Antonio Cafiero, ex ministro peronista de
Economía, derrotado el jueves en el congreso partidario que eligió a Herminio
Iglesias como candidato a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, ha
impugnado la elección ante la justicia electoral. Aduce presiones y violencias
sobre los delegados.
Felicitado
Iglesias por Isabel Perón -una suerte de bendición-, es difícil que un nuevo
congreso provincial otorgue alguna posibilidad a Cafiero, quien, de aspirar a
la presidencia de la nación, se ha quedado descolgado sin cargo al que optar.
Desplazado por el binomio Lúder-Bittel de la carrera presidencial, cayó en la
trampa de la candidatura a la gobernación de Buenos Aires, que le ha arrebatado
el populista de la extrema derecha del partido.La candidatura de Iglesias puede
darle hasta medio millón de votos adicionales a Raúl Alfonsín, candidato
presidencial del radicalismo. Iglesias -como el líder sindical Lorenzo Miguel-
personifica la demagogia y el ultraderechismo peronista, adicto a la
metodología mafiosa. El triunfo preelectoral de Iglesias es un
regreso -por más que nunca se haya ido- de los guardaespaldas, los ajustes de
cuentas, el anticomunismo irracional, los votos secretos, el amiguismo, los
favores políticos y los votos pagados.Se estima igualmente que la entronización
física de Isabel Perón en el congreso del 3 de septiembre podría seguir bajando
la credibilidad justicialista ante la masa de electores indecisos. Cinco
millones de argentinos sobre 28 millones de habitantes van a votar por primera
vez. El regeneracionismo radical buscaría resaltar ante la opinión pública la
ausencia de democracia interna del peronismo y su conducción mesiánica y
corrupta. Sea como fuere, los sindicatos peronistas controlarán -cuando
terminen de recuperarlas de manos de los militares- obras sociales que
movilizan hasta 1.700 millones de dólares anuales, sin contar cuotas de
afiliación y cajas de pensiones. Éste es el poder que ha desplazado a Cafiero
de la candidatura a la gobernación de Buenos Aires.
La vuelta de 'Isabelita'
La inminente llegada al país de Isabel Perón
sigue ocupando espacios secundarios en los diarios y en los informativos
radiotelevisados. A su regreso, el aeropuerto de Eceiza será, sin duda,
invadido por los peronistas y atronado por los bombos -"paso, paso, paso,
que viene elperonazo"-. Pero el clima no es de expectación, ni
siquiera de alegría o triunfalismo entre los justicialistas.Las preocupaciones
son otras. Las madres y abuelas de la plaza de Mayo impugnarán las listas
electorales si en ellas no aparecen sus deudos. El despertar de la justicia
está llevando a los tribunales o a la prisión preventiva a altos funcionarios
estatales acusados de corrupción económica.
El general
Reston, ministro del Interior, acaba de asegurar que la amnistía será promulgada
antes de las elecciones, y el ministro de Economía, Jorge Wehbe, emplazado para
el martes a una huelga general, afirma que "no se puede repartir lo que no
hay". El peronazo golpeará a una sociedad exhausta y
descreída.
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