"El lagarto se quedó sin
cola" o "Feliz Navidad" son algunos de los títulos con los que
los diarios porteños acogían ayer el pase a retiro obligatorio del ya capitán
de corbeta Alfredo, Ignacio Astiz. El presidente argentino, Raúl Alfonsín,
contrariando los criterios de su ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, y
desoyendo los consejos de importantes sectores de su partido, la Unión Cívica
Radical (UCR), cumplió con la ley ascendiendo a Astiz a su empleo inmediato
superior con retroactividad al 31 de diciembre de 1985, y ordenando asimismo el
pase a retiro obligatorio del oficial de la Marina.
La doble decisión quedó
plasmada en dos documentos: uno dirigido al ministro de Defensa en el que se
fundamenta el paso dado por el presidente y otro, secreto, en el que se
especifican las causas que aconsejan el retiro obligatorio de Astiz. Ambos
textos han sido firmados por el propio Alfonsín en su calidad de comandante en
jefe de las Fuerzas Armadas argentinas, realzando así la orden, dado que las
instrucciones pertinentes podrían haber sido cursadas simplemente por el
ministro de Defensa.
Retraso de uno o dos meses
El pase a retiro de Astiz no
es automático, ya que debe de ser formalizado por el Estado Mayor naval,
trámite que podrá retrasarse un mes o dos si en vez de iniciarse ahora se comienza
tras las vacaciones del verano austral. En el ínterin, Alfredo Astiz podría
desempeñarse ya con su nuevo grado como jefe de operaciones del destructor en
que se encuentra embarcado con base en Puerto Belgrano.En el edificio Libertad,
sede del almirantazgo, la noticia ha sido recibida con un ominoso silencio.
"Ahora la pelota ha vuelto al campo de la Marina", comentó un miembro
del Gobierno radical. No cabe, fuera de la insubordinación, un incumplimiento
por parte de la Armada del retiro obligatorio dictado por Alfonsín, pero sí se
esperan decisiones de pase voluntario a retiro que podrían incluir la del
vicealmirante Ramón Arosa, jefe del Estado Mayor de la fuerza, lo que
provocaría un maremoto de dimisiones en cadena en la cúpula naval.
La Armada ha mantenido en
torno a Astiz un cerco de defensa en el correcto entendimiento de que
constituía un símbolo tanto nacional como internacional de la guerra sucia
contra la subversión desarrollada bajo la dictadura militar de 1976-1983. La
Armada peleó bravamente por impedir en su tiempo el procesamiento de Astiz y,
ahora, por lograr mantenerle en activo, pensando en otros oficiales menos
conocidos que el citado pero que teniendo igualmente las manos manchadas de
sangre civil podrán en el futuro emprender el mismo camino del retiro forzoso
de este héroe contemporáneo.
Derechos humanos
Alfonsín, en su escrito al
ministro de Defensa, recupera su mejor aliento de 1983 en defensa de los
derechos humanos, y escribe a Jaunarena: "Las conclusiones, provenientes
de los órganos encargados de la Administración de la justicia de la República,
tornan procedente la adopción de la medida administrativa por la que se le
reconoce el grado inmediato supe,rior, al desaparecer los obstáculos legales y
reglamentarios que impidieran con anterioridad su ascenso (...).(...) Así las
cosas, resuelta reglamentariamente la situación del citado oficial, preocupa
ahora al presidente de los argentinos la eventual incidencia negativa que sobre
la cohesión del cuerpo social podría significar mantenerlo en servicio como, a
su vez, la repercusión que ello pudiera generar sobre las instituciones
castrenses", señala el escrito del presidente argentino. "Es por
ello", agrega, "que he apreciado en el correspondiente informe complementario
fundado, que el capitán de corbeta don Alfredo Ignacio Astiz, no debe
permanecer en actividad, debiéndose seguir el procedimiento correspondiente a
tal efecto".
En su informe reservado,
Alfonsín no sólo considera los crímenes en los que se vio envuelto Astiz sino
igualmente su deshonroso desempeño como jefe de los lagartos -comandos de la
infantería de Marina- en su breve ocupación de las Georgias del Sur durante la
guerra de las Malvinas.
Lo dicho: ahora la pelota
está en terreno de la Marina.
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