Seis policías reciben, apelotonándose tras un mostrador, al viajero
en el aeropuerto internacional Presidente Stroessner de Asunción; el primero
requiere la hoja de ingreso y anota el medio informativo para el que trabaja el
periodista, todas sus direcciones posibles en dos continentes, y la duración de
la estancia; el segundo sella el pasaporte; el tercero, guarecido tras un inmenso
pupitre, rebusca en un grueso libro; el cuarto te cobra tres dólares; el quinto
te da un papelito para que recojas el pasaporte al día siguiente en la central
de policía de Asunción; y el sexto, sencillamente, te observa. Ayer, 4 de mayo,
se cumplían seis lustros de la permanencia en el poder del general. Afredo
Stroessner, decano de los dictadores del mundo.
Sólo los periodistas españoles tienen que repetir, a las 24 horas
de su ingreso, el pequeño interrogatorio ante la Oficina de Investigaciones de
Desembarcadero y Turismo, donde inquieren hasta el nombre de las personas que
el visitante conoce o va a conocer en Paraguay. El clima hostil a España es
palpable en las páginas de los diarios oficialistas que aluden a la
"España marxista" y en los desaforados editoriales radiofónicos, que
tildan de traidor al escritor Augusto Roa Bastos por haberse acogido a la
nacionalidad española, "concedida por el Gobierno comunista que lidera
Felipito González". El general Alfredo Stroessner basa ideológicamente su
régimen desde hace 30 años en un anticomunismo militante congelado en la peor
guerra fría de los años cincuenta; pero sus denuestos contra "el Gobierno
comunista español", la reproducción en el diario gubernamental Patria de
comentarios de El
Alcázar, y hasta el triunfo de Pablo Villamar (jefe de actividades
culturales de Fuerza Nueva) en Asunción con su espectáculo Viva Sevilla y olé, no son sólo
desmayos de la razón.
Stroessner es el dictador de América Latina más semejante en su
metodología a Francisco Franco, y el interés de todo el Cono Sur por la
transición política española se acrecienta en Asunción. La oposición se ha
resignado a esperar la muerte física de Stroessner, se confía en la veracidad
de los periódicos rumores sobre su cáncer, y se especula con los dolores que al
dictador más antiguo de Latinoamérica le provoca el estrechamiento de su mano
derecha, que sólo extiende -según confesión propia- como un gesto de inusitada
cortesía. Y la respuesta del general prusiano, hijo de alemán, apodado El rubio, de ojos azules, consiste
en auspiciar un desprestigio inteligente, aunque de sainete hacia la España
posfranquista.
Ayer, el decano de los dictadores en todo el mundo cumplió 30 años
de poderío absoluto sobre esta gran finca familiar llamada Paraguay. En América
Latina sólo le ha superado hasta ahora el mexicano Porfirio Díaz (31 años de
Gobierno). El aniversario de su golpe de Estado del 4 de mayo de 1954,
blanqueado por unas elecciones militarizadas en agosto del mismo año, se
celebra con discreción y en absoluta tranquilidad ciudadana. La jornada ni
siquiera ha sido festiva y sólo en la tarde el viejo patriarca aceptó un
homenaje político en la sede de su Partido Colorado. 24 horas antes había
viajado al Estado brasileño de Rio Grande do Sul para entrevistarse brevemente
con el presidente João Figueiredo.
Iconografía reverencial
No obstante, la iconografía reverencial hacia el gran padre satura
las calles y los medios de comunicación. Felicitaciones zalameras en las
emisoras de radio y televisión y en los diarios, anuncios exteriores de neón
-"paz, trabajo y bienestar con Stroessner"-, imágenes del dictador
besando a tiernas niñas... En el Ministerio de Hacienda se exhiben en una
vitrina las botas del futbolista paraguayo Benny Ricardo, del Minnesota Vikings,
con las que marcó 100 goles en la última liga del balompié estadounidense y que
ofreció emocionado al benefactor de la patria.El país continúa aislado y
adormecido, ajeno a los giros políticos que se producen en su derredor. La
geografía, el encomiable aunque interesado amparo de la lengua guaraní (oficial
junto al español) la corrupción generalizada y estimulada, en cuyas artes
Stroessner pasa por ser un virtuoso, el maquillaje institucional de la
dictaduta, la represión brutal pero sectorizada, son las cartas que han dado
longevidad a este régimen.
Todo ello sin contar que el general Stroessner ha convertido a
Paraguay en el Estado contrabandista por antonomasia. Al menos la mitad del
comercio exterior del país es contrabando y los presupuestos estatales se
equilibran dando asiento contable a los ingresos del fraude aduanero con
Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay. Algunos establecimientos de venta de
automóviles en Asunción, que ofrecen precios increíblemente bajos, son un
ejemplo tan interesante como inmoral. El comprador no encuentra autos en
exposición, sino catálogos con fotografías de los distintos modelos. Elegido el
deseado -siempre a precios dignos de Jauja- el vendedor cruza la frontera hacia
Río de Janeiro, São Paulo o Buenos Aires, roba el coche adecuado y se lo
entrega a usted en dos semanas con matrícula legal paraguaya, documentación
legal paraguaya y una numeración legal troquelada en el motor.
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