La normalidad institucional en la República Argentina es completa
pese al público enfrentamiento entre la justicia militar y la civil sobre los
precesamientos de jefes y oficiales de las tres armas supuestamente implicados
en excesos represivos durante la guerra sucia contra la subversión en los años
de la dictadura militar instaurada en 1976.
El presidente argentino, Raúl Alfonsín, se reunió el miércoles en
la quinta presidencial de Olivos con el ministro de Defensa, Horacio Jaunarena,
y con el secretario de Estado de Justicia, Ídeller Tonelli, para informarse
sobre la marcha de los cientos de procesamientos e indagatorias sobre personal
de las Fuerzas Armadas que se están siguiendo en los tribunales.Algo más de un
millar de jefes y oficiales de las tres armas se encuentran involucrados
judicialmente en presuntas violaciones de derechos humanos, aplicación de
tormentos, robo, sometimiento de personas a servidumbre, asesinato, homicidio,
falsedad de documento público, detención ilegal y secuestro y entrega de
menores. Juzgadas y condenadas las tres primeras juntas militares de la
dictadura, están entrando ahora en los juzgados los segundos escalones de
la represión, entre los que se encuentran numerosos militares en actividad.
Conflicto de competencias
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas -máximo tribunal
castrense- desperdició más de un año en instruir la causa contra las tres
juntas militares y el sumario fue traspasado a la justicia civil (Cámara
Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correcional), que fue la obligada a
sentenciar y condenar. El resto de las causas globales, como la de la escuela
de Mecánica de la Armada, también han debido traspasarse a la justicia civil,
ante la imposibilidad del tribunal militar de encontrar pruebas acusatorias sobre
un solo uniformado que le hubiera levantado la mano a un ciudadano.Toda esta
crisis no es otra cosa que un gran montaje psicológico previo a la visita papal
de primeros de abril. El 6 del próximo mes arribará a la Argentina Juan Pablo
II, y de él se espera el inevitable mensaje de reconciliación, paz y perdón
para todos que podría ser instrumentalizado por las fuerzas armadas para lograr
alguna especie de amnistía hacia sus integrantes.
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