El Consejo Nacional
Justicialista, por 31 votos sobre 47, decidió el jueves separar a Herminio
Iglesias, caudillo peronista en la provincia de Buenos Aires -la más importante
del país-, de su cargo de secretario general del movimiento.Al mismo tiempo, el
consejo ordenó la remoción de la junta interventora del distrito bonaerense,
solidaria con Iglesias, que, entre otros despropósitos, había expulsado del
peronismo a Antonio Cafiero, ex ministro de Economía de Isabelita Perón y gran
triunfador, como independiente, de las últimas elecciones legislativas.
Vicente Leónidas Saabi,
anciano y cardiaco primer vicepresidente del peronismo oficial -los peronistas han logrado dividirse
en tres bloques parlamentarios-, destituido tras la última derrota electoral
del movimiento, condicionó su reaceptación del cargo a la salida de Herminio
Iglesias.
'Capo' justicialista
Herminio Iglesias, capo del justicialismo en la provincia de
Buenos Aires, habitada por la mitad de los argentinos, es un hijo de
inmigrantes orensanos, iletrado, propietario de una fortuna personal sin haber
trabajado jamás por cuenta ajena, con prontuarios policíales por robo, supuesto
alcahuete de la prostitución y responsable del juego ilícito en Avellaneda
(Gran Buenos Aires), carente de un párpado tras un accidente automovilístico que
le deformó la cara y propietario de un solo testículo al haber perdido su
pareja en un tiroteo entre chulos de mujeres.Gran hacedor de las derrotas
electorales peronistas en la provincia más peronista del país -todo el cinturón
obrero que puebla el Gran Buenos Aires-, Herminio Iglesias representa el sector
abiertamente fascista del justicialismo, en franca alianza con las fuerzas
armadas y la Iglesia católica argentina, la más insensible de toda América del
Sur a los reclamos democráticos. La mano derecha de Iglesias, Norberto
Imbelloni, alias Beto, se ha refugiado en Paraguay (es amigo
personal de Stroessner) para escapar de la justicia, que le reclama por el
asesinato de un guardaespaldas sindical.
La destitución de Herminio
Iglesias como secretario general es sólo un primer paso en la dificultosa tarea
de erradicarle del justicialismo -quienes, siendo más inteligentes
políticamente que él, pretenden expulsarle a las tinieblas exteriores resultan
tan impresentables como el perseguido-, recomponer el movimiento y evitar su
definitivo fraccionamiento. Pero pasarán meses e incluso años antes de que sea
desbancado como caudillo bonaerense, dada la estratificación mafiosa del
justicialismo en la provincia.
En cualquier caso, la dudosa
recomposición peronista tendrá pocos visos de verosimilitud míentras su
presidencia nominal permanezca en manos de una rica viuda que habita entre
Madrid y Marbella, antaño íntima amiga de Pilar Franco, sometida a la tutela
psicológica del doctor Flórez Tascón y que celebró las últimas elecciones
argentinas concurriendo no a su consulado, sino a un espectáculo de variedades
protagonizado por Analía Gadé.
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