Navidad, dulce Navidad. En la más entrañable de
las fiestas cristianas, unos asesinos menores de edad apalean y queman viva a
una homeless cobijada bajo un cajero barcelonés. Cobardía, prepotencia,
desprecio de sexo, linchamiento, el resumen en sí mismo del racismo y la
xenofobia social: el pobre no tiene derecho a la vida cuando lo miras desde la clase
media acomodada. Al ser humano caído en la desgracia le puedes pegar fuego
porque es un cero a la izquierda de tu comodidad. El padre de uno de los
asesinos pide la cárcel para su hijo pero presupone que sólo quería amedrentar.
¿De qué hablaba con su hijo este fulano?, ¿del respeto que se debe a los demás?
El hijo asesino y pirómano se debe a su padre que no ha sabido o querido
inculcarle que también es sagrada la vida de una vieja al amparo de un cajero.
Nos parece una noticia puntual y aislable, pero esto ya no es ni el Bronx neoyorquino. Intentando sobrepasar un botellón madrileño en las verjas del Retiro, que ocupaba la calzada, me han asaltado el auto, arrancándome los retrovisores, subiéndose y pateándome el capó y casi desguazándome el coche. Pobres chicos incomprendidos. La ley del tabaco no les preserva (no van a locales públicos) y les anima al vinazo metílico mezclado con gaseosa o cerveza. La adolescencia es edad prohibida por los daños intimistas que causa pero o es agresiva o sentimental. Nada hay más dado al romanticismo que la edad núbil. Pero no diré yo que los niños se acerquen a mí no sea que me acuchillen. Doblando el Evangelio prefiero que los jóvenes me los alejen de mí.
Nada de estas desgracias se produciría si hubiera
escuela digna de tal nombre. Hemos entrado en la era de la permisividad donde
la enseñanza obligatoria es una invitación a hacer lo que quieras. Puedes
suspender sin problema y suspender a tu profesor, vejándole sin reprensión.
Quemar ancianas está directamente relacionado con la ley educativa de los
socialistas que no quiere deprimir a los educandos imponiéndoles límites y
sanciones. Mejor para los padres que no hablan con sus hijos y encierran los
principios en el cajón del televisor. Enseñar a vivir y a respetar al prójimo
es un incordio obsoleto. La cerrada por fracasada escuela inglesa de
Summerville donde no existían los castigos y cada uno estudiaba lo que quería.
Hemos cerrado los psiquiátricos y abierto los reformatorios. No hay medios para
atender la ley del menor. Estos asesinos que graban en vídeo sus crímenes
estarán en un par de años al cuidado de sus papás. Tengo más miedo a los padres
que a los hijos.
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