuso que en el
país se respetaban las libertades informativas.El líder de la Unión de Centro
Democrático, Álvaro Alsogaray, preguntó si el Parlamento podía hacer algo para
acabar con las secuelas de la guerra antisubversiva, en alusión a la amnistía
que propicia su partido. El ministro fue vago en su respuesta, pero por primera
vez no rechazó de plano, como en otras ocasiones, la posibilidad de una
amnistía.
Jaunarena confirmó que el
relevo, con un año de anticipación, del teniente coronel Fernández Maguer al
frente de su regimiento era consecuencia de la actitud inhibitoria adoptada por
este oficial durante la rebelión de Semana Santa. Fernández Maguer y otros
cinco oficiales del III de Infantería de La Tablada, permanecen arrestados y a
disposición de la justicia militar.
El Gobierno resta
importancia
El Gobierno ha intentado por
boca del secretario de Defensa, Alconada Sempé, restar importancia al
incidente, achacándolo a una magnificación periodística.Cabe destacar el empeño
personal del general Caridi por reestablecer la disciplina. José Segundo Dante
Caridi, artillero, 56 años, soltero, sustituyó al desacreditado general Héctor
Ríos Ereñú al frente del Estado Mayor del Ejército de Tierra tras la rebelión
de la pasada Semana Santa y no tiene otro objetivo que el de verticalizar
nuevamente la cadena de mando militar.
Los radiogramas procedentes
de otras guarniciones hablan de normalidad y en, la Capital Federal se
desarrolla la prevista reunión de generales y coroneles habilitados para
resolver futuros ascensos. La población, esta vez, se lo ha tomado con
paciencia y hasta resignación, ante el hecho consumado de que existe una
fractura horizontal en el Ejército de Tierra, nucleado por jefes y oficiales
medios en tomo a la figura del ex teniente coronel de comandos Aldo Rico, preso
en Campo de Mayo.
Los partidos políticos y la
Confederación General del Trabajo (CGT) han sido cautos a la hora de adjetivar
esta nueva insurrección tenida por todos como un coletazo más de los sucesos de
Semana Santa, pero para nada el último.
Los hombres de Aldo Rico -el
cesado Fernández Maguer, de su misma promoción- están haciendo política a
tiempo completo, conectando con la derecha del radicalismo y el peronismo, con
grupúsculos neonazis y con la extrema izquierda, ante la que aparecen
maquillados de nasseristas.
Oficiales jóvenes
Todo este segmento
horizontal de la oficialidad joven ya logró en su sublevación de abril el
desprocesamiento de cientos de implicados en laguerra sucia contra la subversión, pero pretende
algo más: reivindicarla, repartir medallas y reencontrar un espacio político
para lo que denominan "el nuevo Ejército". No quieren saber nada de
los triunviros de las juntas militares de la dictadura, a quienes desprecian
por tenerlos como débiles, ni de sus actuales jefes por considerarlos como
entregados a la politiquería del poder civil. Es una rebelión
larvada de tenientes coroneles para abajo, aparentemente imparable, y que,
desdichadamente, dará mucho para escribir.
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