Observadores diplomáticos y periodísticos
destacados en Montevideo muestran su asombro ante la unanimidad con que el
pueblo uruguayo ha repudiado el régimen militar en su primera jornada nacional
de protesta. Los partidos tradicionalmente hegemónicos, blanco y colorado, la
minúscula Unión Cívica y los todavía prohibidos partido socialista, comunista y
democristiano habían convocado esta protesta pacífica y simbólica consistente
en una reclusión de la ciudadanía entre las 17 y las 20 horas, seguidas de un
oscurecimiento de 15 minutos
La
respuesta ha sido total y el régimen debió celebrar en solitario el 158º
aniversario de la independencia nacional. En la ciudad de Florida, a 100
kilómetros de Montevideo, se llevó a cabo una parada militar sin espectadores y
el ministro de Agricultura y Pesca, Carlos Mattos, leyó un mensaje patriótico
sólo escuchado por el teniente general Gregorio Álvarez y los militares
asistentes.A las cinco de la tarde el centro de Montevideo quedó desierto, sin
peatones ni circulación rodada, y a las ocho se produjo el apagón generalizado.
En el barrio de Pocitos, en la rambla costanera que bordea el río de la Plata,
fue espectacular el apagón sincronizado de todo el muro de edificios, al tiempo
que, a la usanza chilena, comenzaron a sonar estruendosamente las cacerolas
batidas con cucharones.
A las 8,30
de la noche los montevideanos comenzaron a salir de sus casas y en la avenida
del 18 de Julio (por la fecha de la promulgación de la Constitución) grupos de
personas intentaron pequeñas manifestaciones relámpago y los peatones se
cruzaban saludándose con los dedos en la V de la victoria. La policía practicó
100 detenciones entre jóvenes que se manifestaban. Los automovilistas hicieron
sonar sus bocinas y, pese a la ausencia de lluvia, conectaron sus
limpiaparabrisas para simbolizar el gesto universal de la negación.
Casi mueve
a ternura la modestia y simbolismo con que el pacífico y civilizado pueblo
uruguayo expresa su repudio a una de las dictaduras militares mas obtusas del
cono Sur. Se ha seguido el ejemplo ofrecido por la oposición chilena, tomando
precauciones adicionales tan extremadas como la de retirar a las gentes de las
calles, en vez de convocar una manifestación, para evitar la menor posibilidad
de provocaciones hacia los militares. El régimen que preside el teniente
general Gregorio Álvarez, Goyo, esperó esta primera jornada de protesta con el
Ejército acuartelado, pese a ser la fiesta nacional, y la policía en estado de
alerta. Obviamente no se produjeron incidentes.
El sendero
chileno hacia la democracia -protestas mensuales- fue decidido por los partidos
tras la ruptura de las conversaciones, entre políticos y militares para
restaurar las libertades públicas en 1985. Los militares pretendían introducir
modificaciones a la Constitución que permitieran incluso el allanamiento
nocturno de los domicilios, y mostraban serias reservas sobre la legalización
de socialistas, comunistas y democristianos.
La cerrazón
del régimen militar ha implantado un sistema netamente policíaco y ha venido a
dar la razón al líder exiliado del Partido Blanco, Wilson Ferreira, candidato
presidencial en las últimas elecciones de 1971. Ferreira impulsó una oposición
radical al régimen, en contra de la opinión de un sector de su propio partido y
de la línea dialogante mantenida por las restantes agrupaciones políticas. Los
partidarios del diálogo con el Ejército han tenido que arrojar la toalla.
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