20/2/85

La destitución del ministro de Economía argentino, bien acogida en Buenos Aires (20-2-1985)

La destitución del ministro de Economía argentino, Bernardo Grinspun, y del presidente del banco central (de hecho un ministerio de hacienda), Enrique García Vázquez, fue ayer unánimemente bien acogida en Buenos Aires e interpretada como un cambio sustancial en la política económica emprendida por el Gobierno presidido por Raúl Alfonsín.

Bernando Grinspun ha sido sustituido en su cartera por Juan Vital Sourrouille, un funcionario económico de 44 años, reputado de buen técnico y que actuaba como secretario de planificación del ministro cesado. Al frente del Banco Central argentino ha sido designado Alfredo Concepción, de 63 años, hasta ahora secretario de comercio interior.

Los ceses adquieren realce ante el desagrado del presidente Alfonsín por introducir cambios en su Gobierno. En 14 meses de mandato Alfonsín sólo había sustituido al primer titular de Trabajo, Antonio Mucci, por Hugo Barrionuevo, menos renuente a la negociación con el sindicalismo peronista.

Desencadenante del cese

La decisión del comité nacional de la Unión Cívica Radical -el partido gobernante-, presidido por el vicepresidente de la nación, Víctor Martínez, de citar a Grinspun para que explicara su errática política económica decidió la crisis, llevada a cabo por Alfonsín de improviso y personalmente.La gestión de Grinspun había sido resolutiva en la renegociación de los 45.000 millones de dólares de deuda externa heredada de la dictadura, pero su falta de inteligencia posterior con el FMI por la aplicación de los acuerdos suscritos llegó a ser total.

Su política antiinflacionista resultó un estrepitoso fracaso: 25% de inflación en enero y cerca de un 800% en 14 meses. Vaya en su descargo que intentó la cuadratura del círculo de hacer cumplir el dudoso axioma del presidente Alfonsín: disminuir la vertiginosa escalada de la inflación manteniendo el salario real de los argentinos.

Sourrouille, nuevo responsable de la economía argentina, fue uno de los más duros negociadores con el FMI, pero de él se espera precisamente un cumplimiento más fiel en la contención del crédito y disminución del gasto público.

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