3/3/14

BANALIZAR EL TALENTO DE ORSON WELLES (3-3-2014)

Dos desdichas acompañaron  a Orson Welles: su cociente intelectual y su cultura. Hasta su matrimonio con Margarita Carmen Cansinos (Rita Hayworth),  sobrina del poliglota y polígrafo judío español Rafael Cansinos Assens, traductor íntegro y literal del Corán, del árabe al español, fracasó por el abismo mental que se daba en la pareja. La amó porque “…es el ser más desgraciado que he conocido en mi vida”. Violada por su padre, sus aparatosos maridos no evitaron la dipsomanía ni frenaron el Alzheimer.  Orson tenía interiorizado Shakespeare, y pretendía interpretarlo, representarlo y filmarlo, lo que aterraba a productores analfabetos. No era un extravagante sino un genio, y por ello el sistema de Estudios le condenó al ostracismo pese a haber escrito, dirigido e interpretado “Ciudadano Kane”, a los 24 años, quizá la mejor película de la filmografía. Tuvo que ir y venir de Estados Unidos a Europa buscando lo que llamaba “trabajos alimenticios” (llegó a publicitar un brandy español) que le permitían rodar a bajo precio entre nosotros (“Campanadas a medianoche”) y apasionarse por los toros y España. Previendo su muerte pidió que sus cenizas descansaran en la finca rondeña de su amigo Antonio Ordoñez, y creo recordar que Alfonso Ussía relató la ceremonia de rondar su descanso. No triunfo por casualidad o efectísmo: “Sed de mal”, es un hito del cine negro con una apertura secuencial que nadie ha sabido repetir. Su adaptación, dirección e interpretación de “La guerra de los mundos”, de H.G. Welles, para la CBS, le dio inmerecida fama de oportunista porque antes de abrir la emisión se advirtió explícitamente a los oyentes que era una dramatización de la conocida obra del británico. No hubo engaño alguno: pero miles de escuchas no oyeron el exordio y cuando ardió el pánico se cortó la emisión para repetir la advertencia de que estaban emitiendo un radioteatro y  no un informativo. Falsificar a Welles es patético. Eludir su honestidad intelectual resulta infame.

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