El Gobierno argentino ha declarado ilegal la
huelga general convocada para hoy por las dos grandes centrales sindicales,
"en razón de no encuadrarse en las normas y procedimientos relativos al
ejercicio del derecho de huelga". El Ministerio del Interior ha
acuartelado a la policía federal y ha advertido que reprimirá con energía todo
intento de obstaculizar el ejercicio del derecho al trabajo. Otro miembro del
Gobierno, el titular de Economía, Jorge Wehbe, en declaraciones a la emisora
Radio del Plata, negó toda posibilidad de que el paro, pueda hacer caer al
régimen militar instaurado hace siete años.
El Ministerio del Interior, por su parte, ha
recordado los límites vigentes a la actividad sindical, ha acuartelado a la
policía federal y ha advertido que reprimirá con energía a quienes obstaculicen
el derecho al trabajo. Periódicamente, los canales de televisión dirigidos por
las tres armas emiten amonestaciones contra el boicoteo al trabajo.Wehbe, sin
embargo, fue más allá en sus declaraciones y descartó igualmente que la huelga
pueda servir de recibidor a otro golpe de Estado. "La avidez de la
civilidad por arribar a un Gobierno constitucional es tal", afirmó,
"que ningún hecho podría ser utilizado como argumento suficiente para
quebrar este tránsito".
Respaldo
total
Por otra parte, las intimidaciones
gubernamentales son inaplicables ante una huelga respaldada por todos los
sindicatos (gremios). Hoy Argentina habrá quedado paralizada por completo
(hasta el privilegiado sindicato de pilotos se suma a la huelga), y sólo
funcionarán servicios mínimos de urgencia atendidos por piquetes de
sindicalistas. Tiene razón el Gobierno -en términos estrictamente numerarios-
al afirmar que no hay más dinero para repartir y que no se puede, físicamente,
atender las reclamaciones salariales de los sindicatos, pero la corrupción y la
naturaleza antidemocrática de la Administración restan credibilidad a sus argumentos.
Obviamente, la huelga general de hoy tiene
también sus perfiles políticos. Ante las disensiones en el Gobierno y las
divisiones de los partidos, se erigen las dos ramas de la Confederación General
del Trabajo (CGT) como una colosal fuerza de presión que empuja al país hacia
las elecciones. No obstante, mayor inquietud provoca aún la convocatoria de la
central sindical dura para marchar el día 30 sobre la plaza de Mayo de
Buenos Aires -a la que todos los jueves acuden las madres de los desaparecidos-
en reafirmación de los deseos de normalización democrática de la sociedad.
El teniente general Menéndez (en retiro forzoso),
gobernador militar de las Malvinas durante la ocupación argentina, ha dado un
extenso comunicado a los periódicos autojustificando sus responsabilidades
militares durante la guerra. El teniente general Galtieri (el presidente que
ordenó la invasión de las islas) no ha vuelto a abrir los labios desde que
cometió el error de conceder una entrevista a la periodista florentina Oriana
Falacci, a la que afirmó que, a la postre, también mueren personas en las
inundaciones y no sólo en las guerras, y que éstas no deben ser criticables.
Menéndez también estaba sumido en un absoluto
mutismo, pero una reciente entrevista publicada aquí con el general británico
Jeremy Moore (a quien se rindió) y las críticas generalizadas al valor de su
oficialidad le han hecho reaccionar. El general Moore alude a que numerosos
oficiales argentinos declinaron el honor de compartir con la tropa los rigores
de la primera línea de fuego y recuerda que mientras un jefe británico, el
teniente coronel Jones, murió asaltando una posición enemiga delante de sus
hombres, no hay una sola baja por muerte entre los jefes militares argentinos.
Coraje
militar antisubversivo
El general Menéndez, en una exposición
esencialmente técnica, arguye que hubo jefes argentinos heridos -aunque no
muertos- y que el Ejército ya había probado su coraje en la lucha en montes y
ciudades contra la guerrilla subversiva. El núcleo de su autodefensa estriba en
que el Reino Unido movilizó contra él la mayor concentración de tropas
expedicionarias desde la segunda guerra mundial, que se vio sometido a bloqueo
aeronaval y que sus tropas soportaron 72 días el clima austral y los británicos
sólo 45 días. Nada importante que ayude a salvar las distancias entre familia
militar y sociedad civil.
Hace unos días un soldado de reemplazo fue objeto
de chanzas en un cuartel de Buenos Aires. Un suboficial profesional se unió a
las novatadas, empujó al soldado y lo arrojó al suelo entre risas. Desde el
suelo, el conscripto le espetó: "¿Así empujábais a los ingleses en las
Malvinas?". El suboficial, entonces, desenfundó su pistola y mató al
soldado. Así están las cosas en las vísperas del primer aniversario del intento
de recuperación.
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