19/9/84

Una gran manifestación, será testigo mañana de la entrega a Alfonsín del 'informe Sábato' sobre los desaparecidos (19-9-1984)

Todos los partidos políticos argentinos, las organizaciones de defensa de los derechos humanos y las asociaciones religiosas de esta comunidad multiconfesional han convocado una concentración masiva mañana, a las siete de la tarde, frente al Congreso, para respaldar la entrega simbólica al presidente Raúl Alfonsín del informe final elaborado por la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, que preside el escritor Ernesto Sábato. Se estima que el propio presidente se halla detrás de la convocatoria, considerada en la Casa Rosada como un medio de recordar a la justicia militar que debe cumplir su función. El informe consta de 50.00 folios, cuyas microfilmaciones ya han sido depositadas en las cámaras acorazadas de la Casa Rosada y en una entidad bancaria extranjera. Durante cerca de 10 meses, la comisión Sábato -creada por orden directa de Raúl Alfonsín e integrada por personalidades relevantes de la cultura, el periodismo, las religiones y el humanitarismo- ha recabado, con pleno apoyo del Gobierno, testimonios solventes sobre al menos 10.000 personas desaparecidas durante los siete años de intervención militar; se han localizado numerosos campos clandestinos de detención y tortura (loschupaderos), y se aportan los nombres y grados de cientos de militares, la mayoría aún en activo, supuestamente responsables de genocidio contra su propio pueblo.

Testificaciones de militares

Los integrantes de la comisión admiten haber trabajado con entera libertad hasta el extremo de que, tras serias controversias internas, optaron por dar a conocer la identidad de los militares involucrados en los hechos, en contra del deseo del Gobierno. Durante meses, los argentinos han sido convocados por los canales de televisión, las emisoras de radio y los periódicos y revistas a aportar datos sobre la desaparición de amigos y familiares. No han sido pocos los militares que han testificado contra sí mismos o contra sus compañeros de armas. Los primeros, según Ernesto Sábato, en claro estado de necesidad de asistencia psiquiátrica al haber comparecido, por obediencia debida, ante la comisión de delitos ominosos; los segundos -muchos oficiales jóvenes-, en la intención de depurar la institución militar de elementos altamente desprestigiados.

Durante semanas, los propios radicales han discutido la oportunidad de una concentración mas¡va como la de mañana, que marchará desde el Coqgreso a la Casa Rosada por la avenida de Mayo. Finalmente, una directriz del propio Alfonsín decidió la programación de una marcha multitudinaria, tanto en apoyo del Gobierno como de preaviso a los miembros del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas -el máximo tribunal castrense- remisos al enjuiciamiento de sus compañeros.

Los nueve integrantes de las tres primeras juntas militares y varios otros generales y almirantes están presos por decisión presidencial para responder de presuntos delitos contra el derecho de gentes, pero la lentitud de la justiciá militar es tal que obliga a suponer que aspira a agotar los plazos constitucionalmente legales y pasar la patata caliente a la Cámara Federal. Alfonsín expresa en privado su disgusto por esta lentitud y, así, habría alentado la manifestación de mañana para recordar a la cúpula militar que el pueblo no ha olvidado su suplicio y que al menos debe entregar ella misma algunos centenares de cabezas.

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