28/3/87

Alfonsín nombra a un peronista ministro de Trabajo (28-3-1987)

Carlos Elvio Alderete, un electricista al que le faltan escasas materias para recibirse de abogado, peronista ortodoxo, secretario del Sindicato Luz y Fuerza, muy próximo a la Iglesia católica, jurará el martes como nuevo ministro de Trabajo y Seguridad Social argentino, a menos que antes la Confederación General del Trabajo (CGT) no se lo impida disciplinariamente. Si llega a jurar el cargo, por primera vez un peronista regentaría la cartera de Trabajo en un Gobierno radical.

El pasado martes renunció al cargo Hugo Barrionuevo para facilitar al presidente Alfonsín libertad de movimientos para concretar algún tipo de pacto social con la CGT (ocho huelgas generales en tres años de democracia y prácticamente un ministro de Trabajo por año) y el Gobierno ofreció la cartera a José Rodríguez, secretario general del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (el poderoso SMATA), quien, tras varios días de reflexión, declinó el ofrecimiento.Este primer intento radical de incluir a un sindicalista peronista en el Gobierno fue frenado por Antonio Casiero, ex ministro de Economía bajo el Gobierno de Isabelita Perón, líder de los peronistas renovadores y actual candidato a la gobernación de la provincia de Buenos Aires para las elecciones parciales del próximo septiembre. Casiero adujo que el pacto social que procura el Gobierno debe lograrse negociando con la cúpula de la CGT, de poder a poder entre el Gobierno y los sindicatos, y que es insuficiente la inclusión en el Gobierno de un sindicalista a título personal.

La Casa Rosada mantuvo su estrategia ofreciendo el ministerio a otro sindicalista, Alderete, quien se encontraba en Roma organizando los preparativos del viaje del Papa a Argentina por cuenta de la CGT.

Alderete aceptó tras activas negociaciones a través de la Embajada argentina en Roma, pero se ignora la decisión final de Saúl Ubaldini, secretario de la CGT, sobre si aceptar que uno de sus centuriones se ocupe, ni más ni menos, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, cartera que, por lo demás, maneja considerables fondos económicos y capacita a su titular para extender excelentes relaciones políticas en las provincias.

El ofrecimiento radical es, sin duda, una maniobra política, legítima y audaz, tendente a desenmascarar a la oposición peronista y a la CGT en sus papeles de perro del hortelano, que ni gobiernan ni dejan gobernar, y a comprometer a la CGT, que ha venido asumiendo el papel de la oposición ante la división del movimiento peronista, en proyectos globales de gobierno.

Encarrilar el sindicalismo

Desde el inicio del mandato de Raúl Alfonsín, en 1983, el Gobierno radical ha intentado infructuosamente encarrilar el sindicalismo argentino sobre rieles modernos, occidentales y democráticos, desmontando una burocracia sindical cerrada en sí misma y, en muchos casos, de corte y maneras mafiosos. Entusiasmados con su triunfo electoral, los radicales llevaron a las cámaras un proyecto de reorganización sindical contra el que el justicialismo y sus aliados provinciales cerraron filas, infligiendo así al Gobierno su primera derrota.Después, todos los esfuerzos radicales por repetir clónicamente en Argentina los pactos españoles de la Moncloa, para apuntalar la frágil democracia, fueron vanos. Los ministros de Trabajo se fueron quemando como cohetes y la catarata de huelgas generales les llevó incluso al enfrentamiento personal entre Alfonsín y Ubaldini, quienes se brindaron improperios desde las tribunas de los actos partidarios.

Alfonsín tildó a Ubaldini de "mantequita y llorón", y éste, al presidente, de "falaz y mentiroso". Las cosas llegaron a un punto en el que el presidente se negó a reunirse a solas con el líder sindical en el supuesto de que éste utilizaba un doble lenguaje: uno en la Casa Rosada, aceptando y comprendiendo los rigores de la economía de guerra implantada por el Gobierno, y otro en la calle, ante las masas, denunciando a los radicales de ser meros operadores políticos de la oligarquía internacional.

Alderete será, con toda probabilidad, nuevo ministro el próximo martes, a tenor de sus declaraciones, efectuadas en Roma antes de su llegada al país. Saúl Ubaldini, al menos, no ha puesto pies en pared ante el ofrecimiento, y los líderes de Luz y Fuerza no muestran ninguna oposición al nombramiento de su secretario general como ministro.

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