11/1/07

El cuento de la buena pipa (11-1-2007)

Un fulano dijo a zutano:

- ¿Quieres que te cuente el cuento de la buena pipa?

- Sí, por supuesto.

- Pero lo que yo te digo es que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa.

Y así ad nausean y eternamente. El cuento no tiene fin. Con el cuento de la buena pipa están enfrascados el presidente, su Gobierno, ETA y hasta la oposición. Es normal cuando el pensamiento lógico se sustituye por el subnormal de nuestro perdido Manolo Vázquez Montalbán.

Jean Paul Sartre en Les mots reflexionó sobre el valor de las palabras para edificar el pensamiento. Sin ellas ni el lenguaje que conforman seríamos poco más que homínidos. ETA en su último comunicado ha perdido el valor de las palabras y ya tanto le da ocho que ochenta. Considera que los muertos en la T-4 de Barajas son responsabilidad de los policías por no desalojar a tiempo, ignorando que la cantidad de explosivo que emplearon tenía que causar víctimas indefectiblemente. Pensamiento débil.

Los argumentos dignos de El Mago de Oz de que el alto el fuego permanente no ha sido violado por el bombardeo de Barajas demuestran que los etarras, además de malos, son analfabetos funcionales, porque ignoran lo que es una antinomia. Desde la misma consideración de lo que significa un alto el fuego permanente se dirigen en sota de bastos para amenazar al Gobierno si continúa incumpliendo los compromisos adquiridos. Eso sí, dentro del más riguroso alto el fuego, que para estos chicarrones del norte debe consistir en dejar el tabaco.

Las palabras hacen libres a los hombres y no los tímidos blabuceos pausados del presidente, que nada dicen a los que tiene por súbditos. Desaparecidos todos, incluidos ZP, y después de la última glaciación, criptógrafos de todo el mundo acudirán a España para descifrar qué pensaba nuestro presidente a comienzos del siglo XXI. Eso no lo saben ni el Rey, ni Pujol, que es hombre muy bien informado aun desde su retiro.

La vice, Fernández de la Vega, reputa de papelito el pacto antiterrorista que fue un empeño de su jefe cuando éste ya jugaba con dos barajas. Para un rojo de provincias, de muy buena cuna, no se puede aspirar a mayor maquiavelismo. Rajoy, en cambio, incumple la norma de que cuando te encuentras a un gallego en una escalera nunca sabes ni sube o baja. A él se le entiende, afortunadamente, todo, mientras que Bambi es una esfinge y habla con los procesionarios de la santa compaña. El tesoro de las palabras ya nada significa, y se ha sustituido por el arcón de las navajas, las dobleces y las mentiras. No es la escopeta nacional berlanguiana, es el cuento de la buena pipa.

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