5/2/07

La manifestación (5-2-2007)

La manifestación del sábado en Madrid (también en Barcelona) fue un clamor de banderas nacionales sobre las que restalló como postre el himno español. La Puerta de Alcalá fue rescatada de la izquierda divina biempensante de Ana Belén y Víctor Manuel. «Mírala, mírala, ahí está…». El presidente debería atender estos síntomas en vez de ignorarlos o descalificarlos, pero sufre de los males del novicio: no ha pasado por una empresa ni ha trabajado por cuenta ajena; desde la Facultad ha pasado al escaño de los mudos donde dormitó 14 años. Estuvo poco tiempo al frente de la oposición y sólo lleva media legislatura en el poder. El mal de los monagos es querer alcanzar la santidad en una noche de oración, y el de Zapatero en pretender dar una solución rápida, tirando por la calle de en medio, a problemas inabarcables.

La vicepresidenta, Fernández de la Vega, y el secretario de organización del Partido Socialista, ‘Pepiño’ Blanco, son los grandes mamporreros de Zapatero, y le equivocan. El rosario de manifestaciones de las víctimas del terrorismo y otras organizaciones sociales no pretende el descabalgamiento de Zapatero y su partido (que sería legítimo), sino el cierre por fallida de una pluscuamperfecta política antiterrorista. Este hombre que tan hábilmente manejó la calle y las pancartas por el Prestige, la Guerra de Irak o el 14 de Marzo, no debería tener miedo a escuchar las voces de la calle y extraer de ellas alguna idea a considerar. Pero la cúpula del Partido Socialista está enredada en una trampa saducea: como el PP no suscribe y abraza los abracadabrantes proyectos de Zapatero para ETA, la derecha (a veces la derecha extrema) es antipatriota y desleal y sólo tiene por objeto criticar al Gobierno (¿y cuál otra podría tener?). Es como si el Aznar de la oposición hubiera suscrito los GAL y el robo de los fondos reservados por lealtad institucional a un Estado en lucha contra el terror. González tuvo la delicadeza de no pedírselo.

En la Audiencia Nacional resbalan los magistrados por la cantidad de untuosa vaselina que ha inyectado en ella el fiscal general del Estado, Conde-Pumpido. Y el jefe urde un gran pacto parlamentario con los comunistas, nacionalistas e independentistas dejando fuera a la mitad de España. En vez de leer a Suso del Toro (un iluminado galleguista) debería engolfarse en los ensayos vascos de Jon Juaristi. Él, que conoce a la banda por dentro, nos avisa de que ETA tiene la misma intención de disolverse que el PSOE: ni con proceso de paz, hoja de ruta, tregua, alto el fuego indefinido, más muertos en el camino ni lo que les echen. Su proceso de paz consiste en gobernar el País Vasco ampliado como un desplegable. Zapatero no les puede dar el derecho de autodeterminación, no debe hacer ejercicios malabares con las elecciones navarras, y la excarcelación de presos le mata políticamente. Camina hacia la nada. La derecha le ha cogido el pulso a la calle y no lo va a soltar.

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