El presidente electo
uruguayo, Julio María Sanguinetti, acudió el martes a Buenos Aires en una
visita de ocho horas, durante la cual se entrevistó privadamente con el
presidente electo argentino, Raúl Alfonsín. Ambos mandatarios decidieron llevar
a cabo los estudios para un gasoducto entre los dos países y para la
construcción de un puente Buenos Aires-Colonia, sobre el río de la Plata, que
pondrá en comunicación permanente la economía de las dos naciones.El nuevo
presidente uruguayo también se reunió con legisladores en el Congreso y
concedió una conferencia de prensa.
Que la visita de
Sanguinetti, el triunfante líder colorado, coincidiera con la renuncia del
general Gregorio Álvarez como presidente de hecho y la asunción del poder por
el titular de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Adiego, se interpretó en
Buenos Aires como un deseo del presidente electo de alejarse físicamente de
esta penúltima tensión entre la sociedad civil y la militar en Uruguay. Los
uruguayos, en efecto, despidieron a Goyo Álvarez con marchas, bocinazos, sonar
de campanas y de sirenas de buques, a más del tradicional caceroleovespertino, y el
jefe del Ejército oriental, general Hugo Medina, amenazó con un nuevo golpe de
Estado si se repitieran las circunstancias políticas de 1973.
Despegue brusco
El mal humor de la clase
militar uruguaya debió contagiar al piloto del avión de Pluna (Primeras Líneas
Uruguayas Nacionales) que transportó a Buenos Aires a Sanguinetti. Cuando
comenzó a carretear para su aterrizaje en Ezeiza realizó una brusca maniobra
dando la cola al estrado desde el que Raúl Alfonsín y otras autoridades
despedían a su huésped. Voló la alfombra roja de respeto, y el presidente
argentino y su séquito hubieron de correr a guarecerse del huracán de aire
caliente con que les obsequió el piloto. Significativas bromas de cuartel de
los militares rioplatenses.Sanguinetti, acompañado por sus futuros ministros de
Exteriores, Enrique Iglesias; de Economía, Ricardo Zerbino, y de Transportes,
Jorge Sanguinetti, se reunió en la residencia presidencial de Olivos con el
presidente Raúl Alfonsín para establecer la institucionalización de un sistema
de consultas permanentes en materia agropecuaria, integración científica y
cooperación tecnológica.
En Uruguay, donde no es
difícil encontrar empresarios que se plantean la viabilidad del país. como
unidad económica, los principales problemas de la posdictadura son los
económicos, y la crisis sólo podrá ser aliviada insertando a Uruguay en
espacios de consumó más amplios, bien hacia Brasil, bien hacia Argentina.
Por razones obvias
-historia, lengua, composición étnica, cultura-, la recuperación de la pequeña
industria uruguaya sólo podrá realizarse en el marco de una estrecha asociación
con Argentina.
En su conferencia de prensa,
el presidente electo uruguayo fue reiteradamente preguntado sobre el alcance de
la futura amnistía para los presos políticos aún detenidos en el país. Mantuvo
la tesis de un doble trato jurídico para aquellos que lucharon contra la
dictadura y para aquellos otros que fueron condenados por alzarse en armas
contra un sistema democrático. Los primeros serán amnistiados, y los segundos,
liberados mediante indultos en atención a los sufrimientos padecidos en
prisión.
Sobre el hipotético
juzgamiento de militares por delitos cometidos durante la dictadura, reafirmó
que su Gobierno, al contrario que el de Alfonsín, no ejercerá la acción
pública, y que serán los jueces los que deberán dilucidar las denuncias a
instancia de parte.
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