La Confederación General del
Trabajo (CGT), junto con la dirección del Partido Justicialista, ha convocado
un paro general de actividades para mañana desde las dos de la tarde y durante
el resto de la jornada laboral; sólo se atenderán servicios de urgencia en las
diferentes ramas de producción.
La CGT y el Movimiento
Peronista convocaron también a la población del Gran Buenos Aires a una misa de
campaña, en lo que quiere ser una gran manifestación de repudio por la macabra
violación de la tumba y los restos del general Juan Domingo Perón.Mientras el
presidente Raúl Alfonsín ha cancelado su agenda de trabajo alcanzado por la
epidemia de influenza que asola Buenos Aires, las negociaciones salariales
entre el Gobierno y la CGT han quedado virtualmente paralizadas por este
añadido sentimental y necrófilo de la profanación del cadáver del fundador del
justicialismo. El Gobierno radical contempla con recelo el paro de mañana por
su posible manipulación política y la probable presencia de provocadores en una
concentración altamente emocional, pero se ha abstenido de censurarlo. El
segmento de la CGT que colabora con el radicalismo tampoco era partidario del
paro de protesta pero se ha adherido a la mayería cegetista.
El Gobierno carece de pistas
para identificar a los profanadores, ni éstos han vuelto a comunicarse con
nadie tras la carta dirigida al senador Vicente Leónidas Saabi, titular legal
del peronismo, exigiendo ocho millones de dólares (alrededor de mil millones de
pesetas) por la devolución de las manos y el sable corvo del general.
La dirección peronista ha
rechazado con indignación el supuesto de que las manos del cadáver fueron
cercenadas en 1976, bajo el Gobierno de su viuda y de forma autorizada. De no
ser así los restos amputados no pueden ser otra cosa que huesos dado que Perón
dio instrucciones de no ser embalsamado; tan sólo unos anatomistas japoneses
inyectaron fluídos al cadáver para retrasar su descomposición unos seis días y
permitir su exposición al público durante las exequias.
Los saqueadores de la tumba
no pueden ser unos vulgares extorsionistas -nadie va a pagar los ocho millones
de dólares exigidos por el truculento rescate- y han necesitado información y
medios sofisticados para violar el sepulcro. Perón está enterrado en La
Chacarita, el populoso cementerio urbano del noroeste porteño donde también
reposa Carlos Gardel.
De la autenticidad del
reclamo postal no se duda, dado que la misiva contenía un fragmento del poema
que Isabelita depositó en su sobre en el féretro de su marido: "Te
acuerdas, Juan, cuando tomados de la mano recorríamos el jardín y vos me
arrancabas una flor como prueba de tu amor...".
La tumba de Perón, alzada y
con cripta, está defendida por una puerta de acero cerrada con 12 candados,
cuyas cerraduras fueron elaboradas en la fábrica de la moneda y el cadáver se
encuentra protegido por un cristal blindado. Los sobrinos-nietos del general
visitaban la tumba aproximadamente cada mes. La Chacarita es muy frecuentada
por deudos y curiosos y, obviamente, la necrópolis dispone de vigilancia
nocturna.
Los salteadores necesitaron
saber de la última visita de los sobrinos a la cripta y trabajar en la bóveda
con luces, palancas resistentes y una sierra quirúrgica, dado que los cortes al
cadáver fueron limpios.
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