El Regimiento número 3 de
Infantería General Belgrano no se encuentra sublevado, pero permanece
suavemente insurrecto; la más absoluta normalidad reina en la perfecta
indisciplina que hoy distingue al Ejército argentino. El ministro de Defensa,
Horacio Jaunarena, volvió ayer precipitadamente desde Madrid, donde estaba en
visita privada. El tercero de Infantería se encuentra acantonado en La Tablada,
al oeste del Gran Buenos Aires, y al pie de las cuatro brigadas aéreas que
protegen la mayor concentración urbana de la República y el Río de la Plata.
Estaba al mando del teniente
coronel Darío Fernández Maguer, quien no fue requerido junto a sus tropas para
sofocar la rebelión de Campo de Mayo de la pasada Semana Santa, en la seguridad
de que no acataría las órdenes, y fue sometido a 20 días de arresto. El pasado
viernes, Fernández Maguer cesó en su mando, un año antes de lo previsto, y fue
destinado a tareas administrativas. El domingo el regimiento se autoacuarteló y
comenzó la ceremonia de la confusión. Los periodistas desplazados a La Tablada
recibieron información de oficiales del regimiento que desmintieron cualquier
anormalidad y aseguraron que sólo se estaba procediendo a una "inspección
de arsenales" -en domingo-, rogándoles se alejaran de las inmediaciones
por existir peligro de explosión.Posteriormente, un capitán y un teniente en
ropas de faena y autodenominados Luciérnaga y Dignidad salieron del cuartel para abordar a la
Prensa, a la que informaron del malestar existente en su unidad por el relevo
de su jefe y que consideraban ircumplidos los acuerdos adoptados tras la
sublevación de Semana Santa por los cuales el único sancionado sería el ex
teniente coronel Aldo Rico, jefe espiritual y táctico de aquella asonada. El
ministro Jaunarena se encontraba en España y el presidente, Raúl Alfonsín, en
el fin del mundo, visitando, con ocasión del Día Internacional del Turismo, Ios
glaciares Perito Moreno y Upsala.
A la una de la madrugada del
lunes, el general José Dante Caridi, jefe del Estado Mayor del ejército,
ingresó al regimiento, en el que permaneció hasta las 2.30, hora en que se
retiró sin hacer declaraciones. Ya en la mañana de ayer, la tropa salía y
entraba normalmente de sus acuartelamientos; también entraban y salían otros
oficiales de apodos fantásticos que declaraban por les móviles de las emisoras
de radio que el problema debía ser resuelto por la cúpula
militar y que la quiebra en la rutina del regimiento no era más que una primera
etapa de un plan más amplio para impedir el relevo de su jefe. El Ministerio de
Defensa y el Estado Mayor del Ejército informaban que reinaba la tranquilidad
en todas las guarniciones militares. El presidente Alfonsín, el general Caridi
y el secretario de Defensa, Alconada Sempé, se encontraban reunidos.
Poco antes de las dos de la
tarde (seis de la tarde, hora peninsular) un helicóptero aterrizó en el
regimiento en conflicto depositando al propio jefe del Estado Mayor y al
teniente coronel Gustavo González. El general Caridi dio el mando personalmente
a González.
El ex teniente coronel Aldo
Rico, preso en Campo de Mayo, hijo de emigrantes asturianos, con buen desempeño
en la guerra de las Malvinas y dotado de toda la caracteriología de los
mártires o los fanáticos, ha roto la cadena de mando, erigiéndose en líder de
los cuadros medios del Ejército que desprecian a su generalato.
Quince generales y cuatro
coroneles con mando habilitado se encuentran en Buenos Aires para una reunión
sobre ascensos prevista con anterioridad a las irregularidades del Regimiento número 3 de Infantería
General Belgrano. Todo está bien. La
paz reina en Varsovia.
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