Estas cosas suenan como a déjà vu, a recocido ya
degustado, a asunto vivido y frustrado. La lógica del PSOE de Zapatero y sus
asistencias parlamentarias (el voto socialista es más respetable, aunque se
equivoque) impele a considerar partidarios de «cuanto peor, mejor» a todos los
que no cifran sus esperanzas en treguas permanentes y volátiles de ETA. Ya
somos mayores para tanta tregua. Cuando elijan ciudad para el bla-bla-bla,
¿soltarán a Belén Peñalva para que aparezca otra vez en un camarote de los
hermanos Marx? Si los archivos secretos no ilustran a Zapatero, Belén, la novia
de Antxón el entomólogo, podría avivarle el seso relatando las conversaciones
de Argel o Ginebra. Felipe González, durante la tenida en la capital argelina,
odiaba más a los periodistas que a los etarras, y es que era de broma saber que
la banda exigía la presencia del Rey o en su defecto del Jefe del Estado Mayor
del Ejército, dado que España era una dictadura militar. Aquel diálogo de
besugos dio hasta para que Rafael Vera intentara retomarlo a espaldas de su
ministro Asunción, para hacerse imprescindible y blindarse ante los jueces.
Argel dio como fruto la destitución de Pedro J. Ramírez como director de Diario
16. Vivir para ver. Cuando anunció las conversaciones de Ginebra, Aznar
compareció exultante hasta cometer el lapsus linguae (o la excesiva cortesía)
de llamar a ETA «movimiento de liberación nacional vasco». Zarzalejos o el
brujo del PP, Pedro Arriola, podrán dar fe de lo que da de sí una negociación
con estos caballeros. Zapatero no puede (aunque quisiera) ofrecer la autodeterminación
o la territorialidad sobre Navarra y las Encartaciones de Cantabria. A lo más
que puede llegar es el cambalache de un estatuto de la nación vasca siguiendo
los pasos perdidos del catalán. Así que, o ETA ha rebajado mucho sus
pretensiones o el optimismo histórico del presidente es más delirante que
voluntarista. Jon Juaristi no es el ensayista favorito de La Moncloa porque,
conociéndola, sabe que ETA no contempla su fin y seguiría imponiéndose
violentamente aun en el seno de una república vasca, porque no van a acumular
tantos años de muerte para que siga gobernando la carcundia del PNV.ETA sabe lo
que hace. Con un mero comunicado, sin contrapartida alguna, dejándolo todo a la
fe en su buena disposición, ha desactivado todos los mecanismos policiales y
judiciales que la pudieran trabar. Alto el fuego de ETA, alto el fuego del
Estado. Los voceros gubernamentales insistían en que sólo se negociaría con
quien abandonara la violencia y aceptara la democracia. ¿Y? Lo peor de las
treguas es que siempre acaban con otro asesinato.
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