14/9/85

Los nueve triunviros argentinos escuchan imperturbables el rosario de acusaciones lanzado por el fiscal (14-9-1985)

El jueves, los nueve procesados en el juicio de Buenos Aires, los nueve ex comandantes en jefe de sus respectivas armas -entre ellos, tres ex presidentes de la República-, los nueve codictadores militares calentaron por segunda vez el banquillo de los acusados en la sala de la Cámara Federal de Buenos Aires. La expectativa fue menor y se advirtieron bancos vacíos en el sitio reservado al público. Durante cerca de nueve horas, el fiscal Julio César Strassera y su adjunto, Luis Moreno Ocampo, leyeron parte de su alegato pormenorizado sobre delitos supuestamente probados que afectan a las tres juntas.

Caso a caso, la fiscalía ha comenzado por acusarles de privación ilegítima de la libertad, falsedad de documento público, robo agravado, reducción a servidumbre, aplicación de tormentos y extorsión.Los ex presidentes Jorge Videla y Leopoldo Galtieri continuaron concurriendo con atuendos civiles, y el primero portando un libro, que leyó continuamente durante la larga exposición de los fiscales, aparentando desentenderse de lo que se decía en la sala. Los nueve encausados tomaron asiento en distinto orden al adoptado el miércoles, alejándose Videla un espacio de la mesita de los fiscales; junto a éstos se situó esta vez el almirante Lambruschini.

Todos los presentes estuvieron en la sala con exquisita corrección y la mayoría de los reos soportó la larga jornada vespertina como si se encontrara petrificada. Videla, como escondiéndolo en su cartapacio marrón, leía o aparentaba leer convulsivamente, sólo levantando la vista hacia el crucifijo que preside la sala cada vez que se citaba su nombre. Refiriéndose a su desdén auditivo, el fiscal Strassera declaró a los periodistas: "No me importa en absoluto. Que haga lo que le dé la gana".

Las lecturas de Videla

Todos los esfuerzos de los asistentes al juicio por visualizar el libro de horas judiciales de Videla han sido infructuosos; lo lee semiocultándolo como un colegial que no desea ser sorprendido en una pequeña fechoría, y cuando se retira, lo guarda subrepticiamente en su carpetita de cuero marrón. Sólo se ha podido alcanzar a ver parte del título: ( ... )en el paraíso ( ... ).El almirante Emilio Massera resultó en esta jornada el más móvil de sus conmilitones; con una media sonrisa que podría objetivamente interpretarse como desdeñosa, atornillada a las comisuras de sus labios, asintió repetidamente con la cabeza, mirando fijamente a los dos fiscales o a los seis jueces cada vez que su nombre se citaba en relación con la desaparición, secuestro o tortura de ciudadanos.

El neurotizado brigadier general del Aire Ramón Agosti, intentó por dos veces conversar con su vecino, el teniente general Galtieri, sin obtener la menor respuesta. El almirante Armando Lambruschini ojeaba por encima del hombro el librito misterioso de Videla.

Los reos, ya curados de espantos tras la primera sesión del alegato fiscal, escucharon imperturbables el siguiente parlamento de la fiscalía: "Los centros de cautiverio y exterminio de detenidos, ubicados más allá de los combates reales o supuestos, constituyeron la retaguardia del llamado Proceso de Reorganización Nacional, pero también su sucia y vergonzosa trastienda". Julio César Strassera se superó a sí mismo y los enlodazó: "La represión nunca se distinguió por su caballerosidad, y si tuviéramos que ponerle un escudo identificatorio, éste sería una picana y una capucha". Imperturbables.

Al término de esta audiencia oral, el almirante Isaac Anaya, preso en la Escuela de Mecánica de la Armada - por sus responsabilidades en la pérdida de la guerra de las Malvinas-, deambuló solo por los pasillos del palacio de los tribunales porteños, perdiéndose. Sus propios abogados le persiguieron a los gritos de "¡almirante, almirante!" hasta alcanzarlo y restituirlo a su custodia. Tras dos días de sobrepasarse en horario, la fiscalía ha solicitado de la Cámara una ampliación temporal para la formulación de su alegato -que amenaza ser extensísimo- y que será solventada el próximo martes.

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