Mientras asciende a un mínimo de 24 el número de
muertos entre el jueves y el viernes pasados (todos civiles), otras dos
personas fueron asesinadas en la tarde del viernes en la periferia de Santiago
de Chile: una muchacha de 14 años que fue abatida de dos tiros en la espalda y
un joven de 28 años que resultó alcanzado por disparos efectuados desde un
autobús de los carabineros.
Los heridos
de bala superan el centenar, aunque el Gobierno chileno sólo da cuenta
oficialmente de 53, y hay un millar de detenidos en todo el país.
La resaca
del jueves ha continuado durante las últimas 48 horas en las poblaciones
próximas a Santiago de Chile así como en la misma capital. Barricadas de fuego
habían cortado durante horas los accesos a las barriadas del sector sur de la
ciudad, mientras sus moradores se enfrentaban sirimás armas que las piedras con
los carabineros.
Pasadas las
23 horas se hizo intervenir nuevamente al Ejército para restablecer el orden,
con el saldo antedicho de dos nuevas muertes. El clima moral de Santiago es de
desolación y estuporante lo indiscriminado de la represión.
Ni siquiera
el Gobierno se ha sentido con fuerzas para cumplir las amenazas del general
Augusto Pinochet que anunciaba la detención de los firmantes de la
coilvocatoria de protesta. Insólitamente, el comandante en jefe de la Fuerza
Aérea y miembro de la Junta Militar de Gobierno, general Fernando Matthei, se
ha apresuradoa declarar que sus tropas no dispararon un solo tiro en la noche
del jueves, en el sector de la capital, Santiago, que les correspondía
patrullar, mientras que en el resto de la ciudad era el Ejército de Tierra
quien lo hacía. El intento de desmarcarse se considera particularmente
significativo.
Santiago quedó dividida en cinco zonas, en un
operativo militar diseñado personalmente por Pinochet, quien llegó a desatender
durante días la crisis de su Gabinete de la pasada semana para ocuparse del
control de la capital, a tenor de la experiencia de las tres jornadas de
protesta anteriores. Cuatro zonas de Santiago quedaron a cargo de cuatro
generales del Ejército de Tierra y una al mando de un general de la Fuerza
Aérea.
Matthei
supervisó personalmente su zona en helicóptero y a pie. "Ni fuimos
atacados por nadie, ni disparamos un solo tiro a nadie", acaba de
declarar, exonerando a la aviación de los despropósitos cometidos por el Arma
de Tierra.
Fuentes de
la recién creada Alianza Democrática (una multipartidaria sin comunistas)
valoran muy positivamente esta fisura en el monolitismo militar.
Se estima
que Pinochet intentó el jueves involucrar nuevamente al Ejército en la
represión, y la estrategia de los partidos opositores pasaría ahora por
convencer a los militares de que no se pueden prestar al tremendo desgaste de
ocupar Santiago una vez al mes y proceder a una matanza periódica de civiles.
La fuerza
aérea parece haberlo comprendido ya sin necesidad de mayores estímulos. Y el
jefe de la aviación ha ido en sus declaraciones un punto más allá, estimando que.
"es tiempo de que en Chile vuelva a haber un debate político. Es tiempo
que en Chile vuelvan a brotar todos los argumentos en favor y en contra de
nuevas soluciones y que el Gobierno las conozca y todos los chilenos puedan
participar en el debate. Los sectores genuinamente democráticos, aunque no
participen de las ideas de este Gobierno, van a encontrar muy pronto la forma
de expresarse como partidos políticos organizados y legales".
Matthei, en
su conferencia de prensa, puso énfasis en declarar que el plazo hasta 1989 que
fija la constitución pinochetista para el restablecimiento de la normalidad
democrática, es un plazo "máximo" que puede ser acortado.
A seis años
vista, las jornadas mensuales de protesta han descalabrado profundamente sus
esperanzas de permanencia en el poder. Cualquier escolar chileno sabe de la
renuncia del general-dictador Ibáñez en 1929, tras la muerte del estudiante de
medicina Jaime Pinto, en una manifestación callejera; en la mente de todos está
el recuerdo de la renuncia, el exilio y la muerte en el Perú del
general-presidente Bernardo O'Higgins, padre de la patria, a quien la burguesía
chilena recusó por su autoritarismo.
Un liberal
débil y entreguista
Pinochet,
en materia de autoritarismo, ha convertido la figura de O'Higgins en la de un
liberal débil y entreguista y, sólo en los últimos cuatro meses, su represión
ha originado la muerte de 30 civiles, entre ellos varios niños. En Chile todas
las revoluciones se han hecho en nombre de la Constitución y de las libertades
republicanas, incluso la de 1973. Y pese a la barbarie de aquella represión,
los militares chilenos aún no han interiorizado la teoría delenemigo interior.
Versiones
solventes, pero imposibles de verificar, han asegurado a este enviado especial
que el general Matthei, antes de su conferencia de prensa, conversó con
Pinochet y le notificó que su fuerza no volvería a intervenir en la ocupación
de Santiago en futuras jornadas de protesta.
Sergio Infiernillo Onofre
Jarpa (los chilenos hacen un juego de palabras entre Onofre y anafre, que para
ellos es sinónimo de cocina portátil), nuevo ministro del Interior y primer
ministro de hecho, no ha abierto la boca desde el jueves. Su cargo y su figura
exigen una explicación.
El ministro
del Interior en Chile es el encargado teóricamente del desarrollo político y no
tiene el mando de las fuerzas represoras, dependientes de los comandos
militares o del propio presidente. Pinochet ha terminado designando a Infiernillo Onofre
como piloto del desarrollo político -de ahí su calidad de premier de
hecho- para intentar situarse por encima del bien y del mal, como si fuera la
reina de Inglaterra.
Pero
Onofre, nacionalista aquí reputado de nazi, brillante, ambicioso, enérgico,
aspira a pasar a la historia chilena como.. el hombre de la transición. Quienes
lo conocen estiman que no dudaría en sacrificar al propio Pinochet. Es todo lo
contrario de un Carrero o un Carlos Arias. También es todo lo contrario de un
Adolfo Suárez. Se aproximaría a una mixtura de Blas Piñar y Fraga. "Va a
ser un espectáculo apasionante", te comentan en Santiago: "Dos
gorilas machos encerrados en la misma jaula. Alguno despedazará al otro".
Por el
momento, Onofre calla y prepara respuestas políticas para detener la imparable
jornada de protesta del 11 de septiembre, décimo aniversario del régimen. Pío
hay moral ni ganas, ni siquiera en tre la extrema derecha del régimen, para un
desfile, una manifestación patriótica, nada de nada Volver a ocupar Santiago
con un toque de queda militar de 11 horas no parece lo más adecuado para
celebrar este fasto político. Ya sólo cabe el pacto con la oposición. Pero,
tras las muertes de jueves y del viernes, la cabeza del general Pinochet es
prenda inegociable para la oposición.
Finalmente,
la Iglesia, de influencia decisiva en este país, ha hecho oír su voz en un
documento El Nuevo Llamado, en el que se pide el cese de la violencia
de cualquier lado que venga, "el cese de las amenazas, las intransigencias
y las represiones desmedidas".
Esta es la
voz de la Iglesia en un país donde, probablemente como en ningún otro, tiene
prestigio moral y político. Tras este documento y la suave defección del general
Matthei tras la reciente matanza de Santiago, la permanencia del general
Pinochet en el palacio (de La Moneda comienza a ser un misterio inextricable.
Sólo el miedo al vacío de poder y la desesperación política de una sociedad
arruinada apuntalan a este general rencoroso que jamás mira de frente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario