4/10/07

¿Delenda est monarquía? (4-10-2007)

Todo asunto sumergido en una tertulia de radio o televisión sufre una fuerza expansiva inversamente proporcional a su importancia. Desde hace una semana están lloviendo piedras sobre la Corona, hirviendo la radio, tomando partido la televisión rosa y acuchillándose los periódicos. Parecería que ha resucitado Ortega y Gasset y su delenda est monarquía. La bola de nieve se inició en Gerona, donde un pequeño grupo de gaznápiros quemó unas fotos de los Reyes cabeza abajo. Durante el tardofranquismo los pusilánimes pegaban en los sobres el sello de Franco al revés y así creían cumplir con sus obligaciones democráticas. Pues estas mínimas piras monárquicas, igual de bizarras. A estos pirómanos se les puede aplicar las generales de la ley o despacharles con una multa que ridiculice su aspiración al martirologio. A estos topillos de la política se les da una higa Juan Carlos y Sofía y sólo les interesa la republiqueta nacionalista propia, que se entendería muy bien con la monarquía de lo que quede de España.

Cuando los Reyes eran Príncipes de España e inciertos aspirantes, los falangistas cortaban el tráfico cantando aquello de «Que no queremos reyes idiotas/ que no saben gobernar/ lo que queremos/ e implantaremos/ el Estado sindical./ Abajo el Rey». Anidaban en la estratosfera del Movimiento Nacional, donde aspiraban a un regente militar para la muerte de Franco. A los Príncipes se les humilló lo indecible y los gobernadores civiles competían por hacerles un feo. Ya reinantes, sólo hubo el escandalete de la Casa de Juntas de Gernika, en la que el Rey ganó a los vociferantes con su impasibilidad, y el 23-F que marcó el apogeo del monarca.

El Rey siempre ha borboneado a sus presidentes del Gobierno porque naturaleza obliga, pero con el último está siendo él el zapateado y carga con una política ajena en la que no puede intervenir. Y así le critican su estilo de vida, una familia aprovechada o los discursos ininteligibles de sus cagatintas con Alberto Aza a la cabeza. Hay que ser tolerantes con el Rey porque nos conviene. Nunca iría a Rusia a tirotear un oso borracho de miel y vodka, pero tampoco va la Reina a los toros ni con gafas negras. Federico Jiménez Losantos, director de La mañana en la Cope, ha puesto el pie en la mina pidiendo la abdicación de Don Juan Carlos.

Losantos debe tener alguna inquina hacia el Príncipe Felipe y Letizia, que están desaparecidos en esta polvareda, que ni esperan ni quieren heredar tan pronto. Una abdicación no tiene sentido a menos que los nacionalistas desguacen el país. Pero esto ha dado pie para que otros medios crucifiquen a la Conferencia Episcopal y hasta EL MUNDO, que pasaba por ahí. Nada tiene pies ni cabeza y todo es una galerna periodística en una taza de té. El republicano más inteligente es el notario Antonio García-Trevijano, y no tiene aparato; no hay otro republicanismo que el añadido a los nacionalismos. Por eso alarma que el Rey se haya ido a Oviedo a defender la monarquía como si estuviera solo ante el peligro.

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