28/3/83

El Gobierno argentino declara ilegal la huelga general de hoy y reprimirá todo intento de boicotear el trabajo (28-3-1983)



El Gobierno argentino ha declarado ilegal la huelga general convocada para hoy por las dos grandes centrales sindicales, "en razón de no encuadrarse en las normas y procedimientos relativos al ejercicio del derecho de huelga". El Ministerio del Interior ha acuartelado a la policía federal y ha advertido que reprimirá con energía todo intento de obstaculizar el ejercicio del derecho al trabajo. Otro miembro del Gobierno, el titular de Economía, Jorge Wehbe, en declaraciones a la emisora Radio del Plata, negó toda posibilidad de que el paro, pueda hacer caer al régimen militar instaurado hace siete años.

El Ministerio del Interior, por su parte, ha recordado los límites vigentes a la actividad sindical, ha acuartelado a la policía federal y ha advertido que reprimirá con energía a quienes obstaculicen el derecho al trabajo. Periódicamente, los canales de televisión dirigidos por las tres armas emiten amonestaciones contra el boicoteo al trabajo.Wehbe, sin embargo, fue más allá en sus declaraciones y descartó igualmente que la huelga pueda servir de recibidor a otro golpe de Estado. "La avidez de la civilidad por arribar a un Gobierno constitucional es tal", afirmó, "que ningún hecho podría ser utilizado como argumento suficiente para quebrar este tránsito".

Respaldo total

Por otra parte, las intimidaciones gubernamentales son inaplicables ante una huelga respaldada por todos los sindicatos (gremios). Hoy Argentina habrá quedado paralizada por completo (hasta el privilegiado sindicato de pilotos se suma a la huelga), y sólo funcionarán servicios mínimos de urgencia atendidos por piquetes de sindicalistas. Tiene razón el Gobierno -en términos estrictamente numerarios- al afirmar que no hay más dinero para repartir y que no se puede, físicamente, atender las reclamaciones salariales de los sindicatos, pero la corrupción y la naturaleza antidemocrática de la Administración restan credibilidad a sus argumentos.

Obviamente, la huelga general de hoy tiene también sus perfiles políticos. Ante las disensiones en el Gobierno y las divisiones de los partidos, se erigen las dos ramas de la Confederación General del Trabajo (CGT) como una colosal fuerza de presión que empuja al país hacia las elecciones. No obstante, mayor inquietud provoca aún la convocatoria de la central sindical dura para marchar el día 30 sobre la plaza de Mayo de Buenos Aires -a la que todos los jueves acuden las madres de los desaparecidos- en reafirmación de los deseos de normalización democrática de la sociedad.

El teniente general Menéndez (en retiro forzoso), gobernador militar de las Malvinas durante la ocupación argentina, ha dado un extenso comunicado a los periódicos autojustificando sus responsabilidades militares durante la guerra. El teniente general Galtieri (el presidente que ordenó la invasión de las islas) no ha vuelto a abrir los labios desde que cometió el error de conceder una entrevista a la periodista florentina Oriana Falacci, a la que afirmó que, a la postre, también mueren personas en las inundaciones y no sólo en las guerras, y que éstas no deben ser criticables.

Menéndez también estaba sumido en un absoluto mutismo, pero una reciente entrevista publicada aquí con el general británico Jeremy Moore (a quien se rindió) y las críticas generalizadas al valor de su oficialidad le han hecho reaccionar. El general Moore alude a que numerosos oficiales argentinos declinaron el honor de compartir con la tropa los rigores de la primera línea de fuego y recuerda que mientras un jefe británico, el teniente coronel Jones, murió asaltando una posición enemiga delante de sus hombres, no hay una sola baja por muerte entre los jefes militares argentinos.

Coraje militar antisubversivo

El general Menéndez, en una exposición esencialmente técnica, arguye que hubo jefes argentinos heridos -aunque no muertos- y que el Ejército ya había probado su coraje en la lucha en montes y ciudades contra la guerrilla subversiva. El núcleo de su autodefensa estriba en que el Reino Unido movilizó contra él la mayor concentración de tropas expedicionarias desde la segunda guerra mundial, que se vio sometido a bloqueo aeronaval y que sus tropas soportaron 72 días el clima austral y los británicos sólo 45 días. Nada importante que ayude a salvar las distancias entre familia militar y sociedad civil.

Hace unos días un soldado de reemplazo fue objeto de chanzas en un cuartel de Buenos Aires. Un suboficial profesional se unió a las novatadas, empujó al soldado y lo arrojó al suelo entre risas. Desde el suelo, el conscripto le espetó: "¿Así empujábais a los ingleses en las Malvinas?". El suboficial, entonces, desenfundó su pistola y mató al soldado. Así están las cosas en las vísperas del primer aniversario del intento de recuperación.

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