Veinticuatro horas después de que el justicialism,o cerrara su
campaña electoral en el gran Buenos Aires con una caravana presidida por su
candidato a gobenador bonaerense, Antonio Cafiero, los radicales cerraron su
campaña en la historica Plaza de Mayo, con una concurencia no inferior a las
100.000 personas, ante las que tomaron la palabra el candidato a gobernador
bonaerense Juan Manuel Casella y Juan Carlos Pugliese, actual presidente de la
Cámara de los diputados y calididato renovado a su diputación.El peronismo,
optó por cerrar su campaña buscando los espacios abiertos de la periferia
obrera de la capital federal y el radicalismo decidió aceptar el reto de colmar
la plaza de Mayo frente a la Casa Rosada.
Anoche, el
presidente Raúl Alfonsín resaltó por televisión la importancia de estos
comicios -para elegir diputados, gobernalores y ayuntamientos-, los primeros
democráticamente continuados en 25 años. Su breve comparecencia se supone que
servirá para aliviar la presión de los sindicatos peronistas.
La Confederación
General del Trabajo (CGT) liderada por Saul Ubaldini, presenta tres líneas de
fractura: las 62 organizaciones capitaneadas por el viejo y peligroso metalúrgico
Lorenzo Miguel, celoso del protagonismo de Ubaldini y secreto colaborador del
Gobierno radical; las 15 organizaciones dirigidas por elementos moderados que
han colocado a uno de sus hombres -Alderete- como ministro de Trabajo en un
Gobierno radical; y el resto de los sindicatos peronistas, que propiciaron ocho
huelgas generales en menos de tres años.
Esta preelección
es un caos social. Intentar abordar un avión supone un retraso de tres o cuatro
horas, por cuanto los empleados de Yacimientos Petrolíferos Fiscales se
encuentran en huelga por primas salariales impagadas; cuando los aviones ya
están cargados de nafta, son los pilotos de Aerolíneas Argentinas los que
detienen su trabajo.
La capital
federal y el gran Buenos Aires acaban de padecer una ola de fríos polares en la
que, inteligentemente, los servidores del gas del Estado decidideron no
facilitarle las cosas al Gobierno radical. Con gran largueza se entregan las
cartas y con mayor dificultad se obtienen las conferencias telefónicas.
Las últimas semanas
han sido un infierno huelguístico en el que ha sido imposible viajar,
telefonear al exterior, ducharse o calentar un almuerzo, en un apoyo no sólo
explícito, sino práctico, de la mayoría de la CGT en favor de los candidatos
opuestos al Gobierno.
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